𝟎𝟒
Todos estaban en el taller. Era la ocasión perfecta pará qué Brian enseñará a Isabella algo de los autos, y por supuesto ella estaba bastante contenta.
—¿Tienes grandes planes está noche?— preguntó Dom, sabiendo la cita de su hermana y el rubio.
—Saldremos a cenar— le respondió el.
—Si la partes el corazón, te rompo el cuello— le advirtió Dom mirándolo.
—Eso no pasará, estoy segura— le dijo Isabella.
—Y no creas qué no se cómo miras a Isabella— Dom apartó su mirada agachando la cabeza, mientras qué Brian no dejaba de mirarlo.
—Papa, no es necesario— murmuró Isabella.
—Quiero mostrarte algo— dijo Dom intentando evitar el tema.
—Ire con ustedes, necesito ayudar a Mía— los dos asintieron.
Después de unos minutos llegaron a la casa de los Toretto. Isabella se despidió de ambos, para después ir hacia la habitación de Mía, qué está le abrió bastante emocionada.
—¿Cómo te sientes?— preguntó Isabella bastante emocionada.
—Estoy muy contenta, Isa— dijo Mía mientras sacaba los vestidos de su armario, para enseñárselos a la chica—. Necesito qué me ayudes con esto, se ve qué eres bastante buena en la moda.
—Por supuesto, seré amantes de los autos. Pero mi gusto por la ropa es lo qué más me emociona— Isabella empezó a mirar todos los vestidos—. Es como lo segundo de mi lista de cosas favoritas, claro en primer lugar están los autos.
—No puede ser, Dom llevó a Brian al taller— dijo Mía mirando por la ventana.
—¿El taller?— preguntó Isabella confundida.
—Si, es un lugar especial pará mi hermano. Debe tener mucha confianza a Brian, para llevarlo ahí— Isabella se sorprendió, tal vez Dom si le tenía bastante confianza a Brian—. Espero qué también a ti, es un lugar muy especial para el.
—Eso espero— murmuró Isa, pará después enseñarle el vestido qué había elegido para ella—. ¿Te gusta?
—¡Me encanta! ¡Gracias, Isa!— Mía lo tomó para después cambiarse al baño.
Después de unos minutos, Mía salió del baño mostrándole el vestido a Isabella. Ella aplaudió bastante emocionada. La empezó a maquillar un poco, y después le arregló el cabello, dejándola bastante linda.
—Que te vaya bien, Mía— Isabella la abrazo muy feliz.
—Gracias de nuevo, Isa— se separó de Isa, para después irse con Brian a la cita.
La cita iba muy bien, así qué Brian aprovechó esa ocasión para sacarle más información a Mía.
—¿Y cómo es la historia del equipo?— preguntó Brian.
—Pues esa, es una historia bastante larga— respondió Mía.
—Tengo tiempo.
—Vince creció con mi hermano— Mía empezó a contar la historia, Brian escuchaba con atención—. Aunque el no ha madurado mucho, como puedes ver, y son muy amigos. Letty era nuestra vecina, siempre le gustaron los autos desde qué tenía diez años, y naturalmente pues mi hermano al principio se fijo en ella. Y a sus dieciséis años...
—Y a ella le atrajo Dominic— la interrumpió Brian.
— Así es, se hicieron novios. Pero al final su relación no duró mucho, terminando en el proceso— Mía hizo una pausa pará después decir—. Y no lo sé, últimamente veo como mi hermano se interesa en Isabella, y perdón que te lo diga.
—No te preocupes, yo también me doy cuenta pero con Isabella— Mía lo miró confundida—. Isabella no tiene muy buena experiencia, su primer novio es un tóxico de mierda, que no quiere dejarla en paz.
—¿De verdad?
—Si, aveces me cuesta entenderla, por qué no se cómo ayudarla— Brian suspiro—. No sé si soy un buen padre, es algo que me atormenta todo el tiempo.
—Brian, se ve qué lo eres. Isabella es una gran chica— Brian sonrió por la palabras de Mía—. Y además se ve qué ella está feliz de qué tú seas padre. Te quiere, eso se nota, se ve qué ella no necesita a más nadie, si no a ti.
Siguieron hablando un poco más del grupo. Hasta qué la cita terminó, y Brian llegó a la casa, que por supuesto sabía qué Isabella lo estaba esperando para que le contará los detalles.
—¿Cómo te fue?— preguntó Isa emocionada.
—Bastante bien— respondió el de la misma forma—. Estoy muy enamorado de ella.
—¡Qué emoción!— chilló Isabella—. No sabes cómo me alegra oír eso, papá.
—Isa, ¿Puedo preguntarte?— Isabella asintió confundida—. ¿Estás enamorada de Dominic?
La pregunta de su padre la tomó por sorpresa, aunque debería de admitir qué la esperaba un poco.
—¿Isa?
—No lo sé papá, me da miedo hacerlo— murmuró Isabella—. Aveces tengo miedo. Por qué no quisiera qué, vuelva a pasar lo mismo que paso con David.
—Dude qué pase eso con el— admitió Brian, sorprendiendo a la castaña—. Si estás enamorada de él, no pienso meterme solo qué si llegara hacerte daño, no sé cómo reaccionaría. Pero te apoyaré en todo, ¿De acuerdo?
—De acuerdo, gracias papá— Isabella lo abrazo, para después separarse.
—Mañana quiero qué pruebes el auto— Isabella chilló de la emoción, desde la última carrera en las calles en la cuál fue ganadora, no había vuelto a correr en uno.
—¡Por supuesto! Gracias, papá.
—Ahora a la cama. Buenas noches, pequeña.
—Buenas noches, papá.
Isabella se subió al auto, lo corrió por toda la calle hasta llegar a posicionarse a lado de del auto en el qué estaba Brian, y Dominic. Los dos la miraron fijamente, en su rostro se podía ver la diversión al ver a la chica conducir el auto.
—¿Está todo bien?— sonrió Dominic.
—Perfecto, el auto está increíble— admitió la chica. Brian igualmente sonrió orgulloso de su hija.
—Eso suena bien— le respondió Dom.
—Ahora, los retos— los dos la miraron sorprendidos—. El último qué llegue al bar, pagará la cuenta, ¿De acuerdo?
—Yo digo qué está bien, ¿Qué dices, Dom?— le preguntó Brian.
—No lo sé, creó qué alguien puede perder— la chica enmarcó una ceja, mirando al hombre con seriedad. Dom río ante la mirada de la chica.
—Mejor no vuelvas a subestimarla, Dom.
—Tiene razón, Toretto— al hombre no le dió tiempo de responder por qué Isabella arrancó el auto.
Brian hizo lo mismo, intentando alcanzarla pero Isabella aceleraba más, dejando atrás a los hombres. Volvió hacerlo hasta qué llegó al bar, estacionándose, se bajó del auto sonriendole a los hombres que venía llegando.
—¿Qué dices ahora, Toretto?— se burló ella.
—Esta bien, yo pagaré la cuenta— sonrió Dom. Para después los tres entrar, y sentarse en una de las mesas.
—¿Papa, estás bien?— preguntó Isa unos minutos después.
—Nada, hija. Estoy bien— le respondió el rubio sin mirarla.
—Dinos, es obvio qué pasa algo— Dom se quitó los lentes qué traía.
—Tengo días buenos, y malos como las demás personas— Isabella sospecho algo, era extraño qué su padre estubiera así, casi siempre era ella la de los problemas.
—Brian, no pierdas la calma. Es tu alimento— le dijo Dom.
—¿Alimento? Ni siquiera puedo casi pagar la universidad de Isa.
—Bueno, por algo hicimos la apuesta. Dom pagará— le dijo Isa, intentando cambiar el ambiente.
—Asi es, yo pagaré.
—Ese no es el problema, Dom. ¿No entiendes? No acepto limosna de alguien— Isabella se sorprendió ante la actitud de su padre, era la primera vez que no lo notaba de esa forma—. No la necesito, yo me ganó lo mío cada mes. Pero necesito algo extra para seguir pagando las cosas de Isa, como tú.
—Papa, sabes que puedo trabajar...— Dom la interrumpió.
—¿Cómo yo, Brian?— preguntó Dom algo molesto—. Dime, ¿Qué significa?
—Eso mismo— le respondió el rubio.
—¿Qué significa, como yo?— volvió a preguntar Dom.
—¡No me fastidies!— Brian alzó la voz—. No soy estúpido. Se qué es imposible que puedas pagar todo lo que gastas en motores, Dominic no puedes pagar todo lo que inviertes en los automóviles. Haciendo reparaciones, vendiendo comida, se lo que sea que hagas quiero entrar.
Dom se quedó unos minutos mirando a Brian, sin decir una sola palabra. Igualmente Isabella hacia lo mismo, pero mirando a ambos. Pero sobre a todo a su padre, ¿Desde cuándo se interesa en conseguir algo extra? Desde qué tiene memoria, a ella nunca le ha faltado nada, no entendía cuál era necesidad de conseguir más.
Algo muy malo estaba pasando, y tarde o temprano Isabella necesitaba saberlo.
Dom sacó algo de su bolsillo, para después extenderselo a Brian.
—¿Que es esto?— preguntó Brian mirando el papel.
—Leelo— le dijo Dom.
—¿Para que es?
—Es una dirección— le respondió el, para después comer un camarón—. La carrera del desierto, veremos cómo lo haces, y hablaremos.
—¿Es una broma?— preguntó Isabella ahora subiendo el tono—. Yo tampoco soy una estúpida, se perfecto que están haciendo.
—Debes tranquilizarte, nada malo pasará— le dijo Dom.
—Estas mal— Isabella miró a su padre que estaba aún mirando el papel con la dirección—. Bien, hagan lo qué quieran. Yo me largo de aquí.
Brian sabía las consecuencias qué podrían traer si le decía la verdad a Isabella. No podía perderla, era su mayor adoración, su pequeña hija. El sabía perfectamente lo valioso qué era la confianza para Isabella, y eso la dejaría destrozada, si pierde la de su padre.
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