Bajo el manto gris de la lluvia persistente,
se desvaneció nuestro amor, un sueño latente.
Gotas que caen como lágrimas del cielo,
un eco triste en este corazón desvelo.

En días idos, tú y yo éramos dos amantes,
bajo la lluvia bailábamos como antes.
Risas y abrazos, promesas en el aire,
cada gota era un beso que nos hizo amar.

Pero la lluvia también trajo su tormento,
el viento frío de la duda y el lamento.
Nuestro amor se quebró como cristal fino,
en un instante, se desvaneció el destino.

Recuerdo el día que te vi marchar,
con tus cosas en la mano, sin mirar atrás.
Mis lágrimas confundidas con la lluvia,
tu corazón perdido en la niebla que fluía.

Intenté sostenernos, en mis manos el viento,
pero te escapaste como agua entre mis dedos.
Palabras de perdón quedaron en el aire,
pero ya era tarde, ya no quedaba nada que salvar.

Ahora la lluvia cae como un eco de dolor,
en cada gota veo reflejado nuestro amor.
Un amor que fue intenso, que brilló como el sol,
pero que se desvaneció en la tormenta del dolor.

En esta soledad, bajo el cielo plomizo,
me pregunto si aún piensas en nuestro hechizo.
Si alguna vez recordarás nuestras risas y alegrías,
o si todo se perdió en las sombras de los días.

La lluvia sigue cayendo, una melodía triste,
acompañando mi alma que en soledad existe.
Y mientras el tiempo pasa, y el dolor se desgasta,
en el eco de la lluvia, mi corazón todavía te busca.

Pero acepto que todo ha terminado,
como las nubes que pasan y el sol se ha ocultado.
La lluvia limpia las heridas del pasado,
y en su ritmo encuentro un consuelo esperado.

Así que aquí me quedo, bajo la lluvia que cae,
dejando ir el amor que ya no se puede retener.
Que cada gota me enseñe a seguir adelante,
con la esperanza de que el sol brille nuevamente.

En esta despedida, en este poema final,
la lluvia y el amor se entrelazan en un ritual.
Quizás algún día, en un mañana distante,
el destino nos vuelva a unir en un nuevo instante.

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Ⓒ︎𝖧𝖨𝖲𝖳𝖮𝖱𝖨09