𝗢𝗢𝟭. he's back
chapter one !
él ha vuelto 💥
vol. 1 — apocalypse
Entré al auto, suspirando con pesadez. Fue un día agotador en el trabajo y lo único que quería era llegar a casa, tomar una ducha caliente y dormir toda la noche. Encendí el auto y prendí la radio para escuchar algo de música en el camino a mi casa. Era una noche tranquila, los autos circulaban con normalidad y aún había gente caminando por la calle. No era muy noche, 8:40 p.m. marcaba el reloj de mi muñeca y aceleré un poco para tratar de llegar a casa antes de las 9.
La música que reproducía la radio la reconocí de inmediato, Somebody to love de Queen. No pude evitar sonreír, Queen es mi banda favorita y cada vez que los escucho me recuerda a los buenos momentos que pasé con mis hermanos en la Academia. Los extrañaba a ellos, extrañaba a mamá y extrañaba a Pogo, no extrañaba lo que pasaba dentro, ni mucho menos extrañaba a Reginald, el hombre que se hacía llamar mi padre.
Tarareaba la letra y me fue inevitable reír levemente al recordar que Ben hacía los coros de la canción. Fruncí el ceño con molestia cuando la canción fue interrumpida.
— Noticia de última hora. Hace instantes la policía confirmó la muerte del multimillonario más excéntrico y solitario del mundo, Sir Reginald Hargreeves.
Apagué el radio de inmediato, no quería seguir escuchando. ¿Realmente murió? El viejo finalmente murió y decir que estoy sorprendida es poco. Nunca creí que moriría tan pronto, la última vez que lo vi fue poco después de la muerte de Ben, salí de esa casa para jamás volver y lo había cumplido desde entonces. Ahora me encontraba teniendo un debate sobre si ir a la Academia por respeto al hombre que me adoptó o quedarme en casa.
Sí, la segunda opción me gusta más.
Estacioné mi auto cuando llegué a mi hogar, salí con rapidez sintiendo la fría brisa chocar contra mi cuerpo. Abrí mi bolsa en busca de mis llaves, al encontrarlas fui directamente hacia la entrada para abrir pero me quedé quieta al ver que la puerta se encontraba entreabierta. La abrí sigilosamente y entré con cautela. No iba a usar mi poder, sé defenderme cuerpo a cuerpo, solamente lo usaría si es una emergencia.
Dejé las llaves suavemente en la mesa y tomé el cuchillo de mantequilla que había dejado en la mañana. Sin dudarlo lo lancé al hombre que estaba sentado de espaldas en mi sofá, la persona lo agarró con facilidad y rodé los ojos al ver quién era.
— Siempre tan agresiva, Ellie —murmuró, poniéndose de pie.
— Vivo sola, tengo que tener mis precauciones.
Él sonrió, acercándose a mí. — Me alegra verte.
— Digo lo mismo, Diego —sonreí, acercándome lo suficiente para abrazarlo.
Mi hermano me abrazó con más fuerza, me aferré a su cuerpo y me volví a sentir como una pequeña niña en sus brazos. Amo a todos mis hermanos, eso es obvio, pero Diego y yo siempre hemos sido unidos, él me protegía en cada misión y nunca me dejaba sola, a pesar de tener la misma edad, Diego siempre actuó como mi hermano mayor. Él se separó levemente y dejó un beso sobre mi frente.
— ¿Escuchaste la noticia? —preguntó, sujetando mis manos con suavidad acariciando el dorso con sus pulgares.
— ¿La de papá? Sí... Es una pena que haya muerto solo pero él se buscó eso después de como nos trató toda nuestra vida —Diego no dijo nada, solo asintió dándome la razón.
— ¿Irás al funeral? —la curiosidad en su voz era notoria.
Guardé silencio por unos segundos pero negué sin pensarlo. — No quiero volver ahí, Diego. No he pisado esa casa desde la muerte de Ben —musité, agachando la mirada.
Diego se quedó callado, Ben siempre fue el más noble y puro de todos nosotros, él odiaba lastimar a las personas y los recuerdos de su muerte fueron enterrados en la memoria de todos. Nadie recordaba con exactitud como había muerto.
— Ellie...
— No Diego. Mi vida está mejor que nunca y creéme que no es gracias a él —dije, comenzando a subir las escaleras para irme a mi habitación.
Él tomó mi mano y me obligó a girarme para verlo. — Piénsalo, ¿quieres? No vayas por él, pero ve por mamá y Pogo. Por nosotros. Sé que extrañas a todos, Ellie, y no me puedes mentir porque te conozco mejor que nadie. Yo tampoco quiero ir pero tenemos la obligación, o eso creo.
Rodé los ojos y sonrió de manera burlona. — Odio que me conozcas tan bien —se encogió de hombros y no respondió en busca de mi respuesta — . Lo voy a pensar pero no te aseguro nada —asintió y volví a darme la vuelta para descansar un rato — . Sabes que puedes quedarte, la habitación de invitados ya es prácticamente tuya.
Escuché su risa a mis espaldas y sus pasos se alejaron, me asomé por el barandal y sonreí al ver como cruzaba el pasillo para después entrar a la habitación.
— Te odio por lograr convencerme de esto —murmuré, observando el edificio que había sido mi hogar durante mucho tiempo.
Diego me abrazó por los hombros y apoyó su cabeza levemente sobre la mía. — Sí, yo también te quiero —dijo mientras me sonreía con burla.
Rodé los ojos y aún con algo de resignación entramos a la que alguna vez fue nuestra casa. Todo seguía igual, el candelabro de la entrada aún se encontraba allí, los enormes arcos y columnas seguían intactas. Me quedé un momento sin moverme, analizando todo con cautela. Todo estaba intacto que parecía que el tiempo se congeló aquí. Mi vista se dirigió a la sala y una sonrisa apareció en mis labios al ver a mamá sentada frente a la chimenea, caminé hacia ella hasta sentarme en el sofá de enfrente. Mi sonrisa se agrandó al verla, la había extrañado tanto.
— Hola, mamá —musité, inclinándome hacia ella.
Alzó la mirada y sonrió al verme. — Eloise, mi pequeña —su mano helada fue hacia mi mejilla para acariciarla suavemente.
No dije nada más, solo disfrutaba de las caricias que dejaba sobre mi mejilla, tal y como lo hacía cuando era niña.
— ¿Ellie? —me puse de pie al ver a Vanya en la entrada.
Me acerqué a ella y la abracé de inmediato. — Me alegro volver a verte, Vany.
— Es bueno verte después de tanto —mencionó una vez que nos separamos, su mano estaba agarrando mi brazo con suavidad.
Le sonreí con ternura. Hace muchos años que no la veía y verla de nuevo ha sido tan reconfortante, a pesar del libro que escribió contando todo lo que había pasado en la Academia desde su perspectiva.
— ¿Hay reunión de hermanas y no me dijeron? —ambos volteamos hacia las escaleras donde nos encontramos a Allison.
Ella bajó por completo y se acercó a abrazarnos con fuerza. — Las extrañé, es bueno verlas.
— Igual te extrañé, Ally. Estoy feliz de verlas de nuevo.
Vanya iba a hablar pero fue interrumpida por Diego que iba saliendo de la sala. — ¿A qué vino ella? No pertenece aquí después de lo que hizo.
Rodé los ojos, mirándolo de mala gana. — No seas un idiota hoy, Diego.
Ally lo miraba de la misma manera que yo. — ¿En serio vas a hacer esto hoy? —nuestro hermano se paso de largo sin mirarnos y comenzó a subir las escaleras —Lindo traje para la ocasión, por cierto.
— Al menos es negro —respondió cortante, y dejé de mirar hacia las escaleras cuando lo perdí de vista.
Vanya mantenía la mirada abajo, dolida por el rechazo que Diego hacía hacia ella. — ¿Saben qué? Tal vez tenga razón. Quizá...
Allison la interrumpió de inmediato. — No le hagas caso.
Asentí, poniendo mi mano sobre su brazo. — Es bueno verte... Y debo reconocer que tu libro es grandioso, eres una gran escritora.
Ella me sonrió con timidez. — Gracias, es agradable escuchar eso.
Mis dos hermanas se fueron hacia el piso de arriba, seguramente a sus viejas habitaciones, por mi lado yo regresé a la sala, observando todas las fotografías y cuadros que papá tenía de todos nosotros por toda la habitación. Desde pedazos de periódicos hasta portadas de revista, además de los cómics que habían sacado basados en la Academia. Ser un niño dotado con habilidades fue una responsabilidad enorme, además de un gran estrés que todos sufríamos en cada entrenamiento y misión. Mi vista se fijó en el libro de Vanya, no dudé en tomarlo y volver a observar la portada, era una foto de ella cuando era niña, el título se encontraba en mayúsculas "EXTRA ORDINARIA: MI VIDA COMO NÚMERO SIETE" lo abrí por curiosidad y noté como ella había dejado escrito una nota para papá en la primera hoja, me sentí fatal al saber que ese libro jamás fue leído por nuestro padre.
No era novedad para nadie que Reginald hacía a un lado a Vanya al ser la única sin habilidades. Él la dejaba fuera de cada misión, y en los entrenamientos prácticamente siempre fue su ayudante. No podía imaginar como debió sentirse ella con todo eso.
— Bienvenida a casa, Ellie —giré sobre mis talones al escuchar la voz rasposa de Pogo.
Me acerqué a él con una gran sonrisa en mis labios. — Hola, Pogo —me agaché un poco para abrazarlo con fuerza.
Pogo me daba pequeñas palmaditas en la espalda mientras me abrazaba. — Qué gusto verla de nuevo.
— Estoy feliz de volver a verlos. Aún no he visto a Klaus ni a Luther pero me muero de ganas por hablar con ellos —murmuré, ladeando levemente mi cabeza. A pesar de todo lo que dijo Luther el día que me fui, tenía unas inmensas ganas de abrazarlo, al final de todo siempre será mi hermano.
— Estoy seguro que ellos también quieren verla —habló con seguridad haciéndome sonreír.
Mi mirada se fue hacia el gran cuadro de Cinco que se encontraba arriba de la chimenea. Él estaba retratado con un semblante serio, como casi siempre estaba, pero Cinco tenía unos hoyuelos preciosos que se formaban en sus mejillas cada vez que sonreía. Suspiré con nostálgia, recordándolo. — ¿Cuánto tiempo tiene desde que desapareció? —pregunté con curiosidad, había dejado de contar los años desde el quinto año.
— Dieciséis años, cuatro meses y catorce días —me sorprendí al escuchar que sabía exactamente el tiempo — . Tu padre insistió en llevar la cuenta.
— ¿Quieres saber algo rídiculo? Vanya y yo dejábamos las luces encendidas. Teníamos miedo de que volviera de noche, con la casa a oscuras, y no pudiera encontrarnos y volvería a irse. Y, cada noche, dejábamos comida.
— Recuerdo bien sus bocadillos. Me tropecé con la mitad de esos sándwiches de malvavisco y mantequilla de maní —ambos reímos recordando eso — . Ellie, tu padre siempre creyó que Número Cinco aún estaba ahí afuera. No perdió la fé.
— Yo tampoco la había perdido, Pogo. Traté de evitarlo una y otra vez pero siempre se iba —dije, y Pogo frunció el ceño poniéndome aún más atención — . Siempre retrocedía el tiempo hasta el almuerzo de ese día. Hubo una vez que logré convencerlo y regresó a casa junto a mí después de que salió corriendo, realmente pensé que ya lo había salvado pero ese día en la noche, Cinco desapareció. Fueron cinco años así, tratando de evitar que desapareciera.
El suspiro de Pogo me hizo volver a mirarlo. — Ustedes dos siempre tuvieron una conexión especial. Eran unidos y aprendieron sobre sus habilidades juntos, eso fortaleció su relación.
Diecisiete años atrás.
Un robo en el banco era la situación perfecta para hacer debút como la Academia Umbrella, o eso fue lo que hizo papá. Era nuestra primera misión oficial. Todos ya habían entrado y yo aún me encontraba afuera, estaba demasiado nerviosa, habíamos entrenado para situaciones así pero no es lo mismo un entrenamiento que la vida real.
Tronaba mis dedos con nerviosismo, debatiendo internamente si realmente me necesitaban allá adentro. Allison puede acabar con todos con su rumor, Luther tiene una gran fuerza, Ben es un caso aparte con su habilidad, Diego tiene sus cuchillos, Cinco su teletransportación y Klaus es ágil en una pelea cuerpo a cuerpo. ¿Qué iba a hacer yo ahí? ¿Congelar el tiempo y huir?
Pegué un salto cuando Cinco apareció a mi lado. — ¿Lista?
— Estoy nerviosa —admití un poco apenada.
Él sonrió levemente dejando a la vista sus hoyuelos. — Vamos, será divertido —me extendió su mano y un poco dudosa la tomé.
Cerré los ojos, sabiendo perfectamente que iba a hacer, de un momento a otro ya estábamos dentro del banco. Los abrí y me puse de pie, acostúmbrandome a la sensación después de eso. ¿Cómo es que Cinco no se marea?
Corrí hacia mis hermanos cuando vi a uno de los ladrones apuntándoles con el arma. Cinco apareció sentado detrás de él llamando la atención del hombre que comenzó a disparar como loco, Cinco volvió a aparecer frente a él y antes de que alguien pudiera reaccionar el ladrón ya había disparado impactando la bala en el hombro de Cinco que cayó al suelo como tronco. No dudé en retroceder y congelar el tiempo un par de segundos, cambiando su arma por una engrapadora para que no tuviera la oportunidad de disparar. Cinco volvió a aparecer frente a él y el hombre comenzó a apretar la engrapadora.
— ¡Qué tremenda engrapadora! —hablé con burla haciendo que él me mirase de mala gana, Cinco lo golpeó en el rostro, dejándolo inconsciente.
Él bajó de donde se encontraba y chocamos los puños. — Salvaste mi trasero.
— Que no se haga costumbre —ambos reímos levemente.
— No lo creo, la siguiente vez yo te salvaré.
Negué con la cabeza con una sonrisa en mis labios. — Mejor nadie salva a nadie.
— ¡Oigan, ustedes dos! ¡Vengan acá, ahora! —el grito de Luther hizo que fuéramos hacia los demás que se encontraban frente a la bóveda.
Ben estaba frente a la puerta, con una expresión en el rostro de inquietud, a pesar del antifaz que todos usábamos sabía que sus ojos reflejaba tristeza. — ¿En serio debo hacerlo? —preguntó entre dientes.
— Anda, Ben. Hay más de ellos en la bóveda.
Él suspiró con fuerza ante las palabras de Luther. — No vine para esto —murmuró y entró sin ganas a esa habitación.
Los rehenes salieron corriendo del banco y nosotros aún nos quedamos adentro esperando a que Ben saliera. Los gritos de los ladrones se escuchaban por todo el lugar, la sangre se reflejaba en las ventanas, y solo podíamos ver las sombras de los tentáculos de Ben y los cuerpos de los hombres. Un par de minutos después, nuestro hermano salió empapado completamente de sangre.
— ¿Ya podemos irnos? —suplicó con la voz temblorosa.
Fui la única que se acercó a Ben, él retrocedió un poco cuando alcé mi mano a su rostro pero dejó de retroceder cuando comencé a limpiar la sangre con la manga del saco de mi uniforme. Él me sonrió agradecido y cuando limpié lo más que pude, todos salimos del banco.
Había muchísima gente; polícias, reporteros, expectadores. Todos nos bombardearon de preguntas mientras nos sacaban fotos, sonreí de manera forzada para cubrir la incomodidad, a pesar de que tengo un antifaz cubriendo mis ojos, no me agrada la idea de que todo el mundo vea mi rostro.
A los pocos minutos llegó papá, parándose frente a las cámaras. — El mundo está cambiando. Ha cambiado ya. Entre nosotros, hay personas dotadas de habilidades más allá de lo común. Yo he adoptado a siete de esos niños —en realidad somos ocho, pero Vanya nunca es tomada en cuenta al no tener habilidades — . Les presento a la clase inaugural de la Academia Umbrella.
Se hizo a un lado dejándonos a la vista de todos. Los reporteros se volvieron locos con las preguntas y lo único que quería era irme de ahí de inmediato.
Al entrar a mi vieja habitación un millón de recuerdos regresaron a mí. Todo seguía igual que antes; las paredes pintadas de un lila con las cortinas blancas que cubrían la ventana. La cama aún tenía las sábanas de flores que me encantaban y en las paredes todavía estaban colgados pósters de las cantantes que me gustaban, había uno gigantesco de Madonna. En las paredes también se encontraban pegadas algunas fotos que había tomado con la cámara instantánea que Pogo me había regalado en mi cumpleaños número doce. Había fotos de cada uno de mis hermanos, fotos de las noches en las que klaus y yo nos la pasábamos en la habitación de Ben, Diego sentado en la orilla de mi cama mientras se miraba en el espejo y lo ayudaba con su tartamudeo.
En las paredes habían ecuaciones escritas por Cinco, él siempre estaba metido aquí, decía que mi compañía era la menos molesta de todos y para ser honesta, haber tenido su compañía durante muchos años no me molestaba en lo absoluto. Me dirigí hacia mi tocador, abriendo uno de los cajones, tomé el viejo maquillaje que se encontraba ahí y sonreí al recordar las veces que Allison y yo nos habíamos maquillado aquí.
Observé el piano que se encontraba a un lado del tocador, pasé mis dedos sobre las teclas recordando que Vanya y yo solíamos practicar juntas. De todos mis hermanos con el que menos hablaba era Luther, no es porque no quisiera, simplemente que la mayor parte de nuestra infancia no se despegó nunca de Ally. Solo había una cosa en la que podíamos pasar tiempo juntos y era en los entrenamientos, él y yo siempre fuimos competitivos y nos divertíamos cuando tocaba combate cuerpo a cuerpo, obviamente siempre terminaba perdiendo.
Luther siempre se preocupaba por todos, razón por la que se me hizo raro que pensara que uno de nosotros mató a nuetsro padre. Sí, le tengo resentimiento pero no podría matarlo, al final es el hombre que me adoptó y me dio un hogar.
I Think We're Alone Now de Tiffany resonó por todo el lugar, la música venía de la habitación de Luther. Movía mi cabeza al ritmo de la canción, la odiaba un poco debo admitir, cuando éramos niños Luth siempre la ponía pero no puedo negar que es pegajosa. Mi cuerpo se movía al ritmo de la música, y por un momento me dio gusto volver a la Academia.
La música se apagó de repente y un estruendo retumbó toda la casa acompañado de unos truenos. Bajé corriendo, encontrándome a todos mis hermanos igual de confundidos que yo. Todos fuimos hacia el patio donde se encontraba una luz azul.
— Parece una especie de anomalía temporal —dijo Luther haciendo que frunciera el ceño con rareza.
— ¿Ahora sabes de anomalías temporales? —pregunté, alzando la ceja con curiosidad.
— O un miniagujero negro, una de dos.
— Hay una gran diferencia, mole con patas —habló Diego y lo miré con el ceño fruncido.
Klaus llegó gritando que nos quitáramos y aventó un extintor a esa cosa que estaba frente a nosotros.
— ¿Y eso para qué?
Él se encogió de hombros. — ¿Yo qué sé? ¿Tienes una mejor idea?
Los truenos se hicieron más fuertes y de un momento a otro un señor se reflejó del otro lado. Luther y Diego se posicionaron frente a nosotros tratando de protegernos de lo que sea que era eso. Alguien cayó de allí y la luz extraña desapareció.
Me quedé congelada al ver quién era. — Por favor alguien denme un golpe si también están viendo al pequeño Cinco —mis hermanos no dudaron en voltearse hacia mí y comenzarme a dar manotazos en mi cuerpo — ¡Era sarcasmo!
Cinco aún desorientado se observó el cuerpo viendo que el traje le quedaba enorme. Su mirada chocó con la mía y sentí mis piernas flaquear al caer en cuenta que después de casi diecisiete años, él estaba de regreso. Él había vuelto y no sabía como reaccionar al respecto.
💣 ── 3391 palabras
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