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CAPÍTULO UNO
PARIS
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LA CHICA MIRABA al hombre de abundante barba de forma aburrida. Lo que sea que estuviera haciendo en su computadora lo tenía suficientemente entretenido como para prestarle un poco de atención a una pronta nueva alumna.
El señor Damocles le dio una leve sonrisa de disculpa junto a una pequeña seña de mano pidiéndole un poco mas de tiempo, Isabelle respondió a aquel acto igual con una sonrisa pero al momento en que la vista del hombre mayor regreso a la pantalla la pelinegra cambió su expresión a una hastiada.
Aburrida, comenzó a darle un vistazo a la oficina del director, tenía un gran ventanal a sus espaldas con una buena vista al parque de enfrente donde se podía apreciar como en una de las esquinas habían trabajadores construyendo lo que parecía ser una estatua con una hombre de cabello largo atado dirigiendo la obra. Después se concentro en el interior, varias figurillas que lucían elegantes estaban regadas por su escritorio junto con varios papeles que no se molesto en curiosear.
Mientras tanto, el señor Damocles terminaba de perfeccionar su traje de "El búho vigilante nocturno", bueno, seguía trabajando en el nombre. Al percatarse de que llevaba mas de veinte minutos con la mirada incomoda e insistente de la adolescente frente a él decidió que ya era hora de dejar su doble vida — aún en proceso —en pausa un rato.
Carraspeó llamando la atención de la menor.
— Entonces, Isabelle Van-Cleef Arples... — Leyó con cuidado su expediente — Conozco la escuela de la que vienes, tenemos un sistema parecido, no te preocupes, la tramitación será rápida. — Firmó varios papeles para después extendérselos — Tendrás que presentar un examen de conocimientos y todo listo. — Isabelle asintió aún con la vista en las hojas que antes le había entregado — Ah, y también necesitas una visita con la psicóloga estudiantil para que te haga una evaluación psicométrica, ella también te dará el otro examen.
Isabelle se puso de pie dispuesta a ir adonde la mandaba el director haciendo memoria de la ubicación de la oficina de la psicóloga después del recorrido de un día anterior cuando la voz del señor Damocles la detuvo.
— Y espero que se sienta bienvenida a Françoise Dupont. — Isabelle apretó los labios en una sonrisa de agradecimiento y cuando estuvo por cruzar el marco de la puerta nuevamente fue llamada — ¡Y salúdeme a su padre!
— Si, yo nací en Rusia. — Respondió amable en la entrevista con la psicóloga — Nos volvimos a mudar a Paris porque las franquicias de acá tenían más popularidad que en donde vivíamos y mi padre quería estar más cerca para administrar él mismo la fabrica. — Terminó en resumen sus últimos cuatro meses — Fue... ya sabe, algo duro dejar mis amigos y todo allá pero de igual modo estoy muy feliz. También tengo buenos recuerdos y amigos aquí que extrañaba mucho y solo espero que todo sea como antes.
— Que conmovedora historia. — Se toco el pecho y luego se acomodo en su lugar haciendo una larga pausa cambiando radicalmente de semblante — Imagino que ya tienes conocimiento sobre los akumas y los héroes de Paris. — Asintió afirmativamente.
— Sí, he oído cosas... — Dijo interesada.
— Entonces no estará de mas decirte que tengas mucho cuidado. — La mujer castaña de pelo corta la miro seria pese a la sonrisa amable que intento mostrar — Ya sabes, debes seguir los protocolos en caso de alguna emergencia, simulacros... Y con tus emociones. — Isabelle frunció el ceño ante lo último — No es nada personal, cariño. Pero aquí nos tomamos la seguridad muy en serio y si crees que tienes algún problema puedes acudir conmigo, no me veas como una maestra mas, podré ser tu amiga si lo necesitas.
La pelinegra sonrió atenta y asintió frenética, sabía que trataba con la típica maestra que asumía el rol relajado de la institución para generar confianza y que puedas contarle todos tus problemas, lo mejor era seguirle la corriente y así no la tendría encima aunque no creía tener algún problema si todos eran tan amables como hasta ahora.
Además, ella era extremadamente tranquila, ni siquiera había tenido una pelea verbal con alguien en su vida, no se metía con nadie y viceversa porque nunca daba motivos, siempre veía lo bueno de los demás y aunque ciertas personas se pasaran de listos con ella, Isabelle los perdonaba sin más siendo creyente de las segundas oportunidades.
Paris le estaba agradando mas de lo que alguna vez llego a recordar.
Marinette miraba con coraje e impotencia a la pelinegra frente a ella y su mejor amiga mientras mordía su libro de historia.
Se sentía tonta de tantas maneras, justo esa mañana había despertado mas temprano para poner un poco mas de arreglo en su persona y aunque sea así tener un poco mas de confianza para hablarle a Adrien, pese a que todos los días se levantaba con la esperanza de perder la pena y tiene runa conversación con el rubio, Marinette comenzaba a hacer mas que solo palabras de aliento y sentirse bonita era una de ellas.
Soltó el libro cuando noto que la pasta comenzaba a hacerse blanda para después morder su labio inferior abrazándose levemente a si misma mientras seguía observando a la despampanante pelinegra hablando con el chico del cual gustaba, fue como si aquellos veinte minutos frente al espejo arreglándose no hubieran valido la pena si al final había alguien mas linda. A veces soñaba con ser igual a Ladybug de segura y poder hacer lo que quisiera sin su torpeza e inseguridad de por medio.
Detestaba tener que dividirse y mostrarse fuerte bajo una mascara, pero era entendible, apenas era una chica joven que aprendía quien era y le resultaba difícil saber quien era realmente. Pero lo que era mas difícil era no poder evitar compararse con otras chicas, como la despampanante heredera Bourgeois o hasta Lila, que aunque le parecía horrenda por dentro, no pasaba por alto su belleza exterior.
Suspiro pesadamente. Cada día era una batalla constante al sentir que no era lo suficientemente buena en su forma civil como lo era siendo superheroína.
— Basta, Marinette. — rodó los ojos Alya al notar la pesadumbre de su amiga — La acaba de presentar como su mejor amiga de la infancia, no su novia.
La azabache rodó los ojos mientras observó a la nueva chica que estaba sentada sobre la mesa de Adrien y Nino riendo con Chloé y varios de sus compañeros alrededor.
— También es amiga de Chloé. — Resaltó obvia — ¿Qué podemos esperar de alguien así? — quedó muda unos instantes pensativa — ¿Y si lo está acosando y él solo trata de ser amable?
Alya le dedicó una mirada ingenua.
— No parece estar siendo acosado. — Regresó la vista a la pareja y ahora el rubio la abrazaba con efusividad mientras parecía decirle algo a Chloé, a lo cual Marinette apretó más el agarre a su libro.
— Es que agh — Gruñó frustrada dejando caer su cabeza hacía adelante — ¡¿Acaso ya la viste Alya?! — señaló a la ojiazul de forma discreta — ¡Es literalmente una diosa! ¿Cómo podría competir contra eso? — Terminó con un tono desanimado y la morena, entendiendo mejor a su amiga, cambió su expresión confusa por una suave sonrisa.
— Con seguridad y siendo tú misma. — la abrazó por los hombros — Tal vez sea muy bonita, pero puede que no sea lo que Adrien busca. Siempre recuerda que un cerebro vale más que una cara bonita.
Marinette pensó sus palabras y sonrió más animada. Tenía razón, allí estaba el caso de Lila que por más bonita que fuera, su personalidad nefasta nunca encajó con Adrien.
En tanto, a varios lugares de allí se encontraban los tres mejores amigos de toda la vida junto a varios compañeros de clase que comenzaban a dispersarse por el aula.
¿Entonces, si te quedarás en Françoise Dupont? — preguntó emocionada la rubia a lo cual Isabelle asintió igual de entusiasta.
— Me encantó todo. — Sonrió — Y aunque no fuera así. — Admitió — Aún sigo con el trámite de inscripción entonces vendré a clases oficiales a partir de mañana.
Marinette al escuchar eso a lo lejos dejo caer su cabeza en su pupitre rendida.
No quería tener que soportar a esa chica todos los días. No podía evitar recordar a Lila, ambas lucían muy hipócritas, buenas y lindas al principio pero terminaban siendo unas estiradas, pero al menos Isabelle no era una mitómana.
Cuando Adrien las presento se portó amable pero podía sentir esa mirada de superioridad emanando de la modelo, a menos de que se estuviera volviendo muy paranoica, no se sentía cómoda con ella.
Por otro lado, la rubia de vestimenta amarilla les avisó al par bicolor que iría al baño a revisar su maquillaje antes de que llegara la maestra dejándolos solos haciendo que casi al instante Isabelle mirará con una sonrisa traviesa al rubio.
— ¿Qué sucede?
— ¿Y... qué haremos el fin de semana? — Él alzó una de sus cejas haciéndola bufar — En serio quiero un croissant y una buena foto en la Torre Eiffel.
— Tu mandas. — La señaló con una sonrisa.
— Bueno, entonces pasas por mí y Chloé al hotel, ¿llevaras más amigos? — Se inclino un poco hacía él buscando más comodidad mientras que Adrien se sintió incomodo por su anterior pregunta.
Creyó que solo serían ellos dos. Era muy diferente a cuando hablaba con ella, — pues aunque era un poco tímido aún así había una gran diferencia a cuando había una muchedumbre — además, no sabría a quien más invitar mas que a Nino.
Con Chloé eran muy distintas las cosas, se habían distanciado con los años teniendo personalidades y actitudes muy contrarias como para tener conversaciones tan intimas o siquiera casuales por mas de diez minutos, pero la seguía apreciando a pesar de todo, y estaba seguro que ella igual dado que nunca paraba de repetírselo junto con abrazos y muestras de cariño, y siendo sincero se sentía pésimo al no poder regresárselo igual, pero ella era inteligente y lo conocía, no pedía nada a cambio, por ella estaba bien así, tampoco era fan de recibir exageradas muestras de afecto.
En cambio, con Isabelle las cosas eran diferentes por como ella sobrellevaba su personalidad tímida, pues la pelinegra era la parte extrovertida que lo alentaba a hablar y preguntaba sobre sus cosas o algunas veces solo ella era la que hablaba y estaba cómodo de cualquier forma, pues tenían muchas cosas en común, y aunque su contacto no fue mucho aún podía sentir su vinculo muy fuerte, era de esas personas que por mas tiempo que pasase en un simple reencuentro podría actuar como si se hubieran visto el día anterior.
— A-Ah... Claro. — Mintió fingiendo despreocupación — Pero creí que querrías seguir poniéndote al día.
— Ay, tiempo sobra. — Hizo un levantamiento de hombros — Quiero conocer a tus amigos y de Chloé, por supuesto.
El rubio se sintió avergonzado. Ella era tan autentica y burbujeante mientras que él era todo lo contrario a lo que pensaba. No es que le desagradaran sus compañeros pero en aquellas reuniones no solía ser muy participativo.
Asintió a tientas.
— Seguro, le diré a Nino, tal vez lleve a Alya y Marinette. — Isabelle alegre con su respuesta asintió con una sonrisa para después dejar un beso en su mejilla para finalmente abandonar su salón de clases.
Marinette miraba furiosa a la chica, como si sus ojos fueran dagas imaginaba cómo estás estaban atravesando a Isabelle por completo a la vez que tenía la fantasía de como esta podría ser víctima de un akuma y ella en su alter-ego tendría que patear su trasero. Esas y miles de otras circunstancias pasaron por su mente hasta que fue sacada de sus pensamientos por la morena a su lado.
— Hey, Marinette — la llamo por tercera vez cansada la de lentes al caer en cuenta que su amiga estaba ida con la mirada fija en la chica Van-Cleef.
— ¿Eh? — Reaccionó aún algo desorientada — ¡Ah! Si, ¿que sucede? — Puso una sonrisa nerviosa haciendo que Alya frunza el ceño.
— Los chicos preguntan si queremos ir de paseo con ellos e Isabelle... — recalcó el nombre de la pelinegra de forma discreta y así advertirle de su presencia — El sábado por la tarde.
Marinette quiso hacer una mueca de disgusto pero logró contenerla y en su lugar puso una fingida mueca triste.
— Mmm no creo, prometí cuidar a Manon...
Adrien al escucharla su expresión cambió a una decepcionada. Quería que Marinette conociera más a Isabelle, pues al ser esta la primer amiga que hizo por su cuenta le gustaría poder integrarla al "grupo" por así decir. Sabía que se llevarían muy bien pero por alguna razón la azabache parecía querer evitarla. Cuando las presentó en el corredor hace unos cuantos minutos mientras Isabelle se mostraba emocionada, Marinette parecía incómoda y cortante. Y él sabía que lo de Manon solo era una excusa para no ir con ellos; en otras reuniones la llevaba con ella y la niña se acoplaba con todos perfectamente que nunca fue incomodo o estresante. Más sin embargo prefería no insistir con el tema, sus razones tendría.
Mientras tanto la azabache maquinaba un plan en su mente mientras una minúscula sonrisa malvada iba asomándose, Marinette no iría pero Ladybug si.
— No te tortures con eso. — Su concentración fue interrumpida por una morena de mechas rojas — Mejor concéntrate en algo más.
Alya le regaló una sonrisa comprensiva a su amiga mientras que Marinette parpadeo algo aturdida regresando a la realidad, suspiro hondo prefiriendo disfrutar su tiempo libre antes de quitar la vista completamente del grupo de amigos a lo lejos, el cual era conformado por Adrien, Chloé, Nino, Kim, Max y como no, Isabelle, la cual a brincos presumía los papeles con su inscripción hacía el grupo.
— Quisiera saber de que están hablando. — Dijo después de un rato nerviosa sin dejar de mover sus piernas.
— Podrías saberlo si no te pusieras nerviosa frente a Adrien. — La de lentes le reprochó mientras que la peliazul prefirió callar ante el gran punto de la morena.
Para distraer a su amiga, Alya cambio la charla con todas las demás chicas del grupo y Marinette solo escuchaba sin ser tan participativa como otras veces mientras seguía dando varias miradas de reojo al rubio de sus sueños hasta que fueron interrumpidas por cierto pelirrojo.
— Eh... hola. — Saludó tímido, como siempre.
— ¡Hasta que apareces! — Hablo Alya con sarcasmo — ¿Por qué te perdiste las primeras clases?
— Me quede en el salón de arte, el profesor quería hablar conmigo, el colegio hará una exposición de arte y quiere que traiga varios de mis trabajos... — Relató con una minúscula sonrisa en cambio las chicas de su aula lo llenaron de felicitaciones aunque algo agobiado por la atención cambio de tema señalando al grupo que antes Marinette acosaba — ¿De qué me perdí?
— Pues, aunque suene loco, Chloé nos cayó la boca y sí tiene más amigas. — Señaló al par mientras que Nathaniel miró a la pelinegra con el ceño fruncido.
— ¿Quién es y por qué me resulta tan familiar? — Ladeó un poco su cabeza.
— Isabelle Van-Cleef-Arples, actriz y modelo de descendencia mitad rusa mitad parisina. Su color favorito es el azul, y su comida preferida la pasta, habla francés, ruso, italiano, e inglés. Es fanatica de las carreras de autos y el baseball, también es hija del dueño de la marca de joyas Van-Cleef y también es amiga de Adrien y Chloé desde niños. — Juleka terminó dando una gran bocanada de aire mientras que todos los presentes la observaron con asombro, casi nunca hablaba y de repente les soltó una biblia con información sobre la recién llegada. Su rostro se puso colorado casi de inmediato — ¡Perdón! — Se cubrió con su cabello — Soy una admiradora, pero me avergüenza acercarme. — Rose puso una mano en su hombro con una pequeña sonrisa.
— ¿Van-Cleef? — Nathaniel abre los ojos sorprendido — Es una de las personas más ricas del país, su padre literalmente compra joyas para hacerlas más caras y después venderlas, y no solo una, miles. — Su expresión asombrada cambió a una de desagrado — Debe ser igual de estirada que Chloé.
— No... — lo contradice Rose — Es muy linda de hecho, — Saca una hoja de su cuaderno — me dio un autógrafo para Juleka.
— A mi también me dio uno. — Aludió Mylene a lo cual Alya se cruzo de brazos.
— Yo también quería uno. — Le susurró a Marinette y esta simplemente se encogió en su lugar algo avergonzada.
Opiniones e ideas corrían de un lado al otro por toda el aula iniciando debates innecesarios, tranquilos y otros no tanto. Y eso que apenas tenían quince minutos de clase.
Adrien prefería mantenerse al margen mientras oía los puntos de vista de sus compañeros y al ser alguien fácil de convencer después de un buen rato ya no sabía por cuál decidirse.
Todo comenzó hace un mes cuando la maestra de literatura, la señorita Bustier, prometió hacer que sus nuevas lecciones traten sobre libros clásicos y con el mes de octubre a la vuelta de la esquina decidió pedir lectura de "El monstruo Frankenstein". Hubo quienes pusieron su alma en la lectura y lo leyeron de principio a fin mientras que otros simplemente optaron por busca resúmenes en internet, mirar reseñas o la película.
Y sin duda los que se mostraban más intensos con el tema eran lo que claramente habían leído como se les pidió lanzando argumentos claros y convincentes.
— Ya, tranquilos. — Se mostró una risueña mujer pelirroja de mediana edad frente al salón — Me alegra que tengan sus propios ideales y posturas sobre esto porque siempre fue un relato controversial que dividía a la sociedad en distintas opiniones. — Hablo mientras veía con detenimiento la pasta negra con su tonos verdes desgastada — Y me parece que... Nos dejó una importante lección, en muchas formas.
El rubio ojiesmeralda se acomodó en su asiento atento mientras recargaba la llama de su mano sobre su mejilla atentó a todo lo que salía de la boca de la mayor. Le encantaba su clase, y la forma en la que esa mujer vivía por la lectura y le apasionaba dar lecciones, no solo educativas sino también morales, por alguna razón siempre salía más motivado de sus clases o con alguna buena enseñanza sobre la vida desde una perspectiva adulta.
— A lo largo de la obra podemos ver cómo este... "monstruo" es juzgado por su apariencia física y peor aún cuando se descubre su proveniente. — Caminaba de largo analizando todo lo que estaba por decir — Lo vemos sufrir, a su modo, y desquitarse de igual forma con actos horribles y esto solo nos hace ver lo lejos que puede llegar una o en este caso, varias personas rechazadas. — Hizo una pausa — ¿Cuántas veces no hemos juzgado un libro por su portada? — Como ejemplo levantó el libro como ejemplo, descuidado y sencillo, sin nada en especial — O una persona. — Aunque la mujer miraba a todos en general, para Marinette era como si ese reproche fuera solo para ella, fue un golpe bajo a su moral — Hay quienes no estarán de acuerdo conmigo, porque creen que merece sentirse así como un castigo de su abominable existencia, pero ¿por qué? — Preguntó al aire y nadie en especial — ¿Era el monstruo Frankenstein el verdadero villano de esta serie?
Aquella pregunta dejó mudos a todos en aquel salón haciendo que la de traje azul cielo sonriera satisfecha al crear una nueva incógnita que pese a los años sigue sin dejar de ser un debate.
Nuevamente el aula del volvió un batallón dividido en dos bandos con opiniones distintas y contarías. Por un lado se le culpaba al pueblo por juzgar sin conocer y sembrar maldad y despecho en la criatura mientras que otros peleaban por no victimizar al monstruo puesto que se deja en claro que era algo con consciencia propia y así era consiente de sus actos.
— Silencio. — Los mandó a callar la mayor con voz autoritaria — Me gustan sus teorías y argumentos. — Admitió — Pero dejaron de ver lo importante, en quien desde un principio debió recaer la culpa... — Creo tensión en el ambiente — El doctor Víctor Frankenstein.
Entonces nuevos intercambios de palabras llegaron donde ahora la mayoría concordó en que aquel hombre era en su mayoría culpable por jugar con algo tan delicado como lo era la vida y la muerte desencadenando algo que ni siquiera el podría controlar.
— ¿Y esto, no les recuerda a un caso en especial?
Nuevamente la clase quedó pensante hasta que poco a poco varios alumnos llegaban a abrir sus bocas con asombro al saber adonde quería llegar la señorita Bustier con todo el asunto y tanta reflexión. En tanto, pocos eran los que aún rascaban sus nucas dándole vueltas al asunto sólo queriendo imaginar de que hablaba en realidad, entre los cuales se encontraba él heredero Agreste.
— Nuestra sociedad vive culpando a las víctimas, a los títeres de un personaje que se esconde detrás de ellos para buscar un lucro propio y egoísta. — Señaló el gran ventanal a su lado dejando muy en claro su punto.
Y así fue como todos estuvieron seguros de que hablaba justamente del villano que atormentaba Paris. Y las similitudes los inundaron.
Para ese entonces, Adrien comprendió lo que la pelirroja quiso demostrarles. Recordó instantáneamente el reportaje que pasaron por las noticias hace unos días, el cual, consistía en entrevistas a personas anónimas de cualquier rango u posición donde les preguntaban su postura frente a los akumatizados.
Y tristemente muchas concordaron en lo peor. Decían que era culpa de las personas por cargar sentimientos tan fuertes, otros decían que por acceder tan rápido a los deseos de una hermosa mentira. El chico al principio se defendía y evitaba el tema con la leyenda "no me ha pasado, no se que se siente, no puedo opinar" pero casi como flashes recordaba la sensación del control mental en el fue sometido de tantas veces que salvaba a su Lady y reconocía que no era algo a lo que simplemente podías decir "no, gracias" y simplemente rechazarlo, más cuando estas en un estado tan vulnerable cómo es la ira o la tristeza.
No era culpa de nadie más que de Hawk Moth.
Si un perro rabioso ataca a otro y este fallece es culpa del dueño por soltar la correa.
— Los libros no son sólo historias, son realidades, crudas verdades que tenemos a nuestro alrededor.
Al instante en que la señorita Bustier dejo de hablar, Max se puso de pie dispuesto a dar su opinión — como siempre —.
— Confirmó esta información. El setenta y tres por ciento de akumatizados han afirmado perder completamente el control de sus cuerpos y ser controlados mentalmente... De igual forma con estudios científicos se ha probado que una tercera parte de este porcentaje ha tenido amnesia y ni siquiera recordaban hablar con Hawk Moth.
De pronto, antes de que el moreno pudiera continuar fue interrumpido por una rubia con una mirada ansiosa de pie justo en el marco de la puerta.
— ¿Qué han visto? — Preguntó rápida y despreocupada.
El de vestimenta verde, irritado por su interrupción miró mal a Chloé para después rodar los ojos y seguir con lo suyo como si nada ignorándola.
— En conclusión: Hawk Moth juega el papel de Víctor Frankenstein, mientras "El monstruo" somos todos los que hemos sido akumatizados.
— Ah, nada. — Soltó aburrida y sin importancia para después salir del aula despreocupada.
— ¡Hey, espera! — Los gritos molestos de la señorita Bustier fueron inútiles haciéndola refunfuñar por lo bajo y que Kim soltara una leve risa.
A unos metros del salón de clases, Isabelle caminaba a paso tranquilo observando los pasillos cerca del salón de Chloé, la acababa de dejar hace un par de segundos después de que ambas se dieran cuenta de que la hora de entrada para la rubia ya había avanzado bastante y como pudieron corrieron hasta el aula.
Todo estaba tranquilo hasta que escucho unos zapatos de tacón muy reconocidos para su oído detrás de ella haciéndola girar sobre su hombro con curiosidad.
— ¿No tenias clase? — Preguntó confusa.
— No me dejaron pasar. — Mintió.
— Oh por... Ay, no. No te preocupes, yo hablaré con tu profesor y me echaré la culpa.
Comenzó a ir en dirección cintaría pero no pudo llegar muy lejos puesto que Chloé la sujeto del brazo deteniéndola.
— No te preocupes. Igual tengo que seguir educándote. — Enlazó su brazo al de Isabelle comenzando a caminar — Te prepararé para entrar a la jungla con armas. No esperes que sea como esas películas americanas donde el nuevo es guiado por un estudiante excelente y hay etiquetas por todos lados dividiéndose en grupos por la cafetería.
Isabelle soltó una larga carcajada mientras veían como varios chicos de otros grados salían de sus aulas para disfrutar su descanso.
— Mira, Adrien inocentemente te presento primero a lo peorcito de nuestro salón: La cuarto ojos chismosa, la panadera y el DJ sin ritmo. — Hizo una mueca de desagrado mientras que Isabelle la miro con reproche — ¿Que? Mírame cómo quería pero es verdad — Agh, también está la pesada de Alix, la boba de Mylene y su novio gorila... Ni siquiera vale la pena mencionar a los demás. — Mencionó resignada — El único pasable es Kim, está enamorado de mi y hace lo que quiero.
Isabelle volvió a mirar de mala forma por jugar así con un chico que la quería pero nuevamente fue ignorada. Chloé pensaba en que los únicos amigos decentes y de su clase que podía presentarles eran los chicos del club.
Amaba a Chloé aunque a veces solía ser algo... ni siquiera podía describirlo. Entendía sus razones para actuar así, no la juzgaba, ya que fue la única forma en la que pudo sobrellevar el asunto de su mamá pero no era la forma correcta y no sabía cómo hacérselo entender.
De pronto, Isabelle saco una gran bomba para la cual, la rubia no estaba preparada.
— ¿Y Sabrina? Me gustaría saludarla.
Claro que Isabelle tenía en cuenta quien era la otra mejor amiga pelirroja de Chloé, alguna vez hablaron por video llamada cuando aún están lejos y aunque se presentara como una de las amigas de Chloé está la negó rotundamente y aunque Isabelle sabía que eso no era verdad aún no estaba preparada para preguntarle aún porque hacía algo como eso.
La rubia, en cambio ignoró la pequeña puntada en tu corazón e inmediatamente colocó una mueca de fastidio.
— Agh, se fue...
— ¿Adónde? ¿Por qué? — preguntó extrañada.
— ¡No lo sé! — Levantó uno de sus brazos al aire y lo dejó caer sin ganas — ¡Yo era su diosa hace una semana! — Refunfuñó— Y huyo con mi dinero.
— ¿Te robo?
— Algo así... — Suspiro — Desde que la panadera le dio lecciones de autoestima me hizo comenzar a pagarle por hacer mis tareas. — Explicó rápido — Le pegue por adelantado para todo el semestre y puf, desapareció.
— Agh, eso apesta... — Hablo con cierta molestia y sin una pizca de lástima hacia la pelirroja por el trato que alguna vez recibió por Chloé — Que lastima, de verdad lo lamento.
— Al menos ahora te tengo a ti y tú si eres mi amiga.
— Eso ni lo dudes.
Ambas se sonrieron con sinceridad y cariño tomándose de las manos.
El par siguió charlando y caminando por la institución los minutos restantes de la clase de literatura hasta que la hora de química llegó y esta vez Chloé tuvo que dejarla alegando que esa maestra era de lo peor y no quería problemas con ella sin Sabrina ahí que pudiera explicarle los temas complicados ni haciendo sus deberes por lo que debía ganársela.
Isabelle no se opuso, la dejo ir igual diciéndole que estaría rondando un poco más y después iría al hotel para espérala.
~ EDITADO
Perdón si el principio
está al soso pero quería
darle un poco más de
profundidad a los personajes
y más "introducción"
P.D: El outfit de multimedia
Es la ropa característica
de Isabelle así como
todos los personajes
tienen sus atuendos
característicos .
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