» Capitulo 16

Cuándo finalmente salieron de la estación del metro, la fina lluvia se había tornado en gruesas lágrimas.

–Después de ésto– exclamó Luz, –te llevaré a un lugar dónde preparan el mejor chocolate caliente del mundo– le dijo ella, temblando de frío y abriendo nuevamente el paraguas rojo.

–Nunca he probado el chocolate caliente– admitió Amity, con la mirada perdida en los riachuelos que se habían formado en las calles.

–¿Nunca?– preguntó Luz, impresionada –Oh, créeme, te encantará– le aseguró, logrando que Amity sonriera ante eso. –Ven, vamos– le dijo, deslizando sus dedos entre las manos de Amity.

Es algo tan cliché y tan placentero, ¿Porque no lo había probado antes?

Ellas caminaron tomadas de la mano por la ciudad bajo la lluvia, cruzando un par de calles más y una esquina, hasta que llegaron al lugar dónde Luz planeaba comprar su vestido.

–¿Qué color te gusta más para mí?– preguntó Luz mientras ambas entraban a la enorme tienda a través de las puertas automáticas.

–¿Disculpa?– dijo Amity, confundida.

–Si, bueno, ya sabes– dijo Luz –si voy a usar un vestido, porque no tengo otra opción, al menos debe gustarle a alguien– respondió con una pequeña risa.

–Bueno, yo– titubeó Amity –no lo sé, ¿Azul? Ese color te queda muy bien– le dijo.

–¡Azul será!– exclamó Luz, acercándose a uno de los percheros. Ella pasó sus dedos sobre las telas, chifón, seda, mantequilla, lino, y observó las diferentes opciones.

Todos se miraban tan lindos. ¿Cuál le gustaría a Amity?

Luz tomó uno de color azul zafiro con mangas largas y pedrería, y se volteó hacía Amity.

–¿Amity, crees que éste se ve bien?- le preguntó, alzando una ceja e intentando imitar su tono seductor. Amity, quien estaba viendo otro vestido diferente, la observó y esbozó una sonrisa.

–Mmm, nop– musitó la vampira.

–¿Qué? ¿Por qué no?– murmuró Luz.

Amity dejó de lado la prenda que tenía en las manos y se acercó a Luz, tomando el vestido y colocándolo a la altura de la chica.

–Es muy largo para tí ¿ves? no eres tan alta, y el vestido prácticamente toca el suelo– le dijo Amity, volviendo a lo suyo.

–Ni que tú fueras más alta que yo– susurró Luz, cogiendo otro vestido. –¿Y qué tal éste, pequeña?– le preguntó. Amity la miró seriamente y negó. –Mmm, ¿y este? Es bonito– sugirió Luz, tomando del perchero un vestido de un tono azul índigo sin mangas, sujetándolo contra ella.

Amity solamente observó la fina tela que caía delicadamente sobre Luz, y murmuró: –Si… es, es muy bonito–.

–¡Me lo probaré!– exclamó Luz, un tanto emocionada mientras corría hacia los vestidores, dónde se probó el vestido.

En el espejo, éste se miraba un poco corto y ceñido, tan diferente a lo que Luz solía usar.

«¿Te gustará a tí, Amity?» se preguntó, sintiendo mariposas y arañas al imaginar a la chica, pálida, sonriendo y con poca ropa en su cama, y con una sonrisa de tonta enamorada, salió del probador.

Su chica, boquiabierta, le dedicó una mirada embobada cuándo la vió, y Luz supo que a ella también le parecía bonito, pues su rostro había palidecido.

Esa era su manera de sonrojarse, había notado Luz.

Luz había dado saltitos de emoción y había salido corriendo a probarse el vestido, y Amity, sin ganas de correr detrás de ella, comenzó a caminar lentamente, distrayéndose con los percheros de ropa que encontraba a su paso.

Vestidos, chaquetas, blusas... todo se miraba tan lindo.

–¿Te gusta algo?– le preguntó Luz, apareciendo detrás de ella de un momento a otro.

–No– mintió Amity, girando rápidamente y quedando boquiabierta al ver a Luz, quién ya se había probado el vestidito azul y ahora se lo estaba mostrando.

Entooonces... ¿éste si te gusta, Amity?– le preguntó Luz, un poco sonrojada. Amity sonrió y asintió.

–Si, te... te ves preciosa Luz– la halagó ella, recorriendo con su mirada miel cada una de las curvas que aquella prenda acentuaba en el cuerpo de su chica, desde sus largas piernas hasta sus hombros desnudos, y finalmente, mirándola a los ojos –muy preciosa– le aseguró.

–Oh, basta– río Luz, ahora más sonrojada. –¡Será éste!– decidió, dando una pequeña vuelta en el lugar.

–Está bien, Lu– dijo Amity. –¿Necesitas algo más?– le preguntó, a lo que Luz negó.

–Bueno, de hecho... me gustaría que me acompañaras a la velada, Amity– le pidió Luz, poniéndole rápidamente un dedo sobre los labios cuando ella estuvo a punto de protestar. –Será por la noche– le dijo, –así que no tienes ningún inconveniente–.

Amity puso los ojos en blanco y la tomó por la cintura, acercándose a ella.

–¿Y... que gano yo si digo que ?– le preguntó, jugueteando coquetamente con la mano de Luz.

«No lo pienses mucho Luz».

–Lo que tú quieras– le ofreció ella, imitando su coqueteo. Amity alzó una ceja y le dió un fugaz y rápido beso en la boca.

–Mmm, trato hecho, brujitale dijo Amity, volviendo a recorrerla con la mirada –Pero... quiero el pago por adelantado– agregó, guiñandole un ojo.

Luz, con el rubor al límite, sonrió y le susurro, «está bien».

–Iré a cambiarme– murmuró Luz, un tanto nerviosa. –Escoge un vestido para tí. Y algo más, si quieres– le dijo, volviendo a entrar al vestidor.

–¿No puedo ir con algo que no sea un vestido?– preguntó Amity, siguiendo a Luz.

–Amity, ¿Crees que yo usaría ésto si tuviera una mejor opción?– le preguntó Luz seriamente, intentando cerrar la puerta del vestidor. Pero Amity, con una sonrisa en el rostro, la detuvo.

–La verdad, . Ya te dije que luces muy bien– le recordó, apoyándose en el marco de la puerta mientras Luz bajaba el cierre del vestido.

–Gracias Amity– respondió Luz, internamente feliz por su halago, –pero cierra la puerta, ¿Si? voy a cambiarme– le dijo.

–Oh, ¿Por qué? Si ya te he visto sin nadale susurró Amity.

Luz suspiró o quizás río, y acercándose a ella, le susurró al oído: –Si, lo hiciste–.

–¿Entonces?–.

–¡Estamos en público, Amity!– le susurró Luz, mientras escuchaba una pequeña risa por parte de ella.

–No es cierto– le dijo Amity. –Casi ni hay clientes por aquí–.

–Agh, no es eso– le aclaró Luz, fijando su vista en una de las cámaras de seguridad de la tienda. –Es que no quiero ser un vídeo porno en línea– la regaño.

–¿No? Podríamos pedir una copia, sabés, y verla nosotras a solas– bromeó ella, pasando sus pálidos dedos sobre el escote de Luz.

–Ja, ja– rió Luz sarcásticamente.

–Tú no sabés divertirte– se rindió Amity entre risas.

–Cuándo estemos a solas, Amity– le dijo Luz, –haremos eso o cualquier otra cosa que tú quieras, pero ahora déjame cambiarme, ¿Si?– le pidió Luz.

–Mmm, no dijiste que «no»– exclamó Amity, logrando que Luz volviera a sonrojarse. –Está bien, iré por un vestido, ya vuelvo– le informó ella, dándose la vuelta y dejándola sola con sus desenfrenados latidos.

Podía escuchar su dulce melodía por todos lados.

Amity tomó el primer vestido que vió, una pequeña prenda de color rosa palo, y decidió que sería ese, sólo porque no era tan caro.

«Y algo más» le había dicho Luz. Tal vez debería tomarle la palabra.

–¿Rosa?– cuestionó Luz en cuánto vió el vestido. –Pensé que no te gustaba ese color– confesó.

–Jamás dije eso– aseguró Amity, con una sonrisa –pero tampoco lo admitiré–.

Aww– río Luz. –Eres tan linda– le dijo, dándole un suave beso en la mejilla.

–Ya quisiera yo tener una novia así– murmuró la cajera para sí misma, viendo a la parejita frente a ella y entregándole la factura y el cambio a Amity.

–Toma– le dió Amity a Luz, tomando en su lugar la bolsa de compras.

–¡Adiós!– se despidió Luz de la cajera, volviéndose hacia Amity. –Creo que te prometí un chocolate caliente, ¿No?– le dijo mientras ambas salían de la tienda.

–Definitivamente lo hiciste– le recordó Amity.

–Bien, vamos– exclamó Luz, tomándola otra vez de la mano y llevándosela a la cafetería de Lady Lilith.


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