«¿Tienes un trato para mí, pequeña Blight?».

Viridiana, con sus labios recién pintados de rojo y su túnica negra, abrió las desvencijadas puertas de la biblioteca y entró.

Caminó entre las hileras e hileras de siglos de registros que se podrían ahí abajo, entre la tierra húmeda y el polvo, en libros que ya nadie leería, en pergaminos obsoletos e incluso enormes pinturas, ya destruídas por el paso cruel del tiempo.

Sacó de una de las estanterías un pesado libro marrón con las hojas sueltas y decoloradas que desprendían un sutil aroma a moho y que se titulaba L'esprit de la comtesse noire por E. C. Blight.

Con sus largas uñas pintadas de rojo cuál filosas garras, dió vuelta a las raídas páginas mientras que, mostrando sus perfectos colmillos, sonreía a la oscuridad.

«Te ayudaré, vampirita, pero quiero algo a cambio».