꒰ Capítulo único ꒱
Él tenía un problema, eso lo sabían todos. Pero al principio lo mantenía en secreto, torciendo una sonrisa en sus labios solo para ser buen niño; con el tiempo, Taehyung no pudo ocultarlo más.
Los primeros en saber sobre aquello fueron sus hermanos menores. Irónico, porque se supone que él debía ser el soporte de los más pequeños, sin embargo, por alguna razón siempre había sido al revés. Quizá la juventud y sus espíritus aventureros les mantenía con la mente abierta, diferentes a sus padres, que al momento en que Taehyung dijo con voz firme y la cabeza alta la frase “no me gustan los omegas”, le llamaron "deshonra".
Si la diosa luna había bendecido a un cachorro con ser alfa, al mismo tiempo había atado su destino a un omega. Ellos estarían buscándose, tirando del hilo rojo hasta poder unirse y continuar con el legado que cada humano sobre la tierra poseía.
Taehyung no creía en eso, y no quería emparejarse con un omega. Por muy lindos y lindas que fueran, su lobo sentía rechazo. Decir que sus aromas le causaban náuseas fue otra forma más de decepcionar a sus padres y recibir a cambio la quita total de beneficios que la familia tenía.
Sin embargo y contra todo pronóstico, Taehyung se acostumbró a pertenecer a una familia millonaria dónde era el único que no lo vivía realmente. Cocinaba, limpiaba, lavaba, planchaba, trabajaba y por su cuenta había adquirido un coche. En primer lugar se sentía ofendido, pero luego le vio el lado bueno.
No dependería de nadie una vez pudiera salir de esa casa.
O al menos eso pensaba hasta hace unos meses, cuando sus padres le comunicaron que le habían encontrado a la compañera perfecta. Y aunque se negó rotundamente a contraer matrimonio con aquella omega de ojos marrones que conoció un día después de recibir la noticia, la fecha estipulada para la ceremonia se acercaba cada vez más.
Jennie, la pequeña y linda hija única del matrimonio Liu, estaba cegada por un amor que le habían inventado. Desde pequeña sus padres se habían encargado de hacerle saber que ella, cuando creciera, solo serviría para dos cosas: complacer a un alfa y parir. Tenía que casarse, amar a su pareja y hacer todo lo que este le pidiera sin emitir quejas, porque era una omega, y ese era su único deber.
Taehyung era el alfa indicado según lo que sus padres querían para Jennie, y además, ella llevaba un par de años enamorada del chico. Se conocían desde cachorros y tenían algunas actividades compartidas como danza, pintura y canto. Sin embargo, él no la recordaba con tanta claridad. Tal vez porque era muy distraído o por la simple razón que parecía huir de los omegas desde siempre.
—Oppa, ¿puedo venir mañana otra vez? ¿Puedo? ¿si?~~
—Jennie, no seas caprichosa—soltó un largo suspiro, dejando a la menor bajar primero por la escalera de mármol—. Te veré la próxima semana. ¿Bien?
Llegaron al primer piso con una diferencia de pocos segundos, y la chica aprovechó eso para girar sobre sus pies y chocar “accidentalmente” con el heredero de la mansión. Jennie abultó los labios en cuanto Taehyung se alejó y pasó de ella como si nada.
Se suponía que las acciones de Jennie debían dar ternura, pero lo único que el alfa podía sentir era pena por ella. No le gustaba en absoluto fingir que la amaba, había intentado incontables veces pensar en ella como su novia, pero no lo conseguía y besarla o dormir abrazado a ella tampoco sirvió.
A pesar de que Jennie iba a la mansión Kim los lunes y se quedaba a dormir hasta el día siguiente para "pasar tiempo de calidad con su enamorado y futuro esposo”, Taehyung se había acostumbrado a aquello a la fuerza, y aunque ella era divertida, dos días por semana eran suficientes. El chico necesitaba su espacio personal más de lo que cualquiera creía, de lo contrario se sentía asfixiado por tener que lidiar con demasiadas cosas dentro y fuera de su cabeza.
» —Está bien, me iré ahora—terminó por suspirar, dando media vuelta para caminar ofendida por el gran salón, tras por costumbre, besar la mejilla del alfa.
Dando pisadas fuertes se marchó, sin despedirse de nadie más como siempre hacía. Taehyung soltó un fuerte suspiro, observando cómo se alejaba cada vez más; se aflojó un poco la corbata de su cuello, sintiendo que con su retirada podía volver a ser el Taehyung de siempre.
Jennie caminó hasta la entrada principal donde su escolta le esperaba para llevarla de regreso a su propia casa. El alto muchacho le sonrió con un poco de diversión en cuanto ella apareció, le causaba mucha gracia que Jennie era pequeña con respecto a altura y cuando estaba molesta, a él especialmente, le causaba ternura
—¡Vamos, Jennie, no te pongas así!. Ya sabes cómo se comporta Taehyung, es muy quisquilloso pero te quiere.
—Me gustaría que fuera más amable, ¡parece que me odia, Seokjin!—se quejó, y retomó su andar sin esperar a que su fiel compañero le siguiera el ritmo.
Sin embargo el muchacho negó con la cabeza, caminando con lentitud por dónde antes Jennie lo había hecho.
—Sabes que eso no es así—susurró.
Pero Seokjin también era un buen mentiroso.
(...)
Taehyung fue a tomar una reconfortante ducha en el baño de su habitación, necesitaba relajarse y dormir. Había llevado a Jennie a pasear en caballo muy temprano en la mañana y lo único en lo que estaba pensando era en tirarse en su esponjosa cama y dormir un día entero si así pudiera.
Algo le hizo caminar hasta el ventanal que adornaba su habitación y observar el jardín floral que los empleados se esforzaban en mantener. Y aunque todo parecía normal, notó algo extraño.
Frunció el ceño, prestando más atención a aquello que se movía en cierto sitio especial. Enfureció de inmediato, apresurandose en terminar de vestirse correctamente para abandonar su habitación y correr sin escuchar nada más a su alrededor. El aroma a diversas flores inundó sus fosas nasales pero lo ignoró totalmente, su cerebro estaba enfocado en una sola cosa.
—¡Tú, apártate!—bramó como primera pequeña frase, empujando con las dos manos al cuerpo intruso.
Aturdido, la alta figura se dió vuelta para observar a quien acababa de interrumpir su trabajo. Taehyung se quedó pasmado unos minutos, observando el inocente rostro de aquel chico, recordó de inmediato que ya le habían avisado que un novato llamado Jungkook entraría a trabajar a la casa.
Y aquella dulzura que hipnotizó a Kim por unos segundos no tardó en desaparecer.
—¡¿Qué demonios te pasa, eh?! ¡¿No ves que estoy haciendo mi trabajo?!
—Nadie puede acercarse aquí, imbécil. Vete a trabajar a otra parte. ¡Te reportaré de inmediato por mal comportamiento!
—El del mal comportamiento has sido tú—lo empujó, haciendo a Taehyung retroceder solo un paso—, ¡¿quien llegó aquí a molestarme?! Cabrón. Lárgate a trabajar en tu zona y no molestes.
Taehyung se sintió ofendido por un momento, pero terminó sonriendo de lado mientras cruzaba los brazos por sobre su pecho. ¿Acaso no se notaba en su forma de vestir, en su rostro al menos? Por un lado se sentía decepcionado del chico frente a él, pero en realidad, le daba gusto saber que no se parecía en nada a su familia.
—¿No sabes quién soy?
Un profundo suspiró salió de la garganta de aquel jardinero novato.
—Además de un imbécil, supongo que solo se trata de otro más del montón.
Taehyung sonrió, mirando por sobre su hombro un momento antes de encarar a la otra persona. Lo tomó con fuerza del antebrazo, comenzando a tirar de él a pesar de su resistencia y quejas.
La alta figura no dejó de forcejear para lograr soltarse, sin observar a dónde era llevado, solo exigía entre quejas y gritos ser liberado o al menos obtener una explicación.
Su cuerpo fue arrojado fuertemente al interior de una habitación, que por el aroma y el piso natural de tierra que le ensuciaba las rodillas parecía tratarse de un galpón.
—¡¿Qué mierda te pasa?! ¡Déjame ir!—exigió, intentando levantarse sin éxito, ya que Taehyung volvió a empujarlo para evitar que se moviera.
Los ojos de ambos se encontraron bajo la tenue luz amarilla que iluminaba el lugar, y por alguna razón, el semblante del jardinero alborotado se ablandó. Su contrincante era… él era bastante guapo ahora que lo observaba desde su posición.
Claramente, no debía estar pensando así del imbécil que había aparecido a joderte su primer día de trabajo, pero no podía evitarlo.
—Sabes que los niños malos deben ser castigados, ¿verdad, Jungkook?
El rostro de la persona arrodillada se congeló, sin siquiera poder pestañear. ¿Cómo un simple empleado sabía sobre su nombre, si ese era su primer día de trabajo en esa casa?
Jungkook iba a gritarle un poco más, exigirle que se apartara de la puerta para salir si no quería ser golpeado, pero cuando la figura que ahora era más alta por obvias razones se agachó para dejar su rostro a solo centímetros del propio, tembló mientras lo observaba así de cerca.
Jungkook deseaba estar temblando de miedo y no porque su simple y repentina cercanía lo puso nervioso. Era extraño, ¿no debería aprovechar la situación y golpearle la cara? ¿Intentar huir ahora que podía?.
Sin embargo, su cuerpo no reaccionaba. Al menos, no a favor de su parte consciente.
—¿Q-qué m-me harás?
Taehyung sonrió de lado, acercándose peligrosamente al oído de Jungkook, haciéndolo temblar nuevamente solo con su aliento chocando allí. Los planes de Taehyung ahora habían cambiado, en un principio solo quería verlo pidiendo perdón por cometer el error de tocar su preciado jardín, pero algo en su interior le exigía más que solo verlo arrodillado a sus pies.
—¿Qué dejarías que te haga?—susurró, disfrutando que el otro tragara saliva.
Jungkook no contestó con palabras, sin embargo, giró un poco su rostro para pasar su nariz por la mejilla del contrario, buscando sus labios. Culpaba a su instinto animal, solo porque no podía aceptar que algo en ese chico le atraía un poco.
Taehyung giró su rostro, no solo una vez sino dos, negándole sus labios. Jungkook frunció levemente el ceño, confundido con su actuar.
—No puedes besarme—aclaró, acariciándole con la yema de sus dedos los labios carnosos para separarlos un poco, jugando con la cordura del chico—, ¿hay algo más que se te ocurra?
Jungkook no lo pensó demasiado, si no podía besarlo directamente en los labios, nada le impedía hacerlo con su cuerpo.
Cuando Taehyung sintió la frialdad de aquellos pomposos labios en su cuello, sonrió con satisfacción. Jungkook obtuvo el visto bueno en cuanto la figura de pie soltaba un suspiro y decidió agregar sus manos a la acción.
Sin dejar de lamer todo su cuello, Jungkook quitó la campera de cuero negra y la remera blanca de algodón que obstruida su camino, mientras que por otra parte, Taehyung se ocupaba de chupar lo más que podía su blanca piel al mismo tiempo que le quitaba a tirones la camisa azul que él llevaba puesta.
Jungkook era bueno con su lengua, sabía dónde y qué hacer como si conociera realmente aquello que volvía loco a Taehyung. Hablando realmente, el jardinero novato estaba haciendo la mejor actuación de su vida, analizando en el momento lo que el otro hombre podría querer.
Y según su lenguaje corporal…
—Presiento que me vas a dejar entrar, ¿verdad?—le preguntó levemente curioso, relamiéndose los labios ante el desastre de chupones y saliva escurriendo que sus ojos veían.
Taehyung no respondió, evitando mirarlo a los ojos por algún motivo, pero suavemente empujó al cuerpo contrario por los hombros hasta hacer que él quedara sentado en el suelo y así poder posicionarse sobre su regazo. Pudo sentir la erección que crecía en el interior de sus pantalones, obteniendo de antemano la respuesta a una pregunta que haría después solo por satisfacción.
—¿Algún problema?
Jungkook sonrió relamiéndose los labios. La lascivia en sus ojos podía verse a leguas de distancia, y Taehyung pudo incluso sentirla sin mirarlo. Jungkook jamás en su corta vida había tenido sexo con un alfa, pero la idea de tener a ese chico gimiendo sobre él no le causaba ningún problema. De hecho, en ese momento era lo que más quería que sucediera.
Taehyung atacó su cuello nuevamente, sintiendo como las manos grandes del otro chico se metían por la parte trasera de sus pantalones de chándal. Soltó un jadeó ahogado por la piel, ahora rojiza, en la curvatura del cuello de Jungkook.
Una pregunta surgió distrayendo una milésima de segundo a su mente: ¿por qué él no tenía ningún aroma? Si se suponía que era un alfa, ¿donde estaba su olor? Sin embargo, eso le hizo sonreír con grandeza.
—Deja de pensar tanto—murmuró Jungkook, poniendo en evidencia su respiración agitada en cuanto abrió la boca.
Un par de largos dedos rozando su entrada allí abajo trajeron a Taehyung de nuevo al presente, haciendo que un sonoro gemido se escapara de su garganta.
—¡Mierda, mierda, en verdad lo necesito!
El viejo galpón que usaban para guardar los elementos de jardinería nunca antes había tenido un ambiente tan caliente ni tanta actividad en su interior como ese día donde una nueva historia dio comienzo.
(...)
Taehyung suspiró, mirando la luna por la ventana de su habitación desde su cama. Una suave ventisca entraba por la ventana haciendo bailar las delgadas cortinas blancas, llegando incluso hasta acariciar la piel blanca y desnuda del torso del alfa.
Había intentado dormir, pero ni siquiera contar ovejas en su imaginación le servía. No podía quitarse de la mente el rostro de aquel jardinero, aún sentía sus húmedos labios succionando su piel y sus dedos tocando su cuerpo.
Muchos hombres habían tenido el honor de acostarse con él, pero ninguno le dió un trato tan especial. A pesar de que estaba acostumbrado y lo prefería así porque lo único que buscaba era sexo, Jungkook incluso se las arregló para ayudarle a tomar una ducha en el incómodo baño del galpón para disimular el aroma a… esperma en su cuerpo.
¿Tal vez era la culpa que sentía por que ahora a Taehyung le costaba caminar sin quejarse?
Fuera por la razón que fuera, se había comportado bastante dulce aunque Taehyung siempre se comportaba como un gruñón sin importar qué.
Taehyung notaba una cosa tras casi diez horas de aquel encuentro. Quizá todo se debía a estar sobre-pensando, pero… luego de un encuentro así por lo general tendría una crisis durante la noche donde se preguntaría por qué razón no podía ser un alfa normal como los demás. Y ahora se sentía muy bien, no se arrepentía de haberse acostado con el jardinero e incluso consideraba que era la primera vez que quedaba satisfecho con un amante.
—¿Qué debería hacer?—suspiró, cubriéndose el rostro con una almohada.
Él era una persona impulsiva que hacía las cosas sin pensar demasiado en el momento, y luego se arrepentía. Era otro de sus grandes problemas, y nunca aprendió cómo manejarlo.
Por eso, tan solo unos pocos minutos después, se encontraba golpeando la puerta de uno de los departamentos especiales para aquellos empleados que no eran de Busan o vivian lejos del lugar, ubicada a casi un kilómetro de distancia de la mansión.
La puerta se abrió tras un par de quejas provenientes del interior, dejando ver a un alto chico somnoliento restregándose el ojo izquierdo con el dorso de una mano.
—¿Qué demonios…? Taehyung, son las tres de la mañana.
—Oh, Zee Hyung. Yo… en realidad estoy buscando al jardinero nuevo pero no sé cuál es su habitación.
Zee era un hombre oriundo de Tailandia que vivía desde adolescente en corea, por lo que hablaba fluidamente el idioma, trabajaba como encargado del personal de mantenimiento general, y también, junto a su pareja, era la persona que más relación tenía con el hijo mayor de los Kim. Lo adoraba, y su omega también, sin embargo, no podía disimular el descontento en su rostro por interrumpir su sueño.
—Es la puerta que sigue, ¿pero por qué no esperaste hasta que amaneciera?.
—Muchas gracias, hyung—murmuró, juntando las palmas con respeto a su mayor—, ¡Lo siento mucho por despertarte!.
Y sin esperar alguna pregunta o reprimienta más, Taehyung corrió hacia la derecha por el piso de la galería, donde otra vez golpeó la puerta de madera. Zee soltó un suspiro, y aún confundido, volvió dentro de su vivienda pensando en qué cosas estaba involucrado su pequeño y adorado menor.
Esta vez, la puerta se abrió con bastante rapidez.
—Puedes pasar—dijo, haciéndose a un lado para darle espacio.
Taehyung lo miró un tanto confuso, pero ingresó de todos modos. Las luces estaban apagadas por razones obvias, pero él conocía muy bien el interior de los apartamentos como para caminar sin necesidad de iluminación. Por alguna razón el alfa caminó directamente hacia la habitación, seguido del actual “dueño”.
» —Me gusta dormir del lado izquierdo —comentó con cierto desinterés en la situación, como si se tratara de algo normal.
Taehyung asintió en la penumbra, subiendo a la cama en el sitio que indirectamente le habían asignado.
—¿El lado donde sale el Cuco?—preguntó tal tontería en busca de deshacerse de la incomodidad que por si solo había creado.
Jungkook soltó una pequeña risa, acomodándose también en la cama de manera que observaba a su nuevo compañero.
—De esa forma te tengo acorralado—respondió con un tono de voz juguetón, levantando una pierna para colocarla sobre la cintura del otro alfa—, ¿ves?
Taehyung guardó silencio unos cortos segundos, y no pudo evitar reírse de la situación. Apretó con una mano por sobre la rodilla de Jungkook para hacerle reir también.
¿Por qué se sentían tan cómodos?.
Si se tratara de otra persona Jungkook no le habría dejado entrar, y Taehyung no se hubiera tomado tal atrevimiento. ¿Que había de especial entre ellos?, no lo sabían, pero ahora que estaban juntos el ambiente era acogedor de cierta forma. Taehyung se sentía somnoliento, y Jungkook también sentía que podría dormir finalmente.
» —Si tus padres se enteran que te quedaste aquí—habló susurrante—, ¿sé van a enfadar contigo?
—No van a notar que salí. No soy el hijo favorito, descuida—confesó, acercándose bastante hacia el otro alfa que aún no le quitaba la pierna de encima en busca de calor—, ¿Zee te dijo quién soy?
Jungkook soltó un sonido de afirmación desde su garganta, pero no dijo palabra alguna. Estiró un brazo para tocar con su mano el cabello azul de Taehyung, era tan suave y fino que dejaba una sensación agradable al tacto. En una primer instancia Taehyung sacudió la cabeza negándose a la caricia, aunque terminó por ceder.
Eso no significaba que admitiría en voz alta que era satisfactorio, por supuesto que no.
» —¿Por qué me dejaste entrar, no te parece un poco raro?.
De hecho, lo era. Pero cuando golpearon la puerta, Jungkook sabía a quien se encontraría al abrir. No por su aroma, delicioso pero casi imperceptible, sino por pura intuición
—Vamos a dormir—susurró por toda respuesta..
Taehyung cerró los ojos, soltando un bostezo. La mano de Jungkook no dejaba de jugar con su cabello, ni su pierna volvía a su sitio, y en cambio, el hijo mayor de los Kim refugió sus manos frías en el pecho del jardinero. Si le preguntaban, la única excusa que podía dar es que el pijama de Jungkook era un traje enterizo de polar blanco, mientras que el suyo, solo se trataba de una camisa azul y un pantalón corto de lycra.
Cómo si de magia se tratara, los dos alfas consiguieron caer acurrucados en los brazos de morfeo, bajo la luna llena que selló sus destinos esa noche.
(...)
Taehyung sonrió en agradecimiento a la mujer que dejó la bandeja de su desayuno junto a su cama. Pasó la hoja del libro que leía mientras la veía retirarse de su habitación cerrando la puerta, y soltó un suspiro profundo.
Aún sentía la adrenalina esparciéndose por todo su cuerpo cuando despertó junto a aquél alfa y el sol estaba asomando en el cielo. De milagro su amigo Zee y su novio Nunew no habían salido de su habitación, de lo contrario, tendría que dar muchas explicaciones de por qué estaba a esa hora junto al jardinero novato.
Por algún motivo, tal vez su buena suerte, Taehyung no se encontró con ningún empleado de la mansión que le importara realmente qué hacía fuera de la casa en pijama tan temprano en la mañana.
Se dispuso a desayunar en el silencio de su habitación, disfrutando el delicioso sabor del café amargo y sus infaltables tostadas con mermelada de durazno. Le fue inevitable pensar en qué hacía Jungkook en ese momento, era su segundo día trabajando en la mansión, ¿pero realmente todos los jardineros se mantenían ocupados durante el día? ¿Repetían lo mismo siempre?
Jamás le había prestado verdadera atención a ningún trabajo que se realizaba en la casa porque se mantenía muy ocupado en su propio empleo fuera, pero tenía repentina curiosidad por saber un poco más.
Un par de horas más tarde, justo antes de marcharse de la mansión, se encontró con su madre en la sala principal. No titubeó en preguntarle a la mujer.
—Madre, una última cosa…—Taehyung tomó su mano, deteniendo el caminar de la fémina. Ella lo observó expectante—, ¿quien se encarga del plantel de jardinería además de Zee hyung?
—¿Tan repentino?
—Uhm, sí. ¿Puedes decirme?
—Se nota que te centras solo en ti mismo—resopló, soltándose del agarre de su hijo. No disimuló su malestar, ella siempre se mostraba así con su hijo mayor de todos modos—. Tu hermano Namjoon, por supuesto. Desde que cumplió quince años se ha encargado de esa parte, le gusta mucho la administración y tu padre lo puso en ese cargo.
Oh, esa era una muy buena noticia para él. No demostró sorpresa, sin embargo, no se esperaba que fuera Namjoon.
Taehyung sonrió una última vez para su madre y retomó su caminar hacia la salida de la mansión sin más. Se despidió con amabilidad de los guardias que custodiaban la casa, y caminó por el patio delantero sin salirse del camino de piedras que le guiaron hacía las altas rejas que le separaban del estacionamiento.
Su preciado superbike negra le esperaba allí junto a un casco del mismo color. Se ajustó las manoplas de cuero, y tras colocarse el casco y las gafas especiales, se marchó.
El aire chocaba con su cuerpo, empujándolo hacia atrás mientras la velocidad de las ruedas girando iba en aumento. Le causaba satisfacción, aunque sus padres no lo entendían, Taehyung se sentía libre cuando subía a su moto.
—¡Llegas temprano, hyung!—aplaudió, dando algunos saltos con emoción.
—Jimin, ¿cuándo he llegado tarde?
—Uhm, hay una vez. Pero ahora, ¡vamos dentro! Quiero presentarte a ciertas personas.
Taehyung asintió, dejando el casco en la moto, y caminó tras su amigo hacía el interior de la cafetería.
Las campanas sonaron cuando cruzaron la puerta, llamando la atención de los clientes. La mayoría conocía a Taehyung, no por ser un Kim, sino porque el alfa trabajaba en ese lugar desde sus quince años.
Los chicos pasaron hacía el interior de la cafetería, detrás de la barra desde donde Sammy saludó con un ademán, puesto que ella se encontraba ocupada tomando un pedido como para correr a abrazar a su amigo como siempre.
Jimin iba a la delantera, guiando a Taehyung hacía un lugar que todos los que trabajaban allí, por obvias razones, conocían: la sala de descanso. A veces, ese lugar era una habitación para pasar la noche cuando alguno de los empleados tenía un problema, contaban con una litera, sillas, una mesa, y algunos artículos necesarios como toallas o platos y cubiertos; aunque por lo general, la usaban solo para pasar el rato entre un turno y otro.
Sentados en la litera, en la parte superior, se encontraban dos personas. Una parecía dormir al estar de espaldas, y la otra, simplemente jugaba con su celular. Taehyung frunció el ceño, confundido.
—¿Ellas quiénes son?—susurró Taehyung, tomando a Jimin del antebrazo—, ¿contrataron personal nuevo?.
Jimin se rió, negando con la cabeza. El chico que jugaba con su teléfono levantó la vista, barriendo disimuladamente con la mirada al “intruso”. Taehyung sintió que él se parecía mucho a alguien, pero no llegaba a darse cuenta quién.
—Son mis hermanos. Jihyo y…
—¿Jungkook?
Jimin se volteó a mirarlo de inmediato, sorprendido. No dijo nada por unos cuantos segundos, hasta que su voz se dejó oír en un suave susurro.
—¿Conoces a Jungkook? ¿Lo has visto?.
—Yo… no, no—negó, moviendo las manos, no quería meterse ni meter al chico en problemas—. ¿Entonces quién?
Taehyung se quedó en silencio, viendo cómo la figura de espaldas se enderezaba en la cama solo para mirarlo. Sus ojos eran idénticos a sus otros dos hermanos presentes, pero a diferencia de ellos, su mirada era dura y seria. La chica tenía el cabello corto, por eso por un momento la había confundido con… ¿O quizás lo extrañaba mucho?.
Nunca hubiera esperado que Jimin tuviera hermanas, ¿por qué nunca lo mencionó?.
—Mi nombre es Tyuzu, y espero que nunca vuelvas a confundirme con ese imbécil.
Todo era repentino y extraño. De hecho, la situación era tan incómoda que Jimin fingió que nada había sucedido y Taehyung se enfocó en su trabajo con su amiga Sammy.
Por primera vez, lo único que Taehyung estaba deseando era volver a su casa lo más rápido posible. Era irónico porque él amaba pasar tiempo en la cafetería con sus dos mejores amigos, siempre que había un problema, se refugiaba en Sammy, Jimin y un café con licor.
Ahora tenía muchas dudas, quería las respuestas de manera rápida y concisa, pero cuando su turno acabó y bajó de la superbike en el estacionamiento de la mansión Kim, sus planes se vieron ligeramente interrumpidos.
El coche de los padres de su prometida, los Liu, se encontraba aparcado en el estacionamiento. Eso solo podía significar que le estaban esperando para tener una reunión, y él no quería ser partícipe de eso. Para un solo día eran demasiadas cosas que procesar, y no es que hubiera perdido la costumbre, pero por algún motivo ese día no lo soportaba más.
—Piensa rápido, piensa rápido—se dijo a sí mismo, mirando hacía todos lados. Si algún guardia de la mansión lo veía queriendo huir, estaba jodido.
El estacionamiento estaba oscuro, el sol casi desaparecía, y el alfa cada vez se desesperaba más. Si quería ir a su habitación debía ingresar por el portón, ser visto por los guardias, y soportar una charla interminable sobre el planeamiento de un casamiento que no quería. Trepar hasta su habitación era otra de las posibilidades, pero no tenía la suficiente fuerza en los brazos.
¿Estaría mal ir con los jardineros? No específicamente Jungkook, podría ser Zee tranquilamente. Pero de todos modos, los guardias lo verían.
—¿Taehyung?—la voz grave resonó en todo el estacionamiento—, ¿de qué te escondes?
El alfa se asustó, no por miedo, sino porque creía que estaba solo luchando con sus pensamientos.
—¡Maldición, Seokjin!—se quejó, tocándose el pecho con una mano. No había escuchado los pasos de nadie, y mucho menos esperaba que se tratara del escolta de Jennie—. ¿Qué haces aquí?
—¿Qué crees?—preguntó cínico.
Ah, sí. Que Seokjin estuviera ahí presente, solo significaba que Jennie estaba dentro de la casa.
—Hmm, sí. Ahora vas a arrastrarme hasta allá adentro, ¿verdad?—soltó un suspiro, rindiéndose.
Taehyung esperaba que Seokjin lo sujetara del brazo y lo empujara hacía la mansión, aunque no correspondía muchas veces había sido de esa manera. Sin embargo, el escolta solo lo observó, quieto en su lugar.
» —¿No?
—Jennie no vino, y yo no vengo con ella hoy. ¿Quieres mí ayuda, si o no?
—¿Por qué?
—No quieres entrar a la casa, irás donde Zee.
—¿Y por qué me ayudarías?
—Por ahora no tienes que saberlo—sonrió, y Taehyung lo sintió como una burla—. Yo distraigo a los guardias, pero tienes que correr con todas tus fuerzas sin hacer ni un ruido.
Taehyung no lo pensó demasiado, y siguiendo la idea de Seokjin, esperó tras la reja entreabierta a que el escolta comenzará su show cerca de la puerta principal. No tuvo tiempo de disfrutar de tal vergonzosa pero excelente actuación digna de un Óscar a la mejor pérdida de dignidad, pero al menos, nadie lo vio cruzar a los jardines. Y allí, Taehyung podía escabullirse con tranquilidad kilómetros abajo.
Pasó junto a sus amadas flores, notando una hoja blanca de papel encajada entre medio: curioso, pero por sobre todo un poco molesto de que alguien se atreviera a tocar sus flores, tomó el papel y lo leyó.
“No tengo gato pero tú puedes ser el mío
¿Vienes?”
La expresión de su rostro se desdibujó por completo, ya no había un ceño fruncido o labios apretados con molestia, y las reacciones químicas en su cuerpo provocaron que el calor subiera a su rostro poniéndole las mejillas rosadas.
¿Qué le pasaba? Se sentía extraño.
Taehyung rompió el papel en varios pedazos que fue arrojando al viento mientras avanzaba, hasta sin darse cuenta llegar frente a una puerta de un departamento en específico.
La puerta se abrió no mucho después, dejando ver en su interior a un alfa recién duchado que se secaba el cabello. Vestía un pijama azul enterizo abotonado desde la cintura hasta la altura del pecho, y por alguna razón, aquella imagen hizo estragos en Taehyung.
Aunque, si lo pensaba con la cabeza fría, Jungkook lucía como un Teletubbie. Daba ternura, pero algo en todo eso era sexy.
—¿Qué suced-...
Taehyung no le dejó terminar de hablar porque lo sujetó del cuello de su pijama y con determinación tomó sus labios con su propia boca.
Jungkook se movió hacia atrás sin separar sus labios de la hambrienta boca del contrario, dejó caer la toalla para cerrar la puerta y presionó el cuerpo delgado del alfa de cabello azul contra el suyo, apretando su delgada cintura con las dos manos.
—Mh, Jungkook…
—Dime—apenas se separó para hablar, dejando un hilo de saliva entre sus bocas.
El alfa de cabello violeta aprovechó el momento para deshacerse de la campera de cuero de Taehyung, suspirando al ver qué la remera blanca que utilizaba no tenía mangas y dejaba ver sus brazos levemente musculosos. Por no decir que también su six-pack se marcaba debajo de la tela algodonada.
—¿Por qué no tienes aroma?
—No lo sé—murmuró—, ¿quieres que huela a algo?
—A mí—sonrió coqueto.
Jungkook empujó a Taehyung contra la fría pared del pasillo revestida de madera, chupó si labio inferior, bajando por la afilada línea de su mandíbula hasta llegar a su cuello. Taehyung jadeó gustoso de sentir la mano intrusa del otro alfa bajo su remera que lo acariciaba con suavidad hasta la altura de uno de sus botones rosados mientras sus pomposos labios dejaban un sinfín de chupones en su cuello.
Las manos de Taehyung también eran ágiles, y con un rápido movimiento desabrocharon el pijama azul. Suspirando de placer ahora que su propio pecho había quedado al aire libre por hazaña de Jungkook, Taehyung descubrió el torso de su amante con cierta desesperación. La piel blanca de sus hombros sabía extrañamente dulce en su boca, y le gustaba por sobre todo escuchar los suaves jadeos del jardinero cuando con su boca dejaba rastros de mordeduras y saliva.
—Ah~ tonto, ¿por qué chupas?—se quejó al sentir la húmeda lengua de Jungkook en uno de sus pezones. No era realmente una queja porque le gustaba, ¡santo cielo, claro que le gustaba!; pero seguía siendo extraño.
Sus amantes nunca habían sido tan complacientes. De hecho, era la primera vez que alguien le hacía sentir tantas cosas durante una ronda de sexo.
—Porque te gusta—susurró, mirándolo desde allí abajo. Mordisqueando con suavidad una última vez el pezón con el que jugaba, continuó bajando por su torso hasta el borde de sus pantalones—, ¿puedo?
Oh, qué ironía que se le ocurriera pedir permiso si era la tercera vez que haría algo así: el día en el galpón, ese mismo día en la mañana antes de que regresara a su habitación con la salida del sol, y ese momento.
—Qué delicado—resopló, asintiendo. Sin embargo, Taehyung estaba encantado.
Pero no más encantado que el momento en que sus pantalones quedaron a la altura de sus rodillas y su creciente erección fue liberada de sus bóxers. Taehyung calló lo más que pudo sus jadeos cuando la lengua caliente de su acompañante envolvió su hombría, pero no pudo evitar gemir alto cuando el interior de aquella boca que minutos atrás lo había besado lo estaba tragando casi por completo.
La imagen de Jungkook con sus ojos llorosos viéndole desde allí abajo era sumamente preciosa, provocando que su cuerpo se estremeciera de placer.
Aunque, claro, a Taehyung le gustaría mucho más siempre lo que vino después: cuando se encontró recostado en la cama y sus piernas temblaban al sentir que era el alfa de cabello violeta quien arremetía en su interior con todas sus fuerzas.
(...)
—¡Hola, oppa!—sonrió al ingresar a la sala.
La chica corrió con emoción hacía el alfa, envolviendo su cuerpo en un fuerte abrazo. Taehyung suspiró, mirando al acompañante de Jennie con incomodidad.
—Ya, ya—apretó los labios, formando una fina línea con ellos, y apartó a la omega suavemente—. Has venido más temprano que de costumbre, ¿por qué?
Jennie dió dos pasos hacia atrás, abultando sus labios en un puchero.
—Suenas cómo si eso te molestara, oppa. Pero hace mucho que no me has visto.
Oh, por supuesto que le molestaba.
Taehyung había sido bendecido por el universo, Jennie había tenido que viajar junto a sus padres a Nueva York por un mes entero, ese mismo día la familia estaba de regreso a Busan y la mansión Kim fue el primer lugar por donde Jennie quiso pasar.
—Lo sé, ¿pero no se te ocurrió avisar?.
—Si, hm… Taehyung—el muchacho avanzó un par de pasos, casi llegando a los dos menores—, de hecho te envié un mensaje. Nunca lo abriste.
El silencio reinó unos segundos, mientras que Taehyung recordaba dónde había dejado su celular.
“Los Kim no estaban, el jefe de mantenimiento tampoco, y cierto alfa sin aroma había decidido tomarse el día libre. Nadie objetó ante eso último ya que si Taehyung lo ordenaba, nadie podía contradecir la palabra de los herederos.
Realmente, Jungkook no era tan esencial en su trabajo y a sus compañeros les daba igual que se perdiera un par de horas.
—¿Dónde me estás llevando?
Era extraño que Taehyung lo buscara cuando el sol brillaba en el cielo, sus encuentros generalmente ocurrían desde las siete de la tarde y duraban doce horas exactas hasta el amanecer.
Con el pasar de los días, habían comenzado a salir a caminar bajo el manto de la luna por todo el jardín: a veces tomados de la mano, siendo cargados en la espalda por turnos para cada uno, o simplemente encontraban un lugar donde recostarse a ver las estrellas.
Taehyung no dejó de mirar al frente, arrastrando al alto alfa hacía la casa. Jungkook comprendió más o menos sus intenciones en cuanto llegaron a la puerta trasera de la mansión.
» —¿Por qué la casa está vacía?—cuestionó, mirando hacía todos lados. La mansión por dentro parecía en realidad un palacio, con las escaleras de mármol y las decoraciones brillantes como candelabros colgantes—. ¿Soy un invitado especial al paraíso? Siento que estoy soñando.
—Les di un descanso a todos por unas horas, la casa es toda mía—presumió con la cabeza alta, volteandose a ver a Jungkook—. Quiero que conozcas un lugar.
Jungkook siguió sus pasos apresurados tratando de observar lo más que podía de la casa, pero Taehyung no le dejaba disfrutar completamente la vista.
—¡Más despacio, animal!—se quejó, tras casi tropezar con sus propios pies cuando llegaron a la segunda planta. Taehyung caminaba tirando de él sin siquiera esperarlo.
—Un golpe quizá ayude a rordenarte el cerebro.
De repente, el alfa frenó sus pasos haciendo que Jungkook chocará con su espalda. Confundido, el jardinero observó al mayor girar el picaporte de la puerta para darles paso a ambos.
La habitación de Taehyung, parecía en realidad un departamento más: era enorme. Junto a la puerta se dejaba el calzado, y hacía el lado derecho te encontrabas con dos sofás frente a una gran pantalla plana y parlantes para reproducir el sonido, como un living; hacía el otro lado, la cama de dos plazas, un clóset enorme, una especie de “rincón de estudio” (una silla giratoria con su respectiva mesa y biblioteca), y por supuesto, un ventanal cubierto por dos capas de cortinas que ocupaba casi la mitad de la pared que daba hacía el jardín.
—Tu cuarto es más grande que la casa de mis padres, ¡¿de verdad es todo para tí?!—preguntó sin poder evitar sentirse emocionado. Su rostro parecía haberse iluminado.
Taehyung sonrió con gracia al ver cómo Jungkook exploraba curioso la habitación. Si para Jungkook él era un gato gruñón, ese alfa de hombros anchos lucía como un cachorro. Aunque la primera vez Jungkook parecía alguien grosero, en realidad era todo lo contrario, se emocionaba por la cosa más mínima y disfrutaba mucho del contacto físico, cualquiera fuera.
El dueño de “casa” dejó al menor observar y tocar todo lo que quisiera hasta que se cansó de dar vueltas en la habitación y finalmente se recostaron juntos en la cama, mirando el sol que comenzaba a ocultarse a través de la ventana mientras Taehyung usaba el pecho de Jungkook como almohada.
—¿Tienes hermanos?
Jungkook lo miró, enredando sus largos dedos en su cabello azul.
—Si, son tres. No los veo desde hace bastante, seguro me odian, pero por ellos es que comencé a trabajar aquí. Cuando nuestros padres murieron los dos mayores tuvimos que buscar la manera de vivir… pero ellos tres tienen al tío Lee, yo no soy verdaderamente si hermano de sangre, y me ha tocado estar separado de ellos.
—Es decir que… ¿Jimin, Jihyo y Tyuzu no son en realidad tus hermanos?
Jungkook no se sorprendió, él ya sabía que Taehyung conocía a su hermano y sus dos hermanas.
—Sus padres me adoptaron cuando todos éramos pequeños, ellos venían de orfanatos diferentes, y nos criamos juntos. Papá y mamá me querían mucho, yo era el más mimado de todos, y a uno de mis hermanas nunca le agradó… es peor ahora que creen que las abandoné, cuando en realidad solo me deje guiar por mis instintos cuando te oí hablar de tu matrimonio arreglado por primera vez.
—¿Qué acabas de decir?
Se observaron a los ojos por varios minutos. Jungkook comenzó a explicarle con detalles desde el principio y Taehyung le escuchó con suma atención.
No era nada del otro mundo: cuando el matrimonio Kim le anuncio a su hijo que se comprometería con Jennie, Taehyung huyó al departamento de su amigo Jimin para contarle la noticia y quejarse de su destino arreglado con él. Jungkook se quedaba entre noches con sus hermanas, y ese día, él estaba a punto de bajar a la cocina por agua cuando se dió cuenta de que Jimin tenía un invitado que hacía mucho ruido al hablar. Nunca vio su rostro porque estaba de espaldas, pero Jungkook oyó toda la historia y, por alguna razón, su lobo reaccionó de manera extraña.
La simple necesidad de conocerlo le hizo investigar sobre la familia, encontrando un anuncio de trabajo que Jungkook, cegado por los instintos de su lobo, había accedido a la inscripción.
Nunca esperó realmente ser aceptado, pero más allá de la razón principal por la que mandó la solicitud, él en verdad necesitaba el dinero para ayudar a sus hermanos.
—Entonces, ¿por qué peleamos el primer día?—frunció el ceño, acomodando las manos sobre el estómago del otro alfa para apoyar su mentón ahí.
—No sabía que eras tú—se rió un poco, pasando el dedo índice de su mano por el cuello de Taehyung, haciéndole cosquillas—, pero hubiéramos peleado de todas formas porque eres un oso gruñón.
Taehyung puso los ojos en blanco antes de morder la piel por sobre la ropa en la primer costilla del alfa de manera que no dolía en realidad.
Solo quería escuchar su risa, y así fue como comenzó una pequeña guerra de cosquillas entre ambos que hacía a la enorme cama sacudirse y rechinar, sin embargo, aquel sonido que podía llegarse a malinterpretar, era opacado por sus carcajadas.
Con el cabello desparramado, ambos alfas eran un completo desastre. Se dejaron caer juntos sobre la cama, intentando calmar sus reparaciones.
—Hace años no me reía así—confesó Taehyung, mirando el techo.
Jungkook no dijo nada, pero cuando en el campo visual del mayor apareció un teléfono -su teléfono-, solo pudo sonreír avergonzado de la imagen que se relajaba gracias a la cámara frontal.
» —Parecemos dos escobas para el baño.
—Hm, me ofendería pero tienes razón—sonrió, tomando una foto—. Te ves feo, ¿sabías?
Taehyung se rió, y otro “click” se escuchó.
—¡Oye, no se vale!—se levantó un poco, sosteniéndose con la ayuda de su brazo, para mirar con actuada indignación a la persona a su lado—. No estaba posando, borra esa foto.
—Oh, vamos—se rió, comenzando a grabar un video—. Aquí el señorito Taehyung con «e» egocéntrico, me trajo a su casa para restregarme en la cara su lujosa habitación. ¿Alguna declaración, mr. Egocéntrico?
—Hm, sí. Primero, egocéntrico mí culo—acompañando sus palabras, le dió un zape al entrevistador en la cabeza—. Pero debo decir que no solo traje al conejito gigante que me entrevista para conocer mí habitación.
—¿No?
—Yo… en realidad quiero… preguntarte algo, Jungkook.
El alfa nombrado ahora miró a Taehyung con curiosidad, bajando la mano con la que sostenía el celular a reposar sobre su estómago. Taehyung tragó saliva, nervioso hasta la médula, relamiéndose los labios por inercia.
—¿Quisieras… estar conmigo?
Oh.
—Explicate más
—Ser… uh. ¿Ser mí novio?
Jungkook se quedó en silencio. No se esperaba aquello porque eso era un sueño. Ellos eran amigos con beneficio a roce, o algo así, porque Taehyung ya estaba comprometido. Jungkook en realidad no podía pretender ser más y lo había aceptado desde la primera noche, pero si Taehyung estaba de acuerdo…
Si era lo que él quería, no podía negarse tampoco a sus propios sentimientos.
—¿Y tu prometida?
—A la mierda con ella, quiero estar solo contigo.
¿Jungkook estaba siendo egoísta por sonreír ante esa respuesta?, ¿Taehyung era egoísta por ponerse en primer lugar y desobedecer las órdenes de sus padres?
¡Oh, claro que sí!
Pero al diablo todo. Es mejor ser odiado por lo que eres y no amado por una versión fingida.
Jungkook dejó caer el celular hacía la orilla, quizá incluso al suelo, para subirse sobre el cuerpo de su amante y besarlo con tantas ganas como antes nunca.
Dejarle los labios hinchados hasta oirle jadear era su respuesta.»
Taehyung se aclaró la garganta, mirando a cualquier sitio que no fueran los dos pares de ojos que no se apartaban de sí mismo. Había olvidado su celular desde el día anterior.
—Oh, sí, sí. Estaba ocupado… con algo.
Jennie asintió, sonriéndole. Taehyung sentía pena por la chica, no le agradaba tener que mentirle, pero decir la verdad tampoco era una opción viable, al menos por el momento.
—¿Y el personal de la casa?—preguntó con desconfianza. Seokjin sentía que algo en Taehyung no era creíble, por lo general era un alfa decidido y muy seguro de sí mismo, pero lucía nervioso.
—Les dimos dos días libres, desde ayer. ¿Alguna otra pregunta, Seokjin?—suspiró, mirándolo con molestia. El hombre levantó ambas manos, negando con la cabeza—. Jennie, de verdad no puedes quedarte hoy. Ve a casa, descansa, y nos vemos la próxima semana.
La omega asintió, a punto de rendirse. Hasta que notó marcas extrañas en el cuello de su prometido, y ahora que prestaba atención, su ropa también estaba un poco desalineada. ¿Qué se suponía que estaba haciendo antes de que llegaran?
—Hm… ¿Puedo usar el baño, oppa?—preguntó en cambio, ignorando las palabras del alfa.
—Claro.
Jennie volvió a sonreír, pasando junto a Taehyung para subir las escaleras. Las alarmas de alerta en el cerebro del alfa comenzaron a sonar, pero cuando estaba por ir tras la chica, Seokjin lo tomó del antebrazo para impedirle avanzar.
—¿Seokjin?
—¿Quién está arriba?—preguntó usando un tono de voz firme. Seokjin estaba molesto.
—Oye, no tienes derech-...
—¡Solo responde, maldición! ¿Crees que soy estúpido o crees que Jennie es estúpida? ¡Sorpresa! El único eres tú. Hueles a…
Seokjin ni siquiera pudo decirlo, pero Taehyung sabía. No había tenido tiempo de ducharse porque las visitas llegaron de imprevisto, así que si, él olía a actividades no aptas para todo el público.
—Solo no metas tu nariz en mis asuntos—murmuró, alejándose del mayor.
Jennie no tardó en aparecer, la expresión en su rostro era seria, pero forzó una sonrisa para Taehyung en cuanto estuvo a su lado.
—Seokjin, nos vamos.
—¿Ahora?—frunció el ceño, mirando a la omega que caminó sin más hacía la salida con confusión.
Ella asintió sin voltear.
—Oppa tiene cosas más importantes que resolver, descuida.
Seokjin miró al alfa, queriendo decirle “estás jodido”, y corrió para alcanzar a Jennie y marcharse con ella.
En cuanto la puerta principal se cerró, Taehyung corrió rápidamente a su habitación. Jungkook estaba sentado en el suelo, a los pies de la cama. La mirada del cachorro estaba fija en un punto sin importancia de la pared, lucía pensativo y perdido. Taehyung en silencio se sentó a su lado y con un poco de timidez se abrazos a él.
—Ella es bonita—dijo en un susurro, cómo si tuviera miedo de que alguien le oyera.
—Pero no me gusta.
Jungkook sonrió un poco. Aun podía sentir la mano de la chica estampada en su mejilla. ¿Qué forma de despertar a alguien era esa? De repente, Jungkook era un alfa que se había sentido inferior a una omega linda que se enteraba que le eran infiel, o que al menos se daba cuenta de que su prometido le mentía.
—Le envío un mensaje a tu padre, con una foto mía. Creo que debería renunciar e irme y no verte durante un tiempo.
De solo oír eso el corazón de Taehyung se oprimía.
—Definitivamente te irás—asintió.
Y Jungkook lo quería tanto que solo le sonrió. Podía hacer eso con tal de no causarle problemas al alfa: aunque era triste que su noviazgo había durado tan solo un día. ¿Qué ironía, verdad?
—Está bien… ¿Puedes besarme una última vez?
Taehyung asintió, tomando suavemente el rostro del otro alfa con sus dos manos para acercarlo a su propio rostro. Con dulzura saboreó su boca, besándolo despacio y sin prisa. Besó todo su rostro hasta hacerle reír.
—Pero no será la última, tonto. Dije que te irás… pero lo harás conmigo
Jungkook lo observó con confusión, pero guardó silencio, observando como Taehyung buscaba una mochila grande y colocaba en ella un par de cosas personales. El alfa peli-azul se acercó a dónde, aturdido, el cachorro se había quedado, y tomó su mano para tirar del el y ayudarle a ponerse de pie. Apagando las luces de la habitación salieron moviéndose con rapidez hasta la planta baja.
—¿Qué están haciendo, hermano?
Oh. ¿En qué momento Namjoon había regresado?
—Yo… ¿nuestros padres ya están aquí?
—Si, hyung. Se encuentran bajando unas cosas en el estacionamiento. ¿A dónde vas? ¿Y qué hace el jardinero aquí dentro?
Jungkook miró al alfa a su lado con duda, pero éste simplemente tomó su mano y entrelazó sus dedos con seguridad. Namjoon no tardó en reaccionar con asombro ante la imagen.
—No creo que lo entiendas, Nam. Lo siento mucho, hermanito.
Sin más, Taehyung arrastró a Jungkook hacía la puerta que daba al patio trasero, pasando por la cocina para llevarse una bolsa de alimentos que pensaba disfrutar en su habitación antes del “desastre”.
Sin ser vistos, corrieron entre medio del jardín, Taehyung sonrió pensando en que quizá sería la última vez ese año que vería sus preciadas amapolas.
Cuando llegaron a los departamentos, cierta persona se encontraba sentada en la entrada de su propia habitación leyendo una revista. Jungkook se adelantó para ir a su habitación y tomar algunas cosas, sin saber realmente a dónde quería huir Taehyung.
—Nunew hyung, ho-hola—susurró, nervioso. ¿Por qué tenía que estar ahí justo en ese momento?
—¿Por qué tiemblas?
—Hm, yo… ¿Seguirás sintiéndote orgulloso de mí después de hoy, hyung?
El hombre le sonrió, dejando a un lado la revista para ponerse de pie y apretar las mejillas del menor. No sabía con exactitud qué sucedía, pero no era la primera vez que veía a Taehyung junto a Jungkook y podía influir de qué se trataba todo.
—Siempre estaré orgulloso de mí pequeño valiente, hagas lo que hagas—beso su frente, sin dejar de sonreír. Jungkook apareció cargando una mochila más pequeña que el alfa de cabello azul, y se ganó la atención de Nunew—. ¿Estás seguro de que cuidarás bien a mí niño?.
Jungkook sonrió mirando a Taehyung.
—Él puede cuidarse solo, pero me encantaría estar a su lado de todos modos.
Nunew asintió, sin dudas ese cachorro era la mejor compañía para Taehyung.
—¿Saben a dónde irán?
—De hecho… no tengo idea, Nhu.
El omega se rió, negando con la cabeza. ¿Qué otra cosa podía esperar de Taehyung?. Era obvio que no tenía un plan.
—Te enviaré la ubicación por mensaje, tomen un taxi en la ciudad. Vayan con Ai’Peat de mí parte, él estará encantado de recibirlos.
Taehyung asintió, abrazando a su amigo.
—Muchas gracias por la ayuda, Nhu. Dile a Zee hyung que lo quiero mucho.
Sonrió una última vez tomando a Jungkook de la mano para volver a arrastrarlo, éste le regaló también una sonrisa al omega que había sido su vecino durante un mes entero.
—¿También conoces nuestra salida secreta?—preguntó riendo, al ver qué Taehyung lo guiaba hacía detrás de los departamentos, justo donde comenzaba la arboleda.
El personal por lo general tomaba ese atajo para salir a la calle, evitando ser descubiertos por los guardias de la mansión para ir de compras (innecesarias, como dulces y bebidas energéticas).
—Por supuesto, después de todo es mí casa.
Jungkook sonrió, observando al otro alfa con la luna blanca de fondo.
Era una completa locura, pero ambos estaban siendo malditamente felices.
(...)
—¿Son amigos de Nhu?—preguntó con asombro.
Casualmente, él también hablaba coreano fluido y eso fue un alivio para los chicos.
Jungkook y Taehyung finalmente habían llegado a destino tras una noche bastante complicada en donde decidieron resolver unos cuantos asuntos. Resultó ser que el famoso “Peat” vivía en una granja a las afueras de Busan desde hace muchos años, con su esposo alfa y juntos tenían un complejo de pequeños departamentos en alquiler.
—Si, conozco a Nunew y Zee hyungs desde que soy pequeño. Y mí novio trabajó bajo el mando de Zee por un tiempo, en mí casa.
Jungkook observó a Taehyung, ¿acababa de presentarlo cómo su novio? ¡Oh, vamos! El alfa de cabellos violetas no pudo evitar sonreír en grande. Taehyung notó que el otro no le quitaba la mirada de encima y avergonzado lo codeó, solo causando risa en el hombre mayor que les había recibido en su casa en cuanto bajaron de un coche.
—Limpiaré un departamento para ustedes, si quieren pueden dejar sus cosas aquí y salir a dar un paseo ¿qué les parece?
Los menores se miraron entre si un segundo, para luego observar al hombre.
—Nos gustaría limpiarlo por nuestra cuenta, hyung. En realidad estamos agotados como para dar un paseo hoy.
Taehyung apoyó las palabras del otro alfa con un asentimiento.
—Nuestra noche fue un poco complicada, hyung. En verdad necesito recostarme un segundo.
No todo había salido como esperaban en cuanto abandonaron la mansión. El destino había querido que se encontrarán con los hermanos de Jungkook en la ciudad, y eso les había atrasado demasiado tiempo como para tener a su padre y un guardia buscándolos también. Aunque al principio no lo entendió, Tyuzu aceptó las disculpas de su hermano mayor, pero Taehyung y su padre nunca podrían llegar a un acuerdo.
Peat asintió, regalándoles una sonrisa.
—Denme un momento, iré por las llaves.
El sol caliente comenzaba a picar donde se encontraban parados, y parecía que no solo a ellos les gustaba, sino que las gallinas parecían disfrutarlo también.
Jungkook miró a Taehyung con algo de pena, el alfa se notaba muy decaído aunque trataba de ocultarlo.
—¿Estás bien con la decisión que tomaste?
—Nunca pertenecí a esa familia después de todo—sonrió con amargura, acariciando la mejilla del menor—, renunciar a la herencia y al apellido de mí padre no es la gran cosa, descuida.
Taehyung había dejado de ser un Kim desde el momento en que aprendió a valerse por sí mismo, a pesar de que sus padres intentaron una y otra vez tratar de meterle sus propios ideales y conceptos, jamás lo lograron.
—Estoy bien si estás bien—suspiró con un deje de felicidad en su rostro, rodeando con sus brazos al peli-violeta.
Observaron hacia arriba, encandilados por el brillante astro alto en el cielo. Sus pieles picaban por el calor, pero era tan bonita la sensación de paz que inundaba sus pechos en ese momento.
Y parecía que no solo ellos estaban disfrutándolo, sino que algunas gallinas alrededor se acomodaban en el suelo para aprovechar los rayos calientes.
¿Así se sentía hacer un sueño realidad? Taehyung nunca había tenido esperanzas, pero tantos años de sufrimiento estaban dando sus frutos.
(...)
Siete años más tarde.
Los gallos anunciaban el comienzo de un nuevo día con sus cacareos, el sol estaba apenas asomando en el gran manto celeste y blanco. Los innumerables pájaros silvestres también acompañaban con sus trinos.
Pero la melodía más bonita, la producía otro ser que se arrastraba silenciosamente en cuatro pies.
—¡Papá, papi, despierten!—exclamó, llegando a la orilla de la enorme cama.
—Gijeong, es muy temprano—se quejó, cubriéndose el rostro con la pesada manta que envolvía su cuerpo y el de su, ahora, esposo.
La pequeña de seis años se trepó a la cama para ubicarse entre sus padres, riéndose de las quejas de los mismos. Gijeong era una cachorra muy enérgica al igual que su padre de sonrisa cuadrada, aunque por lo general no irrumpía en la habitación de ellos, ¡era un día muy especial para Gijeong!
—Pero papá, hoy es mí cumpleaños, ¡y vendrán todos mis tíos por primera vez!.
Oh, cierto. Ella conocería a sus tíos.
—Papá seguro lo ha olvidado, bebé—Taehyung bostezó, girándose hacía la derecha para sacar un brazo de debajo de la manta para acariciar el cabello de la niña—, ¿fuiste a desayunar con el tío Fort y el tío Peat?
—¡Si! Hicieron tarta de fresas para mí y mis primos me regalaron flores.
Jungkook sonrió al oírla. Taehyung por su parte se levantó sin decir nada de la cama, recibiendo miradas confusas por las personas más importantes de su vida, y de imprevisto volvió a subir a la cama para aplastar a los menores.
—¡Ay, hace cosquillas papi!—se carcajeó, buscando huir de la mano del alfa que apenas rozaba su cuello.
—Me estás asfixiando, tonto, ¡¿acaso crees que eres liviano como una pluma?!
Bueno, en realidad, todo el cuerpo de Taehyung estaba sobre Jungkook a propósito.
—Anoche no te estabas quejando—le susurró cerca del oído, a sabiendas que recibiría un golpe en la cabeza por ser tan descarado con su hija cerca—. Vamos a desayunar, aún tenemos que preparar todo afuera.
Jungkook asintió, viendo cómo el mayor se alejaba de su cuerpo para tomar en brazos a Gijeong y salir de la habitación. No obstante, Taehyung volvió corriendo a la habitación para besar la mejilla del menor, y antes de que tuviera tiempo de quejarse, desapareció definitivamente.
—Tan lindo—se rió en su soledad, suspirando como el cachorro enamorado que siempre sería.
Mientras Jungkook se tomaba su tiempo para despegar su cuerpo de la cama y tomar una ducha, Taehyung junto a su hija comenzaron con las decoraciones en el Gijeongio delantero.
Esa casa, que al principio había sido solo un departamento viejo y polvoriento, ahora les pertenecía. Había sido el obsequio de boda que Peat y Fort les dieron a ambos aquél día de primavera cuando Jungkook finalmente tuvo el valor de pedirle a Taehyung unir en definitiva sus vidas. Actualmente, era una casa amplia que con ayuda de varios vecinos construyeron: con la llegada de Gijeong, necesitaban más espacio.
—¡Hey, papi, papi!—asustada, la pequeña tiró de la ropa del alfa, sacándolo de sus pensamientos. Taehyung la observó sin comprender qué pasaba, terminando de colgar la última guirnalda de estrellas que uno de los primos mayores de Gijeong le había obsequiado—, ¿quien es ese hombre? D-da miedo.
Todavía más confundido, Taehyung se giró en la dirección en la cual la niña señalaba desde su escondite, detrás del cuerpo del alfa.
—¿Tú?
Más que confundido, estaba asombrado. ¿Qué hacía él? ¿Cómo o por qué?. Taehyung vio también que metros más atrás, sus tres hermanos se acercaban junto a aquellos que consideraba sus segundos padres.
—Hm, sí. Perdón por no avisar, pero Nam me prohibió decirles—se rascó la nuca con nerviosismo, bajando la cabeza.
Taehyung esbozó una pequeña sonrisa, negando con la cabeza. Jamás podría olvidar que todas las veces en las que ellos estuvieron cerca, él olía a su amado hermano.
—Gijeong, ven. Él es uno de tus tíos, no te hará nada malo.
—¿N-no?—murmuró, asomándose cada vez más con un poco de confianza. Vió a mayor agacharse a su altura, esperando que ella se acercara un poco más para verla de cerca.
—No, pequeña. Seokjin parece serio pero en realidad es muy gracioso.
Gijeong creía que si su padre decía que nada malo pasaría, es porque así sería.
La niña asintió, caminando despacio hasta su alto tío. Cuando vio al mayor sonreír, ella lo hizo también antes de rodear su cuerpo con sus cortos brazos, sorprendiendo a todos los presentes.
Namjoon también se acercó para acariciarle el cabello, intentando no llorar al ver por primera vez a su sobrina.
—Qué bonita eres, ¿cómo es tu nombre?—preguntó otro de los hermanos Kim, el más pequeño.
—Gijeong, para nosotros significa Milagros. Papá y papi dicen que fue un milagro encontrarme aquel día cuando nací.
—Oh, ya veo—sonrió, ahora observando a Taehyung—. Hyung, ¿puedes darle un abrazo a Felix?
—Nam también quiere un abrazo, Hyung~
Al mayor siempre le había causado gracia y mucha ternura que sus hermanitos se llamaran a sí mismos por sus apodos o nombres.
—¡Oye, Nhu y Zee también merecen un abrazo de su pequeño hijo!—el alto alfa exclamó, acercándose con su esposo en vistas de que los pasaban por alto.
Y por supuesto, ¿cómo podría él negarles un abrazo a todos? Había estado tanto tiempo lejos, y hasta ese momento se daba cuenta de que los extrañaba demasiado.
Jungkook suspiró recargado en la puerta de la casa, sonriendo al ver cómo la familia volvía a ser eso otra vez.
No obstante, le hacía pensar en sus hermanos. No le era extraño que ellos no se presentaran, los había abandonado por segunda vez y entendía el dolor que sentían. Jungkook nunca quiso hacerles nada malo, de todos modos siempre les enviaba dinero casa que podía, pero el punto de quiebre fue huir para vivir con su amante. Era tiempo de que cada uno se valiera por sí mismo.
Namjoon se acercó a su cuñado de manera silenciosa cuando el resto jugaba con la niña, Peat junto a Fort y sus tres hijos también se habían sumado al festejo, pero por algún motivo, Jungkook estaba sentado solo en la otra orilla.
—Es una casa muy linda—comentó, buscando romper el hielo.
—Sí, pusimos mucho de nuestro esfuerzo aquí… Tu hermano lloró mucho ese día, no esperábamos que Fort hyung nos la obsequiara en serio.
Namjoon asintió, mirando las nubes en el cielo mientras bebía un poco de chocolate caliente. Su hermano mayor los estaba consintiendo demasiado, puesto que el chocolate no era parte del plan inicial de las bebidas para la celebración. Sin embargo, después del almuerzo el alfa se había ofrecido a preparar chocolate para todos.
—Ya veo… ¿Cómo fue ese día? ¿Puedes contarme?
Jungkook lo miró por varios segundos, Namjoon parecía realmente emocionado por saber, y debía aceptar que él estaba emocionado por contarle a alguien más su experiencia.
—Fue una reunión simple y sin mucho preparativo, solo seríamos nosotros dos y nuestros mayores: suena triste pero lo cierto es que en ese momento nos hacía ilusión de cualquier manera. Nos unimos en matrimonio para que fuera algo formal, pero creo que la diosa luna ya lo tenía preparado para nosotros.
Namjoon asintió, girándose a observar cómo su novio cargaba a la pequeña Gijeong sobre los hombros para que pudiera tocar con sus manos las guirnaldas brillantes. Seokjin no era apegado a los niños, Namjoon sentía que solo se debía a que ellos siempre les tenían miedo por su aura, pero ahora que lo veía con su sobrina solo podía sonreír enternecido.
» —Además…—retomó el habla, captando la atención de su cuñado —, aunque Taehyung no lo decía, su orgullo estaba herido por no tener un apellido. No quiso presentarse como Kim nunca más después de esa noche.
—Entonces le diste el tuyo.
Jungkook asintió, un tanto avergonzado.
—De verdad amo mucho a tu hermano, desde que lo conocí ha sido lo mejor que pasó en mí vida. Solo quiero verlo sonreír.
—¿Y como llegó Gijeong? Todos saben que ustedes son dos alfas.
—La encontramos cuando apenas tenía una semana de vida, era muy pequeña, y parece ser que su mamá la dejó abandonada a propósito frente a nuestro departamento. Tenía una nota entre su ropa donde decía que no había sido registrada aún, por lo que sin pensarlo dos veces nos acercamos al pueblo para inscribirla bajo mí nombre.
Ese día había sido un horror, con final feliz. Taehyung y Jungkook llevaban discutiendo toda la semana sin una razón válida, tal vez la rutina de todos los días los alteraba. Aun si estaban peleados, Jungkook nunca dejaba de ir a recoger a Taehyung hasta la casa donde trabajaba con los animales de una familia, el lugar quedaba retirado y a la hora de regresar todo se quedaba a oscuras: mientras más se acercaban a la casa, más miedo sentían los dos.
¿Por qué lloraría un bebé, si ellos no tenían uno y los hijos de Peat eran bastante grandes?
Resultó ser una pequeña bebé envuelta en mantas, tenía sus cosas personales en una bolsa, como pañales, cremas, leche y ropa.
Esa noche nadie pudo dormir, no obstante, Gijeong fue quien volvió a unir la pareja. Ellos nunca habían cuidado de un bebé tan pequeño, pero con ayuda de Fort y Peat, Taehyung y Jungkook se dieron cuenta de que no era tan complicado.
—¿Como si fueras omega?—preguntó, los ojos le brillaban. Le causaba gracia porque en realidad Jungkook lucía como un omega encerrado en el cuerpo de un alfa.
—Si, pero Gijeong le llama “Papi” a otra persona—se rió, recordando todas las veces en la que Taehyung se había ofendido con la bebé por eso: nadie le enseñó aquello, su instinto tal vez le llevaba a referirse así.
Namjoon se rió también, observando ahora como su hermano Felix jugaba con todos los niños. Se puso de pie con rapidez, sin apartar su mirada del juego.
—¡¿Por qué no me invitaste, Fefe?!—reclamó, corriendo hacia la ronda que habían formado.
Jungkook sonrió, pero lo hizo aún más al sentir que cierta persona lo abrazaba por la espalda. ¿En qué momento había aparecido?
—Estás muy silencioso—murmuró, observandolo de reojo—, ¿pasa algo?
—Estoy muy feliz por nuestra hija, se ha reído todo el día gracias a tus hermanos.
¿Y los suyos? ¿Alguna vez los volvería a ver?.
—Kookie, sabes que ellos te aman mucho. Pero cada uno está tratando de vivir su vida, ¿lo recuerdas? Tú los soltaste primero, ahora ellos lo hacen contigo.
Él tenía razón. Los cuatro se amaban, pero algunos querían volver al punto de partida para sanar, y Jungkook ya había sanado para crear uno original y empezar de nuevo.
—Siempre sabes qué decir, eh—sonrió, estirando la cabeza hacia atrás para apoyarla en el hombro del otro alfa. Taehyung aprovechó el momento para acercar su nariz al cuello de Jungkook, provocandole cosquillas.
—Hueles a amapola, alfa—susurró con un tinte de coquetería—. Es delicioso.
—¿Ah? Pero las amapolas no tienen arom... Oh, sí. Imbécil.
Jungkook en otro momento le habría dado un fuerte golpe en la cabeza, le encantaban sus coqueteos cuando estaban solos por completo: no obstante, nadie les estaba prestando verdadera atención a ellos con la música y las risas tan altas.
Taehyung besó los labios contrarios con dulzura, sin prisa, sin otra intención que decirle a Jungkook cuánto lo amaba.
Sin esperarlo, ambos estaban viviendo la vida que habían soñado cuando eran cachorros, y esperaban poder ser felices en los años venideros y en todos los universos posibles.
[FIN]
Si llegaron hasta aquí, espero que les haya gustado 💓
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