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AL DÍA SIGUIENTE
Tenia planeado haberse ido por la mañana, pero la azabache insistió en que pasara el día con ella por lo que no tuvo más remedio que aceptar. Pero ahora, se encontraba en medio de un incómodo momento, de esos en los que deseaba que la tierra la tragara.
El pelirrojo desorejado recién había despertado, dándole una buena imagen a la mujer. Tenia el torso sin camiseta, descubierto. Podia observar cada una de las pecas que lo recorrían. Unos pantalones de dormir rojos, puestos un milimitro de la cintura, dejando ver la línea V que estaba al final de una línea de vello pelirrojo desde el ombligo hasta esta..
Se encontraban en medio de una discusión, como era común. Agradecía que ningún miembro de la familia estuviera despierto aun, pues sería incómodo.
—Esta bien si, te perdoné por lo de los bocetos porque fué un despiste— murmuró furiosa, cansada de la situación.—¿Pero que mierda te hize para que me odies tanto?
El pelirrojo dejó escapar de sus rosados labios una risa irónica, dándose la vuelta para servirse el café de la cafetera en su taza.
Noareth se movió en la silla nerviosa, jugueteando con sus manos ahora debajo de la mesa al ver como este no le contestaba. Su fornida y pecosa espalda se contrajo, dejando ver sus perfectos músculos. También estaba a la vista sus brazos musculosos, sus venosas y varoniles manos apretando la taza de café.
No pudo evitar sonrojarse furtivamente ante la imagen, apartando la mirada rápidamente avergonzada. Era jodidamente molesto, pero a su vez jodidamente atractivo.
Era una perdición.
Se dio la vuelta enfrentando a la mujer. Apoyándose en el respaldo de la encimera, con la taza en sus manos. Su centellante pelo pelirrojo estaba revuelto, y su voz aún adormilada estaba completamente ronca.
Era una imagen para enmarcar en un cuadro.
—Simplemente me caes mal— respondió secamente, llevando la taza a sus labios, disfrutando del caliente liquido pasando por su garganta.
—¿¡Podrias darme una puta explicacion?!— inquirió frustrada
—Eres familiar de Kailei — informó mirandola a los verdosos ojos— ¿Quien me dice a mi que no estas igual de loca que ella?
El enojo de la Vance aumentó al ser comparada con una persona fría y cruel como Kailei.
George seguía resentido con la mujer, Kailei le había hecho tanto daño que no podía evitar sentirse mal al ver a Noareth, pues las relacionaba.
Kailei lo dejó destrozado, no porque la amaba si no porque hizo daño a las personas que amaba.
—¿También piensas eso de mi?
Un hilo de voz se hizo presente en la sala, causando que George y la rubia girarán la cabeza hacia la escalera, donde se encontraban Fred y Jackson con un aspecto de recién levantados.
Jackson se quedó helado, en estado de shock al escuchar las provenientes palabras su padrino, que causó más inseguridades en el.
—No, Jackson no por merlín — fue hacia el inicio de la escalera para ver a su ahijado arrepentido.
—Yo creo que lo dejaste muy claro — respondió como si una puñalada en el pecho fuese, adolorido subió las escaleras de vuelta a la habitación secando con furia sus lágrimas.
Fred le dedicó a su gemelo una fulminante mirada molesto. No sabía que estaba mal con el, pero últimamente no lo conocía.
Entendia que hubiera tenido una mala racha por lo de la Lombrad, pero pensaba que eso ya había sido superado.
George intentó subir las escaleras para ir tras su ahijado arrepentido, pero las manos de su gemelo lo frenaron viendolo desconcertante
—No, ni se te ocurra — escupió con molestia y se giró para ir con su hijo—Campeón, espera.
●●●
Bajó tras despertarse al salón, donde se encontraban algunos integrantes de la familia, entre ellos: Ginny, su prometido e hijo mayor, Ron y la rubia.
—Buen día— llegó sonriente, tomando asiento en el sofá donde se encontraba la pelirroja.
Todos corearon un "buen dia", y esta pudo notar algo extraño en su hijo, quien tenía una expresión como si fuera de tristeza, hablaría más tarde con el.
—¿Cómo te encuentras?— acarició la mano de la pelirroja quien degustaba una caliente taza de chocolate, a pesar de no ser invierno— ¿Sigues con los mareos?
Ginny con toda la boca cubierta de este miró a la mujer, quien intentó ocultar una leve risa al verla de esa forma. Un pañuelo fue tirado a su cara y molesta dejó la taza en la mesa causando un sonoro ruido, para después mirar al procedente de este : Ron.
—¡Limpiate la boca! ¡Estas llena de chocolate, ansiosa!— se burló, con una sonrisa en su rostro.
Ginny ofendida, tomó la servilleta y se limpió la boca, mientras fulminaba al joven con sus avellanados ojos.
—¿Ansiosa yo? Aprendo de el mejor— una burlona sonrisa adornaba su rostro— A veces no sé como Hermione puede soportar.
El rostro de ron se tornó rojo, avergonzado y enfadado por las palabras procedentes de su hermana. Queria quitar su egocéntrica sonrisa del rostro.
—¿Acaso Harry te soporta a ti?— inquirió sin ningún tipo de broma— Casi ni hablais ya.
Las miradas de los presentes se enfocaron en la pelirroja, quien tenía el rostro tan rojo como su cabello.
—¿Harry y tú estáis mal..?— se apresuró a preguntar Fred, preocupado por su hermana menor.
—No, no lo estamos — respondió fulminando a Ron con su penetrante mirada— Simplemente por su trabajo no nos podemos ver tanto.
Fred, no del todo convencido soltó un simple "vale", mirando confundido a su prometida quien solo se encojió de hombros sin saber tampoco que pasaba en la pareja de la pelirroja y el miope.
—¿Entonces ya no hay mareos ni náuseas?— preguntó Elizabeth, ganándose la atención de su amiga quien le sonrió a pesar de la vergüenza que aún conservaba.
—No, afortunadamente — respondió sonriente.
La familia, desviando el tema de Ginny quien lo agradeció internamente pues no podía soportar más la vergüenza que poseía, se sumergió en una animada charla en la que el joven ahora Lupin-Weasley participó olvidando el mal encuentro que tuvo con su padrino.
—¡Yo, yo! ¡Quiero estar en el altar con papá!— aseguró el joven efusivo a lo que los demás miembros de la familia rieron.
—Claro campeón, vendrás conmigo— aseguró su padre, deseando que el momento en el que se pudiera unir en matrimonio con la mujer que amaba llegara ya.
La matriarca Weasley salio de la cocina, tomando asiento en una silla junto a los demas presentes en su casa.
—¿escuché boda? Cada vez queda menos— comentó sonriente la matriarca, a pesar que Elizabeth no era la mujer con la que deseaba que su hijo se casara.
—Tu vestido esta listo— informó Ginny, mirando emocionada a la mujer— Mañana sin duda iremos a recogerlo
La sonrisa de la Lupin creció imaginándome caminando al altar con el bonito vestido que la había cautivado desde que lo vio colgado en una percha.
—¿De veras crees que te quedará?— inquirió Molly, sin saber el daño que le causó a Elizabeth—La mayoría de las mujeres hacen una dieta para las bodas, y la luna de miel pero por lo visto tu sigues igual y ni siquiera te has molestado en empezar a hacerla. ¡Y la Luna de miel, por Gódric! ¡Ni siquiera adelgazaste para mi hijo!
La habitación se tornó en silencio, incomodez sin saber nadie que decir. El labio inferior de Elizabeth temblaba, intentando aguantar las lagrimas por todo lo que la madre de su prometido dijo.
Creia haber superado esa etapa en la que tenía problemas con su cuerpo; Fred la había ayudado muchísimo en ello, demostrandole cuanto amor le tenía sin importar nada.
No quería volver a recaer.
El Weasley, conociendo las inseguridades y problemas de la Lupin se levantó del sofá para encarar a su madre, molesto y enfurecido por las palabras procedentes a esta.
—No vuelvas a hablar de esa manera de mi prometida, madre— advirtió mirandola con los ojos avellanas irradiando de molestia—Elizabeth no tiene que adelgazar para el vestido, ni para la Luna de miel ni para mi— su tono era autoritario,demostrando seguridad en cada una de sus palabras—Ella es perfecta tal y como es, y su belleza no se determina por un poco de grasa en su abdomen. Son estereotipos estupidos de la sociedad.
Molly estaba sin palabras, su hijo jamás le había hablado de esa manera que sentía que le estaba faltando el respeto, al igual que jamás lo había visto con tanta seguridad y tanta molestia en el rostro.
Los demás presentes estaban todos callados y sorprendidos.
Molly Weasley, ofendida se levantó de su silla mirando horrendada a su hijo.
—¡Frederick Gideon Weasley!— pronunció su nombre completo— ¡No vuelvas a faltar me el respeto de esa manera, soy tu madre!
—¡Y ella es mi prometida, la mujer que amo!— intentó no alzar la voz pero le fue imposible—¡Manosprecias a mis hijos, le faltas el respeto a mi prometida! ¡No creas que iré de buenas, aunque seas mi madre!
Elizabeth pudo ver cómo el rostro del pelirrojo irradiaba de furia y apesar de todo lo dolida que se encontraba por las palabras de la matriarca se levantó para agarrar la mano del Weasley y separarlo de su madre.
—Fred...
—No, Elizabeth— se giró para mirarla— Ve a la habitación y saca las maletas porfavor, iré a despertar a los pequeños y nos iremos de esta casa.
Ordenó con tono autoritario, dejando un beso en la frente de su prometida e irse a la habitación donde descansaban los mellizos, no sin antes hecharle una fulminante mirada a su madre cargada de odio y rencor.
Elizabeth no sabía que hacer, ni siquiera se atrevía a mirar a la matriarca. Agradecía que la rubia se hubiera levantado y agarrara su brazo.
—Te acompaño— dijo tirando de ella, intentando sacarla del incomodo momento
—Voy, tambien— se intentó levantar la Weasley pero su estómago comenzó a revolverse y sintió de nuevo las nauseas— Mejor voy al baño.
Fue corriendo hacia este, y expulsar todo lo que le estaba haciendo sentirse mal.
Elizabeth, subió junto a Noareth las escaleras a su habitación sin decir una palabra hasta que la puerta fue cerrada tras ella, entonces fue cuando esta sollozo agarrando su abdomen como si no hubiera un mañana.
No quería volver de nuevo, no quería pasar de nuevo por eso.
—No, Beth no llores porfavor— pidió encuclillandose a su altura, pues esta estaba sentada en el suelo de la habitación con la espalda pegada en la puerta.
Los ojos chocolate se encontraron con los esmeraldas de la rubia, dándole una sensación de paz, seguridad y confianza inmensa.
—No quiero pasar por lo mismo de hace unos años, me niego— sollozó mirando a esta
—Y no lo harás, no le hagas caso a las palabras de la Señora Weasley — aconsejó agarrandola de las manos— Hazle caso a las de Fred, se ve que os amáis mucho Beth.
Una apenada sonrisa en su rostro se formó, recordando como su prometido la habia defendido incluso delante de su madre a pesar de que no le gustara que pelearan.
—Lo amo, lo amo más que a nada— afirmó retirando sus lágrimas de los ojos, levantándose del suelo con ayuda de Noareth.
—Se nota, encontrate al indicado— aseguró.
Veía como Fred miraba a Elizabeth, sus avellanas ojos se iluminaban de un brillo al hablar de la Lupin o tan siquiera viendola.
Noareth podía asegurar que quería alguien que la amara tanto como Fred y Elizabeth lo hacían.
Elizabeth le sonrió agradecida por las dulces palabras de la mujer, y se dirigió al espejo de la habitación.
Adolorida, se levantó la camiseta dejando ver su abdomen no del todo plano del que hace poco estaba seguro pero desde que Molly habló estaba más acomplejada.
Noareth, apenada la vió. Sus ojos rojos e hinchados, y una mueca triste en su rostro.
Se posicionó a su lado, e imitó su acción levantandose también la camiseta que portaba, dejando ver en este lugar su abdomen algo más plano que el de la Lupin
—Todos los cuerpos son perfectos — aseguró la Vance cuando Elizabeth le sonrió— Nunca lo dudes.
Unos golpes en la puerta, sobresaltaron a ambas mujeres quien avergonzadas bajaron su camiseta rápido.
—Lizzie, soy yo— informó el Weasley tras la puerta.
—Pasa
Fred abrió la puerta, y su corazón se encojió al ver como la Lupin tenía los ojos hinchados dando señas de que se la había pasado llorando.
En esos instantes, su madre era el ser que menos quería ver.
—Los niños están abajo ya despiertos— informó el Weasley.
Noareth, viendo a la pareja presentía que era mejor salir de la habitación
—Los dejaré solos
Sonriendoles a ambos, salió de esa dejando a los prometidos solos.
Fred entró y cerró la puerta tras el sin mencionar ninguna palabra. Se acercó a la Lupin, mientras sus ojos brillaban de curiosidad al verlo tan silencioso.
—Ven, Lizzie tumbate— palmó el espacio de la cama, dedicándole una sonrisa a su prometida.
A pesar de su misteriosismo, la mujer obedeció tumbandose en esta mientras sus ojos lo miraban con curiosidad.
Sin decir nada más, se colocó encima de ella sin dejar caer todo su peso. Levanto su camiseta, haciendo que la Lupin tuviera que incorporarse sobre sus codos para quitarsela.
Fred unió sus labios en un dulce y cariñoso beso, sin separarse de la mujer en ningún momento.
—Te amo tanto, cada parte de ti me encanta y vuelve loco— musitó contra sus labios para después separarse y bajar hacia su abdomen.
Sus curvados labios fueron recorriendo todo el abdomen de la muchacha, robandole algunos suspiros mientras miraba al Weasley con sus ojos nublados por el deseo.
Se encargó de dejar un rastro de saliva por todo este, y besar cada trozo de piel que se encontraba en este.
—No te sientas insegura jamás por tu abdomen— tarareó mientras seguía besandolo y sus largos y finos dedos acariciaban todo su busto.— me encanta de esta manera, y ni siquiera se te pase por la cabeza adelgazar para mi.
Advirtió con un tono autoritario que la Lupin estaba sorprendida.
Se robaba algunos jadeos y suspiros por parte de la mujer, quien no sabía que había hecho para merecer un hombre como Fred.
El bromista bajó sus dedos hasta el pantalón de Elizabeth, colandolos por debajo de este con un deseo inmenso y la lujuria que recorría sus venas. Acarició la considerable humedad de la mujer por debajo de la tela, haciendo que una sonrisa victoriosa y burlona se formara en su rostro al ver que con tan solo unos besos había conseguido mojarla tanto.
Para Elizabeth le fue imposible aguantar un gemido cuando los largos dedos de su prometido se pusieron en contacto con sus labios.
—Estas ya tan mojada Lizzie, y ni siquiera te he tocado.— musitó arrogantemente, repitiendo su acción disfrutando de ver las muecas y gestos de placer que le dedicaba la mujer.
El gemelo menor pasaba por los pasillos de la planta de arriba, tratando de encontrar a su ahijado antes de irse para disculparse con el y aclarar las cosas.
Pero para su desgracia, los prometidos que se encontraban intercambiando caricias subidas de tono no habían ni siquiera puesto un hechizo insonorizante, por lo que el desorejado escuchó como la mujer que se había robado el corazón de ambos gemelos jadeaba, respiraba entrecortadamente y gemía sin pudor ni vergüenza alguna el nombre de su prometido.
Los ojos del Weasley se cristalizaron sin poderlo impedir, de imediato. Con brusquedad secó sus lágrimas, para seguir con su búsqueda e intentar borrar de sus pensamientos a Elizabeth Lupin, la prometida de su gemelo.
Omg se viene
¿Que os ha parecido el capitulo?
No os olvidéis de votar y comentar, nos leemos los quiero<3!
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