𝗡 ࿐「 𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝖮6 」
«𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝗇𝗎́𝗆𝖾𝗋𝗈 𝗌𝖾𝗂𝗌»... [𝖮6]
❝𝗘𝗹 𝗝𝗮𝗿𝗱𝗶𝗻❞
Kim no podía dejar de pensar en la angustia en los ojos del chico durante el desayuno. Mientras recogía los platos, su mente se debatía en cómo hacer para que el chico se sintiera más cómodo. Había algo en su silencio que era aún más elocuente que cualquier palabra, un grito mudo de dolor que resonaba en la casa con una fuerza desoladora. Kim quería ayudarlo, pero no sabía cómo.
Después de limpiar la mesa, se acercó a la ventana y miró hacia el jardín. Las primeras luces de la mañana iluminaban el pequeño espacio verde, donde las flores empezaban a abrirse y los pájaros cantaban en los árboles cercanos. Era un lugar tranquilo, un refugio en medio de la agitación que había invadido sus vidas en los últimos días. Tal vez, pensó Kim, el aire libre podría ser justo lo que el chico necesitaba para relajarse un poco.
Con esa idea en mente, Kim decidió intentarlo. No tenía nada que perder, y si lograba que el chico saliera de su caparazón, aunque fuera solo un poco, ya sería un avance. Caminó lentamente hacia la sala, donde el chico estaba sentado en el sofá, mirando hacia el suelo con la misma expresión de pérdida que había tenido durante el desayuno. Kim se detuvo a unos metros de él, tomando un momento para encontrar las palabras adecuadas.
━ Oye ━ dijo Kim suavemente, tratando de no sobresaltarlo ━, estaba pensando en salir un rato al jardín. El clima es agradable hoy y creo que nos vendría bien a ambos un poco de aire fresco. ¿Te gustaría acompañarme?
El chico no respondió de inmediato. Levantó la mirada, pero sus ojos no encontraron los de Kim; en cambio, se quedaron fijos en un punto indeterminado, como si estuviera perdido en sus propios pensamientos. Kim se preguntó qué pasaba por su mente en ese momento, qué recuerdos o miedos lo mantenían atrapado en ese silencio impenetrable.
Kim esperó, dándole tiempo para procesar la invitación. Sabía que forzarlo a hacer algo no era la solución; debía ser paciente y permitir que el chico tomara sus propias decisiones. Después de unos momentos que se sintieron como una eternidad, el chico finalmente movió la cabeza en un gesto que apenas fue un asentimiento. Era un movimiento pequeño, casi imperceptible, pero para Kim fue suficiente.
Con una sonrisa, Kim se acercó un poco más, manteniendo un tono suave y tranquilo.
━ Genial ━ dijo ━. Vamos a tomar un poco de sol. Estoy seguro de que te hará bien.
El chico se levantó lentamente del sofá, sus movimientos eran cautelosos, como si todavía no estuviera seguro de si había tomado la decisión correcta. Kim observó con atención, asegurándose de no hacer nada que pudiera asustarlo. Había algo frágil en su comportamiento, como si un mal paso pudiera hacer que se derrumbara por completo.
Kim caminó hacia la puerta trasera que daba al jardín, asegurándose de no apresurarse para que el chico pudiera seguirlo a su propio ritmo. Al abrir la puerta, una suave brisa matutina entró, trayendo consigo el aroma de las flores y el sonido distante de los pájaros. El jardín era pequeño pero acogedor, un espacio que Suje había cuidado con esmero durante años, plantando una variedad de flores y arbustos que daban color y vida al entorno.
━ Mira ━ dijo Kim, señalando una esquina del jardín donde un grupo de mariposas revoloteaba entre las flores ━. Siempre hay muchas mariposas por aquí. Mi madre dice que es porque les gusta el tipo de flores que plantó.
El chico observó en silencio, sus ojos siguiendo el movimiento de las mariposas mientras estas danzaban en el aire. Kim notó un cambio sutil en su expresión; aunque no sonreía, parecía un poco menos tenso, un poco más presente en el momento.
Kim decidió seguir hablando, esperando que su voz suave pudiera tener un efecto calmante.
━ Cuando era niño, solía pasar mucho tiempo aquí ━ continuó ━. Mi madre me enseñó a cuidar las plantas, y siempre decía que el jardín es un lugar donde uno puede pensar y dejar que la mente se despeje. Creo que tiene razón.
Se sentaron en el borde de un pequeño banco de madera, y Kim se inclinó hacia atrás, cerrando los ojos por un momento para disfrutar del sol en su rostro. Esperaba que su actitud relajada ayudara al chico a sentirse más cómodo. Después de unos momentos, abrió los ojos y miró al chico, quien seguía observando las mariposas, aunque ahora con un poco menos de rigidez en su postura.
Kim se preguntó si había algo en el jardín que le recordara algo de su pasado, alguna memoria olvidada que estuviera empezando a resurgir. Quería preguntarle, quería saber más sobre él, pero sabía que debía ser paciente. Forzar una conversación podría hacerlo retroceder, y lo último que quería era que el chico se cerrara aún más.
Finalmente, después de un largo silencio, Kim se atrevió a hablar de nuevo.
━ ¿Te gusta el jardín? ━ preguntó, su voz apenas un susurro.
El chico miró a Kim y luego asintió lentamente, su expresión era más suave, menos atormentada. Fue un pequeño gesto, pero para Kim fue como si hubiera logrado atravesar una barrera invisible. Sentía que estaban haciendo progreso, por pequeño que fuera, y eso le dio esperanza.
━ Me alegra escucharlo ━ dijo Kim, sonriendo levemente ━. Podríamos hacer esto más seguido, si te gustaría. No tenemos que hablar ni hacer nada en particular, solo estar aquí afuera y disfrutar del aire fresco.
El chico no respondió, pero no parecía rechazar la idea. Miró hacia el jardín nuevamente, sus ojos recorriendo el espacio como si estuviera viendo algo por primera vez. Kim se dio cuenta de que, aunque todavía había un largo camino por recorrer, este era un buen comienzo. Había algo en la simplicidad del jardín, en la paz que ofrecía, que parecía resonar con el chico.
Kim se relajó un poco más, permitiendo que el silencio se asentara entre ellos de manera cómoda. Sabía que no era necesario llenar cada momento con palabras; a veces, el simple hecho de estar allí, compartiendo un espacio tranquilo, era suficiente. Mientras el sol seguía brillando y las mariposas continuaban su danza, Kim se sintió agradecido por la oportunidad de estar allí, de ofrecer un pequeño respiro de paz al chico que había llegado a sus vidas de manera tan inesperada.
Después de lo que pareció un largo rato, Kim se levantó lentamente del banco y se estiró.
━ Creo que es hora de volver adentro ━ dijo, mirando al chico con una sonrisa amable ━. Pero podemos salir otra vez cuando quieras.
El chico asintió nuevamente, y juntos se dirigieron hacia la puerta, dejando atrás el pequeño refugio del jardín. Kim no podía evitar sentir una pequeña chispa de esperanza.
Kim sabía que los cambios no suceden de la noche a la mañana, pero cualquier pequeña señal de progreso lo llenaba de una extraña esperanza. Después de pasar un rato en el jardín con el chico, se dio cuenta de que aunque las palabras aún no llegaban, había algo en su lenguaje corporal, en la manera en que sus ojos seguían sus movimientos o en cómo sus manos jugueteaban nerviosamente con una brizna de hierba, que sugería un despertar lento pero constante. Era como si una parte de él, profundamente enterrada bajo capas de silencio y miedo, comenzara a resurgir.
Mientras se movían por el jardín, Kim trataba de mantener una conversación ligera, describiendo algunas de las plantas y flores que Suje había plantado años atrás. Sabía que el chico no le respondería, pero eso no importaba. Lo que quería era llenar el aire con una atmósfera de normalidad, de calidez. Cualquier cosa que pudiera hacer para que se sintiera menos solo, menos perdido.
━ Estas rosas son las favoritas de mi madre ━ dijo Kim, deteniéndose junto a un arbusto en flor ━. Dice que le recuerdan a su hogar de infancia. Siempre ha tenido un don para la jardinería; es como si tuviera un pacto secreto con las plantas.
El chico miró las rosas, y por un breve momento, sus dedos se extendieron hacia una de las flores, como si tuviera la intención de tocarla. Pero luego, de repente, su mano se detuvo, y la retiró rápidamente, como si algo invisible lo hubiera contenido. Kim notó el movimiento y sintió una punzada en su pecho. Se preguntó qué tipo de experiencias o recuerdos podían hacer que alguien dudara tanto en realizar un simple acto de curiosidad.
Aun así, ese pequeño gesto fue algo. Una señal, por mínima que fuera, de que el chico no estaba completamente cerrado al mundo que lo rodeaba. Kim decidió no mencionar nada al respecto, prefiriendo continuar con su monólogo tranquilo.
━ Recuerdo que solía ayudar a mi madre a plantar nuevas semillas en primavera. Era uno de mis momentos favoritos, ver cómo todo empezaba a crecer, cómo la vida volvía después del invierno. Es casi como si la naturaleza nos recordara que siempre hay una segunda oportunidad, ¿no crees?
El chico no asintió, pero Kim notó cómo sus ojos se fijaron en una fila de margaritas que crecían a lo largo de un pequeño sendero de piedras. Parecía estar escuchando, o al menos eso esperaba Kim. La tensión en los hombros del chico se había relajado ligeramente, y aunque no había una sonrisa en su rostro, sus rasgos parecían menos tensos que antes.
Desde la ventana de la cocina, Suje los observaba con atención. Su mirada seguía cada movimiento del chico, cada pequeño gesto o cambio en su expresión. Sabía que Kim estaba haciendo todo lo posible por llegar hasta él, por derribar las barreras que el chico había levantado en torno a sí mismo, y aunque estaba preocupada, también sentía una chispa de esperanza.
━ ¿Crees que el aire fresco y la naturaleza puedan ayudarlo a abrirse un poco más? ━ preguntó Suje en voz alta, como si hablara consigo misma.
Su corazón se encogía al ver la fragilidad en la postura del chico, la manera en que parecía mantenerse en el borde de todo, como si cualquier movimiento brusco pudiera hacer que se rompiera en mil pedazos. Era doloroso verlo así, perdido en su propio silencio, y Suje deseaba con todas sus fuerzas poder hacer algo más, algo que pudiera traerlo de vuelta de donde fuera que su mente había viajado.
Mientras tanto, Kim continuaba su paseo por el jardín, guiando al chico por un pequeño sendero que llevaba a un árbol de magnolia. El árbol había sido plantado cuando Kim era un niño, y desde entonces se había convertido en un símbolo de fortaleza y crecimiento en la familia. A menudo, Kim se sentaba bajo sus ramas durante los momentos difíciles, encontrando consuelo en la sombra que ofrecían sus hojas anchas y en la suavidad de sus flores.
━ Este árbol es especial para mí ━ dijo Kim, señalando hacia la magnolia ━. Creció junto a mí. Mi madre dice que las magnolias son símbolo de dignidad y perseverancia. No sé si es verdad, pero me gusta pensar que algo de eso se ha transmitido a través de los años.
El chico miró el árbol, y por primera vez desde que habían salido, pareció realmente interesado. Sus ojos se iluminaron un poco, y sus labios se separaron ligeramente, como si estuviera a punto de decir algo. Pero, al igual que antes, se contuvo. Sin embargo, el cambio en su expresión no pasó desapercibido para Kim, quien se sintió alentado por este pequeño signo de interés.
━ ¿Te gustaría sentarte aquí un rato? ━ preguntó Kim, señalando la base del árbol, donde había colocado un par de cojines ━. Es un buen lugar para pensar y relajarse. No tenemos que hablar si no quieres. Solo estar aquí es suficiente.
El chico vaciló por un momento, mirando de Kim al árbol y luego de vuelta a Kim. Finalmente, asintió con un pequeño movimiento de cabeza, y se acercó al árbol, sentándose con cuidado en uno de los cojines. Kim se sentó a su lado, manteniendo una distancia respetuosa, y juntos miraron en silencio el jardín que los rodeaba.
La brisa soplaba suavemente, haciendo que las hojas del árbol susurraran en un lenguaje que solo ellos podían entender. Era un momento de paz, una tregua en medio de la tormenta que había sido la llegada del chico a sus vidas. Kim no dijo nada más, sintiendo que no había necesidad de palabras. Sabía que en estos momentos, el silencio era más elocuente que cualquier conversación, y que a veces, lo único que alguien necesita es la presencia silenciosa de otro ser humano.
Mientras se sentaban allí, Kim no podía evitar sentir una profunda conexión con el chico, como si de alguna manera entendiera lo que estaba pasando, incluso sin conocer toda la historia. Quería ayudarlo, estar ahí para él, y aunque no sabía exactamente cómo, estaba decidido a hacer todo lo que pudiera para ser una fuente de apoyo en su vida.
Suje, desde la ventana, sonrió levemente al ver a los dos sentados juntos bajo el árbol de magnolia. Sabía que todavía había un largo camino por delante. El chico no había hablado, pero para Kim y Suje, sus acciones habían dicho más de lo que las palabras jamás podrían expresar.
La mañana pasó lentamente, con el sol ascendiendo en el cielo y bañando el jardín en una luz cálida y dorada. Kim y el chico se quedaron bajo el árbol por un buen rato, disfrutando de la calma que el jardín les ofrecía, sin necesidad de romper el silencio que había caído entre ellos. Y aunque el chico no dijo nada, Kim supo en su corazón que, al menos por ahora, eso estaba bien.
Ellos tenían todo el tiempo del mundo.
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Ⓒ︎𝖧𝖨𝖲𝖳𝖮𝖱𝖨09
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