𝟬 𝟭. 𝗥 𝗜 𝗚 𝗛 𝗧 𝗛 𝗘 𝗥 𝗘, 𝗥 𝗜 𝗚 𝗛 𝗧 𝗡 𝗢 𝗪 𝗜

𝗛 𝗔 𝗧 𝗧 𝗜 𝗘' 𝗦  𝗣 𝗢 𝗩:

—Mierda...

Musité al escuchar el timbre fuera del lugar donde ahora vivía.

— Mierda, mierda.

Me levanté rápidamente colocandome mis tenis sin amarrarlos correctamente y así salir.

Hace dos semanas que ordené ropa y maquillaje online, se que no debería haber problema con eso, sin embargo, mis padres no opinan lo mismo.

Cuando tenía cinco, mis padres optaron por separase ya que según ellos, "no se entendían". O bueno, eso es lo que le dijeron a la niña de cinco en ese entonces. Fue así como mi padre se fue hacía Nueva York dos meses después, y ahora se encuentra en Italia justo donde yo también estoy ahora.

Llegué a esta base militar hace dos años, cuando tenía solo doce, si no fuera porque mi padre ganó mi custodia, probablemente estaria en Navy Pier pasando tiempo con mi madre, y ahora, solo tengo que soportar los regaños de él y su ahora esposo.

Sí, he sido la rara desde que llegué aquí solo por el hecho de que ahora tengo dos papás, es raro, lo sé, e incómodo. Ser la única chica en plena adolescencia viviendo en la misma casa que ellos dos es raro.

— Tienen un paquete.

— ¿Qué?, nosotros no hemos pedido nada.— Respondió mi padre apresurado.

— Está a su nombre.— Dijo la persona fuera de la casa, justo quién vino a avisarnos.

— No importa, iré a ver.

— No, espera.— Interrumpí su caminata.— Yo iré a arreglar eso, tu puedes ir a tu entrenamiento ya, no pierdas tiempo, te conviene.

— ¿Estás segura?, creí te sentias mal.— Preguntó con confusión.

Y sn cierto modo, él tenía razón, había fingido tener dolor de estómago para así faltar a la escuela y estar en casa justo al momento de que mi pedido llegara.

— Sip, totalmente, ya me siento mejor, yo arreglaré eso, puedes irte.— Dije dandole leves empujoncitos.

— Bien, volvemos en la noche, hay comida en el refri, si necesitas algo no dudes en buscarme.

A pesar de tener restricciones conmigo, una parte de el sabe que no me interesa ser quien él quiere, aunque debo mencionar que es culpa de su esposo.

Sonreí.— Sí, lo haré...—Me acerqué a dejarle un beso en la mejilla.— Ahora vuelvo.

Dicho esto, salí corriendo en direccion a la entrada de la base, justo ahí se encontraba el paquete. Suspiré aliviada. Si mi padre se hubiera enterado sobre lo que pedí me habría tocado un regaño que ni el mismo toleraría.

— ¿Ya firmaste de recibido?.— Le pregunté al militar que se encontraba ahí mientras revisaba que era mi pedido. Este asintió.- Bien, gracias.

Volví a sonreír, pero a diferencia de hace un rato ya estaba más tranquila, lo que me llevó a solo caminar de regreso mientras miraba el paquete recibido. Efectivamente, era mi pedido.

Caminé a lo largo de la base mientras mantenía mi paquete en una mano y con la otra bajaba los lentes de sol que ya traia sobre mi cabeza, el sol en Italia era con estar en el mismo infierno.

Entré a casa, y sí, ya estaba sola. Me dirigí a mi habitación no sin antes cerrar la puerta principal y la de mi respectivo cuarto. Coloqué el paquete en mi escritorio para asi tener las manos libres al ir a buscar unas tijeras.

Regresé hacia donde dicho paquete estaba para comenzar a retirar la cinta que lo protegía para así no romperse y que los productos lleguen mal. Corté la parte de arriba antes de asomarme por este y sacar su contenido. No hay mucho que decir, solo era ropa y paletas de sombras para los ojos, dos, para ser exactos.

Tome la ropa mientras la estiraba para ver su tamaño, había estado comprando en linea desde que llegué, así es que se cual es mi talla en realidad; Después, tomé el maquillaje, ambas cosas debía esconderlas bien, pues si la descubrían alguno de mis padres me lo confiscarían.

Saben que es un estereotipo, ¿cierto?. Eso de que las niñas van de rosa y los niños de azul, que las mujeres cocinan y lo hombres conducen. Pues mis padres son todo lo contrario. Debo de ser como es un niño para ellos. No debo vestir rosa, usar maquillaje o usar una falda. Ya es demasiado tener el permiso de haber decolorado mi pelo, de vez en cuando lo pinto de rosa, o azul, si es que mis padres me lo pedían. Ellos quieren que sea como una copia exacta de sí mismos, ser una militar y entegar mi vida por la nación, mientras que yo solo quiero hacer cambios, como ser diseñadora de imagen, convinar ropa y maquillaje, lo que mas amo en la vida, hasta este momento.

Levanté mi mirada alejandola del maquillaje, por la ventana de mi habitacion podía ver a un chico con su mirada sobre mi, subí mis lentes de sol sobre mi cabeza otra vez y por ultimo, lo mire con una mueca de confusion. Acto seguido, él se levantó y se fue.

Me encogí de hombros y coloqué lo recibido sobre una caja con el nombre de "Problemas cientificos" pegado con cinta, es la única forma en la que no se fijarían ni verían que hay dentro, a ninguno de nosotros tres nos llama la atención, ni a mi a decir verdad.

Sacudí mis manos despues de acomodar esa caja de plastico debajo de mi cama, me sentía orgullosa de mi idea al ponerle ese nombre, nadie se enteraría.

La puerta del apartamento sonó, salí en busca de quien era, resulta que esa persona era el mismo chico que me miraba hace un rato.

— Hola.

— ¿Necesitas algo?.— Hablé confundida, no entendía que hacía aquí un chico que nunca había visto.

— Oh, sí, ya sabes, primera vez en Italia-

— Ya veo.— Interrumpí.

Suspira.— Soy Fraser.— Dijo.

— Hattie.— Respondí.— ¿Que necesitas?

— Ush, creí que las bienvenidas aqui eran mejores-

— Bueno, déjame decirte que este no es el mejor lugar, así que, acostúmbrate— Respondí mirando hacía otro lado.

— De acuerdo.— Contesta.— Debo irme, te veré después, Hatts.— Dijo dándose la vuelta.

Cerré la puerta decidida a regresar a mi cuarto, sin embargo, mis pensamientos me interrumpieron.

¿Será buena idea hablarle?, empezamos por el pie izquierdo, debí haberme presentado bien, es tu oportunidad de entrablar una amistad con alguien. ¡Vamos Hattie!, no tarda en ser como los otros, no querrá ser amiga de alguien con dos padres.

— ¡Fraser, espera!.— Grité abriendo la puerta una vez más, este giró a verme a media caminata.

— ¿Si?.— Dijo, ahora el confundido era él.

— Voy contigo.

Sonríe.— Seguro.

Le devolví la sonrisa mientras me daba la vuelta y cerraba mi hogar con la misma llave que intruducí en la bolsa trasera de mi pantalón. Caminé rápidamente hasta alcanzarlo.

— Y... ¿Qué te hizo cambiar de opinión?.

— Como dije, "este no es el mejor lugar".— Respondí.— Debes conocer todo y a todos.

Dije mientras seguíamos caminando, delante de nosotros caminaban tres mujeres. Dos militares y una de tez negra, quien era la madre de una de mis compañeras de la escuela, llamada Caitlin, ninguna de nosotras casi nunca nos hablábamos, sin embargo la conocía por estudiar todos los días de la semana y vivir en la misma base militar. Su madre se dedicaba completamente a atender a su familia, por lo que ella iba vestida como normalmente alguien lo haría.

— De acuerdo, serás mi guía, cuéntame.

— Nunca dije que sería tu guía, solo estoy aquí por si tienes preguntas, yo voy a responder todas.

— De acuerdo, ¿Por qué alguien querría construir la capilla religiosa justo a un lado de la oficina de vivienda?, ¡no tiene sentido!.

— Lo tiene.— Dije.— De verdad, lo tiene.

— Bueno, tiene una cruz muy grande para un lugar que se supone es multi-religioso.— Dijo señalando el objeto antes mencionado. Y tenía razón, la pequeña iglesia se daba a resaltar por la misma cruz café que la adornaba, sin embargo, tenía su razón para estar ahí.

— La mayoría de la gente aquí somos cristianos, es nuestro deber respetar a esas personas que no lo son.

Mientras yo hablaba, ambos continuábamos caminando a lo largo de la base, delante de nosotros seguían la madre de Caitlin junto con las otras dos militares, que hasta el momento, no tenía idea de quienes eran. Pronto Fraser me voltea a ver, pero en vez de realizar una pregunta sobre el lugar, simplemente señaló las gafas que estaban sobre mi cabeza y dijo:

— ¿Puedo?.

— Sí, supongo.— Me las retiré entregándoselas, este se las colocó al instante.

— ¿Dónde estamos?.— Preguntó mirando a su al rededor.

— Justo donde dijiste, la oficina de vivienda, aquí tienen que registrarte y te darán tu ID— Especifiqué mientras me sentaba en las sillas frente al mostrador, un rato después Fraser hizo lo mismo.

— ¿ID?.

— Sí, ya sabes, tú identificación para entrar y salir, o hacer las cosas sabiendo quién eres.

— De acuerdo, ahora vuelvo.— Dijo levantándose rápidamente.— Saldré genial en esa foto.

— Espera, no lleves los lentes.— Interrumpí su camino.

— ¿Por qué no?.

— Son las reglas, Fraser. No lentes.— Dije

— A la mierda con las reglas.— Dijo ignorando lo que había dicho anteriormente e irse.

Solté un suspiro seguido de levantarme para ir detrás de él, me dirigí a la habitación donde se encargaban de tomar las fotos, lo miré desde afuera cuando él ya estaba sentado frente al hombre que lo regañó por lo mismo que yo hace un rato.

— Lentes fuera...

— Puedes ver mis ojos.— Dijo Fraser bajando estas por el puente de su nariz.

— ¿Es tu primera vez en una base militar?, la política es: no lentes de sol, muestra un poco de respeto, chico. Retírate los lentes...—Reí, sabía que lo regañarían, a mi me pasó lo mismo cuando llegué. Creo que todos los nuevos pasamos por esa terquedad.— Y quédate quieto.

El finalmente se las retiró, la foto fue tomada y minutos después salimos de ahí, Fraser devolvió mis lentes por lo que volví a colocármelas como las tenia antes de dárselas, sobre mi cabeza.

— ¿Que escuchas?.— Dije tomando uno de sus audífonos, el cuál no estaba ocupando, lo coloqué en mi oído mientras que Fraser solo se encargaba de ver su credencial.

— ¿Y que acostumbran a hacer aquí?.— Pregunta bostezando, y totalmente ignorando mi pregunta. Igualmente ya estaba escuchando lo mismo que el, y no estaba tan mal.

— Nada en realidad. Bueno... a veces los chicos van a la playa, o de fiestas, pero yo nunca voy con ellos.

— ¿Por qué?.

— No responderé esa pregunta.— Dije mirando al frente.

— Dijiste que responderías todas.— Alega.

— Sí, pero todas acerca de la base, no sobre mi.

— ¿Qué?, ¿no tienes amigos con quien pasar rato?.

Por su pregunta, solo lo miré directamente.— No voy a responder esa tampoco.— Dije caminando más rápido.

— ¿Entonces eso es?.— Pregunta corriendo hasta llegar a mi lado.

— Dije que no lo voy a responder, Fraser.

— Vamos Hatts, creí que ya eramos amigos.— Me mira, para este punto, había demasiada confianza, a pesar de haber empezado mal nuestra primera conversación.

— ¿Lo somos?.— Dije deteniéndome, pues había un grupo de militares jugando basketball delante de nosotros.

— Para mi, sí.

— De acuerdo.— Me encogí de hombros.— Si tu lo dices

— ¿Lista?.— Me dice de la nada.

— ¿Lista para que?.

— ¡Para correr!— Exclamó tomando mi muñeca para jalarme y comenzar a correr entre la cancha y la gran cantidad de militares que ahí estaban, causando que chocáramos con algunos de ellos.

— ¡Hey!, ¡espera!— Grité en medio de la risa, pero aún para seguir corriendo.

— No me culpes, te pregunté si estabas lista.— Dijo una vez ya habíamos atravesado la cancha.— Y el que calla, otroga.

— Sí, pero no me dijiste para qué.

— Como sea, te lo pregunté, tu fuiste la que no dijo nada.— Reímos.

Continuamos con nuestra caminata, comenzaba a tener más confianza en él, por lo que mientras me daba la vuelta para caminar de reversa y así poder verlo dije:

— Bien, me presento mejor, fui un asco hace rato, soy Hattie Brown, y estoy aquí para darle un paseo de bienvenida por esta base militar ubicada en el centro de Italia.— Dije, en un intento de sonar formal, tal vez no lo logré, pero estuvo mejor que hace un rato.

Reímos.— ¿No se supone que deberías estar de la escuela?.— Dijo al ver que esta se encontraba al lado nuestro.

— Se supone.— Afirmé.— Pero a veces lo único que quieres es faltar, y lo haces.

— ¿Por qué?.

— ¿Que dijimos de las preguntas sobre mi?.— Respondí mirándolo.

— Lo olvidé, lo siento.

— ¿Quieres entrar?.— Hablé con una sonrisa.— La jornada está terminando como puedes ver, así que puedo cubrirte.

— ¿En serio?.

— Sí, las profesoras son más fáciles de engañar.

— De acuerdo.

— Espera.— Dije estirando mi mano para colocar mi brazo a la mitad de su cuerpo evitando que entrara aún, pues había varios chicos saliendo.— Ya.

Entramos rápidamente, pasando por la oficina de las encargadas de nuestra preparatoria y quedándonos quietos en una de sus paredes laterales, de esta forma no nos verían.

— Corre.— Dije, dándole a entender que siguiera su camino.

— La registradora electrónica suponía hacer nuestro trabajo más simple.— Escuchaba a las encargadas dentro del lugar.— Ya tienes que enviar la noticia del trabajo de anti-terrorismo para la siguiente semana.

— Sí.— Respondió la otra, aquí era muy usual entregar trabajos sobre la base.

— Oye, nunca adivinarás quien ha entrado.— Le dice una a la otra. Mierda, ¿será que nos vieron?

— ¿Quién?, ¿el hijo de la nueva comandante?, ¿cuál es su nombre?, ¿Fraser Wilson?.

Wilson... No digan mierdas.

Desde hace semanas que todos estaban estresados por darle una buena bienvenida a la nueva comandante Sarah Wilson, escuché demasiado de ella durante las últimas semanas, pero escuchar esa conversación parecía indicar que Fraser es hijo de Sarah, ¡He estado hablando con el hijo de Sarah Wilson! podía meterme en problemas con el más mínimo error.

— "El loco Wilson", deberías ver cómo está vestido.

Aquí es dónde me pregunto, ¿Que tiene de malo la forma en que nos vestimos?, solo es ropa y ya. Nada extraño.

— ¿Que estás escuchando?.- Habló Fraser regresando conmigo de la nada, ante esto dí un salto.

— ¡No me asustes así!.— Susurré golpeando su hombro.

— No estés de chismosa y vámonos.

— Bien...- Comencé a seguirlo. Después habrá más tiempo para preocuparse sobre él y su mamá.

— No veo a nadie, verás que solo ha sido un rumor.— Alcancé a oír a la encargada hablar.

— Déjame solo ir a ver, solo esperemos que no sea uno de esos Neoyorquinos.

— No lo sé, tal vez solo está perdido...

Publicado: 4 de Octubre, 2020
Actualizado: 10 de Enero, 2023
Actualizado 2: 26 de Mayo, 2023

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