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CAPÍTULO SIETE
LILA ROSSI
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        BOSTEZO CON CANSANCIO antes de tomar su bastón y con este ayudarse a pasar entre los edificios hasta llegar a la torre Eiffel.

Eso era todo, la ciudad estaba tranquila y no había ningún indicio de algún akuma que pudiera arruinarle otra noche de sueño.

Desde que terminó la partida de esgrima quería echarse a su cama como un bulto, pero Belle no se lo permitió alegando que deberían celebrar al menos su segundo lugar y él sin poderle decir que no, fueron por un pequeño pastel que comieron en el auto, lejos de las cámaras y ocultos para evitar seguir alimentando chismes. Pero igual fue una tarde agradable entre risas y conversaciones infinitas.

Terminando su clase de chino y que la noche comenzó a caer, tomó la decisión de iniciar su patrullaje antes de la hora de siempre junto con Ladybug, estaba tan herido por su comentario de la otra noche que no quería ni siquiera verla.

Fue un golpe bastante bajo, y más teniendo el contexto de su supuesto compañerismo, si es que podía llamarlo así, pues, había veces en las que solamente se sentía como su ayudante. Era frustrante como no le permitía explorar y experimentar toda la vida de un superhéroe, cuando conoció a Plagg imagino que su vida cambiaría a la de cualquier personaje de cómics, alguien muy cool como Batman, no como Robin en sus inicios. Hace tres años que eran compañeros y apenas hace poco expandían sus poderes con nuevas fórmulas que él maestro fu les regaló y eso apenas porque él ni en cuenta que había un guardián de miraculous. La situación siempre era la misma, él quería ayudar a policías y bomberos en sus respectivas labores, pero Ladybug se lo prohibía diciendo que no les quitarían trabajo a esas personas y que su deber solo era combatir akumas, aunque cuando algo se cruzaba en sus caminos era imposible no ofrecer su ayuda. Otra cosa que odiaba es que no podía aportar alguna idea o plan y ya sabía porque, era evidente que ella no confiaba en él, siempre era el encargado de ser la distracción o su escudo, toda la acción y crédito siempre era para ella.

Lo peor del caso es que ni siquiera se habría dado cuenta de no ser por Belle, pues, en Ladybug llego a ver a una amiga más como interés romántico, pero su enamoramiento lo cegaba de todas las malas acciones que tuvo con él, ya que, cuando Belle volvió recordó lo que era tener una amistad desinteresada, alguien que creía en ti y te apoyaba en todo sin dudar o esperar algo a cambio.

Sin darse cuenta, al estar tan enfrascado en sus pensamientos, apretó sus puños con enojo que intentó contener al no querer ser akumatizado, a final de cuentas era un experto en ese tema, la soledad y tristeza con la que vivía siempre se volvió en una clase de escudo para todo lo demás. Tampoco cayó en cuenta de los dos héroes que aterrizaban a unos cuantos metros de distancia.

La de dos coletas lo observó algo asombrada y nerviosa, era evidente que estaba molesto con ella, no lo culpaba pero al mismo tiempo pensó que estaba exagerando, lo soltó sin pensar y era evidente que estaba furiosa, no tenía porque tomárselo en serio.

Le dio una última mirada a Viperon antes de carraspear llamando la atención del de negro.

— Chat, hola... — Sonrió — No pensé verte hoy.

El rubio giro sorprendido e inmediatamente cayó en cuenta de la presencia del portador de la serpiente.

— Me di cuenta. — Dijo seco — ¿Tenía que hacer cita para patrullar?

La chica suspiró frustrada.

— Se que tuvimos un pequeño problema, pero no tienes porque ser grosero. — Intentó razonar.

— ¿Herir mis sentimientos es un pequeño problema para ti? — Se levantó encarándola — Entonces perdón por ser una molestia.

— No eres una m...

— Descuida, lo dejaste bastante claro antes. — Se alejó de la del vestuario de motas para después con un leve asentimiento saludar a Viperon, sus problemas con Ladybug eran cosa aparte — Termine con mi área por esta noche. Suerte. — Se dirigió al de cabello azul ignorando a la azabache, que igual alzó su brazo en un saludo simple.

Sin más que decir, se retiró de un salto sin pensar en que alguna vez tendría tantos deseos de llegar a su casa.

— ¿Estas bien? — Formuló cuidadoso el de vestimenta azul al ver a la chica tan decaída.

— Si... — Sorbió su nariz levantando la mirada — Ya se le pasará.

Viperon le dio una sonrisa incómoda ante de salir a su lado para patrullar el resto de la ciudad. Ladybug, por otro lado tenía un nudo en su estómago, quería disculparse por su actitud con Chat y él no le dio la oportunidad, solo esperaba que no estuviera igual de necio en los siguientes patrullajes y poder resolver las cosas de una buena vez por todas.

Estaba cansada y harta de su comportamiento infantil, últimamente todo el tiempo eran peleas y si seguían así no sabía que futuro podrá tener su equipo.













El tiempo pasaba cada vez más lento mientras su corazón corría, los colores volvían a tener brillo y las estrellas iluminaban más la noche, sentía sus pies más ligeros, y miles de mariposas revoloteaban en su estómago. Ya no tenía idea de que era, si tan solo la emoción lograba ganarle, felicidad, nervios u otra cosa...

La imagen de Isabelle siendo iluminada por los rayos matutinos no alejaba su mente, ni siquiera porque estaba rodeado de otras modelos verdaderamente hermosas, más otra parte de sí mismo se decía que ninguna le llegaba a los talones a su mejor amiga.

Suspiró dejando de jugar con las brochas con la que anteriormente la habían maquillado y finalmente la miró mientras ahora los flashes de las cámaras del estudio eran las que iluminaban sus ojos oceánicos. Sonrió levemente con ternura sin poder evitarlo, era la sensación que ella te causaba, cierto tipo de confianza y su carisma te robaba felices momentos a pesar de que tuvieras un mal día.

Tratando de guiar su atención a otro lado miró a las demás chicas esperando su turno y ser fotografiadas para el gran concurso "Señorita del clima".

Había pelirrojas, morenas, asiáticas, incluso una latina, pero según escuchó sin querer a una de las personas del staff, la producción ya tenía sus favoritas, y claro que entre ellas estaba su belle.

Al reparar en las demás supo que no tenían la más mínima oportunidad. Entre las elegidas estaba una chica rubia de dos coletas que miraba a los demás con superioridad y era bastante prepotente, totalmente falsa. La segunda tenia cabello azul azabache y lucía bastante tímida que muchos ni le tomaron importancia ya que no se daba a notar.

Luego estaba su Isabelle, daba pequeños saltitos en cada foto junto con una gran sonrisa y poses extravagantes. Era la chica extrovertida que no temia mostrar su lado más gracioso, y ahí estaba, robandose suspiros y aplausos de la gente.

Era magnífica.

Ante ello bufó y echó su cabeza hacia atrás regañándose a sí mismo. Hicieron un pacto, no podían cambiar las cosas así nada más, era patético. Pero desde ese momento no pudo dejar de pensar en Isabelle como algo más, al principio de forma hipotética, pero ahora comenzaba a notar que era mucho más difícil sostenerle la mirada y estaba cada vez más nervioso. Lo mejor sería dejarlo pasar.

No era por ser egocéntrico o algo por el estilo pero sabía que tenía muchas opciones para no pensar en ella por un largo rato o al menos hasta que pase su confusión, pero ese era otro problema.

Muchas de las modelos ahí presentes le lanzaban sonrisas coquetas y otras lo saludaban acercándose demasiado, como no, era el gran Adrien Agreste, uno de los solteros más codiciados de Paris, o bueno, ex-soltero. Las acciones de las modelos no pasaban más de ello pues el rumor de una supuesta relación con la heredera Van-Cleef explotó por todo el mundo y el que estuviera con ella casi las veinticuatro horas del día alimentaba a la prensa.

Nunca fue el plan inicial de nadie dicha publicidad pero ni Gabriel Agreste ni Arthur Van-Cleef desaprovecharían dicha oportunidad. Según Bella, ella tendría una audición para una película en unas semanas, además estaba el asunto del concurso mientras que a él ya lo habían contactado más de cinco agencias para entrevistas y sesiones de fotos, incluso el museo de cera quería replicar su brazo, quien sabe si en un futuro su figura completa. Ninguno de sus progenitores se los dijo directamente pero con sus acciones demostraban que querían seguir con el espectáculo.

Él no se quejaba incluso su padre hace unos días comió con él, y aunque fuera para sacarle información igual lo agradecía.


FLASHBACK

El rubio estaba algo incómodo, era rara la presencia de su padre en la misma mesa donde por años comió completamente solo con la compañía de una tableta donde reproducía alguna serie para no sentir tan eterno el silencio.

— Me hubiera gustado que me lo dijeras tú y no una revista. — Soltó de repente el mayor tomándolo desprevenido.

— ¿A-A qué te refieres? — preguntó tímido aún con su vista en el plato.

— Sobre tu relación con Isabelle. — Tomó un trago — Me agrada, la conocemos bien y es de buena familia, tal vez en un futuro pueda asociarme con Arthur para más negocios. Eso sería bueno para la compañía.

Adrien trago en secó.

Era algo raro, su voz era igual de inexpresiva que siempre pero en sus ojos podía notar un deje de orgullo, uno por el que luchaba día a día con las millonadas de actividades que hacía. No sabía si todo fue en vano sino tenía un fin con lucro pero alejó dichos pensamientos de inmediato, era su padre, no podía verlo como un objeto de inversión, lo quería, a su manera pero al estar encerrado y sobre protegido después del accidente de su madre entendía que era su forma de decirle que lo amaba.

Carraspeo incomodo, no quería romperle su ilusión pero tampoco sabía si después de ello su relación con Isabelle cambiaria.

— Mmm e-ella y yo... — jugó con su comida leves segundos de pausa — No estamos juntos de esa forma, todo fue un mal entendido.

Gabriel enarcó una de sus cejas y lo miró sin creerle. Las imágenes hablaban por sí solas, pero de igual modo conocía a su hijo y tenía en cuenta que era algo tímido, tal vez no se sentía en confianza para hablarlo seriamente.

— Sabes que puedes decirme lo que sea ¿Verdad?

Aunque el tono más suavizado de su padre lo conmovió leves instantes, no pudo evitar mirar el anillo en su dedo. Pero por otro lado, la personalidad rebelde del chico Agreste se removió incomodo queriendo por primera vez gritarle que si tuviera más atenciones personales con él en lugar de mandar a su asistente podría confiarle más cosas.

— Solo somos amigos. — Respondió rápido. — Me gusta estar con ella porque me siento acompañado. — Siseo sin pensarlo y se arrepintió en ese mismo segundo.

— Pero nunca estas solo, esta tu guardaespaldas, Nathalie, tus amigos de la escuela. — Lo último lo dijo con un tono de desagrado.

Fue un golpe duro el ver que no se agregó a la lista aunque fuera un engaño cruel.

Normalmente hubiera asentido y concluido el tema pero ya no podía quedarse callado. La rebeldía de Isabelle podía estarse contagiando, eso o Chat Noir estaba posesionándose de su cuerpo.

— No es lo mismo estar acompañado a contar realmente con alguien.

Gabriel quedó sin palabras y sin argumentos válidos. Bajo toda esa fachada de tipo duro que fue moldeando desde lo que ocurrió con Emilie, había cierta culpa. Primero alejo a Félix y este creía que no tenía idea de su paradero, pero lo hacía, estuvo sin dormir dos días por la angustia hasta que después de akumatizar a tres personas que estuvo controlando para que lo buscaran por tierra y mar finalmente dio con el en Ámsterdam, pero lo pensó más de dos veces antes de ir por él, pues de cierta manera era igual a él, ambos querían estar solos y no quiso provocar otra situación igual, por lo que fingió estar conforme con las cartas de le enviaba a Adrien. Con este último parecía que las cosas terminarían igual, se sintió tonto al creer que su hijo con el que apenas hablaba le confiaría sus problemas de adolescente.

— Imagino que... — comenzó en un tono apenado, algo que nunca había visto antes en su padre hasta que carraspeó y su voz cambió a una sarcástica — ¿Iras a ver nubes hoy?

Adrien asintió ausente, fastidiado por la discusión. Pero el tono sarcástico que uso al final lo tenía confundido.

» — Que te diviertas con Isabelle, tu guardaespaldas estará al pendiente de ustedes. — Acto seguido se limpio con su servilleta para después levantarse e irse a su oficina dejando a Adrien confundido.

Frunció levemente el ceño.

¿Su padre siempre supo que no iba a observar nubes con Belle?

Y Adrien lejos de sentirse mal o mortificado, un pequeño deje de satisfacción de por fin decir lo que realmente pensaba frente a su padre lo hizo relajarse el resto de día.




FIN DEL FLASHBACK


— ¡Listo! — llegó a su lado una extravagante pelinegra con exótico maquillaje pero con una ropa más simple mientras que su cambio para la sesión ya lo tenía en un gancho con una bolsa para no arruinarlo.

Ni siquiera se dio cuenta cuando había terminado.

— Está bien. — Hizo un intento de sonrisa a lo cual ella rodó los ojos.

— ¿Sigues enojado? — Puso una mano en su cintura — Es una ridiculez.

El rubio soltó una risa olvidándose de todo lo que atormentaba en en realidad sus pensamientos.

— Eres cruel. — Siguió con su juego — Me arruinaste la película.

— ¡Era demasiado obvio quien era el asesino! — Se justificó haciendo que el adoptara una posición "molesta" — Tú fuiste muy lento para darte cuenta.

— A media hora de la película no puedes saber el final. — Dijo obvio y resentido.

Toda la función, su cabeza estuvo echando humo tratando de unir los puntos para descubrir al culpable cuando ella lo soltó como si nada a la mitad. Si no fuera modelo sería una gran detective, siempre haya a la forma de encontrar respuestas.

— Agh, en fin. — Se levantó de la silla ayudando a la pelinegra con su vestido — En veinte minutos tengo clase de chino. — Mencionó con pesar.

Isabelle al notarlo torció los labios y lo miró curiosa hasta terminar sonriendo.

— Tengo una idea.

Rápidamente el rubio giro a verla asustado comenzando a negar.

— No, no, tendré mis dos horas de clase. — Se negó a seguirla con sus locuras, ya había aprendido la lección que cuando la chica soltara dicha frase era una clara señal de salir huyendo.

Aquello le quedó más que claro desde la vez que "se retrasó" a una sesión de esgrima ya que a Isabelle le dio pena un pequeño niño en el parque al que su madre no quiso comprarle un globo y bueno, una cosa llego a la otra y le terminó comprando uno a cada niño del lugar.

Pero al notar que la sonrisa traviesa no desaparecía de su rostro la miró con súplica.

— Por favor, Bella, tengo clase.

— Tenías. — Corrigió con seguridad mientras tomaba su mano comenzando a arrastrarlo fuera del estudio.

— Igual dos horas libres no son mucho, después tengo piano. — Trato de seguir replicando pero eso no la detenía.

— ¿Dos horas? Pff hasta me sobra tiempo.

Lo único que lo incomodaba es que con todo eso a su alrededor no podía pensar claro sobre lo que sentía en realidad y temía que entre más tiempo pasarán juntos todo lo que decían las revistas se volviera realidad. Y entro aún más en pánico cuando cayó en cuenta que con Isabelle cerca de olvidaba completamente de Ladybug.
















— ¡Te dije que era mala idea! — Siguió corriendo con el poco aliento que le quedaba.

— ¡Está si es, estoy segura! — Apretó la mano del chico e igual siguió con su carrera procurando de que su acompañante no le perdiera el paso.

— Ya nos bajamos de tres vagones y en todos estabas "cien por cierto segura" — Imitó su voz en un tono chillón mientras la miraba molesto.

Pero Isabelle ni en cuenta pues le daba una rápida mirada al mapa del subterráneo.

— Uno: Yo no hablo así. — Enumeró aún sin verlo — Y dos: Creo que si es este. 

— No me dejas tranquilo.

— Cállate. — Hizo un ademán en su dirección — Tú viviste toda tu vida aquí ¿Qué no se supone que él que tiene que orientarnos eres tú?

— Mi guardaespaldas es el que me lleva a todos lados. — Le reprochó e Isabelle nuevamente rodó los ojos. — Y nunca estoy por este tipo de barrios... — Se abrazo a si mismo con temor al ver a una rata cometer canibalismo a unos cuantos metros.

Una vez más lo tomó de la mano para arrastrarlo por el gran pasillo antes de que las puertas se cerraran. Ya iban de regreso a la mansión Agreste, muy tarde, por supuesto.

Justamente para no demorar mucho habían decidido ir al famoso puente de los candados donde compraron un poco de pan para alimentar a los patos del pequeño lago cuando una familia de patitos paso cerca de ellos e Isabelle al querer cargar a una de las crías hizo enfurecer a la madre de estos, la cual los estuvo persiguiendo varios minutos dando graznidos esperando atacarlos y no fue hasta que él tuvo que lanzarle el trozo de pan de donde antes sacaban migajas, y con eso la mamá pato parecía estar conforme con su disculpa. Debido a ello, no supieron cuánto tiempo de persecución ocurrió, solo que ya iban tarde.














Una pelinegra esperaba paciente a su amigo ojiverde fuera del baño de hombres contando cuántas divisiones había en el tragaluz de su escuela sin tomar mayor importancia a lo que ocurría a su alrededor.

En tanto, cierta morena de bellos ojos verdes olivo cruzaba la puerta de entrada disimulando a la perfección la mueca de disgusto que quiso colocar en el momento en que se bajó del auto de su madre. Pero vaya que aquella falsa sonrisa de amabilidad mientras soltaba leves "buenos días" a quien cruzara a su lado eran bastante relucientes.

No fue hasta que a punto de llegar a las escaleras que la conducirían a su salón, notó cierta silueta cerca de los sanitarios que se le hizo tan familiar aunque estaba segura de no haber visto a aquella pelinegra antes por el lugar.

Achinó un tanto sus ojos mientras mordía su labio pensativa por largos segundos hasta que algo hizo click en su cabeza. Rápidamente saco su móvil tecleando el nombre de su famoso compañero de clases y entonces encontró la noticia que hace poco más de una semana la hizo hervir su sangre. Miro con detalle las fotos de la chica que la pagina proporcionaba cerciorándose de que en realidad fuera ella y al no tener más dudas ahora sonrió con cierta picardía.

Desde que encontró la nota, la había investigado por mera curiosidad y lo admitía, era un buen blanco. Si lograba agradarle hasta volverla su amiga, su popularidad crecería como espuma y podría tener una que otra ventaja sobre la influencia que gane con ello. Como por ejemplo, ser la chica que todos aman y con la que quieren codearse hasta traer a todos los chicos detrás de ella.

Dispuesta a interactuar con la modelo para endulzarla igual que con los demás con la imagen falsa que se encargó de construir, para darle un mejor toque a su mundo lleno de hermosas mentiras avanzó un par de pasos a su dirección cuando noto a su persona menos favorita — después de Ladybug — pasar justo a lado de la pelinegra y la mirada que ambas de dirigieron no fue la mejor. Marinette lucía ansiosa y pese a que intentó sostenerle la mirada a la seria ojiazul no lo logró después de unos segundos y con la cabeza gacha camino más rápido encontrándose con ella en la punta de las escaleras.

Lila le sonrió hipócrita, a lo cual la de dos coletas solo apartó la vista e ignoró siguiendo su camino y cuando está la paso, la ojiverde borro aquella mueca cambiándola por una de asco y odio recordando perfectamente aquella ultima charla entre ambas donde juro por su mismo nombre que la destruiría, le quitaría todo lo que amaba, hasta rebajarla a "su nivel", nadie era tan perfecta, y Lila se encargaría de ser esa piedra en el zapato de la franco-china que la sacaría de quicio.

Y ya sabía cómo podría comenzar.

Expandió su malvada sonrisa observando a lo lejos a la tal Isabelle retomando su camino hacía ella.

— No puede ser Isabelle Van-Cleef ¿cómo estás? — La saludó con demasiada confianza, extrañando a la más alta.

— ¿Bien y tu? — Igual fue cortes.

— Súper bien, — Sonrió resplandeciente — todo ha ido genial desde la ultima vez que nos vimos. — Isabelle achinó los ojos curiosa, tenía una excelente memoria y no recordaba a la castaña de ningún lugar.

— ¿Nos conocemos?

— Si ¿No me recuerdas? — Fingió un tono melancólico logrando que la ojiazul negara apenada — Oh, es una pena.

— ¿Cuál es tu nombre? — Preguntó curiosa, tal vez así su cabeza logre hacer click.

— Lila Rossi. — Isabelle siguió con su mueca pensativa — Verás, hace un año en el desfile de Prada en Milán para la colección de primavera yo igual fui una de las modelos, — Mintió — pero por un problema de vestuario estuve con el diseñador más de la cuenta y no salgo en fotos pero hablamos por un rato en los camerinos.

— ¿Ah, si? — Se cruzó de brazos mirando al techo intentando hacer memoria, pero no tenía nada.

— Fue un momento mínimo. — Le quito importancia para que no divagara en sus recuerdos y la descubriera — También iba a ir a la fiesta después del desfile, pero tuve que viajar esa misma noche a Africa para llevarle comida y agua a una comunidad de bajos recursos.

— ¿En serio? — Preguntó sorprendida a lo cual la otra asintió satisfecha — Que lindo de tu parte. — Enrolló su brazo al de Lila para encaminarse juntas al salón de clases — ¿Y cómo resulto todo?

A partir de ahí, ambas charlaron como si fueran amigas de toda la vida, en donde Lila se encargó de inventar más lugares pobres a los cuales fue a brindar ayuda mientras Isabelle la observaba fascinada por su buena alma caritativa.

En tanto, Adrien salía del baño de hombres esperando encontrar a Belle fuera de este, pero eso no fue lo que le sorprendió, sino más bien el con quien estaba charlando animadamente en el pasillo del segundo piso fuera de su salón. Abrió los ojos de par en par con nerviosismo y se apresuró a llegar hasta ellas.

— Es genial compartir la escuela con personas tan... Populares. — Sonrió corta continuando con la charla con Isabelle — Ya sabes, tu y tus amigos... — Bramó en un tono que le pareció raro a la pelinegra.

— ¿Ocurre algo? — Preguntó cautelosa.

— Algo así... — Fingió un tono desanimado — Con Chlöe no soy muy cercana, pero no me desagrada, es muy linda. — Isabelle asintió algo confusa, pero no tanto, su amiga era selectiva con su forma de ser — Y con Adrien hace poco tuvimos un problema...

Ahora si recibió una mirada llena de perplejidad por parte de la modelo, pues Adrien era bastante tranquilo y no lo imaginaba tendiendo algún tipo de problema con alguien tan amigable como Lila.

— ¿Problema? — Dijo rápido — ¿En qué sentido?

— Imagino que conoces a Marinette. — Ante el nombramiento de la azabache, Isabelle hizo una mueca que logró que Lila ensanchara su sonrisa al notar que si tenía un desagrado hacia ella y por ende, era perfecta para dar comienzo a su plan de destruir a la de coletas.

— ¿Qué hay con ella? — Formuló interesada.

— Pues yo no le agrado mucho y cómo suelo faltar por mis viajes ella ha esparcido varios rumores míos, — Bajo la mirada luciendo triste — Entre ellos dice que soy una mentirosa y que todo lo que digo es completamente falso. — Isabelle apretó sus labios con creciente molestia — Adrien le creyó y me lo hecho en cara. — Se abrazó a sí misma con cierta vergüenza — Es buen chico, quiso ayudarme, pero... No sabes lo humillada que me sentí, no podía aceptar su ayuda por algo que no era cierto. — La otra asintió de acuerdo — Intente explicárselo pero siguió con esa postura, que... No pude hacer nada al respecto y preferí no hablar con alguien que tiene esa imagen de mi.

— ¿Pero, qué? — La más alta de cruzó de brazos bastante enojada — Agh Marinette, no entiendo porque parece desagradarle todo el mundo. — Rodó los ojos, aunque por dentro sintió cierta paz de que su cuestión no era directamente con su persona, por lo visto era ella la del problema — Puedo hablar con Adrien para que cambie de opinión sobre ti, si le explico lo qué pasó podría... — Bramó en un tono más calmado intentando ayudarla.

— No, no quiero molestar. — La interrumpió apartando la vista luciendo apenada.

— No es molestia. — La consoló con un pequeño abrazo — Somos buenos amigos, cuando él vea que eres mi amiga tal vez se convenza de que no eres todo eso que dice Marinette.

Isabelle sentía mucha angustia, no quisiera que la reputación amable de su amigo se viera manchada por malas influencias, además, estaba segura de que se llevarían bien sin la franco-china ensuciando su nombre de por medio. También le gustaría poder tener salidas en grupo donde todos se llevarán bien y que no fuera para nada incómodo, la italiana le había caído bastante bien y todo indicaba a que podía tener una buena amistad con ella. Y el que ambas fueran "nuevas" — por así decir, ya que, Lila se ausentaba mucho por sus múltiples viajes — su compañía mutua le venía bastante bien a ambas.

— ¿En serio harías eso por mi? — Dijo con ilusión — Pero si me acabas de conocer.

— Te has portado mucho mejor conmigo en una hora que varios de aquí en casi un mes. — Explicó divertida.

— No entiendo como es posible. — Uso un tono indignado — Eres tan linda y agradable. — La otra solo atinó a sonreír encogiéndose en su lugar.

Se adentraron al salón notando que ya pronto sonaría el timbre cuando finalmente llegó Adrien apresurado a sus espaldas.

— Belle, necesito hablar contigo. — Comunicó apenas estuvo cerca de ella.

La anterior nombrada giró sobre sus talones y cuando estaba por responderle fue interrumpida por Lila que habló en un tono alto sin recaer en su intercambio de diálogos.

— ¡Ay, un asiento hasta el frente! — Exclamó admirando el lugar vacío donde se sentaban Isabelle y Chlöe — Recordaron mi problema auditivo, ustedes son tan lindos — Se dirigió al salón entero. — ¿Te sientas conmigo, Van-Cleef?

— Claro. — Asintió yendo detrás de ella — ¿Tienes un problema auditivo?

Adrien al ver que Isabelle volvió a centrar su total atención en Lila, suspiró rendido yendo a su lugar.

— Si, sufro de tinnitus, un zumbido constante en mi oído izquierdo. — Explicó cubriendo el lugar señalado — Lo tengo desde que el sonido del motor de un avión reventó mi tímpano mientras ayudaba a un hombre que sufría un paro cardíaco. — Isabelle abrió su boca conmovida llevando sus manos a su pecho.

El ojiverde frunció sus labios al escucharla a lo lejos, no podía comprobarlo pero su relato sonaba algo irreal. En el pasado, a pesar de lo ocurrido con Volpina y luego Camaleón, intentó seguir siendo amable con Lila con la condición de que su compañerismo no se basara en mentiras y esta ofendida lo mandó a freír espárragos. Y no quería ser un entrometido en la vida de Isabelle y prohibirle hacer amigos, pero le preocupaba bastante que pudiera salir lastimada por uno de los engaños de Lila.

Suspiró pensativo cuando en ese instante Chlöe llegó y al observar su lugar ocupado por una intrusa, se deshizo rápidamente de sus lentes de sol mirando indignada a su mejor amiga.

— ¿Donde me sentaré yo?

— Hay un asiento al fondo, Chlöe. — Indicó la profesora con su usual tono dulce.

— ¿Y yo por qué tengo que sentarme hasta atrás? — Puso una mano en su cintura en réplica.

Adrien, como todo un caballero comenzó a tomar sus cosas dispuesto a cederle su lugar pero fue detenido por Nino.

— Tranquilo viejo, me sentare con Alya. — Guiño su ojo y Adrien chocó puños con él con una sonrisa, claro que el moreno no desaprovecharía la oportunidad de sentarse junto a su novia.

— Siéntate conmigo, Chlöe. — Señaló el lugar junto a él, mientras que la chica con cierta impotencia terminó bufando.

— Ya que. — Murmuró con un deje de molestia y Adrien la miró ofendido pero esta se defendió con una sonrisa corta que inmediatamente borró al tomar asiento sin quitarle los ojos de encima a Lila irritante.

Más el problema de lugares no terminó ahí, pues, al poco rato llegó una Marinette acelerada — y tarde, como siempre — con un croissant en la boca.

— ¿Y mi lugar? — Se detuvo en la puerta, tímida al ver a Nino ocupando su asiento.

— Hay un asiento al fondo. — Repitió en tono cantarín la señorita Bustier.

— ¿Al fondo? — Murmuró con cierto rechazo ante la idea.

— ¿Tienes algún problema auditivo o de vista? — Cuestionó la mayor.

— Y-Yo... Pues...

— Tranquila, Marinette. — Bramó amable la chica junto a la rusa con una sonrisa triste — Se que mi regreso causó muchas molestias, debí quedarme lejos de aquí... — Soltó un suspiro melancólico — Si también tienes problemas, en ese caso yo soy la que debería ir atrás. Me sacrificaré. — Sentenció poniéndose de pie.

Pero ante su triste discurso, el aula completa soltó una exclamación de sorpresa y molestia por la falta de empatía de Marinette, ganándose un par de caras poco simpáticas.

— La verdad, yo no tengo problemas para ver o escuchar. — Manifestó rendida por la presión — Yo estoy bien.

— Excelente, entonces no hay problema. Toma asiento Lila. — La castaña obedeció con una sonrisa agradecida intentando ocultar su satisfacción.

Más, Marinette no pudo evitar verla con molestia, cosa que Isabelle notó y por ello abrazo por los hombros a Lila respaldándola.

Adrien, en cambio, al notar la inconformidad de Marinette por su lugar asignado hizo una mueca, debería hacerle compañía.

Giro rápidamente hacia Chlöe, la cual, no le quitaba los ojos de encima a Lila furiosa.

— ¿Te molesta si me siento con Marinette? — Preguntó suave buscando su mirada — No luce muy cómoda.

— ¿Qué? — Respondió distraída — Si, si — Dijo sin prestarle atención con un ademán.

El chico sin más, tomó sus cosas y se movió hasta el fondo del salón para ir junto a Marinette, que lo recibió sorprendida y sonrojada.

— ¿Está bien si me siento aquí? — Preguntó con su tono amable tan característico de él.

— A-Ah s-si, por supusto — Soltó una risa nerviosa — ¡Supuesto! — Se corrigió —  Por supuesto que puedes sentarte aquí.

El rubio rió por su torpeza y tomó asiento.

Isabelle en cambio miraba a sus espaldas, específicamente a su mejor amigo, con inquietud y eso a Lila le vino como anillo al dedo.

— He notado que tampoco le agradas a Marinette. — Susurro, pues, la profesora ya había iniciado su clase. Y ante su frase, Isabelle negó honesta — Si deberías hablar con él, antes de que te suceda como a mi y decida creerle a ella.

La pelinegra le dedicó una mirada de preocupación mientras negaba lentamente.

— No, Adrien no haría eso. — Afirmó pero al recaer en la situación y el que él se haya ido con ella al fondo dejando sola a Chlöe la hizo dudar.

— De corazón espero que no sea así. — Tomó su mano brindándole apoyo — Pero no está de más ser precavida.

La pelinegra asintió no muy de acuerdo con su idea y siguió prestando atención a la clase. Aunque ya tenía cierta inquietud en su pecho aún no haría nada al respecto, era ilógico llegar con el rubio y sus celos de amiga cuando no había razón de estos, el podía tener más amigas, solo que le costaba asemejar que no era la persona favorita de una de ellas, y peor cuando esta logró que se deshiciera de alguien tan inocente como la italiana. Pero no, estaba segura de que él ojiverde nunca la cambiaria, eran amigos de toda la vida y su relación era excelente, no había de que preocuparse, aunque le era difícil admitir que en el fondo no estaba tan tranquila.

Lastimosamente, quien notó aquello fue la persona a su lado que sonrió malvada y victoriosa.

Quien diría que sería tan fácil envenenarle el oído a la ingenua heredera, era más crédula de lo que pensaba. Ahora, con aquella inseguridad que le plantó, y con Adrien teniendo ese tipo de atención con Marinette, Isabelle en algún punto le reclamaría a este por desplazarla y seguramente el la sobrepondría con la franco-china, si es verdad que son tan amigos, aunque tampoco se tragaba ese cuento, ese par se traía algo y era evidente, de ser verdad, el rubio elegiría a Isabelle y se alejaría de Marinette. Y si no es así, al menos ya tendría una perfecta aliada para destruirla.

Al mismo tiempo, al fondo del aula. Adrien dibujaba garabatos en la esquina de la hoja pensando en buenas rimas para su nuevo poema. Por alguna razón, siempre en la clase de literatura le daban golpes que inspiración que no quería desaprovechar y le daba por comenzar a escribir, más cuando tenía los sentimientos a flor de piel y su mente no alejaba la imagen de Isabelle siendo alumbrada por los flashes de las cámaras en su sesión de fotos.

Estaba tan concentrado en su tarea que no escucho cuando lo llamaban hasta que la chica a su lado tocó su hombro señalando a la señorita Bustier.

— ¿Adrien? — Levantó la cabeza confundido. — Te pregunté algo Adrien, ¿crees qué puedas responder la pregunta?

Titubeó al no saber que responder, pues tampoco escucho lo que le dijo antes.

— Perrault. — Marinette susurró cubriendo su boca con la mano sin ser muy obvia.

— Mmm Perrault. — Dijo nervioso y la pelirroja achinó sus ojos dudosa.

— Correcto. — Dijo simple. — Este autor escribió La bella durmiente en mil seiscientos noventa y siete... — Vociferó para el resto de la clase y Adrien nuevamente dejó de prestarle atención.

— Gracias Marinette, me salvaste.

— No fue nada. — Sonrió dulce y suspiró viendo interesada sus manos tomando un poco de valentía — Y... ¿Qué es eso que te tiene tan distraído?

La franco-china se había desanimado bastante con la llegada de la rusa y más con su fuerte cercanía con Adrien, ya se había dado por vencida, pero con los ánimos de Alya y un momento de claridad desistió de la idea, sea como fuere, aún no eran algo oficial y aún podía hacer su pequeña lucha, por lo que ese día se levantó dispuesta a todo y meditando para evitar que sus nervios arruinaran todo, como siempre.

— Es algo bobo, nada importante. — Bajo la cabeza sonrojado intentando cubrir su cuaderno pero fue inútil.

— ¿Eres... Bueno escribiendo?

— Ni tanto, — Se encogió de hombros restándole importancia — no se me dan mucho las palabras, soy más de acciones ¿Sabes?

— No lo parece, es lindo este poema... —Se inclinó leyendo los primeros versos, cuando recordó el pasado San Valentín cuando él botó una carta de amor preciosa — ¿Y has escrito algo mas?

Preguntó esperanzada de que le contara sobre su anterior escrito y sobre todo, saber el verdadero destinatario. Puesto que en esa ocasión teorizó que fue para ella al leer la descripción de la chica en su poema, pero no estaba segura.

Adrien sonrió sintiéndose en confianza con ella, era la conversación más fluida que habían tenido según recuerda, ya que, la de coletas siempre lo evitaba o cortaba sus pequeñas conversaciones para luego salir huyendo. Incluso llegó a pensar que después del incidente con la goma de mascar su primer día de clases no había sido olvidado por ella y que seguía desagradándole, aunque Nino le aclaró al poco tiempo que eso no era verdad. Igual nunca fueron muy cercanos y estaba feliz de que ahora con Belle cerca era posible abrirse más con las personas, como por ejemplo Kim, hace unos días quedaron de jugar un partido de fútbol.

— Algo así, no salió muy bien y lo deseché, varias veces, créeme. — Marinette rió nerviosa, estaba segura de eso, lo encontró con la basura — De hecho Isabelle me ayudo con la inspiración. — La chica abrió los ojos fuera de órbita espantada que se estuviera refiriendo a ella en su poema — Pero igual no pude terminarlo. — Se encogió de hombros.

Recordó vagamente las decenas de videollamadas con las que estuvo molestando a Isabelle todo San Valentín interrumpiendo la cita con su novia buscando que lo ayudara a terminarlo y aunque lo auxilio con un par de sinónimos y rimas, el resultado no terminó por encantarle y fue cuando decidió decir lo que saliera de su corazón a Ladybug, cosa que tampoco salió muy bien al ser herido por un villano y estando bajo su control.

— S-Sigue i-intentándolo. — Dijo rápido para volver su atención a la clase.

El rubio se sintió decepcionado de que su charla se terminara, pero sin querer forzar las cosas de igual modo siguió con lo suyo.

La asignatura llegó a su fin luego de una media hora, Adrien se despidió amigable de Marinette y está apenas y le regresó el gesto al estar tan ansiosa de que se marchara, cuando por fin estuvo lejos de su rango visual, velozmente buscó aquel poema que había atesorado por bastante tiempo como un separador de hojas y lo releyó cayendo en cuenta que la descripción de sus letras encajaba con su propia descripción, pero también con la de Isabelle.










Terminada la larga jornada de clases, la cual no fue tan pesada en gracias a Lila, pues la pelinegra se encontraba tan entretenida con sus múltiples anécdotas que escucharla hablar sobre cómo ayudaba a la gente le resultaba gratificante. Aún así Isabelle no canto victoria pues aún se quedaría a ayudar a Nathäniel con su retrato, en el cual iban bastante atrasados porque el pelirrojo no encontraba la suficiente inspiración.

Estaba por subir las escaleras que la llevarían al tercer piso directo al salón de arte, cuando en ese instante fue interceptada por un rubio con aspecto ansioso.

— Hey, Belle. — Saludó agitado, ya que, la había estado buscando desde hace rato — Después de la comida tendría clases de chino, pero mi profesor canceló. — Jugó con sus manos, de verdad necesitaba hablar con ella y advertirle sobre Lila — ¿Quieres ver una película o...? — Se detuvo abruptamente al notar que lo está viendo seria y de brazos cruzados — ¿Ocurre algo?

— ¿Por qué no te agrada Lila? — Soltó de golpe y él se removió incómodo.

— ¿No me agrada? — Expresó confuso, no estaba en total desacuerdo pero nunca lo había expresado tan literal — Mmm es complicado, es que ella tiene tendencias... Que no van conmigo.

— Crees que miente. — Acusó brusca.

— ¿Quién te lo dijo? — Bramó sorprendido — ¿Lo sabes?

— ¿Saber que? — Preguntó retórica en reproche — Ella es muy agradable y con ese tipo de suposiciones sin fundamentos la hieren, eso está mal.

— Lo se, — Intentó mantener la compostura — es que ella...

— No, Adrien. — Lo interrumpió — Si quieres hacerle caso a Marinette en todo lo que te dice porque alguien le disgusta no se que sigues haciendo hablando conmigo. — El ojiverde frunció el entrecejo alerta.

— ¿A que te refieres? — Se acercó un paso —¿Marinette te ha dicho algo? ¿O por qué hablas de ella como si...?

— No, por nada. — Murmuró. No era una soplona.

El silencio incómodo reino, Adrien evitaba su mirada nervioso mientras ella intentaba calmar su enojo. Ninguno era así, era extraño pelear entre ellos, ni siquiera recordaban cuando fue la última vez que lo habían hecho. Así que, ignorando el tema de Lila, el chico volvió a hablar por lo bajo.

— Igual si no puedes ir a mi casa, podemos vernos aquí por la tarde, — Propuso jugando con sus manos y la mirada gacha — iniciaremos las lecciones de esgrima.

Isabelle cerro sus ojos sintiéndose culpable por la actitud adorable del rubio, no podía enojarse con él aunque quisiera y más aún cuando aún así intentaba arreglar las cosas, a su manera, claro. Suspiró pesadamente, el asunto del esgrima era otro tema que había estado evitando, no quería llegar con él y cancelar todo su plan revelándole que su padre no le había dado permiso.

— De eso también quería hablarte. — Inicio lenta igual calmando los humos — No podré tomar lecciones contigo porque... Aparte de iniciar de nuevo con el ballet, también retomaré el violín. — Sonrió torcida.

— Oh, suena genial. — Dijo desanimado con un intento de sonrisa — ¿Cuándo inicias?

— Pronto... Estoy acomodando horarios por todo el asunto de señorita del clima y varios trabajos.

— Si, entiendo. — Asintió — ¿Entonces, podrás ver la práctica? Tal vez podamos ir por un helado después.

— Quede en ayudar a Nathäniel con un retrato, — Informó — seré su modelo y después iré a la librería por el libro que encargó la señorita Bustier.

Ambos se miraron tristes, pues apenas la falta de tiempo los afectaba porque Isabelle se las ingeniaba para planear escapes para Adrien, pero ahora con ella con una agenda igual de llena sería muy difícil volver a retomar sus salidas.

» — Pero haré lo posible por ver aunque sea un poco. — Proclamó intentando aligerar el ambiente, no quería terminar así luego de una pelea. El rubio sonrió más animado — El salón de arte está "cerca" así qué tal vez te vea.

— Si, gracias. — Le dio un corto abrazo rápido antes de irse, puesto que seguramente su guardaespaldas lo esperaba en la puerta impaciente.

Isabelle sonrió a medias y continuó con su camino hasta que sintió su teléfono vibrar recibiendo una notificación por parte de cierta italiana.

« Ya que eres mi única amiga,
¿puedes pasarme los apuntes de
clases pasadas?

« Claro, puedes venir a mi casa.
Estaré un rato más en la escuela,
ayudaré a un amigo con un retrato,
¿no te importa?

« No, está bien, te espero.
Estaré en la cafetería. »

Sonrió bloqueando su móvil llegando finalmente con un exasperando Nathäniel que iba de un lado a otro.

— ¡Hasta que llegas! — Levantó los brazos al aire dramático.

— Tranquilo, tenemos todo el día. — Dejó su mochila en el suelo encaminándose a la silla de siempre.

— Tal vez tu, tengo que terminar un proyecto de química. — Acomodó su caballete frente a ella con un par de pinceles en la boca. — Ahora, retómenos en donde nos quedamos. — Se acomodó — Dime, ¿Quién eres? — Cerró los ojos concentrándose en hacer una imagen mientras esta hablaba.

— Isabelle Van-Cleef Arples, diecisiete años, originaria de Rusia, pase parte de mi infancia aquí en Paris, pero volví a Rusia a los doce años, comencé con mi carrera a los catorce... — Nathaniel fruncía más el entrecejo con base ella seguía hablando sintiendo sus palabras extrañamente familiares, hasta que algo hizo click en su cabeza y abrió los ojos frustrado.

— ¡¿En serio estás leyendo tu descripción de wikipedia?!

— Creí que tú no tenías internet para hacerlo. — Suspiró rendido.

— Tenemos trabajo de hacer... — Isabelle lo miró confusa mientras que él seguía intentando mantener la cordura masajeando su frente.












— Lila vuelve de Atchoo y en cinco minutos ya es amiga de Isabelle ¡Que sorpresa! — Exclamó sarcástica hacía la morena a su lado.

— ¿Ya te disculpaste con Isabelle? — Cambió de tema repentinamente.

— Aún no ¿Por?

— Pues, según lo que me contaste de Lila, no pareces agradarle mucho y ahora tampoco a Isabelle. — Alya acomodó sus lentes.

— ¿Y eso qué? — Se encogió despreocupada — Hoy con el cambio de lugares tuve un avance con Adrien... — Relató emocionada — Pude hablar casi sin tartamudear.

— Felicidades. — Celebró orgullosa — ¿Y cuando saldrás con él?

— Paso por paso, Alya. — Dijo sofocada — No quiero ir muy rápido.

— ¿Le prestarás tus apuntes? — La otra asintió. — Y bueno, tampoco deberías atrasarte tanto. — Opinó.

— ¿A qué te refieres?

— A que si son verdad tus sospechas y entre Adrien e Isabelle hay algo más... Ella lleva la delantera y por mucho. — Señaló con cuidado, no quería que a la ojiazul le diera otro de sus arranques y volviera a actuar por mero impulso.

Su compañera la miró de reojo mordiéndose el labio nerviosa.

» — A lo que quiero llegar, Marinette. Es que quieras o no Isabelle es la mejor amiga de Adrien y si quieres acercarte a él lo más conveniente es tenerla de tu lado ¿No crees?

Marinette rodó los ojos, bufando y dándole la razón.

— Si, lo se. — Se cruzó de brazos.

— No te preocupes, pensaremos en algo. — Sonrió apretando su hombro en señal de apoyo caminando hacia la salida donde la esperaba su novio — Por cierto, con Nino iremos a una cafetería que recién abrió aquí cerca ¿Nos acompañas?

— No gracias, estaré con Max en las pantallas de la biblioteca, hay un nivel muy difícil de un juego que no logra pasar y me pidió ayuda.

— Bien, diviértanse.

Ambos morenos se despidieron, en lo que la de mechas rojizas sonreía con cierta complicidad recordando la nota que escondió en el cuaderno de su amiga que después le daría al rubio de sus sueños.

" Me lo vas a agradecer después. "

Quería mucho a Marinette, pero llevaba yendo "paso a paso" desde hace mucho, necesitaba un pequeño empujón.

Luego de darle una última mirada a la pareja se dirigió a pasos apresurados a su reunión con el chico tecno-fan de su clase.

Después de dos horas se despidió del anterior nombrado como pudo apenas con sus manos entumidas y de un color rojizo. Masajeo sus dedos adoloridos y estiró su cuello y espalda, no recordaba la última vez que estuvo pegada a un monitor tanto tiempo seguido jugando un videojuego, Max le advirtió que era una prueba mortal y si era sincera creyó que exageraba pero después de perder tres de sus vidas virtuales supo que durarían un largo rato ahí.

Sintiéndose acalorada, fue al baño para refrescarse un poco.

Mientras lavaba sus manos disfrutando el frió choque con estas y el agua sin recaer en la persona que se adentraba al lugar.

— ¡Marinette! — Saludó con una sonrisa notablemente falsa haciendo que la chica girara a verla sorprendida y luego molesta — ¿Cómo estás?

— Estaba bien hasta que volviste. — Respondió grosera y dejó su acción de lado.

— Percibo que no te agrado mucho. — Fingió inocencia — No entiendo porque, apenas nos conocemos.

— Deja de fingir, estamos solas Lila.

La anterior nombrada cambió su cara amable por una malévola en menos de un segundo.

— Bien. Solo vine a recordarte lo que te dije la última vez. — Se acercó amenazante — O estás conmigo o en mi contra, si no quieres ser mi amiga, bien. Pero pronto no tendrás a nadie.

— Eso ocurrirá cuando dejes de mentir, — La corto — no puedo probarlo pero se que no tienes tinnitus, ni viajaste a Atchoo, ni conociste al príncipe Ali.

— Solo le digo a la gente lo que quiere oír y no hay nada que puedas hacer al respecto, — Sonrió cínica — la gente no puede resistirse cuando escuchan lo que quieren.

— ¿Eso es mentir? — Preguntó retórica.

— Mira, pareces menos tonta que el resto, así que te daré una última oportunidad, porque una vez que empiece no pienso parar.

— Adelante, quiero ver que más mentiras inventas.

— No necesito engaños para hacerlo, — Negó lenta sin borrar su expresión divertida — tal parece que ahora todo se está acomodando a mi favor.

Sin más, con una sonrisa presumida se fue del lugar dejando a Marinette con un sentimiento de incomodidad por sus palabras, pero al instante se relajó creyendo que era otra de sus mentiras para asustarla.

Salió azotando la puerta de los baños con enfado para al instante notar que la práctica de esgrima se llevaba a cabo en el patio de su escuela.

Sonrió emocionada borrando todo su mal humor ocasionado por la italiana y casi corrió escaleras abajo intentando que su presencia se viera como algo casual y poder dar una vuelta en los alrededores esperando poder ver a Adrien un instante.

El rubio de mirada esmeralda recién llegaba a la clase, acompañado por su profesor que no dejaba de alardear sobre su encuentro con la esgrimista de la eliminación.

— ¿No está molesto por mi derrota, maestro? — Preguntó inseguro.

— Pudiste hacerlo mejor y poner en alto el nombre de la academia. — Asintió decepcionado consigo mismo por dejar que sus sentimientos interfirieran en su concentración — Pero de haber sido así no hubiéramos descubierto el talento de tu oponente. — Volvió a su emoción inicial — Investigue sobre ella, su nombre es Kagami Tsurugi, es de la real academia de esgrima. Y por eso te lo comento a ti. — Adrien lo miró curioso.

— ¿Por qué, exactamente?

— Porque tu trabajo será convencerla de cambiarse a mi academia. — El chico abrió los ojos fuera de órbita — Una destreza así es lo que necesitamos en nuestro equipo.

El rubio hizo una mueca, no se creía el indicado para dicha tarea por su timidez.

— Lo intentaré, maestro.

— No, Agreste, no quiero que lo intentes, quiero que lo hagas. — Sentenció alejándose para organizar a los demás estudiantes.

El ojiverde suspiró agobiado bajando su careta cubriendo su rostro. Ahora tenía ese peso sobre sus hombros, no quería defraudar a su profesor y no tenía idea de cómo lograría convencer a la imponente asiática, pero, pensaría en un plan.

Estuvo por incorporarse a la fila junto a los demás cuando a no muchos metros de distancia se percató de su amiga Marinette paseando por el lugar con la mirada fija en ellos.

— Parece que estás buscando a alguien. — Se acercó a ella.

— Si, pensé que Adrien estaba aquí. — Siguió buscándolo — Ya sabes, un chico alto, rubio, amable, muy guapo. — Describió soñadora.

Adrien, se quitó la máscara revelando que era justamente a la persona que describía.

— Gracias por el cumplido. — Sonrió amable — No sabía que te gustaba el esgrima.

— ¡Adrien! — Saludó sorprendida y con un fuerte sonrojo — Que gusto esgrima, que gustas tu, digo que gusto verte, si, me encanta el esgrima. — Adrien rió por la enredadera de palabras tan usual de Marinette.

— Que bien. — Una idea cruzó por su mente — ¿Y no quisieras practicar conmigo? Así puedes aprender.

Propuso algo suplicante, pues le había hecho mucha ilusión hacer de maestro con Isabelle antes que ahora con Marinette podía cumplir.

— ¿No habrá problema con el resto de la clase con que me les una?

— Para nada, le pedí permiso al profesor antes para probar a Isabelle, — Explicó abatido porque su idea no se llevará a cabo — no quisiera desaprovechar su buen humor.

— En ese caso, andando. — Sonrió corta evitando hacer tan notoria su felicidad.

D'Argencourt era la academia de esgrima más prestigiosa de Paris, debía controlar sus nervios y manejar bien sus movimientos si quería impresionarlo. La chica se retiró unos instantes a los vestidores para probarse un par de protecciones hasta que encontró uno que le quedara justo a su medida.

Regresó a la cancha encontrándose al rubio de sus sueños esperándola paciente con esa cara amable y tranquila que siempre portaba. Se acercó nerviosa y tomó lugar frente a él con una fallida pose de batalla.

— Dobla tus rodillas y estira el pie izquierdo hacia atrás. — Se colocó a su lado para acomodarla mejor — Ahora pon el sable de esta forma — Tomó su brazo y hombro acomodando su postura logrando que la chica se pusiera colorada por la cercanía de sus rostros.

Adrien asintió satisfecho y volvió a posicionarse frente a ella imitando sus movimientos.

— Ahora, así se saluda antes de un combate. — Puso la espada frente a su cara para luego deslizarla hacia un lado, cosa que ella siguió por igual — En garde! Prêts? Allez! — Espero un ataque de la azabache pero nada llegó — Tienes que tocarme, Marinette. — Explicó haciendo que la chica riera ansiosa.

Entonces el decidió arremeter el primer ataque al ver que la chica seguía sin moverse y Marinette con sus buenos reflejos gracias a su miraculous y práctica como Ladybug logró esquivarlo y tocarlo en el pecho.

Touché. — Dijo el ojiverde con una sonrisa — Tienes buenos reflejos.

Nuevamente iniciaron otro enfrentamiento que después de varios toques, nuevamente la de dos coletas terminó por dar el golpe final.

» — Ataque, paré, fente, contre-attaque. El punto es tuyo. — La felicitó.

Él no estaba poniendo todo su esfuerzo en la práctica, pues, la chica apenas era una principiante y la estaba instruyendo, debía ir lento.

— No entiendo. Tu me tocaste primero.

Volvieron a retirar sus máscaras.

— Veras, en el esgrima el atacante no siempre gana el punto aunque haya tocado a su rival primero. — Explicó — Tu tomaste la iniciativa así que tienes prioridad, yo sólo podía esquivar o responder, así que perdí.

— Pero todo paso tan rápido — Rasco su barbilla procesando dicha información — ¿Cómo puedes saber quien ganó el punto?

— No siempre se sabe, por eso también puede haber abstención. — Se puso la careta — ¿Continuamos? — Volvió a tomar su posición.

La chica asintió, pero antes se armó de valor y soltó lo siguiente de golpe.

— Luka hará una fiesta el viernes. — Contuvo la respiración — ¿Quieres venir?

— Me encantaría, gracias. Le pediré permiso a mi padre. — Jugó con su espada ansioso — Por cierto ¿Puedo llevar a Isabelle?

Marinette mordió su labio inferior incomoda, todo iba tan bien. Fingió una sonrisa y asintió sencilla para después bajar su mascara.

Siguieron peleando sin notar a la otra persona en el tercer piso que los observaba con un gesto poco amistoso.

El tiempo con Nathäniel terminó antes de lo esperado e iba a ver la práctica de esgrima tal y como se lo prometió pero al verlo con Marinette ya no se sintió tan cómoda con la idea. Tal vez si tenía de que preocuparse, no tardo mucho en reemplazarla después de todo.

¿Adrien la cambio por Marinette?

Frunció sus labios sin saber que pensar ni sentir cuando otro mensaje de Lila la hizo por fin desviar la mirada del par.

« ¿Cómo vas con el retrato? :) »

« No hicimos mucho. Pero ya terminé.
¿Nos vamos? »

« Genial, te veo en la entrada. »

« Por cierto, me disculpo de antemano,
recién nos estamos mudando y aún
no está completamente amueblada. »

« No te preocupes. Ya voy en camino. »

Lila envió un último mensaje de un emoticón lanzando un besito en forma de corazón, el cual respondió con otro igual para después apagar su teléfono.

Suspiró pesada antes de dirigirle una última mirada a su mejor amigo y Marinette. Rodó los ojos y sin más se fue a su encuentro con la italiana.
















Al siguiente día, Adrien se encontraba junto a Nino charlando animadamente en el receso cuando a punta de fuertes pisotones llegó una Chlöe con mala cara.

— Largo. — Se dirigió al moreno y el ojiverde la miró mal por su tono grosero haciéndola rodar los ojos — Por favor. — Dijo rendida.

Su amigo al verla tan ansiosa y desesperada como para terminar pidiéndolo por las buenas, le dio una cara suplicante y de disculpa a Nino.

— Me voy a ir, pero porque me quiero ir. — Se levantó murmurando yéndose levemente fastidiado por la rubia mientras le daba un mordisco a su sándwich.

La chica rápidamente tomó asiento donde antes estaba el de lentes con un puchero cruzada de brazos.

— ¿Qué sucede, Chlöe? — Preguntó tranquilo.

— No soportó a Lila. — Dijo con los dientes apretados — No deja de acaparar la atención de Bella. — Señaló a las nombradas a un par de metros riendo — Quiere robarme a mi mejor amiga. — El chico hizo una mueca.

— No creo que sea para tanto... — Declaró inseguro.

— ¡¿No es para tanto, dices?! — Habló indignada — ¡Ya la invitó a su casa! — Dijo obvia — ¿Tu has ido? ¡Porque yo no! — Volvió a cruzarse de brazos haciendo una rabieta.

Adrien la consoló masajeando su espalda. Él más que nadie estaba disconforme con esa relación, pero entendió el día anterior cuando intentó advertirle sobre la mala influencia que podía ser Lila y que esta se molestó con él creyendo que solo era un cuento de Marinette — que, tenía sentido siendo que ella era la más insistente en recalcar que la castaña mentía cada que respiraba —, si seguían insistiendo en que terminara su amistad con ella ahora si se enojaría con ellos y seguiría de necia creyendo que era una buena persona, aunque no aseguraba que fuera realmente mala, no la conocía del todo a fin de cuentas, tal vez era muy linda pero no podía crear un lazo a base de mentiras.

Estaba por hablar y aconsejar a Chlöe para que ambos puedan llevar aquello con el mayor cuidado posible cuando fue interrumpido por Marinette.

— Hey, Adrien... — Evitó hacer contacto visual, nerviosa — A-Ayer vi que no tomaste notas en literatura y-y yo p-pensé que querrías las mías. — Extendió su cuaderno queriendo desaparecer de la vista furiosa de Chlöe.

— Oh, gracias Marinette. — Lo tomó agradecido.

— A ti, digo, no gracias porque yo te hago el favor a ti, pero gracias por existir, aunque tampoco es para tanto, no, si no existieras sería muy feo y yo... Ay adiós. — El chico levantó una de sus cejas ante el palabrerío de la azabache riendo divertido.

— Me molesta. — Dijo seria de repente la chica a su lado.

— ¿Por qué?

— Existir. — Hizo una mueca nefasta para después dejar caer su cabeza hacia adelante abrumada con el tema de Isabelle.

Adrien volcó los ojos mientras abría el cuaderno de la azabache viendo una nota en la primera hoja.

" Con amor, Marinnete. "

Lo cerró de golpe esperando que la rubia no lo haya visto, pero esta seguía enfrascada en seguir lamentándose por la ausencia de Belle que respiro más tranquilo. Lo abrió un poco de nuevo para releer la post tape color rosa sintiendo como se sonrojaba.

« ¿Será que...? »

Detuvo su romántico pensamiento de inmediato sacudiendo su cabeza. Imposible, Marinette no podía gustar de él, eso se lo dejo en claro varías veces, indirectamente claro.

Como aquella vez que Nathäniel fue akumatizado y trabajaron en equipo, el como Chat Noir obviamente, y después de su aventura al día siguiente se acercó a ella y esta evitó el tema llamando presumido a su alter ego para luego huir de él. O como cuando Jagged Stone filmaba una entrevista por la panadería de sus padres y fue cuando vio múltiples recortes de revista con su cara en su pared, pero cuando Jagged insinuó algo más, está lo corto diciendo que solo era fan de la moda.

Además, ella estaba saliendo con Luka, o eso creía, no estaba seguro realmente pero era fácil de suponer por su cercanía.

Suspiró regresando su atención a Chlöe, en fin, eran suposiciones tontas.












No saben como amo que
las MariLovers dejen de
seguir la historia en lugar
de dejar malos comentarios,
pero es estresante porque
literal solo remarcó sus
actitudes de la serie, las
cuáles, son pasadas por alto
sobre todo por Adrien. Btw
si aún queda alguien, relax,
la historia apenas va en el
capítulo 8, litt la verdadera
trama aún no inicia y Mari
al igual que todos los personajes
tendrán su desarrollo.
P.D: Thomas contrátame
para arreglar a Marinette,
aún le tengo fe.





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