𝐜𝐮𝐚𝐭𝐫𝐨
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izzy x edward
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En una noche en la que Barbanegra no se ve capaz de conciliar el sueño debido al frío que rodea el ambiente desconocido en el que ha acabado su barco, decidirá ir a la habitación de Izzy para resolverlo.
¡advertencia: contenido sexual explícito. No acostumbro a escribir smut, sobre todo de este estilo, así que espero que no haya quedado demasiado mal. Idk, planeaba escribir Porn Without Plot al principio pero me acabé centrando un poco demasiado en los sentimientos de Izzy lmao
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Edward está empezando a tiritar como consecuencia del agresivo clima tan frío que lleva sintiendo desde que se quedaron atrapados en algún lugar de los siete mares, así que sale fuera de su camarote para ver cómo va evolucionado la situación.
Lo que recibe es otra gran ola gélida que jamás ha experimentado en su vida, y que el cielo se ha oscurecido, lo que significaba que ya se ha hecho de noche.
—¿Cómo vas, Fang? —le pregunta Edward desde lejos, a la persona que lleva el timón.
—El cielo se ha despejado más desde la última vez, pero aún no consigo adivinar dónde nos encontramos —le dice Fang, con un tono de voz débil, víctima también del frío—.
—Está bien, detén el barco y a primera hora de la mañana avanzaremos. Pero quédate vigilando.
Fang recibió la orden y Edward se dio la vuelta. Con sus brazos alrededor del cuerpo, estuvo un momento examinando la situación: lo cierto es que no se veía capaz de descansar con todo el frío que hacía, así que tenía que pensar si prefería volver a su camarote, embarcándose en una misión que sabía que no cumpliría, o realizar otra idea que cruzaba su mente.
Al final, Edward no tardó en decantarse por la segunda opción.
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—¿Izzy? —le llamó Edward.
Su segundo al mando había conseguido acostarse y cubrirse con alguna manta vieja que encontró en Dios sabe dónde, aún así, rápidamente comprobó que no había podido dormir.
—Edward, ¿Qué ocurre?
Izzy, que había sido sacado de un intento de dormirse, estuvo un rato observando con atención a su jefe, que parecía visualizar toda la habitación que les rodeaba.
—¿Tienes frío tú también?
—Bueno... Todos lo tenemos, sí.
Se produjo un extraño silencio entre los dos, Izzy no tenía ni idea de lo que planeaba Edward con sus próximas palabras, así como con aquella pregunta, y lo cierto es que le estaba poniendo algo nervioso.
—Puedo prestarte una manta de ahí... Si quieres —continuó Izzy.
—No, eso no será suficiente —respondió Edward, volviendo a dar otra rápida mirada hacia el camarote, para luego volver sus ojos hacia el hombre delante suya, que se encontraba totalmente a su servicio, como todos los días desde aquél en el que decidió ofrecerle el puesto tan importante del que ahora disfrutaba. Ahora, Edward estaba recordando eso con más ahínco que otros días—. En verdad, estaba pensando en pedirte ayuda de otra manera.
—¿D-de cuál?
La voz de Izzy empezó a romperse; la razón es que Ed ha empezado a acercarse más a él, y ni siquiera sabe si lo está haciendo a propósito o es sólo su imaginación. Ni siquiera sabe si todo esto lo está alucinando ahora mismo, y no sabe si es por el frío o la actitud de Ed, pero todo se siente tan irreal.
Su capitán tarda algún rato en volver a hablar, y mientras tanto se tumba en el suelo, cerca de él, con las rodillas un poco flexionadas. Izzy le observa atentamente, algo confuso pero empezando a conectar algunas piezas.
—Izzy... —le repite ahora Edward, de forma más lenta pero adquiriendo un tono más potente, de aquél que suele usar cuando va a dar una orden.
—¿Sí, capitán?
—Ponte encima.
Izzy se estremece; Edward ha señalado la parte que se encuentra entre su pecho y sus rodillas. No era difícil adivinar que Barbanegra, al hacer aquello, pretendía incorporar ciertas implicaciones más íntimas a la situación.
E Izzy obedece, a ciegas, lo cuál hace que el ambiente empiece a caldearse, y aunque Teach siga congelado, sabe que Izzy puede encargarse de resolver eso.
De hecho, ya empieza a notar cómo el calor empieza a adentrarse en la habitación cuando Izzy se encuentra encima suya, montado en su entrepierna, con la ropa puesta.
—Muévete —vuelve a ordenarle, directo.
Si Edward pudiera vislumbrar las emociones de Izzy ahora mismo, se percataría de que está a rebosar de vergüenza. Pero afortunadamente Izzy sabe esconder muy bien lo que siente, y este tipo de cosas, como "calentar" a su jefe, es unas de las que se accedió a realizar sin queja en una interminable lista que firmó cuando decidió trabajar para Barbanegra.
Tampoco es como si le desagradase en absoluto, de todas formas.
Izzy hace lo que se le ha pedido, y tan pronto cómo las telas de sus ropas empiezan a crear fricción entre ellas, Edward ya siente cómo parte del frío que sentía hace unos minutos se está disipando con más efectividad.
Izzy se mueve, lentamente mientras todavía se ve incapaz de mirar a los ojos a Barbanegra, aún si el otro no parece tener el mismo problema. Edward está quieto, debajo y observando a Izzy hacer que la temperatura de su entrepierna crezca cada vez más, y aún así, es él quién tiene mayor control de la situación. Al fin y al cabo, Izzy sólo está haciendo lo que se le ha ordenado, y es que el subordinado tampoco querría verlo de otra manera.
Sin embargo, también se siente una ocasión un tanto especial. Los sentimientos de Izzy hacia su capitán sólo los conoce él, y probablemente es por eso que esta escena se le está pareciendo tan irreal, dudando incluso de si era consciente de todo lo que estaba transcurriendo. No es ninguna sorpresa que Edward realiza este tipo de prácticas; muchas veces ha escuchado los comentarios que Calico Jack y él se decían entre sí en las noches más gordas de borrachera, y eso por adentrarse en las relaciones más cercanas de su capitán que él había conocido, pero aún así, Barbanegra, de todas las personas que se encuentran en el barco, ha decidido elegirle a él para algo así.
Y eso despierta ciertos sentimientos en Izzy que no suele dejar que salgan a la luz. De hecho, siente que su corazón está yendo a mil.
—Muévete más, pero ahora hazlo más rápido.
La nueva orden le hace volver a concentrarse al cien por cien en lo que está ocurriendo. Izzy realiza justo lo que se le pide; aunque el contacto de los dos pantalones deje algo a la imaginación, es innegable el placer que producen los movimientos de Izzy encima de Edward; tanto que la erección del capitán está creciendo cada vez más, e Izzy lo sabe porque la está sintiendo de forma muy directa debido a su posición.
Edward también ha empezado a emitir sonidos sordos; probablemente lo más parecido que obtenga de él de gemidos. Aún así, son una buena señal: pues le transmiten que Edward está disfrutando esto. E Izzy también, aunque quiera mantenerse en silencio, ya que no acostumbra a ser así de íntimo con una persona y en general es reservado. Aún así, siente que probablemente podría alcanzar a rasgos más grandes si siguiera haciendo justamente lo que hace ahora mismo.
Tampoco sabe si Edward busca exactamente eso, así que prefiere ceñirse a la simple orden que le ha dado.
Simplemente yendo de arriba hacia abajo, de derecha hacia izquierda o de delante a atrás, con distancias mínimas pero precisas, estaba consiguiendo satisfacer a su jefe de la manera en la que le había pedido que lo hiciera.
Lo cierto es que, después de un rato incrementado la intensidad de los movimientos, se vería capaz de correrse si esto continuaba así, yendo a más. No era únicamente el acto en sí, si no también el ambiente, lo que estaba volviendo loco a Izzy (como la habitación a semi oscuras, tener al temido Barbanegra, su capitán, en esa posición y el calor de su cuerpo que había aplacado fácilmente el frío insoportable de antes).
Aún así, Edward siguió dando órdenes.
—Ahora bájate, y ponte de espaldas hacia mí.
Los movimientos de Izzy se congelaron, fueron rígidos, como siempre, a la hora de obedecer.
Izzy, aún un poco decepcionado por ver cómo había dejado de recibir ese placer de repente, no sabía muy bien lo que Edward pretendía, pero había sido así desde el inicio y tampoco le había decepcionado.
En cuanto hace lo que se le pide, tanto Barbanegra como Izzy sienten que un calor mayor los envuelve; probablemente el de sus cuerpos, que así, en esa posición, han decidido compartirlo. Es algo tan cercano, inusual y extraño encontrarse de esa manera con su capitán, que Izzy ni siquiera se siente merecedor de ello.
Siente la respiración de Edward en su cuello; éste ahora se frota de manera más leve contra el cuerpo de Izzy, emitiendo de nuevo los mismos sonidos sordos de antes. La erección de Izzy probablemente esté en su punto más álgido ahora, de tal manera que incluso duele un poco.
—Bien hecho, Iz —le murmura su jefe. Izzy murmura de placer en un pequeño silencio, y esa es exactamente la reacción que Edward sabía que obtendría de él.
Edward empieza a bajarle los pantalones, dejándole esa pequeña parte al desnudo que por sí sola va a ser la única necesaria en adelante. Izzy empieza a apretar los labios con sus dientes cuando siente a Edward, literalmente, detrás suya. Éste ahora empuja sus dedos en su interior, mojados en su propia saliva, y tarda un rato hasta introducir un segundo. Y sigue así, hasta que llega el tan ansiado momento y reemplaza los dedos por su propio miembro.
Pasan unos segundos, y Edward se queda quieto, dejando a Izzy algo impaciente. Sin embargo, siente, en ese pequeño momento, una especie de atención derivada hacia él. Sus mejillas de por sí están demasiado acalorados, debido al objetivo primordial de la situación y parte de vergüenza, y se da cuenta de cómo Teach está examinando aquello.
Pero Edward continúa después, obteniendo unos pequeños gemidos por parte de Izzy cuando presiona mucho más dentro suya, pues sus dientes ya no son capaces de retener su placer y únicamente vuelven a serlo cuando Edward finalmente se detiene.
Izzy lo entiende al instante, todo el pene de Edward se encuentra sumergido en su interior. Es una situación algo confusa para Izzy, pero que también ha derivado en que su erección empiece a precisar de atención, y es que de aquella manera, Barbanegra siente tal calor que resulta más que satisfactorio para pasar la noche.
Así Izzy es cómo comprende que Barbanegra decidió acudir a él esa noche.
Izzy estuvo un rato esperando, impaciente por el dolor de su erección, que le avisaba de que necesitaba algo más. Aún así lo hace porque espera a que Edward duerma, y cuando finalmente éste lo hace —sin demasiada complicación ni esperando mucho tiempo—, lleva una mano a su boca para aplacar los sonidos que salgan de él, y otra hacia su pene, que junto con el líquido pre-seminal que ya estaba descansando en la punta, no necesita muchos más masajes arriba y abajo, paradas en el glande y otras apretando en el final, para finalmente correrse. No le lleva demasiado porque hace bastante que no está en una situación así, y los últimos minutos ya estaba sintiéndose en su límite.
Cuando termina, ya descansando de su orgasmo, se queda en un silencio que aún así no llega a serlo por las respiraciones irregulares de Izzy que no puede esconder. Teme que los movimientos que haya realizado, ya sea conscientemente o no, o lo mismo con los sonidos, hayan podido despertar a su capitán. Afortunadamente, no es así.
Y no sabe el caso de Edward, pero viendo el inmenso calor en el que se encuentra su cuerpo ahora mismo, él por lo menos sí ha podido ignorar el frío.
Finalmente, hace el esfuerzo de dormir, a sabiendas de que por la mañana, su jefe se irá de la habitación sin mediar palabra y todo esto no habrá ocurrido entre los dos.
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