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Sus ojos se humedecieron cuando visualizaron a la hermosa rubia que tenía todo su corazón, en aquella foto que tomó en tal buena noche inolvidable que pasó a su lado. Su atrevido rostro, sus pupilas dilatadas, mirándolo cómo suplica. Echaba de menos a Noareth Vance.
-¡George joder, ayúdame!
La voz de su gemelo mayor inundaron sus oídos, procedía de la tienda. Rápidamente secó sus lagrimas con su antebrazo, tomo el buzo que tenían cómo uniforme de trabajo, se revisó en el espejo para salir de una vez. Se veía totalmente devastado, sus ojos rojos e hinchados indicándole que no había dejado de llorar, ojeras bajo estos, no había podido pegar ojo desde los tres días que no veía a la mujer que iluminaba su mundo.
Bajó a prisa las escaleras tratando de no llegar a caerse. Al llegar a la tienda, su hermano ya se encontraba abriendo esta, algunos clientes comenzaban a entrar para tramitar sus compras de navidad. Fred fulminó a su gemelo con la mirada, entendía que él estuviera mal, incluso le ofreció que se tomara unos días de descanso pero este se negaba a dejarlo solo.
George estaba más arrepentido que nunca por culpa de sus acciones controladas por los celos y el reencor. No había pensado con la cabeza, claro estaba. Deseaba que todo se arreglase con la rubia.
La jornada transcurrió cómo siempre, algo cansada para los gemelos pero aún más para George quien no se encontraba con ánimos de trabajar, su cabeza solo se centraba en Noareth y esto era visible ya que últimamente estaba muy despistado; Había dejado caer varias cajas, se había confundido con los productos..
Incluso, los hijos Lupin-Weasley se encontraban ayudándolos por mero gusto en la tienda, eran vacaciones de navidad y los días que no tenían nada que hacer solían acompañar a su padre y tío en el trabajo; Jack se encontraba atendiendo la caja, mientras los mellizos habían ayudado recientemente a una pareja que necesitaba el regalo perfecto para sus hijos, ahora se encontraban limpiando el polvo a algunos objetos.
-Calabaza- Remus llamó la atención de su hermana con voz baja, mientras con un paño retiraba el polvo de una mesa de exposición.- Shh, calabaza
Volvió a susurrar con la voz más alta al darse cuenta que no se había enterado, Hiraeth solía ser algo desprevenida. Cuándo la joven dejó de colocar los surtidos salta clases- que eran sin duda uno de los productos que más triunfaban- miró a su mellizo. Al ganar su atención, señaló con su cabeza a fuera de la tienda. La joven pelirroja se fijó en el escaparate.
-¿Me puedes explicar tu a mi qué está haciendo con ese... ese cabronazo?- cuestionó, apretó su mandíbula ante la impotencia que sentía, su ceño se tornó a uno levemente fruncido y chasqueó la lengua. Los grises ojos irradiaban de furia.
-No lo sé, pecas- Hiraeth soltó un suspiro al reconocer al hombre, intuyéndose que nada bueno estaba pasando entre esos dos. Rápidamente, visualizó si había muchos clientes cerca, afortunadamente se encontraban dispersos a la entrada. Agarró entre sus finas manos el walkie talkie que compartía con sus familiares -para poder hablarse desde distintos sitios de la tienda- y carraspeó el nombre de su tío.- Tío George, calabaza al habla. ¿Se me escucha bien? corto y cambio.
Desde la trastienda, el gemelo menor escuchó la voz de su sobrina tras el aparato muggle que su padre les proporcionó para mejorar la comunicación en Sortilegios Weasleys. Dejó las cajas con gran peso que cargaba en la mesa y atrapó el walkie talkie para responderle.
-Perfectamente, ¿les sucedió algo malo? Corto y cambio.
-Deja lo que estas haciendo y corre hacia la entrada.- esta vez fue Remus quién habló desde su aparato.
Los dos mellizos habían salidos de el recinto, ahoa se encontraban en el callejón. Sus ojos no se despegaban de la rubia que caminaba de la mano con el Zabini. Esta por un momento giró la mirada, conectándola con los que eran cómo sus sobrinos. El alma de los mellizos se estrujó al ver su expresión. Sus ojos no tenían vida, el brillo y sus labios curvados eran inexistentes. Su ropa no era colorida, ni transmitía la felicidad que siempre derrochaba la mujer, al contrario no se había demorado mucho en vestirse: una sudadera gris con un pantalón del mismo color le bastaba para cubrirse entera, tratando de no recorrer las manos de él hombre a su lado sobre su piel, pero le era imposible.
La puerta de la tienda sonó y el sonido de la marcha de un cliente sobresaltó a los mellizos pero estaban tan sumergidos en la escena que no pudieron apartar sus ojos de la terrible escena que sucedía frente a ellos. George Weasley observó la escena tras sus sobrinos, con el corazón en un puño al ver a su amada rubia caminar de la mano junto al homr¡bre que más daño le había hecho en su vida. Sus ojos escocían, sintiendo cómo las lágrimas volvían a avecinarse. Su mandíbula se tensó y apretó con fuerza sus puños sintiendo todo el odio recorrer por cada vena que se marcaba de su mano.
Lo mataría.
Él Zabini pareció perctarse por el rabillo del ojo sobre la figura del Weasley, sonrió victorioso logrando su cometido. Sus pasos frenaron, y se giró hasta tener cerca el rostro de la rubia.
-Vas a obedecer, o de lo contrario ya sabes lo que pasará- masculló, en un tono envuelto en dulzura tratando de no llamar la atención de los magos y brujas que camiban por el callejón.
Llevó su mano a su mejilla, tras correr un mechón de su rostro y colocarlo tras su oreja. "Tal y cómo Georgie solía hacer"-pensó la rubia asustada y temerosa ante el hombre frente a ella, se tensó ante su toque, cerrando los ojos y rezando porque pasara rápido.
Cuándo el Zabini logró captar toda la atención del Weasley, estampó sus rugosos labios contra los finos de la mujer. Noareth sentía arcadas recorrer su cuerpo, pero optó por seguir el beso totalmente desganada pero con el pensamiento de que si no lo hacía las consecuencias serían peores y se negaba. Compartieron un beso fevril y hambriento por parte del moreno, quién desvergonzado amasó el trasero de la mujer pegándola más hasta su incipiente erección.
Tanto George cómo los mellizos, querían desaparecer
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Flashback, tres días antes.
Se tapó con las sábanas de su habitación, tratando de cubrir de su vista cada marca qué el hombre había realizado a su cuerpo.
Escuchó como la cremayera de sus jeans era subida, y su estruendosa voz la llamó.
-Se que tienes algo con ese asqueroso traidor.- se acercó a orillas de la cama, apoyándose e inclinándose para alzar el mentón de la temblorosa mujer.-, que tienes una gran amiga, los traidores también de sus hijos, tu querido hermano y tu hermosa familia. Estoy seguro de que no quieren que sean heridos. ¿Verdad dulzura?
Su sonrisa egocéntrica creció al poder ver reflejado en los ojos de la hermosa rubia el miedo y pánico que sentía. Su labio inferior al igual que su cuerpo temblaba pero no emitía ninguna lágrima o sonido u incluso palabras. Únicamente lo observaban sin más remedios.
Había sido denigrada.
Blaise chaqueó al ver que no emitía ningún tipo de respuesta.
-Lo tomaré cómo un si.- estrelló de nuevo sus labios contra los suyos, sin recibir el beso por parte de la mujer, lo que le enfuereció. Ella se sentía paralizada y totalmente asqueada. Apretó la mandíbula tan fuerte que sus dientes parecían romperse- Más te vale acostumbrarte, a partir de ahora seré yo el único que puede tocarte te guste o no. Te conviene obedecer y portarte bien, no cómo una puta tras ese traidor. Si no lo haces, dalos a todos de ellos por muertos.
Un escalofrío recorrió su espalda al pensar en la idea de las personas que más quería sufriendo por su culpa, sin duda se arriesgaría por ellos.
El Zabini la soltó con brusquedad contra la cama. Se veía enfadado y Noareth cada vez más asustada.
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Días más tarde
No podía más. Necesitaba verla, asegurarle que se encontraba bien a pesar que era todo lo contrario. Cerró todos los botones del abrigo que llevaba. Tenía poco tiempo, pero el suficiente cómo para tranquilizar a su mejor amiga.
Una mujer de agradable aspecto y buenos ánimos se encontraba atendiendo el mostrador. La rubia soltó su cabello acómodándolo para que los hematomas que tenía en el cuello fueran cubiertos, imitó el acto con su abrigo, sin dejar que se vieran estos en su brazo.
-Buenos días, ¿Podría pasar a ver a la directora?- su voz tibuteaba un poco, pero consiguió las fuerzas suficientes cómo para poder mirarla a los ojos.
La dulce mujer le sonrió cálidamente y miró la agenda que tenía a su lado.
-La señorita Lupin-Weasley tiene ahora mismo una visita. Pero puedes esperar en la puerta, si es de tu gusto.- informó educadamente- ¿Cuál es su nombre?
-Está bien, muchas gracias.- trató de sonreirle.- Noareth Vance.
-Perfecto, puede pasar. Que tenga un lindo día señorita Vance.-
-Lo mismo digo, señorita...- sus ojos vagaron en su despacho, hasta que encontró la placa.- Linde.
Tras unas sonrisas de despedida, Noareth se dirigió hacia el despacho de la directora de El Profeta, su mejor amiga Elizabeth era una mujer envidiable, de la que estar totalmente orgullosa, su esfuerzo había dado sus frutos, sin duda un ejemplo a seguir para sus adorados hijos.
Esperó tal y cómo la recepcionista y ayudante de su amiga, Scarlett Linde, le había indicado. Pudo reconocer la voz del gemelo mayor tras la puerta, se habían olvidado poner los hechizos de silenciación. Sentía un error escuchar, pero la curiosidad la incitó a invadir la privacidad de aquel matrimonio.
-¡Eso no me lo contaste!- la voz algo molesta de su amiga se escuchó.
Esto la sorprendió, pues el matrimonio no solía pelear y mucho menos solían alzarse la voz. Sabía que Fred era algo impulsivo, pero sabía cómo controlarse- con el tiempo de los años tuvo que aprender.- al contrario que Elizabeth, quién solía ser una persona pacífica, a menos de que se tratase de una injusticia. Involuntariamente acercó más su oido hacia la puerta.
-Lo siento Lizzie, pero no era a mi a quién me correspondía decirtelo.- un suspiro y la apenada voz del pelirrojo llegaron a sus oídos.
Noareth no entendía de que hablaban, pero dentro de ella había algo que le indicaba que siguiera.
-¿Entonces? ¿George se acostó con Venus o no?
Las piernas de Noareth temblaron ante la pregunta que su amiga le lanzó a su marido. Deseaba que una respuesta negativa saliera de los labios del gemelo menor. No podía ni siquiera pasarse por su mente que su Georgie hubiera ido a los brazos de su prima en el segundo que esta se tuvo que alejar.
Si tan solo supiera cuánto estaba sufriendo y porque lo hacía todo sería tan distinto.
-Si, George se ha acostado con Venus.
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OMG, OMG EL DRAMA
ESPERO QUE OS HAYA GUSTADO
OPINIONES DE LO DE GEORGE?
LAS LEO!
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