𝗘 ࿐「 𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝖮5 」

«𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝗇𝗎́𝗆𝖾𝗋𝗈 𝖼𝗂𝗇𝖼𝗈»... [𝖮5]

❝𝗧𝗮𝗻 𝘀𝗼𝗹𝗼 𝘂𝗻𝗮 𝗶𝗻𝘁𝗲𝗻𝗰𝗶𝗼́𝗻❞

El sol de la mañana apenas comenzaba a filtrarse a través de las cortinas, lanzando sombras largas y pálidas que se deslizaban por el suelo de la habitación. Kim abrió los ojos lentamente, ajustándose a la luz tenue que iluminaba su pequeño espacio. Su cuerpo estaba entumecido por haber dormido en una posición incómoda, y sus pensamientos aún vagaban en el borde del sueño y la vigilia. Giró su cabeza hacia la derecha, donde la figura del chico seguía inmóvil en el sillón. La imagen era inquietante, como si el tiempo se hubiera detenido para él.

Kim se quedó allí, observando en silencio, tratando de reunir el valor para moverse. El chico estaba envuelto en una manta fina, su cuerpo encogido en una postura que reflejaba tanto agotamiento como vulnerabilidad. Su rostro, normalmente estoico y sin emociones, ahora estaba relajado en el sueño, aunque surcado por rastros de algo más profundo y sombrío. Kim notó las manchas secas de lágrimas en sus mejillas, brillando débilmente a la luz matutina. Su corazón se apretó al ver esto, un nudo de preocupación y dolor formándose en su pecho.

Con un cuidado casi reverente, Kim se levantó de su cama y cruzó la habitación en silencio, asegurándose de no hacer ningún ruido que pudiera despertar al chico. Se agachó junto al sillón, mirando de cerca el rostro de su huésped. Las lágrimas secas eran un testimonio mudo del sufrimiento que el chico había soportado en silencio durante la noche. Era evidente que había llorado hasta quedarse dormido, y el pensamiento de alguien llorando solo, sin nadie que lo consolara, llenó a Kim de una mezcla de tristeza y frustración.

━ ¿Qué te está pasando? ━ susurró Kim en voz baja, como si temiera que las paredes pudieran escucharle.

Quería tocarlo, hacerle saber que no estaba solo, que había alguien dispuesto a estar allí para él, pero no sabía cómo. Había una barrera invisible entre ellos, una distancia creada por los secretos que el chico guardaba y que Kim no sabía cómo atravesar.

Mientras observaba, Kim notó cómo el pecho del chico se elevaba y descendía en una respiración tranquila, pero su expresión facial permanecía tensa, incluso en su sueño. Era como si estuviera atrapado en un mundo donde ni siquiera los sueños podían ofrecerle consuelo o escape. Kim suspiró, sintiendo el peso de la impotencia caer sobre él. No sabía qué tormentas internas enfrentaba el chico, pero quería, con todas sus fuerzas, poder ser la calma en medio de esa tormenta.

Se levantó lentamente, retrocediendo hacia la pequeña cocina adyacente. Pensó en preparar algo para el desayuno, algo que pudiera ser reconfortante cuando el chico finalmente despertara. Pero incluso mientras comenzaba a hervir el agua para el té, su mente no podía apartarse de la imagen de su huésped dormido, con rastros de lágrimas en sus mejillas. Kim sabía que había algo más, algo mucho más profundo que una simple mala noche. Había visto el dolor en los ojos del chico en los últimos días, la forma en que su risa había perdido su brillo, cómo su silencio se había vuelto más frecuente y más pesado.

Mientras se movía por la cocina, preparando lo que pudo encontrar, Kim trató de recordar todas las veces que el chico había actuado de forma extraña últimamente. Había pequeñas cosas, detalles que parecían insignificantes en su momento pero que ahora, al mirarlos en retrospectiva, tomaban un significado diferente. Como esa vez en que el chico se había quedado mirando fijamente por la ventana, perdido en pensamientos, o cuando había evitado una conversación sobre el futuro.

Kim también recordó los rumores, esos susurros que había escuchado sobre el chico y su vida antes de que se conocieran. Siempre había habido una especie de misterio alrededor de él, una barrera invisible que mantenía a los demás a cierta distancia. Y Kim, aunque lo apreciaba profundamente, había aprendido a no hacer preguntas, a respetar esa barrera. Pero ahora, con el chico sufriendo visiblemente, Kim se preguntaba si había sido un error. ¿Había permitido que su amigo se aislara demasiado? ¿Había hecho lo suficiente para estar allí para él?

El sonido del agua hirviendo lo sacó de sus pensamientos, y rápidamente preparó dos tazas de té, esperando que el calor y el aroma pudieran ofrecer algo de consuelo al chico cuando despertara. Con cuidado, llevó las tazas hacia la sala de estar, colocándolas sobre la mesa de café frente al sillón. Se sentó en la silla junto a él, observando su rostro tranquilo pero lleno de dolor.

Finalmente, decidió hacer lo único que podía en ese momento: estar allí. Sabía que, a veces, la mera presencia de alguien que se preocupa es suficiente para ofrecer consuelo, incluso si no hay palabras que puedan aliviar el dolor. Y aunque no sabía qué estaba pasando por la mente del chico, estaba decidido a quedarse, a esperar con él, a estar listo para ofrecer su apoyo cuando estuviera listo para aceptarlo.

Kim miró de nuevo al chico, su respiración aún tranquila en su sueño. Se inclinó hacia adelante, susurrando suavemente, como si pudiera oírlo incluso en su descanso profundo.

━ Estoy aquí. Cuando estés listo para hablar, estaré aquí. No estás solo.

El silencio de la habitación se rompió solo por el sonido suave del reloj en la pared, marcando el paso del tiempo. Kim se recostó en su silla, dispuesto a esperar todo el tiempo que fuera necesario, esperando que su presencia pudiera ser el faro que guiara al chico de regreso a la orilla, fuera cual fuera la tormenta en la que se encontrara atrapado.


El aroma del desayuno recién preparado se extendía por la pequeña cocina, llenando el espacio con una calidez reconfortante que contrastaba con la frialdad de la mañana. Kim, aún un poco adormilado, se movía de un lado a otro, sirviendo porciones de arroz, vegetales y un poco de sopa en los platos dispuestos sobre la mesa. La rutina del desayuno era una de las pocas cosas que parecían normales en aquellos días extraños y confusos, un respiro a la incertidumbre que había invadido sus vidas desde la llegada del extraño chico.

Suje, la madre de Kim, se sentó en la mesa con una taza de té humeante entre las manos. Observaba en silencio cómo su hijo terminaba de colocar los platos, sus ojos volviéndose de vez en cuando hacia el joven que estaba sentado en el extremo opuesto de la mesa. El chico, que había irrumpido en sus vidas de manera tan abrupta y sin palabras, mantenía la mirada baja y los hombros encogidos, como si estuviera atrapado en algún recuerdo lejano que le pesara demasiado.

Kim finalmente tomó asiento al lado de su madre, sus ojos aún llenos de preocupación por lo que había presenciado esa mañana. El recuerdo de las lágrimas secas en las mejillas del chico seguía fresco en su mente, una imagen que no podía borrar sin importar cuánto lo intentara. Quería entender, quería saber qué lo había llevado a ese estado, pero las palabras parecían quedarse atrapadas en su garganta, incapaces de salir.

El desayuno comenzó en silencio. El chico no levantó la mirada, simplemente movió la cuchara por el plato de arroz sin mostrar interés en comer. Kim observaba cada uno de sus movimientos, tratando de descifrar algo, cualquier cosa, en su expresión, pero el rostro del chico era una máscara de impenetrable dolor y confusión. La tensión en el aire se podía cortar con un cuchillo, y Kim sintió un nudo formarse en su estómago.

Después de unos momentos de tensa calma, Suje, normalmente una mujer de pocas palabras, decidió romper el silencio. Había pasado gran parte de la noche investigando, tratando de encontrar alguna pista sobre el pasado del chico, algo que les ayudara a entender quién era y de dónde venía.

━ He estado pensando en todo lo que ha pasado desde que llegaste ━ dijo Suje con voz suave, tratando de no sonar demasiado invasiva ━. Y he hecho algunas investigaciones. Creo que he encontrado algunas pistas sobre tu origen, sobre quién podrías ser.

El chico levantó la cabeza por un breve instante, pero rápidamente volvió a bajar la mirada. No dijo nada, pero sus labios se apretaron en una línea delgada y su cuerpo se tensó. Kim pudo ver cómo sus manos, que antes descansaban sobre la mesa, se cerraban en puños sobre su regazo. La tensión en la habitación aumentó, y Kim sintió una punzada de miedo. No sabía si las palabras de su madre ayudarían o si sólo servirían para empeorar la situación.

━ Creo que podríamos llevarte a un psicólogo para una evaluación más profunda ━ continuó Suje, tratando de mantener un tono tranquilizador ━. Podría ser útil para entender mejor lo que estás pasando, para ayudarte a recordar. Quizás...

Antes de que pudiera terminar la frase, el chico reaccionó de una manera que ninguno de los dos esperaba. Sus ojos se agrandaron y llenaron de una mezcla de terror y desesperación. Con un movimiento brusco, empujó su silla hacia atrás, haciendo un ruido estridente que resonó en la habitación. Kim se quedó sin palabras, viendo cómo una sombra de pánico pasaba por el rostro del chico.

Se puso de pie de un salto, retrocediendo como si quisiera alejarse lo más posible de ellos. Respiraba con dificultad, su pecho subiendo y bajando rápidamente. Kim se levantó también, levantando las manos en un gesto de paz, tratando de no asustarlo más.

━ Tranquilo, no queríamos asustarte ━ intentó calmarlo Kim, su voz temblando ligeramente ━. Solo queremos ayudarte. No tienes que hacer nada que no quieras, ¿vale?

El chico no hizo ningún sonido, pero sus ojos, llenos de un miedo incontrolable, lo decían todo. Era claro que la mera sugerencia de ir a un psicólogo había desatado algo profundo dentro de él, algo que Kim no podía entender. Su respiración era cada vez más irregular, y Kim sintió su propio corazón latir más rápido, atrapado en la impotencia de no saber cómo calmarlo.

Suje, que había estado observando con preocupación, se levantó lentamente de la mesa y se acercó al chico con cautela. Kim sintió una ola de pánico al ver a su madre moverse, temiendo que cualquier movimiento pudiera hacer que el chico se asustara aún más, pero Suje se detuvo a una distancia segura, levantando las manos en un gesto tranquilizador.

━ Está bien, cariño. No tienes que ir a ningún lugar si no quieres ━ dijo Suje suavemente ━. No hablaremos más de esto. Lo siento mucho.

El chico no respondió, pero su respiración comenzó a calmarse, y sus hombros dejaron de temblar. Miró a Suje y luego a Kim, sus ojos aún llenos de un dolor indescriptible, pero menos asustados. Se quedó allí de pie, como si no supiera qué hacer a continuación, atrapado en una confusión que ninguno de los dos podía comprender.

Kim intercambió una mirada de preocupación con su madre antes de tomar una decisión. Dieron un paso atrás, permitiéndole espacio para respirar, esperando que se sintiera un poco más seguro.

━ Quizás necesites un momento a solas ━ sugirió Kim con voz suave ━. Podemos irnos si quieres. No tenemos que quedarnos aquí si no te sientes cómodo.

El chico asintió débilmente, sin hacer ruido, sus ojos aún clavados en el suelo. Kim sintió una punzada de dolor al verlo así, tan perdido y asustado. Quería acercarse, poner una mano en su hombro, decirle que todo estaría bien, pero sabía que cualquier movimiento en ese momento podría empeorar las cosas.

Suje asintió también y, con un último vistazo preocupado hacia el chico, se dirigió hacia la puerta, seguida de cerca por Kim. Antes de salir, Kim se detuvo un momento y miró al chico una vez más, su corazón apesadumbrado por la incertidumbre y la preocupación. Había algo en sus ojos, algo que hablaba de un dolor profundo y antiguo, algo que Kim no podía entender pero que sentía que tenía que descubrir.

━ Estamos aquí para ti ━ dijo Kim en un susurro antes de cerrar la puerta detrás de él.

Cuando la puerta se cerró, Kim y Suje se quedaron en silencio en el pasillo, ambos procesando lo que acababa de ocurrir. Sabían que habían tocado una herida profunda, una que quizás no estaban preparados para entender del todo.

█▓▒░░▒▓█
Ⓒ︎𝖧𝖨𝖲𝖳𝖮𝖱𝖨09

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top