Chapter 1.
(...♡)
Beomgyu soltó un quejido, sintiéndose caliente por milésima vez esa semana.
Comenzaba a hartarse.
Llevaba tres meses desde que había iniciado testosterona, y los cambios que habían tenido eran hermosos, pero, el mayor (y el peor) cambio, era en su calentura.
Se sentía caliente todo el día.
Todo. El. Maldito. Día.
Apenas estaba exagerando, pues, había pasado de ponerse así unas cuatro veces por semana a mínimo tres veces por día. Y eso, lo hacía tener una mano metida ahí abajo más tiempo del que le gustaría admitir.
Ya estaba comenzando a cansarse... al principio hasta lo había hecho sonreír, sintiéndose como un chico puberto que estaba caliente todo el tiempo, dándole una pizca de euforia. Pero ahora... desearía que se detuviera.
Ya se había masturbado tres veces ese día, era ridículo que todavía se sintiera así. Solo quería dormir, estaba cansado, pero era difícil ignorar su calentura.
Suspiró, pensando en alguna solución. Podría simplemente masturbarse y ya, problema resuelto; o ir a tomar una ducha fría, aunque eso probablemente le espantaría todo el sueño.
Y si...
¿Y si intentaba invocar un incubo?
Negó con la cabeza de inmediato, sintiéndose avergonzado de ese tonto pensamiento. Se regañó a sí mismo, escondiendo su rostro entre sus brazos, no debía pensar en esas tonterías...
Beomgyu solía tener pequeñas obsesiones que duraban un par de días donde solo investigaba sobre algo en específico. Y, una de esas pequeñas obsesiones, fueron los demonios. Pasó horas y horas investigando sobre demonios, de distintos tipos, culturas e interpretaciones.
Y, el demonio que más le llamó la atención, fue el incubo.
Un demonio que tenía relaciones sexuales con personas mientras dormían (normalmente sin ningún consentimiento). Tenía una contraparte femenina, súcubo, sin embargo, Beomgyu estaba más interesado en el incubo.
Había muchas interpretaciones y leyendas alrededor de los incubos, y la mayoría sonaban como extraños cuentos de hadas. También estaba la popular teoría de que la leyenda se creó como una manera de encubrir las violaciones que ocurrían mientras la víctima estaba dormida, y la verdad, eso tenía sentido.
Parecían ser de todo menos reales, como cualquier demonio, pero eso no quitaba que Beomgyu había fantaseado muchas veces con uno.
La idea de un demonio que se aprovechara de él no debería gustarle tanto... pero no podía evitarlo.
Así que, no era de extrañarse que estuviera teniendo esa (quizá estúpida) idea.
Aún regañándose a sí mismo por estarlo considerando seriamente, alcanzó su celular en la mesita de noche, encendiéndolo, entrecerrando los ojos al cegarse por el brillo de la pantalla, abrió el buscador, y escribió:
'Como invocar un incubo'
Se mordió el labio, dudando sobre si presionar el botón de 'buscar', pero solo cerró sus ojos, y lo hizo. Esperó un par de segundos, en los que creía y la búsqueda debía estar cargando, hasta que los abrió, y apenas bajó un poco, presionando sobre la primera página que le llamó la atención.
Era exactamente lo que necesitaba, un tutorial sobre como invocar a un incubo.
Lo primero era una lista de materiales, y a Beomgyu le sorprendió tenerlo todo. Parecía que, después de todo, ese día que se obsesionó con comprar velas aromáticas sirvió para algo; o la ocasión de su proyecto fallido sobre aprender a coser.
Solo necesitaba papel, un encendedor, un lapicero, una aguja, y una vela roja.
Comenzó a leer el tutorial, aún si le daba miedo mientras más leía, y pronto, terminó de leerlo. Y era sencillo, solo debía encender la vela, escribirle una carta al incubo, firmarla con su nombre y una gota de su sangre, quemarla, y esperar a que apareciera.
Era sencillo.
Notó que, abajo del tutorial, había una pequeña sección de comentarios, tan pequeña que solo había uno de ellos.
Y cuando lo leyó, le dió escalofríos.
'Esto no es seguro. No usen su sangre... eso es peligroso, estás uniéndote al demonio cuando haces eso. Es seriamente peligroso, estás dando tu libertad. ¿Y usar una vela roja? Con eso solo estás volviendo este contrato más fuerte'
Beomgyu frunció el ceño. ¿Acaso ese extraño comentario tenía razón...? No podía... ¿o sí? Se removió un poco, provocando que sus muslos se frotara el uno contra el otro, dándole una mínima sensación ahí abajo, como un recordatorio de por qué estaba haciendo eso. Estaba demasiado caliente como para pensarlo correctamente, así que solo lo ignoró.
Solo iba a invocar a un incubo, las consecuencias no podían ser tan malas.
Se levantó, yendo primero a buscar la vela. Tenía muchas de esas, quizá demasiadas, y claro que ahí había una roja (de hecho más de una), así que escogió una de sus favoritas, una de un intenso color rojo que olía como un dulce pastel de fresa. Estaba a punto de invocar un demonio mientras su cuarto olía a fresas... no sonaba mal.
Debido a su absurda cantidad de velas, mantenía un encendedor guardado en el cajón de su mesa de noche, así que lo sacó y rápidamente comprobó que aún funcionaba.
Para la aguja... su (nunca usado) kit de costura estaba guardado en su armario, y se esperaba encontrarlo en lo más profundo de este, así que se sorprendió cuando apenas tuvo que mover un par de cajas para encontrarlo.
El resto era sencillo, solo un papel y un lapicero, ambas cosas estaban en su escritorio, así que se sentó frente a él. Tomó una libreta, una que tenía pequeñas hojas en forma de conejito, y un lapicero con tinta de color rosado con brillitos.
Respiró hondo, recordando el primer paso del tutorial, debía encender la vela. Así que eso hizo, tomando el encendedor, notando sus manos temblando ligeramente, pero lo ignoró (de todas formas, tenía un pulso de maraquero, así que le echó la culpa a eso), y encendió la vela.
Se lamió los labios, nervioso, pensando en cómo expresar esa carta. Y parecía que le estaba tomando algo de tiempo pensarlo, pues comenzó a oler la vela, el dulce olor a pastel de fresas poco a poco llenando la habitación. El olor lo ayudó a relajarse un poco, y respiró profundo, despejando su mente, para solo comenzar a escribir sin pensarlo mucho.
"Querido incubo..."
Comenzó la carta.
"Si es que así lo deseas, yo..."
Fue la primera línea.
"Te pido que me visites y uses mi cuerpo para tu placer..."
Continuó.
"Este es mi deseo más profundo, lo digo honestamente, y lo juro en mi nombre y sangre"
Terminó.
"Choi Beomgyu."
La firmó con su nombre.
Se quedó viendo la carta por un par de segundos, releyéndola, y avergonzándose al hacerlo.
Aún seguía asustado, pero invocar a un demonio daba un poco menos de miedo cuando era así, con su cuarto oliendo a fresas y aquella carta escrita en brillante tinta rosa en una hoja en forma de conejo.
Usando esas cosas lindas como distracción, tomó la aguja y se obligó a sí mismo a no pensarlo mucho cuando pinchó su dedo.
—Ouch... —soltó en voz baja al sentir el ligero dolor.
Una pequeña gota de sangre se asomó por la punta de su dedo, y Beomgyu esperó hasta que fuera lo suficientemente grande como para que la gravedad hiciera su trabajo, y cayera sobre el papel. La gotita manchó su linda hoja de conejito, y, ya sin necesitar más, Beomgyu chupó su dedo, sintiendo el sabor metálico en su boca, sin realmente desagradarle.
Arrancó la hoja de su libreta, y la dobló a la mitad, acercándola a la llama de la vela.
—Que la luz de esta vela arda intensamente y te guíe hacia mí —dijo las palabras que le indicaban.
En cuanto una esquina atrapó el fuego, Beomgyu soltó la carta, dejando que se quemara. Se quedó viendo como el papel se oscurecía entre la llama, hasta que terminó desapareciendo, convertido en simple ceniza.
No había pasado más de un minuto cuando sintió algo en su mejilla, una pequeña brisa. Se tensó de inmediato, asustado por esa sensación, que no debería de haber sentido, no cuando todas las ventanas estaban cerradas. El tutorial le advirtió que sentiría ese tipo de cosas, y que significaba que estaba funcionando, pero eso no lo hacía menos aterrador.
Se levantó, yendo a su cama, y tirándose ahí, cubriéndose con una cobija hasta la cabeza. Comenzaba a arrepentirse, y ya ni siquiera estaba caliente, el miedo fue suficiente para espantar su calentura.
¿El incubo realmente se aparecería frente a él? Ni siquiera podía imaginarlo... ¿cómo se supone y se veía un demonio? Leyó sobre que adoptaban una forma que era del agrado de sus víctimas... así que Beomgyu no tenía idea de cómo se vería, y no estaba seguro de querer averiguarlo.
—No... —susurró para sí mismo—. Ya decidiste que ibas a hacer esto, así que solo... continúa.
Se quitó la cobija, aún si eso era lo único que lo hacía sentir medianamente seguro, relajó su cuerpo, y cerró sus ojos. Mantuvo su respiración calmada, y pronto, sintió una vez más ese frío tacto sobre su mejilla. Mientras pasaban los segundos, aquellos toques eran cada vez más, sintiéndose más intensos, como si algo realmente lo estuviera tocando.
Entonces, sintió un peso sobre él, esos toques sintiéndose demasiado reales. Sintió como algo lo tomaba del mentón, dándole escalofríos, y, sintió algo contra sus labios. Era frío, tal y como todo lo que había sentido hasta ahora. No se atrevía a abrir los ojos, sentía ese peso sobre él, y ese toque en sus labios, parecía que realmente había funcionado, que realmente había invocado a un incubo.
Y era aterrador.
No quería abrir sus ojos, era más fácil ignorar lo que había hecho cuando no podía verlo.
—Abre tus ojos, dulzura —susurró una voz contra su oído—, no seas tímido.
No era timidez, era terror.
Pero Beomgyu no pudo ignorar era voz, no cuando le daba miedo lo que haría si no la obedecía. Y, cuando abrió sus ojos, no pudo creer lo que estaba viendo: Se veía igual a Choi Yeonjun, el idol en el que tenía un enorme crush.
Excepto que, un poco más... demoníaco. Un par de oscuros cuernos sobre su cabeza, enormes alas en su espalda, al igual que una cola. Se veía tal y como te espererarías que se viera un demonio, excepto que, se parecía a Yeonjun.
—¿Y-Yeonjun? —soltó Beomgyu, aún sin creérselo del todo.
—¿Oh? Así que así es como me llamarás... —El demonio susurró—. Lindo.
El incubo era igual a Yeonjun, y Beomgyu no sabía cómo sentirse al respecto.
El demonio se le quitó de encima, permitiéndole a Beomgyu tener una mejor vista de él. Fue ahí cuando se dió cuenta de sus uñas, largas y de color negro, aunque, más bien deberían ser descritas como garras.
Pero no tuvo mucho tiempo para pensar en sus uñas, no cuando bajó la mirada, y se topó con su enorme polla.
Era enorme, y definitivamente no humana, no había otra manera de describirla. Tenía un oscuro color rojizo y morado en la punta, intenso e irreal. Beomgyu parpadeó incrédulo, no había manera de que eso fuera a entrar en él.
—¿Oh? ¿Te da miedo, dulzura? —preguntó con una risa burlona—. No te preocupes... te follaré tan bien que ni siquiera podrás prestarle atención a cómo estaré rompiéndote.
¿Romperlo...?
—Eres tan tierno —rió el incubo—. Me hace querer hacerte llorar.
¿Hacerlo llorar...?
—Ahora... —El incubo volvió a acercarse a él, colando su mano debajo de su camisa, tocando su abdomen, su toque frío—. ¿Deja que te quite la ropa, sí?
La expresión de Beomgyu debió reflejar sus emociones, pues el incubo dijo:
—¿Querías que te usara, no es así? —le recordó su petición.
Parecía que eso fue suficiente para que Beomgyu recordara el propósito detrás de eso. Quería que el incubo lo usara, que usara su cuerpo para su propio placer, fantaseaba con que se aprovechara de él, por rogarle que se detuviera y ser ignorado; y justo eso iba a ocurrir.
Sintió su ropa interior mojarse ante el pensamiento, su coño palpitando con deseo, deseo de ser usado, de romperse con esa enorme polla.
Beomgyu asintió, respondiendo a la anterior pregunta de Yeonjun, pero sin usar su voz, sabiendo que saldría débil y simplemente reflejando lo necesitado que estaba.
—Eso es lo que pensé —respondió, sonriendo.
La mano en su abdomen bajó, metiéndose bajo sus pantalones y quitándoselos. Yeonjun no dudó en hacer lo mismo con su ropa interior, y cuando se la quitó, se quedó quieto por un segundo.
—¿Oh? —fue su primera reacción: sorpresa—. ¿El chico bonito tiene un coño?
Beomgyu intentó cerrar sus piernas, siendo detenido de inmediato por el demonio.
—No intentes esconder tu lindo coñito de mí, dulzura.
Beomgyu se mordió el labio, avergonzado por las palabras del demonio. Terminó por, incluso, abrir sus piernas un poco más, ya sin esconder su lindo coñito.
—Buen chico.
Yeonjun apoyó sus manos sobre sus caderas, tan cerca y tan lejos de tocar su coño. No dudó en comenzar a desabrochar su camisa, Beomgyu atento a cada uno de sus movimientos, aún sin creer del todo que ese demonio en realidad estaba frente a él. Cuando Beomgyu quedó desnudo, sus largas y oscuras uñas rozaron contra su pecho, dándole escalofríos.
Yeonjun acercó su rostro a su pecho y chupó sus pezones, provocando que Beomgyu arqueara su espalda, estreméciendose. Sus largas uñas rasguñaron ligeramente su piel, el incubo tomando uno de sus pechos y dándole un apretón. Continúo chupando su piel, dejando besos o simplemente lamiéndola.
Llegó hasta su abdomen, donde se tomó su tiempo, poco a poco acercándose a su entrepierna. Beomgyu se sentía ansioso, simplemente deseando sentir su tacto sobre su coño. Podía sentir lo mojado que estaba... aún cuando Yeonjun realmente no lo había tocado ahí abajo.
Hasta que, Beomgyu sintió esa humedad, la lengua de Yeonjun, lamer una línea desde su coño hasta su estómago, dándole lo que tanto deseaba para quitárselo un segundo después. Beomgyu sintió sus ojos llenarse de lágrimas ante eso, solo quería que el incubo le chupara el coño, y su paciencia se estaba acabando.
Yeonjun se tomó un par de segundos para simplemente admirar su cuerpo, prestándole especial atención a su linda vulva, que estaba ligeramente hinchada, y completamente mojada, rogando por atención.
¿Y quién era él para négarsela?
Agachó su rostro, envolviendo sus labios alrededor del coño de Beomgyu, chupándolo. Beomgyu gimió, levantando sus caderas, buscando más de aquella sensación. Yeonjun soltó su intimidad, para lamerla, disfrutando del sabor que tenía. Todo estaba tan mojado ahí abajo, los labios de Yeonjun brillantes con una mezcla de saliva y la humedad del coño de Beomgyu.
Continúo chupándolo y lamiéndolo, tan solo escuchando los dulces sonidos de Beomgyu, quién sentía que podría correrse en cualquier momento. La boca de Yeonjun se sentía tan cálida alrededor de su coño, su lengua, ligeramente rasposa, pero tan húmeda y... viscosa.
Con un gemido más alto que los demás y enredando sus dedos entre el cabello de Yeonjun, Beomgyu se corrió.
Disfrutando de la sobreestimulación, Beomgyu continuó soltando pequeños gemidos y suspiros, aún con los labios del incubo alrededor de su vulva. Hasta que, jaló el cabello de Yeonjun, obligándolo a separarse de su coño.
El incubo solo sonrió, lamiéndose los labios, admirando la vista de Beomgyu con sus ojos cristalinos, mejillas sonrojadas, y respiración agitada, aún con sus piernas abiertas, dejando ver su coño, tan húmedo, su usual color rosado tintado de rojo, ligeramente hinchado por toda aquella estimulación.
—Lindo —susurró para sí mismo.
Apenas había empezado, y Beomgyu ya se veía así; el incubo no podía esperar a ver cómo se vería cuando acabara con él.
—Ahora, date la vuelta, dulzura —le ordenó—. Voy a follar tu lindo coñito.
Yeonjun solo le ordenaba, y aún si lo llamaba por aquel lindo apodo, lo hacía en un tono que le dejaba en claro a Beomgyu que no podía negarse. Se había ofrecido a ese incubo, y ahora no podía arrepentirse, solo podía obedecerlo y entregarle su cuerpo.
Así que lo hizo, se dió la vuelta, escondiendo su rostro en una almohada y levantando sus caderas.
—Buen chico.
Una de las manos de Yeonjun tomó su cadera, mientras acercó la otra a su mojado coño. Presionó sus dedos índice y medio contra su agujero, sorprendiendo a Beomgyu cuando sus largas uñas no provocaron ningún dolor. Metió ambos dedos por completo, para luego sacarlo y volverlos a enterrar en su agujero, siguió haciendo eso, follando a Beomgyu con sus dedos. No pasó mucho tiempo cuando un tercer dedo se unió, poco a poco abriendo su coñito para que la enorme polla pudiera entrar.
—Hazlo... —murmuró Beomgyu—. Por favor, solo fóllame.
Yeonjun sonrió, curvando sus dedos dentro de él, haciéndolo soltar un gemido.
—¿Acaso el chico bonito quiere que rompa su coño? —susurró contra su oído.
—Por favor —rogó—. Me follarás tan bien que no podré prestarle atención a cómo me rompes... -repitió lo que Yeonjun había dicho antes.
Yeonjun sacó sus dedos, y Beomgyu soltó un quejido al sentirse vacío, pero eso no duró mucho, pues pronto sintió algo presionar contra su coño, algo frío.
Beomgyu apenas pudo procesar esa enorme y fría cosa presionando contra su agujero cuando sintió como Yeonjun lo tomaba de las caderas y aquello entraba en su coño, forzándolo a estirarse hasta su límite. Sintió sus ojos llenarse de lágrimas ante el dolor mezclado con el placer, realmente sintiendo como si su coño fuera a romperse, pero sintiéndose tan bien.
Ladeó la cabeza, mirando a Yeonjun, incrédulo a lo que sentía... la polla del incubo estaba fría.
Era un contraste con lo caliente que estaba el coño de Beomgyu, y, de alguna manera, parecía que así podía sentirla mucho más. Esa enorme polla, tan grande que apenas podía entrar en su coño, estirándolo hasta su límite, llenándolo tan bien, sintiéndose fría contra sus paredes.
Yeonjun movió sus caderas, esa enorme y fría polla rompiendo su coñito. Beomgyu se quedó con la boca abierta, soltando gemidos, la saliva escapándose y mojando su almohada, su mente completamente nublada, sin poder pensar en otra cosa que no fuera esa polla dentro de él.
Estaba fría, y Beomgyu recordaba haber leído sobre eso... Sobre como el pene de los incubos era frío. Pero lo había olvidado por completo, recordándolo hasta ese momento, en el que uno de esos demonios lo estaba follando brutalmente.
Beomgyu sollozó, y Yeonjun rió, sin dejar de follarlo.
—¿Qué ocurre, dulzura? —se burló—. ¿Es demasiado para ti?
Beomgyu asintió débilmente, sintiendo las lágrimas caer por sus mejillas.
—D-detente... —rogó, aún si en realidad no deseaba eso—. P-por favor.
—Es tan tierno... —susurró—. el como crees que escucharé tus ruegos.
No importaba que tanto rogara, el incubo no se iba a detener; y Beomgyu amaba que fuera así, que el demonio solo usara su cuerpo para su propio placer, que no le importaran sus lágrimas ni sus ruegos.
Yeonjun continuó follándolo, sus ojos clavados en como su coño se veía tan vulgarmente estirado alrededor de su polla, apenas pudiendo hacerlo sin romperse. Era tan adorable. Sonrió, presionando su agarre sobre la cadera de Beomgyu, rasguñando su piel con sus uñas.
Le llamó la atención el otro agujero de Beomgyu, de un color rosado, viéndose tan pequeño y apretado. Yeonjun metió su pulgar, sintiendo lo apretado que era. Beomgyu soltó un gemido, tomado por sorpresa ante esa acción.
—¿Oh? —Yeonjun sonrió—. ¿Acaso te gusta? Creo que debería follarte aquí también... Aunque está tan apretado que dudo poder hacerlo —dijo, su voz teñida con burla.
Beomgyu tan solo se quedó con sus labios partidos en una pequeña 'o', atontado por la idea de Yeonjun follando su culo.
—Por favor...
—¿Entonces te gusta la idea? —soltó con burla—. En realidad solo eres una puta, ¿no es así? —Beomgyu quisiera haberlo negado, pero sabía que era verdad—. Una puta que solo quiere una polla follándolo todo el tiempo.
Yeonjun lo tomó del rostro, metiendo su pulgar entre sus labios.
—Pero no te preocupes, dulzura —volvió a hablarle gentilmente—, yo me encargaré de que nunca estés vacío.
Beomgyu gimió, asintiendo con la cabeza, sonriendo ante sus palabras, demasiado embobado con la enorme polla en su interior como para pensarlo correctamente.
Yeonjun sonrió burlonamente, disfrutando como actuaba Beomgyu bajo su toque.
Y Beomgyu estaba tan mojado... su coño goteando por sus piernas, que estaban brillantes por aquella humedad. Yeonjun movió una de sus manos que sostenía la cadera de Beomgyu, posándola sobre su abdomen, inmediatamente notando algo, sonriendo ante lo tierno que le parecía.
—Qué lindo... —murmuró—. Hay un pequeño bulto en tu pancita.
Beomgyu dirigió su mirada hacia su pancita, buscando aquello de lo que Yeonjun hablaba. Y sus ojos se abrieron como platos ante aquella imagen. Cuando la polla del incubo llegaba lo suficientemente profundo, ese enorme bulto aparecía en su abdomen.
Beomgyu frunció el ceño, mirando eso con algo de miedo. Yeonjun presionó ligeramente sobre el bulto, provocando que Beomgyu soltara un chillido, sorprendido ante la sensación. Yeonjun gruñó, sintiendo su orgasmo cerca, y, aplicando presión sobre su estómago otra vez, se corrió.
Beomgyu pudo sentir a Yeonjun llenándolo, era demasiado semen, tanto que se escapaba de su coño, goteando y manchando las sábanas debajo de él. Aquella sensación fue suficiente para que se corriera, ahogando sus gemidos contra la almohada.
—Es demasiado para tu coñito... —dijo Yeonjun, tomando con su dedo índice un poco del semen que salía de su agujero.
Acercó su dedo a los labios de Beomgyu, presionándolo, y silenciosamente ordenándole que abriera la boca y lo chupara. Beomgyu obedeció, lamiendo su dedo, chupándolo hasta que estuvo limpio, sintiendo el amargo sabor del semen en su lengua.
Beomgyu tenía la respiración agitada y los ojos aún llorosos. Soltó un pequeño quejido cuando Yeonjun sacó su pene, su coño estando extremadamente sensible. Dejó caer sus caderas, sin tener la fuerza para mantenerlas arriba.
—Levántalas, dulzura —ordenó—, no he acabado contigo.
Beomgyu lo miró incrédulo, sintiéndose él mismo tan exhausto no podía creer que el incubo todavía podía continuar.
—Querías que folle tu culo, ¿no es así? —le recordó a Beomgyu su propia petición—. Así que, levanta tus caderas, dulzura, porque haré exactamente eso.
Sintiendo su coño palpitar ante aquella promesa, Beomgyu obedeció, levantando sus caderas lo más que su cansancio le permitió. Yeonjun acarició sus muslos, subiendo hasta su culo, donde separó las mejillas, revelando su pequeño y rosado agujero.
Beomgyu se sorprendió al sentir esa húmeda y viscosa sensación. Yeonjun estaba lamiéndolo ahí atrás. La lengua de Yeonjun presionó contra su agujero, logrando meter la punta, antes de sacarla y repetir la acción, poco a poco metiéndola un poco más profundo. Yeonjun pasó sus dedos por su coño, mojándolos, antes de meter el índice y medio en su culo, haciendo un movimiento de tijeras, intentando estirar su agujero lo más que podía.
Beomgyu no creía posible que la polla de Yeonjun entrara ahí, pero, por alguna razón, quería comprobar si eso era realmente correcto.
Yeonjun metió otro dedo, moviéndolos en círculos, sacándole suspiros a Beomgyu. Y, entonces, sacó sus dedos, dejando a Beomgyu vacío y esperando por su polla.
Fue ahí, cuando Beomgyu sintió algo frío, mucho más grande presionar contra su agujero.
Yeonjun empujó sus caderas lentamente, aún siendo considerado con Beomgyu. Poco a poco, Beomgyu sintió como su agujero se estiraba hasta lo imposible, haciendo espacio para la enorme polla del demonio. Dolía, jodidamente dolía, pero se sentía tan bien...
Antes de que se diera cuenta, Beomgyu soltó un sollozo, lágrimas cayendo por sus mejillas. Estaba llorando. Se sentía tan bien que estaba llorando.
—¿De verdad estás llorando, dulzura? —Yeonjun se rió—. ¿Acaso mi polla se siente tan bien?
Beomgyu asintió, su voz demasiado ocupada rompiéndose en gemidos y sollozos.
—Te ves tan adorable cuando lloras... —dijo, tomando su mentón, obligándolo a ladear la cabeza para que lo viera a los ojos—. y es aún más adorable que yo sea la razón.
Los ojos de Yeonjun eran tan profundos, de un color oscuro, casi negro, con un brillo de color rojizo. Todo en Yeonjun se veía y se sentía tan poco humano.
Beomgyu se soltó del agarre de Yeonjun, escondiendo su rostro en la almohada.
Yeonjun acercó su mano a su coño, tomando entre sus dedos índice y medio su sensible clítoris, sacándole a Beomgyu un chillido que ahogó contra la almohada. Comenzó a masturbarlo, siguiendo el ritmo con el que se movían sus caderas.
Con Yeonjun follando su culo y tocando su vulva, Beomgyu no pudo aguantar mucho más, corriéndose con un sollozo.
Aún así, el demonio no se detuvo. Continúo tocándolo y follándolo, sacándole aún más sollozos y lágrimas, soltando incomprensibles balbuceos rogándole que se detuviera. Hasta que, después de lo que se sintió como horas para Beomgyu, Yeonjun se corrió, apretando su agarre en la cadera de Beomgyu, de seguro dejando un moretón junto a todos los rasguños.
Yeonjun sacó su pene, y se quedó viendo lo arruinados que estaban los agujeros de Beomgyu. Su coño estaba hinchado y rojizo, tan húmedo, goteando semen. Su otro agujero estaba en un estado similar, tan abierto y goteando la semilla del incubo. Beomgyu tenía su mejilla aplastada contra la almohada, y Yeonjun podía ver sus ojos brillantes y rojizos por todas las lágrimas que soltaron, su rostro entero sonrojado, y sus labios hinchados. Se veía tan lindo...
—Ojalá pudieras verte a ti mismo... —dijo—. Eres tan adorable.
Beomgyu encogió su cuerpo, abrazando la almohada y bostezando. Realmente estaba exhausto.
—¿Vas a dormir, dulzura? —Beomgyu murmuró una especie de 'sí'—. Déjame acurrucarme a tu lado.
Beomgyu sintió aquel frío cuerpo acurrucarse a su lado, abrazándolo por detrás, con un brazo sobre su cintura. Beomgyu simplemente lo dejó, demasiado cansado como para tener la energía de oponerse.
—¿Por qué no te vas? —murmuró, extrañado con que el incubo siguiera ahí.
—¿Acaso te desagrada mi presencia? —preguntó, sin él mismo tomárselo en serio, riéndose—. No me iré, dulzura, estoy aquí para quedarme.
—¿Eh?
—Hiciste un contrato conmigo, y ahora me perteneces.
El corazón de Beomgyu dejó de latir por un segundo.
—¿Eh? —volvió a soltar—. Y-yo... ¿yo hice eso?
—¿Por qué esa reacción, dulzura? Creí que este era tu más profundo deseo.
—Pero...
—No puedes deshacerte de mí —declaró—. Me quedaré aquí, y te follaré siempre que quiera —esas palabras le dieron escalofríos a Beomgyu—. Me perteneces, dulzura, y no hay nada que puedas hacer.
Yeonjun aprovechó su brazo sobre su cintura para acercar su mano a su entrepierna, acunando con la palma de su mano su coño.
—Mío.
Y Beomgyu se preguntó:
¿Acaso era tan malo pertenecerle a ese incubo?
(...♡)
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