» Capitulo 2

Solo unas horas antes, medio borracha y febril, la vampira había estado observando al sol morir lentamente más allá de la ventana del ático, mientras la sangre se derramaba de sus labios hasta gotear sobre los viejos tablones de madera.

En su mente, se veía caminando hacia el borde del cristal dónde los cálidos rayos del sol acariciarían su pálida piel hasta consumirla.

Ella quería consumirse.

Quería que su corazón roto se consumiera hasta dejar de sentir.

Pero bastó un solo paso, solo un rayo de sol, para que regresara siseando hacia las sombras.

–No tienes el valor suficiente para hacerlo– se burló una voz detrás de ella, rompiendo su fatal ensoñación.

Amity se giró sobresaltada al oír aquella voz, la que siempre se filtraba en sus pesadillas y, gruñendo, recogió la botella de vino del suelo e intentó largarse a otro lugar, pero el otro vampiro la tomó del brazo, evitando que escapará.

–¿Te vas tan pronto?– preguntó él con un rastro de hastío en la voz.

–Sueltame Edric, no quiero pelear contigo hoy– amenazó la pequeña vampira, cansada y cortante.

El chico la soltó, alzando sus manos en el aire mientras ella gruñía y se alejaba, dispuesta a terminar de emborracharse en la soledad de su habitación.

–Si me necesitas, hermanita– canturreó Edric como si no hablara con ella en absoluto –estaré con nuestra invitada en el sótano– le dijo, y ella detuvo sus pasos.

De pronto, las imágenes de una chica de cabello rojo se adueñaron de su cabeza, y los recuerdos de esposas rotas y llaves perdidas aparecieron uno a uno.

–Fue una sospechosa coincidencia de errores, pero una gran lástima al mismo tiempo– continúo él. –No llegó muy lejos–.

Amity tragó con fuerza, sintiendo el ardor de las lágrimas que comenzaron a escurrirse hasta sus labios.

Ya sabía cuáles serían sus siguientes palabras, y aún así, le dolieron.

–Los vampiros del nido la encontraron primero y, lamentablemente, no le queda mucho tiempo– dijo, como si realmente lo lamentara. –Lo mejor será drenarla antes de que se eché a perder– sugirió, pero Amity se negó a escuchar el resto, y comenzó a correr mientras el vampiro solo sonrió al verla alejarse.

«No te enamores de chicas humanas» le había dicho él hacía setenta años «son efímeras como el sol, y con el tiempo se marchitan y mueren».

Pero su corazón caprichoso se negó a no probar el cariño de un par de labios ansiosos, y se aferró a intentarlo una y otra vez, hasta que cada beso le supo a sangre derramada, y su corazón se llenó de suturas que ya no podía volver a coser.

«Se marchitan y mueren, siempre jóvenes y bonitas».

Ella cerró la puerta con demasiada fuerza, sollozando contra ella tan alto que tembló y cayó al piso, sangrando desde adentro un nombre que lo único que quería era olvidar.

«Pero jamás vas a olvidarla cuando su fantasma está atrapado entre estás paredes, dónde también lo estás tú».

Una pequeña idea, una estupidez, corrió por su mente en ese instante, y tal vez, solo tal vez, podría funcionar.
 
«Tú no eres una prisionera de Blight Manor, Amity» se dijo a sí misma, repitiendolo una y otra vez hasta que sus pasos la levantaron del piso y la llevaron hasta el closet, el tocador y su cama, recolectando baratijas y reliquias, guardandolas en una vieja mochila.

«No moriré aquí también» se prometió, secando las lágrimas de su rostro y abriendo la ventana, quién crujió en protesta por ser tocada en más de cincuenta años.

«Mamá se fué cuando papá murió. Ahora entiendo porque».

Afuera, la luna brillaba solitaria sin la compañía de sus estrellas, y de una salto, Amity Blight se alejó de aquella mansión, corriendo sin mirar nunca atrás.

El frío acarició su piel como besos pasajeros, y ella, con una sonrisa efervescente en la boca, camino por aquellas calles vacías, bailando al lado de las sombras proyectadas por los faroles.

Deslizó sus dedos sobre la pantalla del celular robado, ansiosa por encontrar un lugar el cuál rentar, porque, se dijo, las chicas humanas hacen eso: rentan bonitos apartamentos cuando dejan de sentirse niñas.

Disminuyó sus pasos cuando llegó al parque, dónde sintió que el aire era aún más frío. Camino hasta que vislumbro una fuente y se inclinó sobre el agua, esperando verse reflejada sobre ella, pero lo único que sus ojos miel observaron fue una mancha difusa que opacaba a la luna. Suspirando, llevó sus manos a su garganta y retiró el frío metal que acarició a sus dedos.

Los fantasmas a veces eran objetos, y ella no quería fantasmas en su nueva vida.

–Te amé tanto– le susurró a aquel relicario antes de darle un último beso. –Pero me temo que ha llegado el momento de dejarte ir– susurró, y como si cortará los hilos de una marioneta estropeada, lo dejó caer al agua.

Sus fantasmas se hundieron, y ella, quien no podía seguir mirando sombras distorsionadas sobre el agua, se puso de pie y se alejó de la fuente, cruzando la calle y deteniéndose frente a un aparador con las luces apagadas.

Había una mujer de plástico atrapada ahí, luciendo el vestido más bonito y corto que Amity jamás hubiese visto.

«Las chicas humanas tienen ropa así de bonita» pensó, imaginando cómo se vería ella con un vestido así.

Unos minutos después, sus dedos estaban rozando la suave tela de aquel vestido, corriendo los cierres y probandoselo frente al espejo que no devolvía más que un borrón oscuro sin rasgos, pero que aún así la hacía sentir hermosa.

«Hace años que no tengo botas» recordó luego, caminando hasta una pared donde habían hileras de ellas y de dónde escogió un par en color negro.

«Una falda quedaría mejor con las botas» pensó después, quitándose el vestido y dejándolo en la mochila junto a otras prendas que había tomado.

Se probó una pequeña falda de color negro, de la cual se enamoró, y luego agregó una chaqueta del mismo color, contenta con ese conjunto.

Siguió recorriendo la tienda y encontró más ropa de colores negro y rosa, faldas y chaquetas, e incluso un coqueto vestido de encaje negro, y lo guardo todo, más que satisfecha con su pequeño botín.

Cuando terminó de renovar su guardarropa, volvió a su búsqueda en internet, hasta que encontró algo interesante.

«Busco una roomie» decía el anuncio. «Apartamento… precio… etc…».

Amity aceptó al instante. Media renta sonaba mejor que una completa, y antes de que saliera el sol, se dirigió a King's palace, dispuesta a comenzar su nueva vida.

«Me he equivocado de dirección» pensó la vampira cuando ingresó a aquel edificio, sabiendo que un lugar así no costaba lo que había acordado.

Subió por el ascensor y titubeó un poco antes de atreverse a tocar la puerta.

«Tal vez se equivocó con el número y la renta sea más cara» pensó mientras esperaba afuera del apartamento. «Pero cualquier cosa que mejor que vivir bajo las “reglas” de Edric» se recordó, volviendo a tocar la puerta.

Pasó un minuto entero y nadie salió, lo cuál puso aún más nerviosa a Amity.

«Tal vez no hay nadie en casa ahora, o quizás la persona que vive aquí ya encontró un compañero» pensó, dándose la vuelta para continuar su búsqueda cuando escuchó varios pasos dentro del apartamento y luego la puerta se abrió de par en par.

La chica al otro lado tenía el cabello corto y espeso, de color chocolate al igual que sus ojos. Y solo llevaba una pantufla.

–Tú cabello es verde– fué lo primero que le dijo al verla de arriba a abajo con curiosidad. Amity alzó una ceja.

–Eh, sí... gracias– dijo ella. –He venido por el anuncio de... ¿la roomie?– dijo, dudando un instante y esperando que la chica le dijera que se había equivocado, pero ella en cambio comenzó a asentir al instante.

–Ah, si si si– le respondió, volviendo a entrar al apartamento.

Amity la observó desde la puerta, intentando dar un paso hacia delante, pero sus pies estaban congelados y su cuerpo se negaba a avanzar.

Los vampiros como ella no podían pasar a un hogar sin ser invitados a entrar, y la humana obviamente no lo sabía ¿cómo iba a...?

–Adelante, pasa...– le dijo la chica de ojitos avellana –... eres bienvenida–.

Bienvenida.

Amity estaba perpleja. Aquella chica no tenía idea, pero acababa de darle la bienvenida a su hogar a una vampira, y ella solo podía sonreír de alivio por eso.

Entró algo tímida al apartamento, sintiendo como la burbuja que la había mantenido afuera se disolvía a su paso mientras cerraba la puerta con cuidado detrás de ella.

–Soy Amity– le informó, pasando a su lado y rozando suavemente sus dedos contra su muñeca.

Amity– la escuchó susurrar, como si aquel nombre fuese el más lindo que hubiese escuchado en su vida.

La humana, quién se llamaba Luz, le mostró el resto del apartamento y luego la llevó al segundo piso, dónde estaban las únicas dos habitaciones del lugar; una para cada una.

Amity quisó chillar al ver el simpático tono de rosa que cubría las paredes, pues siempre había vivido en la misma austera habitación, que era lo opuesto a ésta.

–Ow ¿No te gusta?– dijo Luz, intentando leer su extraña expresión.

Ella quería decir que no, que si le gustaba y mucho, pero se abstuvo. Las vampiresas no sé emocionan por el color rosa.

–Podemos cambiarlo si no te gusta– le informó Luz, aunque su ceño fruncido indicaba lo contrario.

–¿El apartamento si es tuyo?– preguntó Amity, recordando que la renta era bastante accesible para ser un lugar así –¿O no lo es?–.

–Si lo es...– dijo Luz –... y no. El edificio le pertenece a una amiga de mi madre, la señorita Edalyn, quién me lo está rentando. Me dijo que podía cambiar lo que yo quisiera, siempre y cuando no destruyera el lugar– explicó, riendo un poco.

–Y supongo que pintar las paredes cuenta cómo destruir...– reflexionó Amity –... si jamás has usado una brocha–.

–Creo que sí– asintió Luz, riendo.

–Está bien...– aceptó Amity, dejando caer su mochila y la chaqueta sobre la cama. –¿Quieres el pago en efectivo?– le preguntó acercándose mucho a ella mientras retorcía uno de los tirantes de su blusa blanca entre sus dedos.

La humana se sonrojó ante su gesto y murmuró un «Si, en efectivo está bien» mirando hacia otro lado.

–Okay– dijo Amity, dando dos pasos atrás y entregándole el primer pago. –Sabes, creo que tú y yo nos llevaremos muy bien, Luz– le aseguró, dedicándole una sonrisa coqueta.

Amity Blight estaba muy emocionada con su nueva vida.

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