Introducción.
Beomgyu maulló con todas sus fuerzas, incluso sentía cómo su garganta se quemaba ante el esfuerzo, sus cuerdas vocales le pedían a gritos que no hiciera más ruido, estaban demasiado gastadas y doloridas, incluso podría llegar a quedarse mudo, pensaba él.
Pero el híbrido gatuno volvió a maullar, intentando llamar la atención de su padre y aún pensando en lo que estaba ocurriendo, intentando descubrir por qué el hombre ya no lo quería más, justo ahora que no estaba su madre.
Beomgyu no era tonto, él notaba que su padre era un humano y su madre había sido una mujer híbrida, con orejitas y cola al igual que él, pero ella ya no estaba, un día hacía mucho tiempo su madre había enfermado y nunca se recuperó, fue en ese momento en que su padre se deprimió, bebiendo alcohol todos los días y después cambió su forma de tratarlo, lo peor llegó cuando el humano decidió que Beomgyu debería estar encerrado en su habitación para siempre y a partir de entonces no lo dejó salir de ahí para nada, por eso él no comprendía por qué su padre, el ser que alguna vez lo había amado tanto, ahora lo trataba de esa forma.
El felino intentó levantarse del suelo, pero la cadena atada a su tobillo izquierdo le impidió llegar lejos, así que volvió a maullar, intentando decir algunas palabras pero no podía, sólo lograba dejar escapar pequeños maullidos, tal vez debido a sus cansadas cuerdas vocales, y sollozos mientras un río de lágrimas corría sobre sus mejillas, también sentía ganas de vomitar, el olor a humedad y moho era agobiante para su olfato hipersensible, su padre ni siquiera había ido las últimas semanas a recoger las sobras de comida que ahora se estaban pudriendo por algún lugar del suelo y mucho menos había limpiado su propia suciedad, además ni hablar del frío que se colaba a través de las delgadas paredes y que golpeaba su desnudo cuerpo, impidiéndole así obtener algo de calor.
Beomgyu se estiró lo más que pudo para estar cerca de la puerta, maullando tan fuerte como podía mientras lloriqueaba, intentando sorber su nariz al mismo tiempo; el comenzó a maullar más fuerte cuando escuchó los pasos acercándose, creyendo que tal vez podría volver a su libertad nuevamente y no pudo prever la puerta que al abrirse de forma brusca golpeó su rostro, eso lo hizo retroceder rápidamente.
—Cállate de una maldita vez. —gruñó su padre con voz sombría, tironeando del híbrido para alejarlo de la pared, así pudo quitarle el grillete* del tobillo y lo llevó fuera de la habitación a base de arrastres hasta llegar a la puerta principal, donde finalmente lo llevó hasta la calle y de un empujón lo dejó en un callejón, arrojando una caja de cartón hacia él, tal vez la misma que antes tenía latas de cerveza y que había vaciado esa misma mañana—. Y más vale que te quedes ahí. —dijo por último, perdiéndose de escena.
*Grillete: Son más bien parecidos a un par de esposas, pero se aplican a los tobillos y poseen una cadena más larga, hay grilletes que se sujetan a un solo tobillo cuya cadena se une a una pesada bola de acero/plomo o incluso puede sujetarse a una pared.
Beomgyu maulló, todavía llorando, sentía frío y tenía hambre, su cuerpo desnudo y lleno de suciedad temblaba repentinamente debido al aire helado de una tarde nublada, a punto de llover, tal vez una tormenta y el suelo de gravilla era demasiado áspero y frío, así que decidió meterse dentro de la caja, al menos ahí podría protegerse un poco.
Él no podía comprender por qué su padre se había vuelto tan malo con él después de que su madre se fuera, no sabía qué había hecho para recibir ese trato y tampoco sabía qué sería de su vida ahora.
[ . . ♡ . . ]
Beomgyu intentaba cubrir sus orejas para amortiguar el sonido de los truenos y también para que no entrara en ellas el agua de la lluvia, pero de pronto pudo reconocer un sonido metálico entre todo el ruido y después una voz que se escuchaba muy cerca.
—Malditos parciales... Ése profesor amargado, exámenes mi culo. —habló alguien, vociferando desde la acerca frente al callejón y de pronto el sonido metálico de nuevo, que realmente era una lata vacía, el dueño de la voz había pateado una lata vacía y luego el hombre se percató del bulto que se movía al final del callejón—. Oye, ¿hay alguien ahí? —preguntó, acercándose un par de pasos hacia la caja de cartón.
Y Beomgyu trató de esconderse, haciéndose bolita entre la caja para intentar lograr que el hombre no lo viera; ése sujeto sonaba muy enojado antes y no quería que terminara por desquitarse con él.
—Hey, está bien... ¿Necesitas ayuda? —preguntó de nuevo el hombre, ahora con un tono de voz mucho más calmado y caminó un poco más, quedando a sólo metros de distancia frente al híbrido; el felino estaba asustado y solo, los truenos retumbaban en sus orejas, haciendo que sus tímpanos dolieran ante tanto estruendo, eso sólo lograba ponerlo aún más nervioso y ahora sólo quería llorar, eso y encontrar un lugar donde poder esconderse. Dudó mucho antes de asomarse, dejándole ver al hombre sus esponjosas orejas entre sus rizos mojados y maulló de forma dolorosa—. Ven conmigo, gatito. Vayamos a casa, tengo mucha comida y una habitación sólo para ti... No tengas miedo, prometo que no te haré daño —dijo el extraño, tendiéndole su mano derecha de forma suave e intentando no hacer ningún movimiento brusco que pudiese asustarlo.
El híbrido abandonó su caja de cartón con algo de duda, aún temeroso, pero ese desconocido tenía buen olor y algo en él le hacía creer que podría ser feliz a su lado.
El hombre se sacó la sudadera que llevaba puesta y, sin importar que estuviese empapada, de forma suave se la colocó al híbrido al notar que se encontraba desnudo, tomó una de sus manos con cuidado, no queriendo asustarlo y entonces lo guió todo el camino—. Soy Yeonjun... ¿Sabes hablar? —preguntó con cautela.
Beomgyu lo observó por un segundo, meneando sus orejas antes de responder.
—Soy Beomgyu —dijo en voz bajita con la garganta lastimada, imitando la frase que había dicho Yeonjun anteriormente pero esta vez con su propio nombre.
[ . . ♡ . . ]
—Está bien, está bien, no voy a apagar la luz. No llores, por favor —pidió el hombre, encendiendo de nuevo la luz de la habitación donde había alojado al hibrido gatuno—. Oh, rayos —murmuró, observando cómo las lágrimas corrían una vez más sobre las mejillas del gatito y éste le maulló en repetidas ocasiones, entonces Yeonjun se acercó rápidamente para abrazarlo con cuidado y se dedicó a rascar entre sus rizos, muy cerca del borde de sus orejitas.
Yeonjun había cuidado a un gato en su niñez, sólo había sido al gato de su abuela durante las vacaciones que ella no estuvo, pero era suficiente para saber que no debía tirar de la cola de Beomgyu y que debía rascar suavemente el borde de sus orejas para tranquilizarlo.
—Yeon —lloriqueó el felino, restregando su rostro contra el pecho del humano mientras intentaba apagar los recuerdos de todos los meses en que había vivido en la oscuridad de su antigua habitación—. Papá es malo, él apaga la luz —murmuró, todavía sollozando y aspiró profundamente entre el cuello de Yeonjun, se había acostumbrado muy rápido al agradable aroma del hombre.
—Lo sé, la luz se quedará encendida, lo prometo —dijo el hombre, acariciando la cabeza del híbrido y sintió cómo la larga cola de éste se enrolló alrededor de su pierna derecha.
Yeonjun no podía creer todo lo que Beomgyu le había contado, él no dudaba de que existiera tal maldad en el mundo pero, ¿por qué a Beomgyu? Él estaba seguro de que el gatito no merecía nada de eso, y lo que no sabía era que de ahora en adelante el felino no querría despegarse de él nunca más.
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