» Capitulo 19 | +18
Ella abrió los ojos sintiéndose embriagada y ligera, con el aire frío besándole la piel y su cuerpo aletargado al lado de Amity.
Pasó sus brazos alrededor de su cintura desnuda y la abrazó por la espalda, aspirando su adictivo aroma, cómo a menta y vainilla, y sus labios tocaron su mejilla, dejándole un frío beso.
Amity se revolvió lentamente entre sus brazos, tomando sus manos entre las suyas y suspirando ante la claridad del día. Parpadeó confundida.
–Buenos días, mi amor-–susurró Luz contra su cuello, dejándole algunos besos ahí. Amity sonrió, sintiendo una agradable sensación corretear por su estómago.
Estar enamorada era enfermizo, pero tan fascinante.
–¿Podrías cerrar las cortinas, mi Lu?– pidió ella, dándose la vuelta y quedando frente a frente con su novia, para luego darle un suave beso. –Por favor–.
–Sí– respondió Luz, devolviéndole rápidamente el beso antes de mover el edredón hacia a un lado y, estirándose y suspirando, se puso de pie, caminando hacia la ventana. Amity no pudo, o no quiso, evitar fijar su mirada en el cuerpo de su novia, y recorrió con su mirada cada centímetro de su exquisita y descubierta piel morena, mientras ésta era bañada por los rayos dorados de luz.
Era un ángel frente a la ventana.
–¿Por qué me ves tanto?– río Luz mientras volvía a la cama, ahora con la habitación sumida en sombras. –Me... me pones nerviosa– murmuró ella, mientras tímidamente se metía bajo las sábanas al lado de Amity.
–¿No te han dicho que el arte es para admirarlo?– respondió Amity, pasando una mano sobre su cintura por debajo de las sábanas. Luz sintió un escalofrío recorrer su piel dónde Amity rozaba sus dedos.
–Ssi– murmuró Luz, ocultando su rostro bajo el edredón. Amity río y la imitó, encontrando su rostro sonrojado y con una sonrisa tímida. –Amity– chilló Luz cuando la chica le plantó un beso en la boca y luego sus manos la rodearon sin disimulo.
–¿No te lo he dicho? Siempre he fantaseado con tener sexo en la mañana– ronroneo Amity contra su labios, mientras escuchaba los latidos de su novia incrementar exponencialmente, y sentía su pulso vibrar contra su tacto.
–No... no me lo habías di... dicho– suspiró Luz, olvidando todo el valor que había sentido la noche anterior. ¿Porque estaba sintiendo tantos nervios?
Pero Amity sólo suspiró.
–Está bien, entiendo si no quieres. Iré a darme un baño– le dijo. No sonaba enojada, ni siquiera decepcionada, al contrario, una sonrisita bailaba sobre sus labios.
Amity salió de la cama con una de las sábanas semi envuelta alrededor de su cuerpo, pero a unos pocos pasos de la puerta, volteó a ver a Luz. Su sonrisa terminó de aparecer mientras dejaba que la tela se deslizara hasta el suelo.
Luz sentía lo rápido que su pulso latía en sus venas, y también sentía las mariposas que picaban sobre su piel. Quería quitárselas... no, quería que Amity se las quitará.
–Te... te, yo, te acompaño– musitó ella, tratando de ocultar de manera lamentable sus nervios mientras se ponía de pie y avanzaba hacia la chica de ojos dorados.
–¿Quieres ahorrar agua, Noceda?– bromeó Amity, acercando peligrosamente sus labios a su boca, pero sin besarla.
–Sí, eso exactamente– susurró Luz, desviando su mirada y su sonrisa.
–Creo que comienzo a entenderte– exclamó Amity mientras se llenaba el cabello de shampoo.
–¿En qué?– preguntó Luz, pasando la pastilla de jabón por sus piernas. Amity volteó a verla, con aquella sonrisa felina en su boca.
–Te gusta jugar, ¿No es así?– susurró ella, abriendo la llave de la regadera y enjuagándose el cabello. La espuma blanquecina se deslizaba lentamente por su piel pálida y desaparecía antes de llegar al suelo. Luz observaba cómo el agua alisaba el cabello de Amity y lo volvía un poco más largo de lo que parecía.
–No... no sé a qué te refieres– explicó, haciéndose una idea de a lo que se refería. Amity sólo río. La tomó de las manos y la atrajo hacia ella, dejando que el agua fluyera bajo sus cabezas.
–Si sabes– ronroneó ella, quitando con sus manos los restos de jabón que Luz tenía en los hombros. Luego bajó por sus brazos, aplicando una leve y lenta presión. Luz cerró los ojos mientras Amity pasaba sus manos por su espalda, descendiendo cada vez más. Soltó un suspiro cuando ella pegó su cuerpo al suyo, sin dejar de frotar su cintura. –Y si no sabes, yo te lo demuestro– susurró Amity, poniéndose un poco de puntillas y robando un beso de sus labios.
–Está bien– jadeó Luz, aún con los ojos cerrados –enséñame lo que sabes– pidió.
Amity cerró la llave de la regadera y volvió a acercarse a Luz, pasando su mirada, y su uno de sus dedos, sobre el brazo de la chica. Luz lentamente abrió los ojos, sólo para volverlos a cerrar. Ella pasaba su dedo sobre su clavícula y descendía, pasando por encima de uno de sus senos y deslizándose sobre su vientre. Sentía cosquillas por eso, pero estaba tan nerviosa que no podía reírse, y el único moviendo que realizó, cuando Amity sorpresivamente puso su boca en uno de sus pechos, casi la hace tropezar.
–Tranquila, ten cuidado– exclamó Amity, sosteniéndola de la cintura.
–Agh, soy tan torpe– se reprendió Luz en voz alta, su rostro teñido de rojo cereza por el sinfín de emociones que sentía.
–Sí, algo– agregó Amity, tomando dos toallas del perchero al lado de la regadera. –Y es tan tierno– dijo, casi riéndose. Puso una de las toallas sobre los hombros de Luz y se envolvió la otra alrededor de ella. –Éste no es el lugar más cómodo, y no quiero que te lastimes– admitió después –¿Quieres ir a nuestra habitación?– le preguntó ella, rodeándola por el cuello. Luz asintió tímidamente.
Las dos chicas salieron de la ducha, goteando pequeños rastros de agua mientras avanzaban hacia la salida del baño. Luz tomó la mano de Amity y la detuvo un instante.
–¿Qué...?– empezó Amity.
–Lo siento– musitó Luz rápidamente, acercándose a ella –realmente me siento muy nerviosa y no se por qué– explicó titubeante. –No, no creas que no...–.
–Luz– la interrumpió Amity. –Está bien- rió, tomando sus manos entre las suyas. –Está bien– repitió, rozando sus labios contra los nudillos de la otra chica. Y luego la miró. Aquellos ojitos avellana brillaron al chocar contra el empalagoso miel y dorado, y sus labios titubearon antes de mostrar una ligera sonrisa. Ella se dejó abrazar por Amity, dejando que su cuerpo se relajará un poco ante el contacto.
–Creo... creo que estoy lista– susurró Luz, separándose un poco de Amity. Ella sabía que sus latidos decían lo contrario.
Amity la tomó de la mano y, besándola en los labios, la llevó a la habitación.
A Luz le gustaba eso, los besos de Amity. Le provocaban una sensación indescriptible y adictiva, y cada vez que probaba uno, deseaba otro. La volvió a detener y está vez fue ella la que robó un beso de sus labios, sorprendiendo agradablemente a Amity.
Se dejó desvanecer en su boca, dispuesta a conocer lo que era el placer en su estado más puro.
Poco a poco llegaron hasta la puerta de su habitación y los nervios nadaban como chocolate derretido bajo su piel, mientras el calor iba aumentando ahí dónde Amity la tocara.
–Solo cierra los ojos– le susurró Amity, empujándola suavemente hacia la cama. Luz se separó de ella y se acomodó, sentándose contra el respaldo de la cama. Cerró los ojos como Amity le pidió, mientras que, y sin que ella se lo pidiera, se quitaba la toalla.
Era una manera de lidiar con los nervios.
Amity se acercó a ella, como un gato acecha a su presa, y suspiró contra su piel desnuda. Tenía tantas ganas de probarla, que no sabía ni por dónde comenzar a comerla.
–Primero bésame– pidió Luz, regulando su respiración. –Quiero volver a probar tus labios–.
Amity hizo un puchero y acercó sus labios a los de la otra chica, quién se inclinó hacia el frente y tomó el primer beso, capturando su boca en un ligero movimiento mientras la rodeaba con sus brazos. Amity se dejó caer en su regazo y comenzó a comer su boca con ansias, moviendo lentamente sus caderas sobre ella.
Podía sentir la saliva cálida mezclarse en sus bocas, sus labios rozando y presionandose, y sus lenguas tocándose tímidamente mientras sus cuerpos inquietos se movían cada vez con más frenesí, rozando y chocando puntos específicos entre ellos.
Un dulce y largo gemido se derramó de la boquita de Luz cuándo Amity descendió su mano y la colocó entre sus piernas. La toqueteo un poco ahí debajo y luego retiró su mano, fijando sus ojitos miel en otro punto de su chica. Ella le volvió a besar los labios, que estaban entreabiertos y temblando, y luego le beso el cuello, pasando lentamente su lengua sobre la piel aún húmeda.
Ella tenía un delicioso sabor, como a cocoa y algo un poco más dulce, y Amity saboreó lentamente cada pedacito de piel que su lengua tocaba, mientras Luz la abrazaba por la cintura. Ella ascendió y tomó su oreja con su boca, lamiendo un poco la punta.
Luz sentía arañas corretear cómo locas mientras Amity jugueteaba con su oreja, dejando un sutil hilo de saliva que se escurría por el resto de ella. Amity podía sentir el calor acumulándose en su chica mientras ella la excitaba aún más, mordisqueandola un poco.
Después volvió a bajar a su cuello, y dejó otra estela de besos, y una pequeña marca rojiza, mientras su boca continuaba lamiendo su cuerpo.
Luz gemía dulcemente, sin dejar de aferrarla.
–¿Te gusta así?– suspiró Amity, besándole los labios.
–Me encantas– espetó Luz, comenzando a sentirse febril.
Amity tomó su estado cómo incentivo para continuar con lo suyo. Descendió su mirada hasta sus senos, y lentamente, los tomó entre sus manos. Luz dió un respingo cuándo sintió que su novia comenzaba a masajearlos y a apretarlos suavemente, frotando con un poco más de fuerza sus pezones.
Amity estaba excitada con aquella parte del cuerpo de su chica, tocarla se sentía casi igual de placentero cómo si Luz la estuviera tocando a ella. Sus senos no eran tan pequeños como los suyos, y entre sus manos se sentían cómo globitos de agua muy llenos. Éste era uno de sus fetiches, y ver la expresión de Luz cuándo los apretaba era también bastante excitante, ella se mordía los labios y cerraba los ojos con fuerza mientras Amity le pellizcaba las puntas. Ella besó aquella boquita que no paraba de suspirar.
Y luego volvió a bajar, dispuesta a terminar lo que la había dejado con ganas en la ducha.
Luz arqueó un poco la espalda cuando la lengua de Amity rozó el área sensible de sus pechos, y luego su boca comenzó a chupar uno de ellos. Luz la acunó con sus brazos, entregándose al placer y el calor del momento, mientras Amity, cómo su fuese un bebé, se hundía en uno de sus senos, succionando y lamiendo lenta y profundamente mientras su mano jugaba con su otro pecho.
Amity había descubierto una de sus áreas más sensibles, y la estaba estimulando tan bien.
Estuvieron en aquella posición por varios minutos, hasta que Amity sintió que su boca ya no podía más, y soltó el pecho de Luz, el cuál había adquirido un tono un poco más sonrojado. La chica suspiró profundamente, sintiendo algo de frío en aquella zona.
Pero Amity no había acabado, y con la punta de sus dedos, toqueteo el vientre de Luz, trazando un camino descendente hasta su entrepierna.
–Espera– susurró Luz, tomándole la mano. Sin decir nada, se llevó sus dedos a la boca, empapandolos.
–Yo creó que estás bastante húmeda– ronroneo Amity, dejándose lamer. Luz sólo se encogió tímidamente de hombros.
Liberando sus dedos, Amity los llevó hasta abajo, dónde comenzó a tocar, dibujando círculos lentamente y pasandolos de arriba a abajo, haciendo que Luz jadeara, impaciente por sentirla dentro suyo.
Amity sonrió, dispuesta a complacerla.
Lentamente, introdujo sus dedos, moviendolos en pequeños remolinos, y volviendo a sacarlos. Repitió el movimiento, está vez más profundo, mientras Luz ahogaba los gemidos que se formaban en su garganta.
–Déjalo salir, mi amor, quiero oírte– le susurró Amity, hundiendo más sus dedos en ella. Luz no pudo evitarlo y exhaló, mientras su novia sacaba sus dedos y los volvía a meter. –Dí mi nombre, Lu– pidió Amity, aumentando la velocidad de sus movimientos.
–Ami... ty– gimió Luz, mientras movía sus caderas al compás de los toques de su chica.
Amity siguió arremetiendo entre sus piernas, ahora sin medir la profundidad de sus caricias, y presionando sutilmente un poco más arriba, volviendo loca a la otra chica.
Podía sentirlo en el alboroto que formaban sus palabras incoherentes.
Ella volvió a besarla, sin dejar a un lado el vaivén de sus manos, y Luz, completamente excitada, se ahogó en el placer de las atenciones de Amity sobre su cuerpo.
Amity debió haber tocado algún punto bastante sensible, porque de pronto, su chica le arañó la espalda y arqueó la suya, mientras que abajo sus dedos se humedecían rápidamente. Luz jadeó y se separó de Amity, quedándose quieta y con la respiración irregular.
Amity se metió un mechón de cabello detrás de la oreja y se acercó a su novia para darle un corto beso sobre los labios.
–¿Y eso, te gustó?– insinuó Amity.
Luz la tomó entre sus brazos y repartió varios besos sobre su boca y en su rostro, para luego abrazarla contra su pecho.
–No son ni las ocho de la mañana y tú ya hiciste de éste día una maravilla, preciosa– le susurró Luz. Amity le devolvió el abrazo mientras cerraba los ojos y le sonreía.
–De nada– murmuró ella. –Quería complacerte un poco– le dijo, volviendo a buscar su boca.
Ambas tenían los labios hinchados, Amity más que Luz, y parecían un desastre de lo más feliz.
–Tú me enfermas de amor– confesó la vampira, alzando su vista.
–¿De nada?– rió Luz, enredando su dedos en el cabello todavía mojado de Amity.
–Y te amo– terminó ella.
Luz sintió que algo se derretía dentro de ella al escuchar esas palabras. Era la primera vez que se las decía tan claramente. La miró a los ojos y sintió un millar de mariposas revolotear en su pecho.
–Te amo– repitió ella, acariciando su mejilla y pegando sus frentes.
Esta chica era pura adrenalina, éxtasis y dulzura combinadas.
Una alarma interrumpió el placentero momento, sacando a las chicas de su fantasía.
–Bueno, ahora sí son las ocho de la mañana– murmuró Luz, alcanzando su teléfono y silenciando la alarma. –¿Dejamos los vestidos en la sala, no?– preguntó después.
–Definitivamente sí– respondió Amity.
–Ya quiero verte en el tuyo– le confesó Luz. Amity arrugó su nariz y río.
–¿Y si me veo más bonita que tú?– le dijo, molestandola.
–Yo... entonces tendría a la novia más bonita de todas– le respondió Luz, increíblemente sincera. Amity volvió a reír. –Bueno, es hora de levantarse– le informó, palmeando suavemente sus piernas. Se ganó un gruñido por parte de la peliverde.
–No, me quedaré aquí todo el día. Tú cama es mil veces más suave que la mía– murmuró.
–Pero... hoy es el evento– dijo Luz.
–¿Que no es hasta en la noche?– preguntó Amity.
–Si, bueno. Quería que me ayudarás con algo antes– le dijo Luz. La vampiresa se restregó los ojos, abandonando la idea de dormir todo el día.
–¿Con qué?– bostezó, quitándose el cabello apelmazado del rostro.
–Quería ponerme unas extensiones en el cabello– dijo ella simplemente. Amity levantó una ceja.
–¿Por qué? Tú cabello es hermoso así como está– respondió Amity, tocándole las puntas de éste.
–Porque... mi madre estará ahí. Y ella, definitivamente, no sabe que me corté el cabello, y no quiero que se enteré aún– le confesó.
–¿Tu madre?– repitió Amity, confundida. Luz asintió.
–Si... creo que vas a conocerla ésta noche– le dijo Luz, recién dándose cuenta de ello.
–Okay– exclamó Amity. –Okay... pero repito ¿Por qué? es tú cabello, puedes hacer con él lo que tú quieras– le dijo.
–Por favor, Amity– rogó Luz, juntando sus manos. La vampira rodó los ojos y se rindió.
–Bien– aceptó, saliendo por fin de la cama.
–Gracias– exclamó Luz, dándole un beso en la mejilla. –Ah, por cierto. Sabía que no ibas a escoger nada más aparte del vestido, por lo que te compre algo– le dijo Luz, guiñandole un ojo y comenzando a vestirse.
–¿Qué tú qué?– espetó Amity. –¿En qué momento?–. Luz sólo se encogió de hombros.
–Ven conmigo y lo verás– la instó. Amity tomó una camiseta azul pastel de Luz y la siguió fuera de la habitación.
Aquel sería un día interesante.
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