13── 𝘜𝘯 𝘦𝘳𝘳𝘰𝘳
KIRISHIMA EIJIRO EN ALGÚN PUNTO DEJÓ de correr, no obstante sus pasos nunca se detuvieron ni un segundo, incluso si sus piernas ya no podían más. Su cabeza permanecía abajo, sus ojos rojizos, los cuales ardían y provocaban que su vista se tornarse tan borrosa se fijaban directamente en sus pies. Estaba demasiado angustiado como para disculparse cada vez que uno de sus hombros chocaba contra otras personas.
No tenía el valor de subir su cabeza, no cuando sentía sus miradas sobre él, juzgandolo, haciéndolo sentir cada vez más pequeño y si lo hiciera, sabría que lo estarían mirando directamente a sus ojos. Solamente quería estar en un lugar donde no se sienta tan pequeño, tan presionado. Un lugar donde no se sienta como un extraño, en busca de refugiarse en su miedo una vez más.
¿Por qué le pasaba esto?
¿Por qué retrocedía tan rápido?
¿Por qué era un jodido cobarde?
¿Por qué nunca avanzaba y siempre se quedaba atrás, en el mismo jodido punto?
Alza durante unos segundos la vista, visualizando el apartamento donde recientemente vivía junto sus compañeros, avanza con rapidez en dirección a la puerta principal de la instalación, bajando de nuevo su vista al piso y unos segundos más sus temblorosas manos abre la puerta cin cierta dificultad hasta finalmente estar en el interior.
—¡¿Kirishima?! Vaya, llegaste temprano.
Sus oídos perciben una voz, pero tampoco logra distinguirlo al estar en esos momentos intentando con todas sus fuerzas ignorar a su alrededor, solamente sigue avanzando, sin querer subir la cabeza, porque sentiría que sus compañeros lo mirarían como un fenómeno y no podría soportar aquello. La palma de su diestra toca con frenesí el botón del elevador hasta que este se abre y entra de inmediato, volviendo repetir el mismo proceso hasta que el movimiento se detiene y nuevamente las puertas se abren.
—¡Oye, Kirishima! ¿Cómo te fue esa salida, galán?
Denki junto la compañía de Megumi y Sero miran al pelirrojo con sonrisas pícaras. Sin embargo la segunda deja de sonreír porque fue en darse cuenta al instante que algo pasaba debido que el pelirrojo llegó más temprano de lo que debía, mantenía su cabeza baja y sus manos estaban cerrados en forma de puño. También porque pasó de largo de ellos, confundiendo tanto al rubio como el pelinegro.
—¡¿Kirishima?!—Suelta Kaminari al sentir el hombro del ajeno chocar contra el suyo y seguir caminando como si nada.
—Amigo, ¿qué te pasa?—Inquiere Hanta, formando una mueca confusa.
Pero estos alcanzan a ver como este no le contestaba de vuelta o siquiera una disculpa, simplemente abrió la puerta de su habitación y la cerró de golpe, provocando un fuerte sonido. Los tres se miran entre ellos antes de acercarse a la puerta, cuando Denki quiso abrir esta, no lo logra debido que la cerradura estaba puesta.
—¿Oye, estás bien, Kirishima?—Pregunta el rubio, preocupado.—¿Pasó algo en la sali-—El pelinegro le hace un gesto de negación.—Digo, ¿pasó algo cuando saliste?
—De...Déjenme solos.
Los dos varones forman una mueca preocupada cuando distinguen el tono tembloroso en la voz de su amigo, en cambio la pelinegra permanecía con un semblante serio.
—Por-Por favor. Qui-Quiero estar solo.
—Pero Kirishim-
—Déjenlo.—El trío gira su cabeza en dirección a la izquierda donde oyeron la voz de su maestro guía acompañado del más joven, quien entre los dos, este se mostraba más preocupado que el mayor.—Denle su tiempo, no le estén agobiando.
—Pero...—Denki retrocede unos pasos, dudoso.
—Dije que no.—Aizawa los envuelve con sus vendas y lo atraen hacia él para que se alejen de la puerta de Eijiro.
—Si, chicos. Mejor háganle caso a su profesor.—Dice Hayato.—Creo que mejor no debemos presionar a Kirishima y dejarlo solo.
Los dos varones asienten con sus cabezas, estando de acuerdo, menos el de Megumi que estaba con un semblante serio y Aizawa sabe que muy en el fondo aquella chica lo que menos iba hacer es hacerle caso.
Por otra parte, Eijiro se encontraba en el interior del armario, percibiendo como las voces de uno de sus compañeros junto a los adultos se alejaban. Sus brazos rodean sus piernas hasta pegarlas a su pecho mientras su frente se pega a sus rodillas dejando finalmente que las lágrimas salieran de sus ojos, manchando la tela de los pantalones.
《Soy un cobarde, soy un cobarde, soy un cobarde...》
Siempre lo será.
—¿Kirishima, qué estas haciendo?
El apellidado se sobresalta al escuchar una voz familiar, girando tanto su cabeza como su torso en dirección donde oyó la voz masculina, observando que se trataba de un chico castaño vestido del uniforme de la secundaria, viéndolo extrañado.
—Yo...Esto...
El pelinegro se aleja de la puerta abierta de una de las aulas de un pasillo donde no estaba su salón, formando una nerviosa sonrisa al ser una vez más atrapado por uno de sus amigos. Sobre todo al quien más pasa tiempo.
—Nada, hombre. Sólo estaba...—Se rasca la cabeza, dándole una mirada más al interior al aula donde otro día falló en encontrar un chico de cabello celeste y ojos aguamarina.—Paseando.
—Ya.—El castaño lo mira no muy seguro de sus palabras.—Bueno, tús "paseos" están siendo extraño estos días, viendo aula por aula. ¿Estás buscando a alguien?
—Algo así...—Este deja escapar un suspiro en sus labios antes de caminar al lado opuesto y en cuestión de segundos su amigo ya estaba caminando a su lado.—Pero no tiene importancia.
《Ni sé porque lo sigo buscando. No va a cambiar nada.》
Porque en caso que aquel chico de la patineta estuviera en su escuela, no tendría el valor de dirigirle de nuevo la palabra. Además él ya estaba enamorado de alguien.
—Está bien. Haré como que te creo.—De reojo observa como el contrario se acerca a él hasta rodear su brazo sobre sus hombros, haciendo que su corazón brinque ante su acción y cercanía, sobre todo cuando le sonríe.—Vamos a ir con los demás.—Eijiro asiente con la cabeza, correspondiendo su sonrisa.
Él estaba enamorado de su amigo.
—No puede ser.
El recuerdo se desvanece de su cabeza al momento que escuchó una voz familiar hablarle y al alzar su cuello, alcanzando ver dos figuras frente suyo, pero debido que quien sabe cuantos minutos estaba llorando no podía distinguirlos bien, a excepción de sus oídos que podía ser capaz de adivinar sus voces.
—¿Ese idiota te hizo algo?—Ese es Bakugo Katsuki.—¡Porque si es así juro que explotaré su cara de imbéci-
Es interrumpido, al parecer fue golpeado por la queja que soltó a continuación.
—Cállate, estás angustiando al niño.—Y esa es Megumi. No tiene idea de cómo entraron esos dos cuando había cerrado la cerradura para evitar esta situación.—¿Qué haces en el armario, Tiburoncín?
Sin embargo, Eijiro no contesta su pregunta, pero si deja salir un sollozo y con su brazo derecho se cubre su rostro enrojecido de estar llorando, para que no vean su vulnerabilidad. Para él demostrar sus sentimientos y emociones no era algo que lo avergonzara, sino muy varonil, no hasta ahora que no se siente bien ser un maldito fenómeno emocional, menos hombre y lo único que quiere es refugiarse en el interior en un reducido espacio de un armario.
—Déjenme solo.—Suplica, respirando con cierta dificultad debido al llanto y gira su cabeza a otro lado.—No qui-quiero hablar.
—Ni una mierda, ahora saldrás de ahí.—Contesta seriamente el rubio cenizo.
Pero Kirishima no estaba no de buen humor o tenía la suficiente paciencia para soportar su chocante carácter.
—Bakugo, en serio.—Inhala y exhala de manera profunda, antes de decir:—Déjame en paz.
No obstante siente una mano algo húmeda sujetar su brazo y en cuestión de segundos ser jalado bruscamente hacia delante, haciendo que mirase al frente, perprejo por la acción del adverso dejando al descubierto su rostro lleno de lágrimas. Ni siquiera pensó en forcejear cuando este jala su extremidad hacia arriba, obligando a subir su cuerpo, el cual se siente liviano para que se levantara y finalmente salir del armario.
—¿Ahora nos dirá que mierda sucedió o tendré que obligarte?
El rubio cenizo le habla en tono moderado, más bajo, cargado de seriedad mientras soltaba el brazo del pelirrojo, quien en vez de responderle se sentó en el borde de su cama, apoyando sus codos sobre sus rodillas y bajando su cabeza, mirando el piso. En cambio, Megumi solamente observaba la escena esperando que el otro chico hiciera algo más para saber si ya meterse o no.
Por otra parte, Eijiro no decide contestarle, no le importaba si lo estaba amenazando o si se enojaba de inmediato, realmente no quería hablar de lo que pasó en el acuario. No, no quería ni recordar nada de lo que pasó desde la mañana hasta casi la tarde.
Escucha un suspiro del parte del otro chico y en segundos siente como su lado izquierdo se hunde, por la esquina de su ojo, mira como este abre un poco sus piernas entre tanto enderazaba un poco su espalda y lo miraba de reojo, abriendo ligeramente sus labios y quedándose así, mostrandose inseguro y dudoso.
—Yo...—Deja salir una profunda exhalación.—Vamos, Katsuki, esto no es tan difícil.—Murmura, sin darse cuenta que no fue lo suficientemente bajo, porque el de dientes afilados lo oyó perfectamente y lo mira con seriedad, girando un poco su torso a su dirección entre tanto abría un poco sus brazos.—¿Quieres...Eh...un abrazo?
No tuvo que obtener una respuesta alguna ya que enseguida el pelirrojo se abalanza hacia él, rodeando sus brazos en la espalda de este mientras recargaba su cabeza sobre el hombro izquierdo del rubio y sin poder aguantarlo más deja salir otra vez un sollozo entre tanto las lágrimas volvía a recorrer sus pómulos, descendiendo a sus mejillas hasta finalmente terminar a su barbilla, ensuciando la ropa de su amigo que al no estar acostumbrado a consolar a personas corresponde lentamente el abrazo de este y está vez decide mantenerse callado. Katsuki, avergonzado observa como la pelinegra se sienta al otro lado y abraza a ambos en una posición incomoda mientras los movía suavemente de un lado a otro, como haciendo un intento de mecer a un bebé.
UNA HORA DESPUÉS
Aizawa dirige su cansada mirada por la ventana, notando a través de esta que ya había anochecido, se levanta de la silla y sale de la oficina por unos minutos para ver que estaban haciendo sus retoños. Se dirige directamente dirección al comedor donde podía percibir el somkdo de muchas voces hablando y observa a la lejanía a todos los estudiantes en algunas mesas junto la compañía del joven maestro, quien se encargaba de entretenerlos.
Como esperaba, no encontró en la mesa a Kirishima comiendo su cena y estar hablando con sus compañeros, pero también nota la ausencia de Bakugo y de Megumi.
《¿Esos dos...?》
Mete las manos en sus bolsillos, notando que la única llave que tenía para abrir las cerraduras de las habitaciones de los estudiantes no estaba donde debía. Suspira exesperado antes de dirigirse rápidamente al elevador para subir al segundo piso y encaminarse al lado izquierdo donde estaban las habitaciones de los chicos. No sabe como, pero no tiene dudas que fue la pelinegra que tomó sus llaves, aunque ya no entiende la razón del porque se sigue sorprendiendose de lo rápido que es la fémina para robarle.
Sin dudarlo abre la puerta y se queda congelado cuando sus ojos azabache se fijan en la cama, viendo a aquel trío acostados en la cama del pelirrojo. No obstante, solamente dos estaban profundamente dormidos, menos la femenina que había levantado un poco su cabeza y seguido de eso su diestra, haciendo un gesto de que haga silencio. El pelinegro deja salir un suspiro, calmandose y asintiendo con la cabeza antes de entrar para finalmente detenerse al frente de la cama donde los tres estaban dormidos.
Eijiro aún estaba con las mismas prendas de ropa que se puso desde la mañana, aun con su cabello en forma de pinchos y estaba dormido con su cabeza sobre en medio del pecho de la chica, sus párpados cerrados se notaban hinchados, signos de haber llorado mucho entre tanto sus brazos abrazaban firmemente la cintura de esta y soltaba pequeños ronquidos mientras la pelinegra, siendo atrapada y medianamente aplastada cariciaba la espalda de este. Y al otro lado de él estaba el rubio cenizo en una posición de estrella, con los brazos y las piernas abietas, y aparentemente se había movido debido que prácticamente estaba tomando el otro extremo de la cama, el cual por cierto la cobija estaba muy desorganizada.
—¿Está bien?—Pregunta en un tono lo suficientemente bajo para no despertar a ninguno de los dos chicos.
—¿Qué tú crees?—Le dice ella en el mismo tono, mirándolo de manera obvia y el adverso frunce ligeramente su ceño.—Claro que no lo está, además no quiso hablar. Pero antes que pienses en buscar al nieto de la tierna abuela.—Musita con suavecidad.—Quiero que sepas que Tiburoncín siente pánico de la gente que sea sobre su orientación.
—¿Y-
—Él es muy obvio, pero tiene miedo.—Mira a Kirishima y Aizawa siente algo extraño en su pecho cuando la chica se comporta de manera suave a su manera a veces con los jóvenes. Como una madre.—Él sólo tiene que darse cuenta que la gente siempre va hablar y que debe ser feliz por quien es, no tenerle miedo de serlo y no pensar que es un cobarde e ignorar a todos.
—Hmm...
La diestra del mayor se posiciona con suma delicadeza en la mejilla de este, dejando una caricia en la mejilla del pelirrojo, que ante el contacto abraza con más fuerza a la chica como si se tratara de un peluche y al ver que no podía hacer más nada deja un casto beso en la frente del adverso antes de acercarse al rubio y hacer lo mismo, alejándose de inmediato cuando el contrario se remueve bruscamente sobre el colchón para abrirse cada vez más.
《Vaya manera de dormir.》
—¿Y para mí no va haber un besito de buenas noches?—El adulto mira mal a la chica, quien pestañea repetidas veces entre tanto le regalaba una sonrisa de fingida inocencia, volviendo a su comportamiento habitual. Da media vuelta y acto seguido se dirige a la puerta.—Que mal esposo eres.
Pero el pelinegro cierra la puerta para regresar a su oficina, en otro momento la regañará por robarle la llave, aunque sabe muy bien que ella seguirá haciendo lo que quiera.
En cambio, el que tampoco se lo estaba pasando bien era Levi Anderson. El canadiense cuando perdió de vista al japonés ha estado entre preocupado y ansioso mientras se dispuso a alejarse del acuario y a buscar al chico, sin embargo al no haber estado prestado atención a su alrededor se había perdido a la vez ocupado en llamar a este para saber donde estaba o al menos si había regresado al apartamento.
Cuando ya había anochecido él estaba de regreso a su apartamento donde sus compañeros se acercaron a saber porque llegó tan tarde, hasta que se dispersaron cuando el maestro guía del grupo fue directamente hacia el chico, llevándolo a su oficina y lo empezó a regañar de haber llegado tan tarde.
—Que no vuelva a suceder.
—Si, Mizushima–sensei.—El canadiense inclina su espalda a la mitad antes de regresar a su postura anterior y salir de la oficina del mayor.
Rápidamente se apresura en caminar en dirección al elevador, para esquivar la curiosidad de sus compañeros, aunque entiende el porque se aproximaron a él preocupados, ya que prometió al mayor regresar temprano. Nota mental: Tendrá que memorizar algunos caminos para no volver a perderse de nuevo. Apenas que el elevador se abre, el chico va directamente a su cuarto y saca con dificultad el móvil para ver si el pelirrojo le ha contestado sus llamadas, pero nada. Necesitaba saber si al menos estaba bien.
Abre la entrada, asomando un poco su cabeza y al comprobar que los chicos estaban lejos, lo suficiente lejos de su campo de vista se dirige a la habitación de Hitoshi. Ansioso usa los nudillos de su mano zurda para tocar con frenesí la puerta, la cual se abre y ni siquiera le permite hablar al dueño del cuarto cuando entra al interior, alcanzando ver como el de cabello y ojos índigos cerraba la puerta junto la cerradura.
—¿Qué pasa? ¿Estás bi-
—Llama a Kokito.—Lo interrumpe.—Yo ne-necesito saber si Kirishima ya regresó a su apartamento.—Hitoshi decide no hacer más preguntas, por el momento y tomar su celular para llamar a su amiga.
El canadiense camina de un lado a otro, sintiendo como su ansiedad aumentaba con cada paso que daba mientras repetía el proceso una y otra vez.
—Hola, Koko.—Se detiene de repente, viendo directamente a su amigo hablar en línea.—Levi, se preguntaba si Kirishima está en el apartamento.—Ve como aleja el teléfono a su oreja izquierda y vuelve acercarlo.—Si, ¿pero está? Ya, esta bien. Adiós, nos vemos mañana.
—¿Y entonces?—Pregunta cuando el contrario cuelga la llamada y lo voltea a ver con su semblante serio.
—Él regresó, pero que se quedó encerrado en su habitación.—Frunce ligeramente su ceño, mirando al peliceleste bajar un poco su cabeza con una expresión constersionada de confusión.—¿Qué fue lo que pasó?
—Yo...
Este se toma la cabeza con sus dos manos y lentamente su cuerpo desciende hasta sentarse en el piso, apoyando los codos sobre sus piernas mientras sus manos se despegaban de su cuero cabelludo.
—No sé. Realmente no se lo que pasó.
Shinso deja su móvil en el lugar anterior donde estaba reposando antes para arrodillarse al frente del canadiense, manteniendo una distancia de un metro y mirarle con atención, pues al parecer si se notaba confundido.
—Todo estaba bien y cuando íbamos por la última zona del acuario él me besó.—El chico frente suyo alza sus cejas, algo asombrado.—Yo le devolví el beso y-y nos estábamos besando...Y fue...Hermoso.
Posiciona su diestra en medio de su pecho, recordando como su ritmo cardíaco se aceleró al sentir los labios de Eijiro sobre los suyos y aún poder sentir la suavidad de estos, como una sensación fantasmal hasta que la imagen del pelirrojo correr en dirección opuesta hizo que su sonrisa poco a poco se desvanezca.
—Pero a-alguien dijo algo y en segundos él ya se había ido.—Alza su cabeza y el de cabello índigo puede notar la duda reflejada en su mirada.—¿Yo...Yo tuve que haber reaccionado antes? Tal-Talvez.
—Hey.—Se detiene cuando el contrario coloca una mano sobre su hombro izquierdo, dándole un apretón para que no siguiera hablando.—No pienses que es tú culpa y no debías que haber hecho algo. Mañana podrás hablar con él.
Levi asiente a medias su cabeza, estando de acuerdo con su amigo o al menos quería asegurarse de no sentirse culpable de no haber hecho algo antes. Baja su mirada aguamarina a sus manos, para perderse en su mente. Si, mañana hablará con Kirishima.
AL DÍA SIGUIENTE.
—¿Mizushima–sensei, me puedo adelantar?
El adulto alza la vista al frente al escuchar la primera voz que le habla, viendo a su estudiante extranjero quitarse la delantera y nota que este ya tenía el uniforme puesto e incluso la mochila colgando sobre sus hombros, preparado para irse a la academia. Cosa que le extrañó ya que es el último en prepararse al ser un dormilón.
—Yo...Esto...
—¡Gracias!—Levi apresuradamente se sube a su tabla de patinaje dirigiéndose a la puerta principal.
—¡Pero Anderson no te contesté nada!
—¡Preparé el desayuno a todos, sólo tienes que servirlo en la mesa!
Dicho eso cierra una de las puertas antes de impulsarse con su pierna no dominante para no tardar mucho en llegar a la academia y la ventaja de esto, es que un viaje desde su apartamento a la siguiente instalación era más corto el camino.
En cambio, nuestro otro protagonista estaba en camino a la academia Yuei junto la compañía de sus dos mejores amigos. Entre los tres, la pelinegra era la que más estaba hablando, no obstante no le estaba prestando atención en lo absoluto porque estaba más concentrado en mantener su mirada abajo, ni siquiera se dió cuenta que tanto la pelinegra como el rubio cenizo se detuvieron, cuando la primera ha soltado un silbido y sino fuera porque Bakugo le sujetó la parte de atrás de su uniforme no se hubiera detenido.
Eijiro sin comprender el motivo de que lo detengan de golpe hace que alzara su vista, para mirar por la esquina de su ojo a Megumi, quien se encontraba su lado izquierdo y miraba al frente con una pícara sonrisa, antes de mirarlo con su único ojo.
—Al parecer alguien quiere verte.—Esas palabras hicieron que el pelirrojo girase su cabeza bruscamente hacia al frente.
Sus cejas se alzan y sus párpados se abren de más debido la sorpresa de visualizar al canadiense parado en un costado de la gran entrada a la U.A, visiblemente ansioso mientras sujetaba su patineta con sus dos manos. De repente siente su garganta seca, como si tuviera el desierto dentro de su boca cuando los ojos aguamarina hacen contacto visual con los suyos provocando que el ritmo cardíaco de su corazón aumenta de velocidad y golpeara contra su pecho. Empeora cuando este se dirige hacía él e inconscientemente una sonrisa se forma en sus labios hasta recordar a alguien.
—Es que no los comprendo. Si ellos saben que van a recibir odio, ¿por qué siguen intentando? Lo mejor es que dejen de llamar la atención y sean normales. ¿No crees, Kirishima?
《Yo...Yo no puedo hacerle esto a Levi. Debería...Debería...》
—Eijiro, estaba muy preocupado por tí, porque te fuiste ayer como si nada y...—Levi se queda estático cuando el nombrado pasa de largo de él.—¿Eijiro?
Pronuncia su nombre, girando su cuerpo entre tanto su cara se constorciona de confusión al ver que el contrario no volteo a verlo y siguió delante.
Megumi y Katsuki se miran entre ellos por la acción de su amigo, antes de que el segundo reaccionara primero, yendo corriendo en dirección al pelirrojo que ya había entrado a la gran puerta, llamándolo por su apodo. A diferencia de la primera, esta decide acercarse al más alto, colocando su mano en la espalda arriba haciendo que este volteara a verla con una expresión de confusión.
—¿Le...Le pasa algo?
—Quizá esté en sus días.
—¿Eh?
Realmente es difícil que Megumi sea una persona seria en momentos que no debe hacer malos chistes, porque solamente hizo que Levi se sintiera más confundido de lo que ya está.
—Olvídalo.—Deja de reírse de su propia broma, gesticulando con su mano libre.—Ahorita empezará las clases, quizás sea mejor que le hables en el primer descanso.
—E-Esta bien.—Deja salir un suspiro decepcionado, encogiendo sus hombros mientras la pelinegra lo obliga a caminar y empezaba a hablarle.
Sacrificó su desayuno para nada y esperaba que su abuela tenga dinero encima para comprar algo y poder desayunar, y no desmayarse en medio de la clase. ¿Pero qué pensaba? Claro que siempre cargaba dinero encima.
HORAS DESPUÉS
El primer descanso llega, Kirishima estaba sintiéndose verdaderamente mal ni siquiera se esforzó en prestar atención a clases y extrañamente su maestro guía lo dejó pasar, no como los dos anteriores, como lo hizo cuando Bakugo y Megumi quisieron saber el porqué su actitud. Esa es la causa, se estaba sintiendo de esa manera al haber ignorado a Anderson, no obstante le estaba haciendo un bien mayor.
—¿Hola? Llamando al mundo de Kirishima.—Inclina su cabeza hacia atrás al ver una mano subir y bajar delante de su nariz, en cuestión de segundos encontrarse con el rostro preocupado de Denki.—Ahí estás.
—¿Pasa algo?
—Amigo cuando regresaste ayer, me ignoraste a mí y a Sero, y te encerrastes en tú habitación hasta mañana que saliste temprano con Bakugo y Meg.—Explica el rubio.—¿Sucedió algo ayer para que regresarás así?
—¿Te refieres de la cita con la chica? No, no pasó nada.—Contesta, forzando una sonrisa mientras cerraba sus párpados y se rascaba la nuca.—Solamente no fue la gran cosa la salida.
Sin embargo, el rubio se echa un poco para atrás, aflojando sus brazos sobre el respaldar de la silla, frunciendo ligeramente su ceño y mirarlo extrañado, cosa que llamó atención al otro al abrir sus ojos de nuevo al no escuchar su respuesta.
—¿Qué pasa?
—¿Por qué mientes?
—¿Qué?
—Kirishima, ya lo sé.
—¿El qué? ¿Que me encantan las chicas?—Su expresión forzada se constorciona levemente a una de nervios ante la seriedad del contrario y antes que hablara, él se adelanta.—¿Acaso estás diciendo que me gustan los chicos? ¡Por favor! Una cosa es la cercanía varonil, quizá a veces me paso de la raya con mi admiración y otra es que me estés diciendo indirectamente que me gustan los chicos.
—No es como si fuera algo grave.
Por un momento quería llorar cuando su otro amigo haya opinado lo mismo, pero sacude con fuerza esa idea antes de ponerse firme.
—No es normal, ni natural.—Las palabras salen por sí solas en su boca, sin ningún control.—No comprendo a la gente que le gustan de su mismo genero, van a recibir odio, siempre lo harán. Es como si les gustara tener atención, ¿no crees que deberían de dejar llamar la atención y ser normales?
—Kirishima.—Denki lo mira más preocupado que nunca.—Este no eres tú.
—¿Qué sabes tú de mí?
El pelirrojo se muestra arrepentido al darse cuenta de lo brusco que fue al ver como el otro lo mira perprejo por sus palabras.
—Denki, perdóname. Sólo...—Se pasa su mano por su rostro, frustrado consigo mismo.—Sólo necesito estar solo.—Torpemente se levanta de su puesto, yendo directamente afuera de su salón.
—¿Qué le pasa?—Pregunta dudoso el rubio cuando Megumi se coloca a un lado suyo mientras Katsuki estaba un lado de ella.
Al parecer vieron la escena o talvez notaron cierta tensión.
—Ni yo sé. Pero es como ver una novela.
Los dos chicos la miran, el rubio de ojos dorados, extrañado y el rubio cenizo con molestia. En cambio, la chica sonríe de lado, ignorando sus miradas, debido que al instante visualiza a Levi en el marco de la puerta, observando en interior en busca de algo.
—¡Caminó hacía allá!—Con una gesticulación indica su lado derecha y el susodicho le lanza una mirada de agradecimiento antes de irse al camino que le indicó. Debido su grito llamó la atención de algunos de sus compañeros.—Vamos, Kats. Quiero ver esto.
—¡¿Qué?! ¡Oye, sueltame, parches!
—¡Esperenme, chicos!
Mientras tanto el pelirrojo se encontraba caminando por el pasillo, sintiendo como los rayos de sol lo envolvían en una sensación cálida, porque estaba caminando justo al lado de las ventanas. Estaba enojado consigo mismo y a lo mejor caminar sus pensamientos se despejen en algún lado de su cabeza y pueda estar tranquilo el resto del día.
《¿Qué es lo que me pasa? Yo...Yo no soy así.》
—¡Eijiro!
《Mierda.》
No sabe cuantos minutos ha estado caminando, pero al reconocer la voz del canadiense llamar su nombre decide seguir avanzando antes de quedarse o mejor dicho comenzar a correr. Sabía que no tenía que haber reflexionado tanto cuando un contacto frío y a la vez tan suave sujeta su muñeca izquierda, deteniendo de golpe sus apresurados pasos y haciendo que su corazón latiera como loco, visualizando como la patineta del contrario seguía rodando sin el dueño encima.
—Que...Que bien que te encuentro.—Anderson casi se mata al bajarse de esa manera, pero no le importó ni mucho menos si su patineta siguió avanzando sin él. Solamente le importaba al chico que le daba la espalda.—Eiji, no sé lo que pasó ayer.
《No, por favor, Levi. Vete, por favor, vete.》
—Me preocupastes mucho cuando te fuiste y-y te-te estuve buscando tanto que me perdí como cuatro veces en el lugar.
—Levi.
—También te llamé, creo que me pasé un poco con las llamadas, pero de verdad me hicistes preocupar.—Se acerca por la espalda del contrario, suavizando su agarre sobre la muñeca ajena.—Sé que debí de reaccionar a tiempo cuando saliste corriendo o tuve que decirle algo a esa mujer. Yo-
—Levi, por favor.
El nombrado mira perprejo como el pelirrojo se deshace de su agarre y aún no lo volteaba a ver, muy confundido mira a su alrededor notando que había algunos estudiantes en el pasillo donde estaban y cree entender el porqué de su acción.
—¿Qui-Quieres que hablemos en un lugar más privado para hablar? Podemos ir-
—No, Levi. No quiero ir a otro lugar para hablar en privado, no quiero hablar...—Este aprieta sus manos en forma de puño.—No quiero hablarte más.
—¿Qué-Qué?
—Fue un error lo de ayer, no tenía que haberte hecho eso.
—No...No te entiendo.—Intenta sujetar su muñeca de nuevo, pero el adverso hace un amago de rechazo y se encoge así mismo, tomando una postura más defensiva.—¿Te refieres al be-
—¡Fue un error!—Exclama, exhalando un profundo suspiro.—Fue un error en haberte hablado, un error en haber querido conocerte, en querer pasar tiempo contigo. Todo esto fue un maldito error, una equivocación y no-no debí haberte...Besado.—Murmura lo suficientemente bajo para que nadie oyera y lo suficientemente alto para ellos dos.—Todo esto fue un error, Anderson.
Levi se queda estático, sintiendo como su pecho se presionaba de manera dolorosa y a la vez otra sensación familiar se hace presente en su garganta, sintiendo aquel "nudo" que hacía sentir como aquella parte de su cuerpo se cerraba, impidiendo comunicarse.
—No debí haberte hecho eso, no...Por favor, sólo seamos extraños de nuevo.
《¿E-Extraños de nuevo?》
Levi no podía hablar, estaba congelado por las palabras del chico frente suyo, nuevamente no reacciona y está vez queriendo procesar lo que acaba de pasar entre ellos mientras alcanza ver como Eijiro pasa una vez más de largo de él.
—Eso se ve mal.—Comenta Kaminari.
No era necesario saber que no acabó bien la conversación al ver a Kirishima caminar hacia ellos con la cabeza baja entre tanto el otro chico se quedaba estático en el mismo punto sin mover siquiera un músculo.
—No.—Los dos rubio miran como la fémina se tira al suelo, actuando dramáticamente mientras cerraba su diestra en forma de puño.—Mi primer ship no se está volviendo real.
—¿Qué?—Suelta Kaminari, no obstante se pone visiblemente nervioso.
—¿Es en serio? Serás-
—Chicos.
Tanto Bakugo como Megumi alzan su vista de nuevo, dándose cuenta que el pelirrojo estaba al frente de ellos, sin embargo este sabe que los tres habían visto la escena y simplemente sigue adelante, siendo perseguido por el de ojos dorados que lo llama, mientras los otros dos se disponen a hacer lo mismo.
Después de eso tanto Kirishima Eijiro y Levi Anderson dejaron de hablarse, actuaban como si fueran desconocidos uno del otro. Como si nunca se hubieran hablado o visto antes, unos extraños.
El primero sentía que estaba haciendo lo correcto para el canadiense, pensaba que nunca debió haberle hecho caso a su corazón y ser consciente que Levi no merecía luego un futuro con él donde deba sufrir del odio de las demás gente, donde no se abrume y viva con tranquilidad, se autosaboteaba a sí mismo que todo iba a estar bien, que el otro chico se olvidará de él, se concentrará en sus metas, se enamorará de una hermosa mujer y tendrá hijos.
Él será normal, mientras él se esconderá.
Por otra parte, el segundo no sabía lo que sentía exactamente, no entendía del todo lo que sucedió y lo rápido que pasó entre él y el otro chico. Sin embargo, en vez de correr o seguir insistiendo, las palabras de este volteó sus sentidos, sobre todo la palabra "error". Se llenó de incógnitas en su mente y sin darse cuenta ya estaba envuelto de nuevo a esa sensación pesada y a la vez tan familiar. Regresó a ese mismo punto, regresó a aquel mundo nevado y de colores fríos. ¿De verdad fue un error?
¿Realmente fue un error?
—Levi.—El nombrado ni siquiera parpadea cuando vuelve en si, ni siquiera se echa para atrás al ver a la héroe profesional inclinarse sobre su escritorio mientras lo veía preocupada.—¿Estás bien? Te veo muy perdido.
—No lo estoy, Nemuri–sensei.—Dice sincero y la nombrada forma una mueca, preocupada.
No le importaba que el nieto de la tierna Recorvey Girl se distrayera en su clase, debido que se veía atractivo cuando estaba concentrado en la nada y le recordaba en sus tiempos cuando era una joven, y le atraía profundamente a los chicos lindos. No obstante últimamente esas semanas ha notado que estaba más pérdido de lo normal.
—Si quieres puedes salir a caminar un rato afuera o ir con tú abuela y si alguien de ahí te encuentra dile que yo te dí permiso.
Sin decir ni una palabra se levanta de su silla bajo la atenta mirada de todos sus compañeros, toma su tabla de patinaje, manteniendo la espalda recta y los ojos aguamarina fijos al frente sale del aula. Los varones apenas que ya no lo ven se quejan de lo suertudo que es mientras reiteran su concentración en sus cuadernos cuando la mujer les llama la atención, asustandolos con su látigo, a excepción de Shinso, quien mira ligeramente preocupado a su amigo.
Aquel día cuando después del primer descanso empezaba una clase de entrenamiento, este regresó, decaído y apenas usaba su quirks, cuando le preguntó que le pasaba, no le dijo nada y sabía que pasó algo entre él y aquel chico de la U.A. Cada día que pasaba, se volvía más distraído, su rostro se tornó sin emociones y su mirada perdió brillo, como cuando lo conoció, pero peor, debido que a veces ni comía y solamente bebía lo que contenía en su termo, aquel café con hielo provocando que en un momento determinado vomitara, aún así con el estómago vacío no quería meterse nada para amortiguar el hambre.
Él no sabía que hacer, no sabía como hacer que su amigo no esté en ese estado, lo único que podía ser por ahora es ser insistente y acompañarlo hasta que las cosas regresen como antes.
Levi se sube a su patineta, sus ojos aguamarina estaban concentrados en el piso, el cual se tornaba un poco borrosa y luego volvía a la normalidad, sus extrañas se removían dolorosamente en su vació estómago mientras se desplazaba lentamente con su patineta y a veces se impulsaba de nuevo para no perder velocidad, y caerse.
《Caer.》
Una imagen familiar aparece en su mente, el día que vió por primera vez al chico que antes tenía el pelo negro y suelto. Recuerda como chocó contra Kirishima como si fuera una piedra en su camino. Justo cuando piensa en el pelirrojo su cuerpo desciende rápidamente hacia atrás, su mente da vueltas y siente que está volando durante unos segundos hasta que siente un golpe en la parte trasera de su cabeza haciendo que vea todo oscuro.
El olor a quemado inunda sobre sus fosas nasales haciendo que el niño de diez años pestañeé, observando a su mamá recoger fragmentos de hueso perteneciente de su padre que dejó la cremación al cuerpo de este que ya no se encontraba. Ha pasado días desde el accidente que ocurrió en su trabajo y se sentía extraño, porque aún podía sentir su presencia.
¿Por qué su cerebro no quiere hacer creerle que ya no está cuándo prácticamente está viendo sus huesos ser recogidos por su madre?
—Vamos, Levi.—El nombrado mira su madre, quien sonríe, pero podía ver claramente que estaba forzando hacer esa sonrisa ya que los días anteriores solamente estaba llorando. Sin embargo, no dice nada, sólo se queda callado y obedece para no provocar más malestares a su progenitora.
Ese día por la tarde ella le dijo que cuando consiga sus papeles y al mismo tiempo terminara el colegio irían a vivir en Japón donde estaba su abuela materna para vivir junto a ella. Él no se molestó, tampoco dijo nada esa tarde ni mucho menos comió la cena, sólo asintió la cabeza, sintiendo una caricia de su madre y ver una sonrisa triste plasmado en su rostro.
Además, ¿por qué decir algo? No tenía amigos a quien extrañar, tampoco hablaba mucho y aunque cambien de lugar no quitaba el hecho que su padre ahora está hecho cenizas dentro en una urna.
Y sin darse cuenta, terminó la escuela con notas que ya no le provocaban vergüenza, de todas maneras no iba seguir estando ahí. La hora de irse de su país, estuvo como una eternidad en el aeropuerto, abrazando con firmeza la urna mientras su madre se encargaba de todo y él se perdía en su mundo, estuvo así desde el avión hasta al aeropuerto de Japón donde fue recibido por los brazos de finalmente de su abuela.
—Vaya que has crecido. Eres más grande que yo.
Los dedos de aquella anciana pellizcan las mejillas del niño que tenían un semblante neutro, el cual se constorciona un poco ante el leve dolor que sentía y en ningún momento había soltado la urna donde se encontraba su padre.
—Mamá, dejarás rojos sus mejillas.
—Pero se ven tan tierno. ¿No sabes cuanto estaba esperando de poder verlo frente mio?
—Si, mamá. Lo sé.
Levi siente un alivio cuando la mujer de tercera edad suelta su cara para abrazar a su madre, ¿cuántos años habrán pasado que su madre no estaba en su país? Tiene entendido que su abuela materna no podía visitarlos debido a su trabajo. Una vez más él se pierde en sus pensamientos y sin ser consciente en otro trayecto de viaje, esta vez no prestando atención a las dos mujeres había llegado a su nuevo hogar. La anciana le mostró donde iba ser su habitación, la cual no esperó que estuviera preparado para él, las paredes estaban pintados de su color favorito e incluso ya tenía muebles.
—Ponte cómodo, más tarde haré la cena. Espero que te guste, mi lindo nietecito.—Es lo que dice Chuzenji antes de cerrar la puerta no sin antes de regalarle una sonrisa con un brillo en sus ojos.
Anderson observa su nueva habitación sin un gramo de emoción, se dispone a dejar la urna sobre la mesita de noche entre tanto subía su maleta sobre el colchón. Tanto él como su madre no cargaron tantas cosas, a excepción de sus ropajes, a diferencia de él trajo un peluche de pokemon y una fotografía donde salía él, su madre y por último su padre. Era extraño verse así mismo sonriendo, ahora no sentía alegría.
Se le queda mirando unos minutos y posteriormente lo posiciona al lado de la urna, aunque sabe que su progenitora lo iba a poner en un lugar más seguro. Se sienta en su nueva cama y se acuesta de boca arriba para fijar sus ojos aguamarina al techo hasta que se queda dormido.
Las semanas pasaban, Levi no se sentía cómodo, pero tampoco incómodo en la casa de su abuela. También no se lograba adaptar a la cercanía de la mayor o que lo estuviera abrazando, o pellizcando la cara, pero no quería herirla cuando decía con mucha emoción lo tanto quería verlo sin que sea un video llamada o fotos de WhatsApp y cuando su madre se interponía, él decía que la dejara y de hecho ya sabe de donde sacó su quirk.
Además de eso, lo que le impactó ciertamente en estar en un nuevo lugar es ver tantas personas con poderes, algunos parecían no ser de la Tierra, así que se sentía tan extraño al estar rodeado de personas con sus quirks.
Él nunca se quedaba solo, cuando su abuela no estaba en casa, se quedaba con su mamá, en caso sea diferente, se iba con su abuela en el lugar donde trabajaba. La primera vez que vió la academia Yuei se sintió prácticamente como una hormiga, era tan inmenso, aunque no esperaba más de algo tan prestigioso. Gran parte del día se quedaba en la enfermería y sólo salía cuando la mayor le daba dinero para que comprara algo, pero siempre se terminaba perdiendo y uno que otro profesor lo ayudaba a regresar, e incluso terminó en la oficina del director y aún no podía creer que era una rata parlante.
Por primera vez en tanto tiempo no se sentía fuera de lugar al tener un quirk.
—Abuela Chiyo.—Ambos estaban caminando de regreso a casa, sujetados de la mano.
—Si, mi lindo nieto.
—¿Qué hay que hacer para entrar a la Academia Yuei?
—¿Por qué la pregunta?—Curiosa lo mira, observando aquel semblante neutro del niño.
Tiene fotos donde él está sonriendo o teniendo alegría en su rostro y ahora con la muerte de su padre, actuando desinteresado y silencioso a su alrededor. Sabe que estaba adolorido con la tragedia.
—Quería saber, porque quizás vaya estudiar allá.
—¡¿En serio?! Espera...¿No querías ser un deportista?—El niño desvia la mirada.—Tú madre me ha contado que te gustaba mucho esquiar en la nieve.
—Ya no...Ya no creo que sea tan divertido.
《Papá hacía que todo fuera divertido.》
—Bien, pero hay diferentes tipos de héroes.—La anciana decide no abrumarlo, al menos ha logrado que comiera esas semanas.
—Quisiera ser un héroe de apoyo, como tú.—Menciona lentamente y Chiyo se emociona, sin poder evitarlo le empieza apretujar la cara al menor.
—Tienes suerte que seas nieto mío y le hayas caído bien al director que puedes entrar por recomendación. Pero si cambias de idea, no importa.
—No, no lo haré.
Con esa idea en su mente cuando finalmente el verano se finaliza Levi entra a una escuela pública, aunque podía haber entrado en una privada por la cantidad de dinero que gana su abuela, sin embargo, ella quiso que tuviera una vida estudiantil normal. A veces pasaba con sus compañeros, no obstante no hablaba mucho con ellos e incluso pasaba gran parte de su día solo y estudiando, se dispuso a concentrarse en tener las notas más altas posibles. No tuvo mucho problema, porque ya tenía el idioma japonés dominado y más que tanto su madre como su abuela le enseñaron en esos dos meses.
Cuando cumplió catorce años ya había pasado la estatura de su madre, aparentemente de vista tenia como dieciocho o más años, sin quitar que sus facciones de su rostro habían adaptado una forma menos infantil, su tono de voz dejó de sonar chillona a una más profunda y la nuez de Adán hizo su aparición sin ser consciente que su popularidad entre las chicas había aumentado.
El último curso de la secundaria, donde sus compañeros (Menos las mujeres) se enteraron por parte del profesor que él iba a entrar a la U.A se burlaron por su quirk, debido que se veía inútil, no obstante no le prestó atención a ninguno de ellos.
Él estaba caminando de regreso a su casa, hasta que percibe las voces de unos niños pasar a sus dos lados, pidiéndole permiso. El canadiense se detiene para respetarlos y sus cejas se alzan al momento que sus ojos aguamarina se fijan en uno de esos niños sobre una tabla de patinaje, aquel día había llegado más tarde de lo normal a casa porque había seguido a esos infantes, manteniendo su distancia para no parecer un rarito y observarlos jugar en un lugar donde parecían divertirse.
La patineta parecía mucho a la tabla para esquiar nieve.
Desde ese día cuando finalmente regresó a su casa, se puso a ver videos relacionados a skate y no paraba de hacerlo. Normalmente no era alguien adicto a la pantalla, sin embargo estuvo unos buenos días viendo cualquier video que no se tratara de skate, la cantidad de trucos que se podían hacer, gente loca realizandolos en lugares peligrosos y demás, solamente era una tabla con ruedas, sin embargo lo quería intentar. Al parecer no fue tan discreto cuando su abuela le dijo que lo acompañara en una tienda y terminó de comprarle una patineta junto unos medios de protección, cuando los dos regresaron a casa, este como agradecimiento le da un beso en la mejilla antes de que su madre lo llenara de preguntas.
—Mamá, tienes que dejar de encapricharlo.—Rin voltea a ver a su madre, quien estaba conmovida por la emoción de su único nieto ante el regalo.
—Pero no me puedo resisitir verlo feliz y...Y es la primera que lo veo tan emocionado.
—Si...—Suelta un tanto pérdida la mujer viendo en dirección la puerta principal.—Tienes razón.
Mentiría sino dijera que estaba nervioso cuando terminó de ponerse su casco y se quedó mirando su tabla de patinaje, era de color negra y extrañamente tenía una forma más delgada, a excepción de los dos extremos que eran un poco más grandes. Ha notado en imágenes y videos de las plataformas de Internet que las partes traseras tenían un escrito o un dibujo genial, le encantó el dibujo de un hombre de hielo, encima el fondo era de su color favorito. Respira profundamente, intentando calmarse debido que hace años no había vuelto a montar un snowboard después del sucedido de su difunto padre. Cuando toma el valor de poner un pie sobre el centro e intenta subirse, su cuerpo cae rápidamente al piso.
《Lo suponía.》
Al principio ni siquiera tenía el equilibrio, tantas prácticas desde que era un crío y ahora que tenia catorce años había olvidado mantenerse en pie sobre una tabla, debía admitir que la diferencia entre una patineta y un snowboard, era que la primera tenía ruedas y el segundo no lo necesitaba. Cuando pudo apenas controlar su equilibrio, intento moverse y más caídas se sumaron, más dolores en su cuerpo y moretones se hacían presente en su piel, pero no le importaba por la familiar sensación, incluso chocó contra una pared cuando intentó girar con la patineta y por poco un camión lo atropella al estar bajando en una pequeña colina.
Sus compañeros de aula le extrañaron al principio que el canadiense supiera manejar, hasta apreciar sus caídas y empezar a burlarse de él, sin embargo el peliceleste como siempre no prestaba atención a su alrededor.
Día y noche, nunca paraba de manejar sobre la tabla de patineta, las semanas pasaban rápido cuando quería tener el control sobre aquella tabla con ruedas y ya había aprendido a poder girar con ella, costando su rostro y sus manos llenas de curitas infantiles. Un día nuevo salía de su secundaria, tomando otra ruta para llegar más tatde a su casa, era una locura estar montando patineta sobre una acera llena de gente, pero no podía contenerse, le gustaba la sensación de adrenalina apoderarse en cada célula de su cuerpo hasta que cuando creyó que tenía el camino apartado, una voz lo desconcierta.
—¡Cuidado, niño!
Y al mirar al frente, alguien estaba en su camino, ni siquiera le dió tiempo a moverse a otro lado para pasar de largo cuando su cuerpo impacto contra la persona, terminado tendido al piso, viendo el cielo despejado de nubes y dejando al descubierto su hermoso característico color a la vez que dejaba escapar un desganado queja de dolor, ya algo acostumbrado a recibir esos golpes. No obstante es su primera vez que choca contra una persona.
—¡¿Estás bien?!
Alguien preocupado le grita, pero sólo quiere estar en el piso durante unos para procesar el dolor, sin embargo siente como sus brazos son jalados como si nada y sus ojos aguamarina hacen contacto visual con unos ojos rojos, brillantes como dos piedras preciosas, mirándolo fijamente y por el asombro de su rostro, pudo notar una fila de dientes afilados como los tiburones.
—Dientes de tiburón.
—¿Huh? ¡Perdón por quedarle viendo como tonto! ¡Déjame ayudarlo!
El contrario parece avergonzarse y estar visiblemente nervioso entre tanto lo ayudaba a levantar como si nada. Por dentro de sorprendió por la fuerza ajena ya que era un poco más bajito que él, ¿acaso será su quirk? Aunque no le dio tanta importancia, solamente se despidió del chico de dientes de tiburón y se fue con la patineta, el cual fue recogido por el pelinegro. Claro que notó que tenía el mismo uniforme que él, no obstante no estaba interesado en tener amistades.
Abre sus párpados poco a poco encontrándose un panorama de color blanco. Parpadea unas repetidas veces antes de moverse sobre uno de los colchones de las camillas de la enfermería, forma una leve mueca al sentir de repente mareado, a pesar de no haberse movido tan brusco entre tanto mira a su alrededor, deteniendo su vista sobre su abuela, quien estaba haciendo trabajo.
《¿Qué me pasó? Me duele la cabeza.》
Arruga su nariz ante el dolor en la nuca, se toca esta con su diestra, de manera cuidadosa y se topa con su cuero cabelludo. Se mira así mismo, viendo que estaba con el uniforme puesto aún, nada más recuerda que estaba montando sobre su tabla de patinaje.
—¡Que bien que despiertas!
La voz de la mujer de tercera edad provoca que alzara la vista, viendo como ella se acercaba a él entre aliviada y algo molesta.
—¿Qué me pasó, abuela Chiyo?—Inquiere, observando como se se colocaba a un lado suyo gracias una pequeña silla.
—El joven Kemono te encontró insconciente en el piso, pero nada grave, te distes un golpe en la cabeza y ya te bajé el chichón con mi quirk. Tú amigo Shinso junto a Kokito vinieron a ver que fue lo que pasó y el chico me dijo que no estabas comiendo hace semanas.—Musita.—Con razón te notaba más delgado, estás provocandote un trastorno de alimentación, eso no es bueno. Ahora mismo te vas a comer algo.
—Abuela, no tengo muchas ganas de com-
—No me importa, vas a comer en este instante. No puedo permitir que sigas así, puedes empeorar.—La mujer le coloca una bandeja de metal sobre el regazo del canadiense, quien observa una cantidad de platos mientras era envuelto por buenos aromas y sus tripas suenan ruidosamente.—Di "ah".
Levi deja salir un suspiro por la nariz antes de obedecerla en silencio, abre sus labios y sentir una bola de arroz en el interior de su boca junto a una alga comestible, disgustado empieza a masticarlo con suma lentitud. Sabe que cuando se siente mal, su abuela no se apartaría de su lado hasta que se sienta mejor.
—¿Qué es lo que te pasa?—Pregunta ella, al remojar el onigri en una salsa.—A tí te gusta comer, ¿por qué hace semanas que no lo has hecho?
—No me sentía bien. Es todo.—Contesta indiferente y ella de repente se siente extrañada por su actitud. Es como si haya vuelto aquel niño cuando lo vió por primera vez.
—¿Estás triste por lo tú padre?—Él niega con la cabeza.—¿Es algo en tú aula?—Niega de nuevo.—¿Entonces que pasa? Sabes que tú abuela está aquí para todo.
—Eijiro.—La adversa detiene sus movimientos al oír el nombre del chico que tiene enamorado a su lindo nieto.—Él...Él dijo que lo nuestro es un error.—La anciana se muestra sorprendida y de inmediato triste cuando el contrario forma una mueca de tristeza.—Y-Y me dijo que no quería hablar más conmigo, ¿acaso hice algo mal?
—No, mi vida. No lo hiciste.—De inmediato Levi estaba siendo consolado por los brazos de la mayor, sintiendo el costado de su cabeza ser recostada en el hombro ajeno.—A veces los primeros amores son efímeros, pero te vas a enamorar de alguien más y-
—No quiero enamorarme de nadie más.—La interrumpe y Chiyo intensifica su mueca al oír como su voz se rompe.—Yo quiero enamorarme de él, abuela.
—Lo sé, mi vida. Lo sé.
Por otra parte, Kirishima, aunque parece estar bien debido la sonrisa plasmada en su rostro y que nadie de su aula notara algo raro en él, porque actuaba como siempre hacía, a excepción de sus amigos, quienes saben claramente lo que tiene y lo que le sucedió, y verdad es que por dentro se estaba sintiendo muy mal.
Cada vez que pasaba los días sin hablar con el canadiense, sentía un dolor aumentar en su pecho mientras su insconciente le rogaba que saliera corriendo hacia al chico que quería y pedirle de rodillas una disculpa por haberle dicho esas cosas, pero su mente le hacía creer que esto es lo mejor para ambos, que el otro chico se olvidaría de él e iba a tener una vida normal. Así que actuaba como debería ser, hasta que la noche llegaba y se escondía en su armario a pensar en lo maldito cobarde que es, llenándose de inseguridades y haciéndose sentir mal, porque sentía que es lo mínimo que merecía.
Además su mente no dejaba de atormentarlo con los recuerdos de la secundaria.
—Ella es tan bonita, ¿no crees que esa chica es bonita, Kirishima?
—Si, si.—Contesta desinteresado la pregunta del castaño, bebiendo de su lata de refresco y teniendo sus ojos rojizos fijos en sus pies.
—¿Saben? Cada vez que hablamos de chicas, Kirishima siempre parece evitar hablar del tema.—Hablo otro chico del grupo de amistad, el cual eran cuatro varones.
El pelinegro se atraganta con su garganta, sintiendo las palmadas del chico que le gusta en la espalda.
—¿Acaso nos ocultas algo?
—Yo no.—Ríe nervioso, agradeciendo al castaño por la ayuda.
—La verdad es que tienes razón.—El de dientes tiburón no sabe que hacer cuando el contrario le dirige una mirada, reflejando seriedad.—Siempre pareces desinteresado cuando hablamos de chicas.—Él siente como el ritmo cardíaco de su corazón aumenta, sintiendo angustiado por las miradas atentas de los otros tres sobre él.—¿Kirishima, no serás ga-
—¡No, no!—Niega al instante, intentando disimular sus nervios para no ser tan notorio.—¡Hombre a mi me gustan las chicas! Admiro sus bellezas, pero no me siento muy varonil si digo algo.
Sabe que logró safarse al oír sus quejas.
—Ahí va con su intento de ser masculino.—Este deja escapar una risita nerviosa rascándose la parte trasera de su nuca.—Nosotros admiramos las mujeres, pero no es como que digamos algo sexual, amigo.
—Si, Kirishima. ¡No seas tan tímido!
—No es timidez, es respeto.
—¡Respeto mi abuela!
—Eso no es muy varonil de tú parte.
Antes que los otros dos se quejen, se callan cuando el castaño deja salir una risa y rodea su brazo sobre los hombros de Kirishima, quien se tensa al instante.
—Ya, déjenlo, tranquilo.—Eijiro mira a otro lado, nervioso por la cercanía de este y la linda sonrisa de lado que decoraba en su rostro.—Ya sabemos que él es normal, sólo que es muy tímido.
—¿Cómo que normal?—Inquiere curioso por sus palabras, dirigiendole la mirada.
—Sabes, normal.—Lo sigue mirando con duda.—Que no te gusten los hombres, amigo.—Y de repente se separa de él, no sin antes de hacer fricción con sus nudillos contra su cuero cabelludo.
—Ah...¿Gracias?
—Digo, a mi no me molestan esa gente, pero tampoco los quería cerca de mí.
—Si, de solo pensar a dos hombres besarse me provoca náuseas. ¡Iugh!
—La verdad, me da mucho asco.
Eijiro ante esas palabras de sus amigos y sobre todo del chico que le gusta siente como su corazón empieza a dolerle y sus ojos arderle, en signo de querer llorar, no obstante inhala ligeramente de manera profunda para calmarse entre tanto sujetaba con cierta firmeza su lata de refresco, escuchando como ellos seguían quejándose de esa "gente".
—Yo los respeto y todo, pero es que no los comprendo.—El pelinegro levanta la vista al escuchar de nuevo hablar al chico que le gusta.—Si ellos saben que siempre van a recibir odio, ¿por qué siguen intentando? Lo mejor es que dejen de llamar la atención y sean normales.—Sus ojos marrones se fijan en los de él con una sonrisa en su rostro.—¿No crees, Kirishima?
《No.》
—Si-Si...—Deja salir una risa cargada de amargura.—Tienes razón, todos ustedes tienen razón, chicos.
—¡Kirishima!
El pelirrojo da un respingon al ser llamado por su apellido, observa a sus compañeros que se estaban cambiando de ropa como él estaba haciendo, aunque ya se había cambiado de ropa. Recientemente habían terminado una clase de entrenamiento y ya se habían bañado, pero ahora se encontraban viéndolo.
Extrañado gira su cabeza a la altura de su hombro izquierdo, viendo que se trataba de más ni menos el joven profesor junto la compañía de una de sus criaturas de su quirk.
—Oh, Hayato–sensei.—Gira por completo su cuerpo, forzando una sonrisa.—¿Sucede algo?
—Te toca tú sección.—Contesta este con una sonrisa en su rostro y el adverso forma una mueca de confusión.
—¿Seguro? Creo que me toca mañ-
—Vamos, vamos.
No lo deja terminar, debido que el pequeño dragón negro que siempre flotaba cerca suyo aparece repentinamente a un costado suyo y lo empieza a empujar con la cabeza, obligandolo a caminar. Voltea a ver a sus compañeros, despidiéndose con un gesto antes seguir al castaño, aun con la criatura empujándolo. Durante unos largos minutos en silencio llegan a la oficina de este y al momento de entrar, dejando de prestar atención a la criatura nota la presencia de su maestro en el lugar.
—Aizawa–sensei.—Menciona un tanto confuso de que estuviera el mayor.
¿Se habrá equivocado de horario?
Aunque tiene entendido que no le gustaba tener esas secciones, pero con frecuencia recibía chancletasos por parte del más joven.
—¿Qué hace Aizawa–sensei aquí?—Pregunta percibiendo el sonido de la puerta cerrarse y al ver a Hayato caminar en dirección a su escritorio.
—Los dos queremos hablar contigo.—Menciona el susodicho, tranquilo.
Por alguna extraña razón el pelirrojo se pone nervioso, no cree que es algo bueno cuando los dos maestros que constantemente peleaban estén en el mismo lugar, tranquilos.
—Está bien.
Se sienta a un lado donde estaba el pelinegro que no dejaba de mirarlo con su característica mirada cargada de cansancio y seriedad al mismo tiempo. Cosa que provocaba que sus nervios ascendieran.
—Dime, Kirishima, ¿cómo te sientes?—La primera pregunta que realizaba habitualmente el joven adulto, esta vez no sujetaba un informe y un bolígrafo para apuntar. En cambio, lo estaba mirando con suma atención y sus brazos recargados sobre la mesa.
—Bueno.—Mira de reojo a su maestro guía, quien seguía viendolo de manera fija y luego a los ojos ámbar del castaño.—Bien.
—¿Seguro?
—¡Si!—Exclama, nervioso por lo raro que era la situación.—Todo está bien, Hayato–sensei.
—Kirishima, sabes que soy de confianza. Me puedes contar todo lo que sientas, aquí nada va a salir de la luz.
—Yo-Yo lo sé, Hayato–sensei.—Una vez más mira de soslayo al hombre que estaba lado suyo, algo inseguro.—Pero no creo que Aizawa–sensei deba de estar aquí, digo es algo raro.—Intenta aclarar antes de ser asesinado, no obstante el pelinegro sólo frunce ligeramente su ceño.
—La cosa es que esta vez tú maestro si deba estar presente.
—Entonces no entiendo lo que sucede.—Mira como el chico delante suyo se levanta para pararse frente de él, apoyando su cadera sobre el escritorio mientras con delicadeza tomaba sus manos con las suyas.
—Kirishima.—El apellidado comienza a sentirse abrumado.—¿Cómo te sientes de verdad?
—Bi-Bien, ya lo dije Hayato–sensei.
—Niño, soy psicólogo y sé cuando alguien está mal.—Replica serio.—Y tú no lo estás.—Una ligera risa sale por si sola en la boca del contrario.
—Pero yo estoy bie-
—No, no lo estas. Aunque estés sonriendo, Kirishima, sé que no lo estás. Quizá todos tús compañeros no lo noten, sólo te muestras algo pérdido, pero también he notado la preocupación en los rostros de los que pasan tiempo contigo, además todas las mañanas noto tús ojos hinchados, ¿crees que no me doy cuenta que no lloras todas las noches?.—Musita.—Soy maestro y principalmente psicólogo de aquí.—Sus rodillas se reflexionan, quedando más abajo para encontrarse con la mirada del adolescente, ya que este lo había desviado hacia el piso.—Mi trabajo es procurar ayudarlos mentalmente, no es correcto que esté insistiendo, lo sé muy bien. Pero hay casos que debo de hacerlo por el bien de ustedes.
—Yo...—Eijiro sujeta con firmeza las manos del joven, las cuales eran suaves y tan cálidas, los cuales le envuelve en un toque confortable.—No me siento bien, hice daño a alguien que quería, pe-pero creo que estoy haciendo lo correcto en hacerlo. Le estoy haciendo por su bien.
—¿Por qué? ¿Por qué crees que estás haciendo lo correcto? ¿Por qué crees que le estás haciendo un bien a esa persona?
—Porque es un error, todo esto es un maldito error. Es antinatural y asqueroso.
Pensaba en huir de ahí, sino fuera por Aizawa.
—¿Kirishima, qué es lo que te hace un hombre?
El pelirrojo alza un poco su cabeza, girando a ver a Aizawa, quien se había parado de su asiento y como estaba haciendo desde un principio, no lo dejaba de mirar. Esta vez estaba siendo más serio que nunca.
—Dime, ¿acaso te hace hombre estar haciendo ejercicios para ganar músculos? ¿Acaso te hace hombre buscar en cualquier mínima tontería paea demostar ser alguien fuerte, incluso no mostrar miedo para no mostrar vulnerabilidad y que nadie crea que tienes "fragilidad" masculina? ¿Acaso te hace un hombre estar tan fascinado de las mujeres a tal punto de parecer un depravado para que nadie crea que parece gustarte los hombres?
—No-No.
—¡Oye!
Hayato se queja cuando el hombre sujeta por la chaqueta al chico y lo obliga a levantarse de la silla, provocando que sus manos dejaran de hacer contacto y tenerlo de frente a frente. Eijiro se tensa, sintiendo las manos del adulto posicionarse en sus hombros, los cuales les proporcionaban un firme apretón.
—Dime, Kirishima.—Ordena en un tono autoritario, intentando buscar la mirada del chico, quien miraba el piso.—Contéstame que es lo que te convierte en un hombre.
—Te-Tener buenos valores por la cual puedas admirarte y ser admirado, ser un caballero en todo momento, siempre ser alguien amable y ser alguien ge-generoso, sin importar como te traten. Ser alguien más fuerte cada día para poder proteger a los que más te necesitan y ser un buen ejemplo a seguir.
—Mírame a los ojos por un momento, Kirishima.
Al principio este se niega, pero después de unos segundos alza poco a poco su barbilla, dejando al expuesto su rostro. Sus ojos rojizos estaban brillosos debido que había llorado hace unos minutos mientras le respondía las preguntas del mayor y su labio inferior temblaba ligeramente. El pelinegro forma una mueca casi imperceptible, odiaba ver a sus retoños llorar, así que con usa su mano zurda para dejarla a la altura del rostro del menor y luego usa el dedo pulgar para quitarle esas lágrimas que recorrían en las mejillas de este.
—Quizá no tendrás las mejores notas, no eres el mejor, pero tampoco el peor alumno, tal vez algo revoltoso y eres uno de los cuantos me da dolor de cabeza en el salón. No obstante no quita el hecho que eres un buen chico, eres amable, te gusta ayudar a las personas y a tus amigos, honorable, caballeroso, valiente y no tengo alguna duda que eres el mayor orgullo de tús padres al haberte educado tan bien.—Eso último conmovió a tal punto al muchacho que al sentir la calidez en su pecho extenderse hizo que más lágrimas escaparan de sus ojos y los cuales estos fueron limpiados por el dedo pulgar del hombre.—No sé quien te metió en la cabeza que gustarte a alguien de tú mismo género te hace ver un fenómeno. No eres diferente al tener un gusto distinto, cuando digo esto, no estoy diciendo que no seas especial. Porque lo eres, ¿escuchaste? Eres especial, eres una persona y ese chico te quiere tanto, lo he notado en como te miraba.—Al mencionar a Levi, hace que desvié la mirada.—Está bien tener miedo, inseguridades, eso no te hace ser menos hombre, tampoco el hecho que te guste los chicos. Así que después de esto quiero que te pongas a pensar con claridad lo que vas a hacer a continuación y cuando estés preparado vayas a buscar a ese chico, ¿entendido?
—Si, Aizawa–sensei.—El pelirrojo pasa sus manos por su rostro, quitándose las lágrimas el mismo entre tanto, después de semanas una sonrisa sincera aparece en sus labios.—Lo haré.
El nombrado asiente con la cabeza, formando una sonrisa pequeña y de lado, pero cargado de orgullo. Aunque el ambiente es interrumpido por unos aplausos, ambos voltean a ver al castaño, quien tenía los párpados cerrados, haciendo el amago de limpiarse una lágrima falsa. Sin embargo, Aizawa sabe que aquella sonrisa plasmada en su cara era puro sarcasmo.
—Muy lindo y todo.—Hace ojitos, gesticulando exageradamente sus brazos.—Pero ese es mi trabajo.
—Al parecer no lo haces tan bien.—Kemono abre la boca, ofendido.
—¡Le diré al director Nezu que estás quitando mi trabajo y haré que te bajen el sueldo, maldito vagabundo!
—¡¿A quién llamas vagabundo, tú mocoso engreído?!
Eijiro retrocede cuando el pelo de su profesor guía empieza a levitar al igual que sus vendas, mirando muy enojado a Kemono que no se echa para atrás, sino que lo sigue provocando.
—¡¿A quién más?! ¡Al que se parece que no ha tocado jabón durante treinta años!
《Mejor me largo.》
Con cautela se aleja de los dos adultos, logrando escabullirse de la oficina del más joven y apresuradamente se dirige a su salón entre tanto pensaba en cual sería el momento perfecto para hablar con él canadiense. No obstante sabe que esta vez no tardará tanto en hacerlo, solamente necesitaba un poco más de tiempo así mismo.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top