El rubio se encontraba en la biblioteca haciendo varias florecitas de aproximadamente cinco centímetros con hojas de papel de varios colores.

Aprendió rápido a hacer esas figuritas gracias a los tutoriales que estuvo mirando por casi veinte minutos, estaba tan agradecido con YouTube en esos momentos.

Le quedaban al menos dos horas antes de que las clases terminaran y él aún tenía muchas cosas pendientes por hacer, quería que ese momento fuera tan especial para Akaza y para él mismo, pero comenzaba a frustrarse al sentir la presión del tiempo.

──¡Douma! ¡Qué alegría verte por aquí! ──Exclamó alegremente un apuesto pelinegro de ojos amarillos, tan brillantes como el sol. ──¿Tú también te saltaste las clases? ──Preguntó con un tono de voz más bajo, pues había recibido un regaño de parte de la bibliotecaria Nakime hace tan solo un par de segundos.

──¡Urogi! Nope, no me salté las clases intencionalmente, estoy arreglando todo para mi boda con Akazita. ──Sonrió ampliamente, llegando a achinar sus adorables ojitos para después acercarle una hoja de papel. ──Ven, siéntate y ayúdame, mira este tutorial y haz todas las flores que puedas, ¡pero rápido!

──Puff, se supone que vine a distraerme, no a hacer más tareas. ──Giró los ojos y se sentó a un lado del rubio, mirando con desinterés el tutorial que el contrario le puso. ──Mmh, ¿Akaza? ¿Hablas de ese chico que tiene peor temperamento que mi hermano Sekido? ──Miró asustado al de ojos arcoiris al verlo asentir con la cabeza. ──Eww, no sabía que te gustaban agresivos.

──¡Oye! ──Dejó de hacer sus florecitas por unos segundos para golpear el brazo izquierdo de Urogi. ──Envidioso, estás celoso porque a ti ni siquiera te dirige la palabra mientras que a mí me trata como un rey.

──Qué asco, ni siquiera lo puedo imaginar siendo considerado con alguien, ni contigo. ──Hizo unos leves dobleces en su hojita, tratando de seguir el tutorial sin distraerse de la conversación. ──¿Qué clase de amarre le hiciste para enamorarlo, eh?

──Qué te puedo decir, ni siquiera Akaza pudo resistirse a mis encantos. ──Hizo una pose de diva para después escuchar la escandalosa risa de su amigo, ganándose otro regaño por parte de Nakime.

──¡Lo siento, lo siento! ¡Trataré de no volver a hacer tanto ruido! ──Se disculpó apenado para después tratar de acomodarse en su asiento, pero... se cayó de la silla, causando un enorme estruendo en toda la biblioteca.

──Uh, debería prohibirle la entrada, señor Urogi. ──Habló tranquilamente Nakime sin preocuparse por aquel adolescente sobre el suelo.

[ . . . ]

Aproximadamente una hora después ya tenían demasiadas florecitas, lo que Douma consideró que eran suficientes, así que entre ambos las cargaron como pudieron y se dirigieron al patio trasero.

En el camino escucharon a varios estudiantes murmurando, la mayoría coincidía en que Douma o Urogi le declararían su amor a alguien... O que ellos dos eran pareja.

Pero ninguno le dió atención a esos murmullos, simplemente siguieron con su camino hasta llegar a su destino.

Al llegar, empezaron a regar las florecitas de papel por todo el suelo, tratando de que no quedaran espacios vacíos ni espacios donde se viese muy saturado por las figuritas.

──¡Se ve perfecto! Urogi, si te pidiese que seas mi novio ahora mismo, ¿cómo te gustaría que fuese mi propuesta? ──Miró a su amigo mientras hacía una mueca pensativa, tocando su mentón con el dedo índice de su mano derecha.

──Para empezar, saldría corriendo antes de que termines la frase.