» Capitulo 21
Amity admiró aquel edificio a través de la ventana del auto, rodeado de un aura dorada y salpicado aquí y allá de flashes mientras el ronroneo del auto se apagaba.
–Mmm, ¿Lo dejarás aquí?– le preguntó Amity.
–Si, alguien lo recogerá en un momento– le respondió Luz mientras bajaba del coche, corría al otro lado y le abría la puerta con una sonrisa en su rostro, extendiendole la mano. –Tú, princesa, no te preocupes por nada está noche– le susurró, besando su mano.
Amity se sintió palidecer y desvío su mirada hacía otro lado.
–Okay– respondió la vampira, y Luz sonrió.
–Ven conmigo– le dijo, avanzando de la mano por la entrada de aquel teatro, dónde tendría lugar el evento editorial, y dónde una chica, una blogger, les sacó una par de fotografías.
«No se verán» pensó Amity. «Estarán desenfocadas, o borrosas, o simplemente en blanco, y cuándo se revelen, parecerá que un fantasma se ha cruzado frente a sus cámaras, y será eso lo único que verán.
Una escritora y un fantasma».
El suelo bajo sus pies pasó de asfalto a linóleo, y ella alzó la mirada, recorriendo con sus ojos miel el antigüo auditorio, blanco, dorado y madera, plagado de brillo, libros y personas.
Luz tiró sutilmente de su muñeca, y con un gesto, le pidió que la siguiera. La condujo a través de una escalinata, subiendo a un segundo y tercer piso, dónde algunas personas la saludaron con un gesto o una sonrisa.
–Ésto te gustará– le susurró Luz, llevándola al borde de un balcón, y cuando Amity se acercó, se dió cuenta de que estaban a la altura de las arañas de cristal. Miró hacia abajo, dónde la vista era vertiginosa y radiante, y apoyándose en el barandal, sonrió con deleite.
Cerró los ojos mientras en su mente parpadeaba el recuerdo lejano de una fiesta, de vino y música, de princesas y brujas, y de una época pasada. Abrió los ojos y, con un suspiro, todo se desvaneció.
–Es hermoso– susurró Amity.
–Si, lo es– murmuró Luz a su lado. –Vine aquí por primera vez cuándo tenía dieciséis años, y ví un par de obras de teatro. El lago de los cisnes y Las brujas de Salem. Tengo lindos recuerdos aquí– le dijo.
Ambas se miraron y el silencio cayó sobre ellas.
Música y vino, mucho vino y besos, fue hace tantos siglos, y aún lo recuerdas. Lo recordarás por siempre.
Sus manos se desplazaron y sus dedos se enredaron entre los de la humana, quien miraba a la lejanía, buscando a alguien con la mirada.
–¿Cuál es tu papel ésta noche, Lu?- preguntó Amity, rasgando aquella sutil telaraña de silencio que las había invadido.
–Haré la presentación de un libro, en el que he estado trabajando como editora– respondió ella. –Es el vigésimo tercero–.
–Son… los veinticinco libros que tienes en la sala– recordó Amity.
–El número veintiséis está en mi oficina. Lo añadiré ésta noche–.
–¿Y, Siempre quisiste ser editora?– preguntó la vampira, observando a las personas que entraban al auditorio dos pisos más abajo.
–Si, y no. Amo ser editora. Pero me gustaría, algún día, poder escribir mi propio libro, ¿Sabes?– le dijo, negando. –Pero cada vez que empiezo, no sé cómo acabar, y las palabras se esfuman, desaparecen. Creo que no tengo la inspiración adecuada aún–.
–Nunca es tarde para intentarlo– la ánimo Amity, acariciando su mano.
–Tienes razón– le dijo ella, dedicándole una sonrisa dulce. –Pero ésta noche no seré una escritora. Sólo seré Lucía Noceda, editora–.
–Mmm, está bien. Pero si algún día deseas volver a tomar un pluma, me gustaría ayudarte– le dijo Amity, besando su boca.
–Gracias– murmuró Luz.
–Y… el libro en el que estuviste trabajando, ¿Es bueno?– preguntó ella, volviendo su vista al auditorio cada vez más lleno.
–Oh, lo es– exclamó. –Acabé ese proyecto unas semanas antes de conocerte. Es una mezcla de ciencia ficción y romance, dónde la tecnología y el legado lo es todo, y dónde una chica cyborg, que se supone no debería existir, regresa para tomar venganza hacia quienes la apagaron décadas atrás–.
–Wow– suspiró Amity. –¿Y por qué dices que es de romance?– preguntó.
–Ah, por qué, incluso siendo parte de su inteligencia artificial, la chica se había enamorado de su creador, y no sé sabía si era muy avanzada, o estaba estropeada–.
–¿La apagaron por enamorarse? Que cruel–.
–No fue por eso– rió Luz. –Pero mejor te daré el libro para que lo leas– le dijo.
–Está bien– aceptó Amity, complacida con eso. –Espero que ésta noche sea tan especial como lo esperas– le susurró Amity.
–Oh, ya lo es– le aseguró Luz. –Gracias, Amity, por acompañarme–.
–Bueno, no me dejaste muchas opciones– le recordó Amity, riendo.
–Ow, lo siento– se disculpó Luz, avergonzada. –Es que odie la idea de tener que venir sola, y…–.
–Hey, está bien– dijo la vampira, acercándose a ella. –Me alegra poder acompañarte– susurró, pasando sus dedos entre las extensiones de su novia. Luz inclinó su rostro hacia ella, sus labios a punto de tocar su boca.
–¡Lucí!– chilló una voz femenina, acercándose a ellas.
Sus labios, a pocos milímetros, se alejaron de ella, y Amity gruñó, volteando a ver a la chica de cabello negro ondulado y ojos verdes que las había interrumpido.
Ella agitó su mano en el aire, atrayendo más de una mirada.
–Hola, Willow– respondió Luz, abrazando a aquella chica, que Amity recordaba como la mejor amiga de Luz, aquella que la había dejado plantada unas noches atrás. –¿Dónde has estado?– la escuchó preguntar, un poco preocupada, y un tanto molesta.
–Oh, solo me he tomado unas vacaciones– respondió Willow, –apagué mi celular y desaparecí del universo–.
–¿Y no pudiste avisarme antes?– preguntó Luz. –Estaba preocupada por tí, Willow–.
–Lo siento– respondió la chica, encogiéndose de hombros. –Fue algo… improvisado– dijo, y su expresión se tornó algo sombría.
Amity la observó en silencio, escuchando los latidos caóticos de su novia, y la ausencia total de los de Willow.
«Ella es…».
–¿Y quién es ella?– preguntó Willow, mirando a la chica vestida de rosa que acompañaba a su amiga.
–Oh, ella es Amity Blight, mi novia– dijo Luz, acercándose a su chica. Amity sonrió tímidamente. –Amity, ella es Drea Willow, mi… compañera de trabajo– dijo, casi cortante.
–¿Tu novia?– repitió Willow, observando a Amity, su cabello verde menta y castaño y sus ojos miel, y luego volteó a ver a Luz. –¿Cuánto desaparecí?– bromeó. –Un gusto conocerte, Blight– dijo la chica, extendiendole la mano a Amity,quién se la estrechó por mera cordialidad.
«Ni un solo latido».
–Igualmente, Willow– dijo Amity, sonriéndole.
–Y me alegro volver a verte, Lucí– añadió la chica. –Te llamaré uno de estos días para ir a tomar un café– le dijo. –Hay cosas que me gustaría contarte, a solas–.
–Ya lo veremos– respondió Luz, despidiéndose.
Amity, de su mano, la siguió.
–¿Estás bien, Lu?– le preguntó la vampira cuándo descendían por la escalinata.
–Sí– respondió Luz al instante. –Quizás un poco molesta, pero nada importante– le aseguró.
–Yo… tengo el presentimiento de que no le agradó– dijo Amity.
–Sí, Drea es un poco celosa– respondió Luz. –Pero con el tiempo le agradarás, o no. Ella se lo pierde– dijo, saludando con un gesto a las personas conocidas que agitaban su mano al verla pasar.
–¿Cuánto falta para que inicié el evento?– preguntó Amity, escuchando distraídamente los latidos, rítmicos y deliciosos, de las personas que la rodeaban.
–Como veinte minutos– respondió Luz, mirando su celular. –Creo que es hora de que me una al equipo– le dijo.
–¿Me vas a dejar sola?– preguntó Amity.
–Solo un momento. No soy la única editora, y ese no será el único libro que se presentará– aclaró. –¿Estarás bien?– preguntó.
–Si me das un beso antes de irte, estaré perfectamente– respondió Amity, mirando a ambos lados, asegurándose de que nadie las veía.
–Ow, que traviesa– susurró Luz, tomándola del mentón e inclinándose sobre su boca, a punto de besar a su novia.
Pero sus labios nunca se tocaron, y su expresión, con la mirada más allá de Amity, se tornó inserena y gris.
–¿Qué sucede?– preguntó Amity, volteando a ver lo que fuera que Luz estaba mirando, y allá, al otro lado del auditorio, charlando animadamente con otras señoras, estaba una mujer, con más edad en su rostro y el cabello atado en un chignon, vistiendo un atuendo de un suave tono beige.
Ella alzó la mirada hacia Luz, y forjando una sonrisa, avanzó hacia ellas.
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