» Capitulo 29

Ella pasó el resto de aquella noche abrazándola, protegiéndola.

La escuchó murmurar en sueños y la sintió moverse entre sus brazos, pero nunca la soltó, no era capaz.

–¿Amity?– la escuchó susurrar al amanecer, cuando la luz se comenzaba a tornar violeta. Ella le acarició los brazos y le apartó el cabello del rostro, mirándola a los ojos.

–Aquí estoy– le susurró, abrazándola más fuerte, y ella volvió a dormirse.

El cielo al otro lado de las cortinas siguió cambiando de color, volviéndose rosa, naranja y finalmente celeste.

Luz se revolvió en la cama, bostezando y estirando sus brazos.

–Buenos días, Lu– le dijo Amity, quién no había dormido nada.

–Buenos días– susurró Luz, siendo solo la mitad de lo alegre que solía ser siempre. Se sentía apagada. Ella se acercó a su novia y se acurrucó en su pecho, dejando que Amity la envolviera con sus brazos. –¿Podemos quedarnos en la cama todo el día?– le preguntó, mordiéndose las uñas.

–Si quieres, sí– le respondió Amity, acariciando su cabello. –Pero primero tienes que desayunar y darte un baño– le dijo.

Ñooo– chilló Luz, cubriéndose la cabeza con las sábanas.

–¿No quieres bañarte?– rió Amity.

–Ño– repitió Luz, aferrándose a la sábanas y a su cintura.

–¿Quieres que yo te bañe?– preguntó en cambió. Luz levantó una parte de la sábana, dejando ver sólo la mitad de la cara y, después de unos segundos, asintió sutilmente.

Amity la observó, escondida entre las sábanas como un gatito y, dándole un beso en la frente, salió de la cama. Busco en el closet algunas prendas limpias y tomó una toalla. Apartó la sábana de la cama y le tendió la mano a Luz.

–Bien, vamos– le pidió.

Luz le tomó la mano, sintiéndose nerviosa y tonta, y salió de la cama. El suelo bajo sus pies se sentía frío y sus pasos eran lentos, pero aún así, siguió a Amity hasta el baño, el cuál tenía un fuerte aroma a ambientador de flores, velas y shampoo.

Observó a Amity dirigirse a la bañera, aquella que casi nunca usaba, y la vió abrir la llave del agua y luego verter jabón líquido y un poco del aceite de oliva y miel que tenía entre sus cosas.

Ella, parada a un lado, comenzó a quitarse su pijama, sintiendo como el frío acariciaba su piel desnuda. Sus pasos eran vacilantes mientras se acercaba a Amity.

–Ya está lista– le informó Amity, tomándola de la mano y guiándola hasta el agua. Luz sumió sus pies en la bañera y luego se sumergió completa, relajándose al sentir el agua tibia y perfumada contra su piel.

Cerró los ojos mientras escuchaba los pasos de la otra chica a su alrededor junto el abrir y cerrar de unas botellas. Amity se arrodilló en el suelo  y con las manos llenas de jabón líquido acarició los hombros de Luz. Ella se tensó ante el contacto, pero dejó que Amity la masajeara, lenta y firmemente, mientras su aliento rozaba su cuello y el calor ascendía por sus mejillas.

–¿No te quieres bañar conmigo?– susurró Luz, con la voz dilata y quebradiza, provocando que Amity suspirara en respuesta.

–No hay mucho espacio, Luz– dijo ésta, continuando con su tarea.

–Ssi lo hay– dijo Luz, abrazando sus rodillas y dejando un pequeño espacio al otro lado de la bañera.

Amity palideció y volteó a ver a otro lado. No debía.

–Por favor– pidió Luz, tomando su mano entre las suyas.

–Es… está bien– aceptó Amity, poniéndose de pie, pues no quería negarle nada a Luz, y deseaba cuidarla y consentirla.

Amity se desprendió de su ropa e indicándole a Luz que bajara las rodillas, se subió a su regazo, inclinándose sobre ella.

Luz se ruborizó bastante cuando Amity tomó un poco de shampoo y comenzó a lavarle el cabello, que aún tenía las extensiones puestas, que caían húmedas sobre sus hombros.

Dejó que Amity siguiera haciendo ésto y cuándo terminó de enjuagarselo, quiso hacer lo mismo con ella. Amity inclinó su cabeza y dejó que Luz le llenará el cabello de jabón y espuma, enredando sus dedos entre sus mechones verdes.

Luz tomó algo más de jabón y pasó sus manos por los brazos de Amity, su cintura y sus piernas, sintiendo como la vampira temblaba con algo similar al placer bajo su toque.

Y luego estuvieron varios, muchos, minutos ahí, recostadas una contra la otra, en aquella bañera, en un placentero silencio lleno de burbujas y caricias.

Después del baño, Luz se animó y decidió que ella cocinaría, con Amity como su sous chef.

Esa tarde vieron en la computadora una película que Luz quería mostrarle a Amity y luego, recostadas en la cama, leyeron juntas algunos capítulos de un libro que Amity había leído hacía muchos años y que se sorprendió de encontrar entre los libros de Luz.

–Amity– dijo Luz, cerrando el libro y mirando a su novia, quién tenía una sonrisita en el rostro y una mancha de chocolate en el rostro, de aquel que le había dado a probar y que le había terminado quitando completo. –¿Alguna vez has visto un atardecer?– le preguntó. Amity miró a la ventana, que aún tenía las cortinas corridas y asintió.

–Si, algunas raras veces. Son… hermosos– admitió.

–¿Quieres ir a la terraza conmigo a ver uno?– preguntó Luz, pasando su dedo por su mejilla, quitándole la manchita.

Amity estaba a punto de negar pero Luz sacó una chaqueta de su closet y unos guantes y se los tendió.

–Tranquila, no dejaré que te lastimes– le aseguró ella, deslizando uno de los guantes en su mano.

Ella se colocó la chaqueta y, tomadas de la mano, salieron del apartamento y subieron hasta la terraza.

Amity nunca había visto el cielo así, de color rosa y lila con nubes que parecían algodón de azúcar escarchadas de estrellas, y sintió como algo dentro de ella se volvía cálido e inmenso, se reparaba.

Luz en cambio dejó que ella le apretara la mano mientras veía como sus ojos se llenaban de lágrimas cristalinas, reflejando en ellos los colores dulces del cielo.

–Te amo, Amity– le susurró, soltando su mano y abrazándola por la espalda.

–También te amo– le susurró Amity, volteandose y poniéndose de puntillas para darle un beso, uno suave y lento, que sabía a frío y miel.

Y ahí, al borde de aquel edificio, bajo el cielo nocturno y la brisa gélida, no importó que fueran una humana y una vampira, porque el mundo entero se esfumó y solo quedaron ellas dos y un beso, un beso en la oscuridad.

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