Capitulo 2
—¡Levantate Joshua!— sin dejarme siquiera reaccionar, una almohada fue directo a mi cabeza.
—Déjame en paz, Luna— respondo irritado, pues me niego a levantarme de la cama. Varias pisadas luego, siento como me despojan de mis amadas sábanas, dejándome al descubierto.
Sin ganas me volteo a verla, y estaba ahí, de pie con un vestido rojo, su cabello castaño atado y su boca resaltando gracias al labial.
—Baja, que mamá y yo tenemos que hablar contigo.
Al escuchar eso solo pensé en lanzarle el primer zapato cerca de la cama que alcancé, sé que no le llegué a dar, pero obviamente sin dudarlo ella me lo arrojó de vuelta pegándome en la cabeza.
En respuesta, levanté todo mi cuerpo con pereza, notando recién lo que llevaba puesto. No recuerdo en qué momento me quedé dormido con el maldito pantalón pijama de Hello Kitty que me regaló Luna, por suerte no tenía puesta la remera.
Mis notorios pasos perezosos me llevaron hasta el baño, al pararme frente al espejo lavé mi rostro, luego mis dientes, todo mientras repetía una y mil veces "Luna es una patética, loca, enferma…" Y demás insultos que se me pudiesen ocurrir en el momento.
No duré para cambiarme por unos jeans negros bastante anchos para mí, una remera gris con una calavera, las zapatillas y para cerrar con broche de oro: mi reloj y unos cuantos anillos que tengo.
Al bajar las escaleras, listo para comenzar mi día cubrí mis rostro con mis manos al verla.
Mi mamá sentada en el comedor, con los labios sellados y los brazos cruzados, en los cuales se asomaba una varita anti-groserias. Que momento mas oportuno para morirse.
—Ven, toma asiento— Caminé despacio y no bien me siento al lado de Luna, nuestros ojos conectaron, irradiando las ganas de matarnos ahí mismo.
—Bueno, Martin. Quería hablar contigo porque es inaceptable lo que hiciste ayer.
Cansado, restregue mis manos contra mi cara —La puta madre— balbucee
No sé cómo me entendió, pero al momento sentí el picor en mi brazo por culpa de la varita —La boca, Martin— me advirtió.
—El director Molina anoche llamo a mamá, le contó lo que hiciste, ¿Y te digo la verdad? Yo a tu edad no hacía eso— Luna se cruzó de brazos, hablando toda orgullosa de sí misma.
—Claro, tú a mi edad estabas en la universidad, pues yo no soy como tú, pintar las caras de los directores con forma de culo es lo mío— Si no fuese nuevamente por el ardor del golpe de mi mamá, me hubiese reido.
—La boca, Dios. Yo no te eduque así— me replicó no muy feliz.
Casi por instinto, mi indignación salió a flote. —No dije nada malo.
Se volvió a cruzar de brazos.
—Molina me comentó la propuesta que te hizo y que la rechazaste… Quería preguntarte ¿Por qué lo hiciste?— Hablaba con tal paciencia que admito que me asustaba.
—No sé cómo hago para cuidarme a mí mismo, y ¿Quieres que cuide a una ciega?
Desde el comienzo, mi madre tenía una expresión neutra, hasta ese momento. Sus facciones denotaban un claro enojo.
—Se trata de ser responsable, y tú hijo mío, deberías de serlo. Aprender a cómo cuidar a una persona que lo necesita puede ayudarte— Sonaba más una advertencia que una sugerencia.
No repliqué, sólo me mordí el labio inferior.
—Ojo— Se río Luna —Joshua, no te la montes ya, que tú siempre eres así.
No puedo creer las babosadas de Luna frente a la jefa; mi mano fue directo al brazo de Luna para pellizcarla.
—Apenas es menor, no quiero pasar toda mi vida en prisión— anuncio con obviedad.
Sin previo aviso, un sonido como de cámara nos alerta a todos, gracias a eso notamos a un hombre gordo, de cabello castaño frente a nuestra ventana sacando fotos.
—Señorita Luna, ¿Puede decirnos si ese chico es tu nueva pareja?— Desde afuera, el hombre me mira con brevedad y vuelve a enfocarse en mi hermana.
Por tremenda estupidez, solté una carcajada llevándome una mano al abdomen.
—Ni que me paguen un millón de dólares soy novio de esta, pobre del hombre que esté con ella— Bromeo asqueado.
Luna cerró la cortina rápidamente.
—Estoy cansada de la misma pregunta— bufó.
—¿Y quien te manda a postularte como futura presidenta?
No duró en mirarme fatal —¡Yo sí quiero salvar a este país!— hizo un ademán de frustración.
—Qué bien lo haces, no puedes ni salvarte a ti misma y salvarás a un país entero— no pensé que le sentara tan mal, pues su cara se tornó roja de la ira.
—¿¡Y tú Joshua!?, ¡Ni siquiera puedes dejar las drogas, maldito drogadicto!
Esta vez a quién le sentó mal fue a mi, vaya que no me gusta que toquen esa tecla.
—¡Ya las dejé hace mucho tiempo, para tu información señorita perfecta!— Por la rabia, me puse de pie.
Ella se acercó a mí —¡Sí, claro!— mamá tuvo que ponerse en medio.
—¡Ya cierren sus malditas bocas!— Hubo un silencio repentino —¡Tú, Luna, volverás a tu departamento!— Al gritarle a Luna, giró hacia mí —Y tú, Martin, te irás a la escuela, cuidarás a esa chica para pasar de año. ¡Se cierra el tema!—
Mi indignación salió a flote —Pero, mamá…— me interrumpió.
—Pero nada, se cierra el tema y ya está.
Ella estaba por irse, igual que mi hermana, así que tomé rumbo hacia la cocina.
—No puedo cuidarla— murmuré sin remedio.
Mamá giró sobre sus pies, como si la invitara a la discusión nuevamente.
—Sí que puedes, te las ingeniaste para hacer tantas barbaridades que no quiero mencionar. Si hiciste eso, puedes con una chica ciega— Afirmó como si de un trabalenguas se tratase. Luego de tomarse un respiro, me apuntó con su dedo —Y si me entero de que no cumpliste, te quito la guitarra, y te mando al ejercito militar, ¿entendiste?— me quedé en silencio. —Quiero saber si entendiste.
Por mi parte, me crucé de brazos —Sí, mamá— A pesar de todo, se acercó a mí y me depositó un beso en la frente.
—Te quiero hijo, cuídate.
Suspiro.
—Yo también te quiero— susurré —Y tu igual, cuídate— inflé ambas mejillas.
***
Sentado en el mismo banco de siempre, estaba escuchando la misma música que acostumbro "Nicky Jam <Mil lágrimas>", mientras movía mi cabeza de un lado hacia el otro, hasta que comencé a cantar en voz alta.
"Si pudiera yo controlar el tiempo y volver atrás, cambiaría todo lo que te hice mal. Si pudiera yo controlar el tiempo y volver atrás, cambiaría todo lo que te hice mal"
"Sigo extrañándote, ehh ieeh! toditas las noches extrañándote...!"
"Y si algún día te vuelvo a ver esto es lo que te dire: "Que mucho te extraño, que me hace daño, que ya va un año y sigo pensando como fue que pude perderla a usted"
"Y me acuerdo, tú y yo éramos uno los dos, vino el descontrol y te fallé, amor. Extraño el sabor y ese calor que me dabas al amanecer"
A pesar de estar inmerso en lo mío, note que un auto negro y lujoso se detuvo a unos cuantos metros de donde estaba yo, de este bajo un hombre de cabello castaño, vestimenta normal, no muy arreglado -como para salir de un auto así- y camino hacia la puerta, de ella salió la muchacha que cagó mis planes, Marisol. Llevaba puesto un jeans negro con una remera rosada lisa, sosteniendose con su bastón. Al parecer ese hombre es su padre, por lo visto tienen un tanto parecido.
El timbre de la escuela tocó, volví a poner la música desde cero antes de levantarme y caminar hasta la gran puerta de la escuela. Antes de entrar, suspiré; ¿Les digo la verdad? No me gusta la escuela. "¿Y por qué no terminaste antes?" Puedo escucharlos preguntar, bueno, repetí más de 3 veces un curso, era de esos chicos problemáticos, he conocido a muchos que ya están tomando la universidad, pero yo sigo aquí, soportando a Molina.
Mientras caminaba haciendo Zic Zac con mis pies en la vandoza, crucé por la oficina del director Molina; el señor que salió del auto con Marisol, al parecer estaba discutiendo con Molina. La chica estaba sentada con una mochila rosada, esperando paciente.
—Sí, señor Jeff. Encontramos a quien cuide de Marisol— sonrió nervioso.
—¿Quién es, cómo se llama y cuántos años tiene?— el hombre interrogó con voz firme.
—Se llama Joshua Garcia, tiene dieciocho años— la expresión de ese tal Jeff reflejaba desaprobación.
—Es un chico...— Con su mano azotó el escritorio, haciendo eco en toda la oficina. —¡Tenia que ser una chica, idiota!— Por tal alboroto, Molina entrecerró los ojos.
—No se preocupe que es de confianza— Afirmó nervioso.
Ahora piensa que soy de confianza.
—Papá, no te preocupes, estaré bien. No armes tanto escándalo, por favor— Jeff miró a Marisol y luego a Molina.
—¿Estás segura, Solecito?— llevó su mano al hombro y ella la acarició. —Si algo le llegara a pasar a mi hija, usted y la escuela serán responsables, incapaces de escaparse de mi demanda— lo señaló con el dedo en forma de advertencia.
—No se preocupe señor Jeff, no es necesario recurrir a la ley— hizo un ademán.
—Quiero conocer al chico— Demandó con urgencia.
Fue en ese preciso momento en donde yo, Joshua Garcia, decidió ser un hombre y entrar a la oficina y enfrentarme a Jeff.
—Yo soy Joshua Garcia— infle el pecho, pero cuando el nombrado giró para verme, me di cuenta de que… Era el mismísimo Jeff Rodriguez, uno de los mejores empresarios de España.
—Así que eres tú— se acercó hasta mí a paso lento y cogió los auriculares, cosa que me extrañó: comenzó a escuchar la misma música que estaba escuchando. —¿Te gusta Nicky Jam?
Su pregunta me tomó de sorpresa.
—Si…— respondo un tanto inseguro.
Por su parte, el ambiente pesado y serio se quedó varado allí unos segundos, hasta que de repente se rió a carcajadas.
—A mi igual, tuve la suerte de charlar un rato con él— Jeff se le veía menos serio.
En realidad no sabia que decir.
Él soltó un suspiro y prosiguió: —Escucha hijo, me comentaron que tú serás quien cuide a mi hija, así que es mejor que la trates como se debe, o si no te arruino— la advertencia hecha con voz ronca nunca se me va a olvidar.
—Papá, no lo asustes— miré a Marisol, quien nerviosamente sostenía el bastón.
—Tú sabes, mi vida, que eres súper importante para mi, si te pasa algo no sé qué sería de mí— al hablar, se fue acercando a Marisol y le dio un beso en la frente.
—No te preocupes, estaré bien.
Al tiempo, yo le sacaba la lengua a Molina y esto lo enojó.
—Bueno, me voy— miró a Molina y luego a mí. —Cuídate, Joshua— extendió su mano y la estreché con la de él.
Finalmente se marchó de la oficina, dejándola en completo silencio, miré a Marisol quien aún seguía sentada y luego a Molina, quien me extendió un papel.
—Aquí tienes toda la información necesaria para saber cuándo y dónde tienes que estar alerta— bufé al escucharlo, al acercarme al escritorio, arrugué la cara mirando a Marisol.
Me aproximé a ella y toqué su hombro, a lo que se asustó, pero le dije que se quede tranquila. La tomé del brazo para ayudarla a ponerse de pie y salimos de la oficina.
Mientras caminábamos a unos pocos metros de la oficina, yo comencé a leer el largo listado de todas las clases a las que ella tendría que ir, vayan que sí eran muchas, los horarios son fatales, tendría que correr muy rápido para llegar a tiempo y ella no llegue tarde.
Maldito sea Aaron y Adela siempre metiéndome en problemas.
—¿Aún estás ahí?— preguntó la chica, giré a verla, estaba parada apoyando su mano en la pared.
—Pues claro que estoy aquí— le aclaré.
—Ayúdame, no te veo, tampoco sé en dónde está mi salón— me acerqué de mala gana y la tome de la mano —Así no— se quejó, haciéndome contrafuerza, me detuve y la miré.
—Iremos como yo quiera— Intenté sonar firme.
—Te dije que no— soltó mi mano y enredó su brazo en el mío —Así es mucho mejor— dediqué unos instantes a su rostro, luego seguí caminando.
—Ahora te toca Matemáticas. Te llevaré hasta tu aula, te dejaré sentada en un banco— le expliqué un tanto rápido —Volveré cuando suene la campana para ir a almorzar. Te estaré esperando en la puerta, ¿entendiste?
Marisol hizo una mueca —Sí, entiendo— volví a poner el papel entre mis manos mientras iba caminando —¿A dónde me llevas?— la chica quiso sonar firme, pero se notaba que estaba nerviosa.
—A tu clase de matemáticas, ¿a dónde más te llevaría?— cuando me escuchó, mordió su labio inferior —¿Por qué tan nerviosa?— le interrogué sin prestar mucho asunto.
—La última vez que un chico me acompañó a clases, no terminó bien— me comentó con descontento.
Por fin llegamos frente al aula correcta.
—Pues, por primera vez en mi vida necesito que las cosas salgan bien y tú eres la que me puede ayudar— Quedamos un rato frente más puerta, antes de avisarle —¿Ves? Ya llegamos.
Abrí la puerta sin antes pedir permiso, y entré junto a Marisol. Todos estaban hablando, otros siendo irritantes, Javier Martinez se me quedó mirando con una leve sonrisa malisiosa; no sé porqué todos me odian en esta escuela, debemos odiar a los maestroso.
《Chicos, no usen este ejemplo, todos los maestros son buenos》
—Este es tu asiento, estarás al lado de Karina Montes, una amiga mía— saludé a Karina con la mano —Cuídala— sonriéndole, le pedí.
—No te preocupes Josh, la cuidaré— me estaba por ir cuando Marisol me toma de la manga de mi campera. —¿Estarás afuera esperando?
Le retiré la mano de mi manga. —Sí, y te llevaré a la cafetería— Caminé al lado del pizarrón, busque los borradores llenos de tiza, con rapidez me acerque a Javier y con los borradores aplasté sus mejillas. Gracias a eso toda la tiza se le quedó en el rostro, cubriéndolo —¿¡A que te supo eso!?— solté una carcajada.
—¡Maldito hijo de puta!— con sus manos sacudía su cara —Me las vas a pagar, Joshua.
Salí casi corriendo del salón mientras explotaba en risas.
Llegué a mi clase 10 minutos tarde, por haber acompañado a Marisol hasta la suya. Física me tocó hoy, mierda. Cuando entré, en el lugar de siempre me esperaba Naty, Caeli y Lucia, les sonreí antes de enfrentarme al profesor Zarick Hava.
Me miró desde su escritorio. Hoy traía una camisa de color azul, jeans negros, y se hacia muy brillante su cabeza calva. Relaje las cejas y saque el papel que me dio Molina en caso que llegara tarde a una clase.
—Llegue tarde porque ahora soy tutor de Marisol Rodriguez no puede ver y la lleve a su clase— pasaron unos segundo que fueron eternos y solto una carcajada.
—¿Que?— rode los ojos— tu Garcia siendo tutor de una ciega—enarque una ceja.
—Es verdad, ¿por que se rie?— saque el papel de mi bolsillo— mire este comprobante— lo tomo entre sus manos y se coloco los anteojos.
—¿No crees que Joshua pueda cuidar a una ciega?— dijo Caeli desde el fondo.
—No lo creo capaz ni de cuidarse asi mismo— me miro a mi y luego al papel— Bueno sientate y toma— me extendio el comprobante.— Bueno chicos hoy hablaremos de el Movimiento Retinilíneo Uniforme y quiero que apresten mucha atencion.
Camine hasta mi asiento y me sente junto alado de Lucia, a la cual salude con el puño igual a Caeli y a Naty, aunque ella me volvio a mirar mal pero no me importo.
—¿De verdad estas cuidando a una ciega?— se me acerco Caeli por detras.
—Si, no se porque nadie me cree— Me cruce de brazos.
—Es algo raro Joshua— infle ambas mejillas.
—Ya se que es raro que un chico como yo este cuidando a una ciega pero es cierto— hable en voz baja.
—¿En que lios te metiste?— dijo riendose mientras se tiraba hacia atras de la silla.
—¿En que lio me metio él estupido de Dalton y Zac?— él profesor giro y su mirada fue directamente hacia mi.
—¿Podrías callarte Garcia y dejar que yo de la clase?— hice mueca.
—¿Como que no profesor?, usted siga explicando— me cruce de brazos y él giro.
Las malditas dos horas que pase en la clase fueron eternas, tenía tantas ganas de irme o pegarme un tiro maldita mi rebeldia que no me permitió terminar el secundario. La voz del profe Zarick era como un martillo, decia puro "bla, bla, bla", estaba apunto de volverme loco.
"Al fin sono la maldita campana"
Recogí mis cosas y sali casi corriendo del salon, tendría que buscar a Marisol en la puerta de su clase, si la dejo sola me meteré en graves problemas y no quiero eso, bastante lios tengo en mi cabeza para soportar la realidad. Corri tanto que casi me caigo por culpa de la baldosa y la vi a ella desde la esquina, el maldito de Javier le estaba diciendo cosas que no lograba escuchar.
Camine lentamente de mi mochila negra de cuero saque un silbato, me lo coloque en la boca. Ya mas de cerca lograba escuchar lo que le estaba diciendo.
—¿No puedes cuidarte sola ciega estupida?— ella tenía su mirada hacia abajo.
—Vete a la mierda estupido si tan solo podría ver un poco te rompería la cara— si que es brava esta chica.
—Así me golpearías— dijo en tono de burla.
Aprovecehé y corri lo más rápido posible hasta llegar hasta donde estaba Javier y sople el silbato en sus orejas y lo aturdi. Los otros chicos gritaron "¡Corran ahi esta Joshua!". Javier tuvo que cubrirse los oidos con ambas manos y salio corriendo junto con los otros chicos. Mire hacia un costado y Marisol estaba contra la pared, algo confundida y sostenía ese bastón.
—¿Te encuentras bien?— me acerque un poco.
—Si solo estoy algo aturdida— pase mi brazo con el suyo.
—Bueno ahora iremos a la cafeteria— comenzamos a caminar.
Aquí otro capítulo espero les guste y delen a la estrellita ✨
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