𝟎𝟑

Isabella estaba en su última clase en la universidad. Al terminar salio hacia la salida, en espera de qué Brian apareciera para buscarla. Hasta qué vio como David Scott volvía aparecer, Isa estaba bastante harta de el, necesitaba dejarle bien claro que no quería nada más con el.

—Isa, ¿Cómo has estado?—preguntó David, haciendo qué Isa rodará los ojos bastante molesta—. Amor, no te pongas así, sabes que te quiero aún.

—Pero yo no, y deberías darte cuenta de eso— Isa empezó a caminar lejos de el, pero el corrió alcanzandola, y tomándola del brazo—. Suéltame, David. ¿Estás difícil entender que no quiero nada contigo?

—No, por qué los dos nos amamos. Por qué estoy seguro que aún me amas, Isabella— forzó más su agarre a su brazo, Isabella sabía que eso le dejaría bastante marcas, ya que tiene una piel bastante sensible—. Y no pienso permitir que me dejes así por qué quieres, por qué primero acabo contigo.

—Estas loco, David— Isabella sintió sus lágrimas aparecer, era la primera vez qué el la amenazaba de esa forma. Isabella intento zafarse de su agarre, pero el no se lo permitía—. Por favor, suéltame, te lo suplico. David no cometas una locura, por favor.

David no le hacía caso, el solamente forzaba su brazo hasta que la empujó al suelo. El la tomó del rostro, para que ella lo mirará, burlándose así en su cara. Isabella sentía como sus lágrimas aparecían de nuevo, era la primera vez que alguien la humillaba de tal forma.

—Eres una maldita perra, no sabes las oportunidades que perdiste por terminar comingo— Isabella negaba con la cabeza con sus lágrimas afuera—. Eres una estúpida que no sabe hacer nada, vas arrepentirte por todo.

—David...

Justo en ese momento llegó el auto de Brian. El rubio bajó rápidamente, tomando al chico de la camiseta, y empezando a golpearlo. Isabella se levantó con cuidado, aún con lágrimas en sus ojos.

—Papa, por favor— sollozó.

Brian no paraba, era golpe tras otro. Veía como la cara del chico botaba sangre por todos los golpes.

—¡Papá! ¡Lo vas a matar!— Isabella gritó, Brian se detuvo mirando al chico qué estaba medio muerto en el suelo.

Brian se levantó, y fue hacía a Isabella, abrazandola contra su pecho. Ella empezó a derrumbarse, quería salir corriendo de ahí, y más nunca ver a David Scott.

—Tranquila, no volverá a molestarte. De eso me voy a encargar.

—No quiero volver a verlo— murmuró.

— Y así será, pequeña. Te lo prometo.

—Te vas a arrepentir de esto, Brian— el adolescente se levantó del suelo, escupiendo la sangre que le salía de su boca—. No sabes con quién te estás metiendo.

—Mejor lárgate, antes que te rompa lo que te queda de cara— gruño el rubio.

—Esto no ha terminado, Isabella— dicho esto David se fué dejando bastante miedo en la chica.


Isabella curaba las heridas qué tenía en su brazo, mientras sentía sus lágrimas nuevamente salir, el dolor era algo insoportable, y no solo físicamente.

—¿Quieres ir a casa de Toretto? Nos invitaron a una cena. Mía dice qué quiere conocerte un poco más— Brian río ante lo último, Isabella no prestó atención a su pregunta—. ¿Isa? ¿Pequeña?

—No lo sé, no me siento para nada bien— murmuró Isa por debajo.

Brian se acercó a ella, y la abrazo nuevamente.

—No debes dejar que eso te afecte, se que fue difícil— Isabella negaba con la cabeza, tratando de aguantar las lágrimas—. Perdóname por no protegerte lo suficiente, pequeña.

—Tu no tienes la culpa de nada, papá. Es la mía por no terminar con ésto antes— sollozó aún abrazada a Brian—. Debí dejarle en claro desde un principio que no quería nada con el.

Se separó de su padre, mientras qué Brian limpiaba sus lágrimas de sus mejillas.

— Ya no importa, y si me gustaría a casa de Dom. Tal vez sería bueno distraerme en algo— Brian asintió aún preocupado—. ¿A qué hora nos iremos?

—En dos horas. Te dejaré un rato pará qué descanses— Isa asintió, Brian se fue dejando sola a la chica.

Las lágrimas volvieron aparecer pero está vez más fuerte. Isa se acostó en su cama, abrazando una almohada, mientras se derrumba en su cama. Era la primera vez en mucho tiempo que se sentía así, no después desde que la nostalgia la atormentaba al saber de la vida de sus padres, aunque amaba que Brian fuera su padre, sin embargo ella quisiera conocerlos, y preguntarles por qué la abandonaron.

Dos horas después, llegaron a la casa de Toretto. Isabella se sintió algo mejor, y también algo feliz de volver a ver a la pandilla que había conocido hace poco, y sobretodo aquel hombre mayor que ella.

—¿Qué tal, Isa?— la saludó Dom.

—Hola, Dom— ella sonrió.

—¿Te gustaría ayudarme en la parrilla?— preguntó Dom, y ella asintió. Empezaron a cocinar el pollo, Isabella era bastante buena en la cocina, hasta qué Dom notó las moretones qué ella tenía en su brazo—. ¿Y esos moretones?

—Yo...— Isabella suspiro ante de hablar—. No es nada, no debes preocuparte, Dom.

—Isabella, vamos. Reconozco esos tipos de moretones— murmuró Dom, Isabella aguantó las ganas de llorar, miró al hombre qué estaba preocupado—. Por favor, preciosa. Dime qué pasó en realidad.

—¿Recuerdas a mi ex novio qué era bastante malo?— preguntó Isa, y Dom asintió—. Pues tuvimos una discusión, y me lastimó. Pero mi padre lo golpeó, hasta cansarse.

—Pues me alegro, por qué si hubiera estado ahí te juró que no estubiera en este mundo— gruñó Dom.

—Tranquilo, igual gracias por preocuparte.

—Haria lo que sea por tí— Isabella sonrío en grande por sus palabras.

—Gracias, Dom.

—¡Mía! ¡El pollo está seco!— gritó Dom después de unos minutos.

—¡Ya voy! ¡Ya voy!— dijo Mía bajando de la escaleras, junto a Jesse, y Brian que traían el resto de la comida, y cervezas.

—No lo está, solo qué no sabes cómo hacerlo— río Isa.

—El lo puede hacer sin mi, Isa. Solo qué el necesita a su hermanita pequeña— le dijo Mía, pará qué después Dom la abrazara.

—Son tan lindos, ¿No es así?— dijo Isa.

—Asi es, son los mejores hermanos— le respondió Letty.

Después de esperar que el pollo estubiera listo, se sentaron en la mesa, Isabella a lado de su padre. Dom detuvo a Jesse, ya que el había sido el primero en tomar la comida.

—Oye, espera. Cómo fuiste el primero en tirar la mano para tomar el pollo, tu darás las gracias— todos juntaron sus manos para escuchar la oración.

—Amado celestial...— dijo Jesse, todos empezaron a sonreír sobretodo Isa.

—Espiritu— le dijo León intentando ayudarlo.

—Espiritu, gracias. Muchas gracias por proveernos el sistema de inyección, por los cuatro infladores, y también por las válvulas de titanio, gracias— Isa notó como Mía miraba a Brian.

—¡Amén!— todos aplaudieron.

—No está mal— sonrió Dom.

Todos empezaron a reírse, para después empezar a comer. Justo en ese momento llegó Vince, mirando a todos.

—¡Miren, quien llegó! Llegó el coyote viejo— dijo León mirando a Vince—.Crei qué no tenías hambre

—Que gran sorpresa— murmuró Isa.

—Tengo qué, comer— respondió Vince.

—Siempre tienes hambre— dijo Letty, mirándolo.

—Anda, siéntate— le dijo Dom. Vince antes le dió un beso en la cabeza.

—¿Cómo estás?— Vince saludó a Mía antes de sentarse, pero ella lo ignoró.

Después de sentarse, Vince tomó la cerveza de Isabella sin ni siquiera limpiar la boquilla. Todos miraron a la chica qué estaba bastante sorprendida ante esto, pero León le pasó otra cerveza, cosa qué ella agradeció.

—¿Quieres algo de pollo?— preguntó Letty después de unos segundos.

Así todos olvidaron el tema, y terminaron de comer. Después de comer, Mía y Isabella se encargaron en lavar a los platos, mientras qué platicaban y se conocían un poco más. Isabella estaba encantada de conocer a Mía, era una gran chica, y lo más qué se merecía su padre después de mucho.

—Creo qué me gusta, Brian— Isabella abrió la boca divertida, llevándose la risa de Mía.

—¿Tu crees? Por favor, mía— Mía nuevamente río—. Es más qué obvio qué estás enamorada de mi papá, se te nota cuando lo miras.

—¿Tu papá? Pensé qué eras su hermana, el es demasiado joven para hacer papá, y tú para ser su hija— Isabella suspiro ante las palabras de la castaña, Mía lo noto rápidamente—. Lo siento, no debí decirte eso.

—No te preocupes, mía. En realidad es algo qué nos dicen siempre, igual Brian es mi tío de hecho. Mis padres me abandonaron cuando apenas era una bebé, y Brian me adopto — Mía la miró sorprendida, y a la vez triste—. Así qué si, muchas personas piensas eso, pero no conocen en realidad la historia.

—Oye, Isa. Cómo lo siento, debe ser feo no tener a tus padres.

—No en realidad, no me hacen falta para nada. Brian es mi padre, y siempre lo será, a pesar qué pasen los años. Lo quiero, y me gustaría que el este con una chica cómo tú— Mía sonrió nerviosa.

—Otra cosa, no creas qué no se cómo mi hermano te mirá. Me doy cuenta de las miradas de los dos— Isabella río ante eso—. Creó qué a mí hermano, le gustas, es la primera vez qué lo miró así.

—¿Tu crees?— preguntó Isa bastante contenta, Mía asintió.

Brian llegó en ese momento, Isabella se retiró dejándolos solos.

En cambió ella se fué afuera de la casa, intentando no pensar en todos los acontecimientos del día.

—¿Qué haces aquí?— preguntó Dom, asustandola ante su aparición—. No pretendía asustarte, lo siento.

—No te preocupes, pensé que estabas mirando la película con los demás.

—No tenía ganas, además esa película la hemos visto bastante veces, me aburrí un poco. ¿Y tú por qué estás afuera?

—No lo sé, solo quería no pensar en cosas— murmuró Isabella. Dom se sentó en la escaleras de la entrada de la casa, Isabella imitó su acción sentándose a su lado.

—Preciosa, ¿Estás segura qué estás bien?— Isabella sintió sus lágrimas aparecer. Lo miró, llevándose una mirada de preocupación por parte de el.

—No lo sé, y no quisiera pensar en eso— Dom le tomó su mano, y la entrelazó con la de el. Isabella se sintió tranquila ante su tacto—. Me gustas, Toretto.

El hombre sé sorprendió ante las palabras de las chica. Isabella igualmente se sorprendió, por qué no esperaba decir aquellas palabras, qué podía cambiar bastante cosas, tenía también miedo de qué aquel hombre terminará de rechazarla. Pero no fue así, por qué Dom se acercó lentamente a ella, acercándose más a su rostro, los dos sintieron cómo sus miradas volvieron a conectarse, pero antes de qué ella pudiera hacer algo, Dom le depositó un beso en su mejilla. Para el no era el momento de aquello, no después de verla de esa forma, el quería respetarla.

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