📞࿐「 𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝖮3 」
«𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝗇𝗎́𝗆𝖾𝗋𝗈 𝗍𝗋𝖾𝗌»... [𝖮3]
❝𝗟𝗮 𝗰𝗼𝗻𝗲𝘅𝗶𝗼́𝗻❞
El silencio de la madrugada era casi absoluto, roto únicamente por el leve susurro del viento que se colaba a través de las ventanas entreabiertas del apartamento de Lalisa. En el exterior, el vecindario parecía suspendido en un sueño profundo, inmóvil bajo la luz tenue de la luna. Todo parecía tan quieto, tan inofensivo, y sin embargo, algo en la atmósfera cargaba con un peso invisible, un peso que había comenzado a oprimir el pecho de Lalisa desde que había llegado a este lugar.
Eran casi las tres de la mañana cuando el teléfono fijo de su apartamento volvió a sonar, esa vez con una insistencia casi ansiosa, como si quien llamara estuviera desesperado por establecer contacto. Lalisa, apenas despierta de un sueño ligero y fragmentado, se incorporó rápidamente de la cama, sintiendo cómo la inquietud la invadía por completo. En el fondo, sabía lo que le esperaba al otro lado de la línea, pero una parte de ella no podía evitar el impulso de responder.
El teléfono sonaba sin cesar, llenando el apartamento con su timbre agudo y cortante. Sin encender la luz, Lalisa salió de la cama y, casi a tientas, avanzó hasta la mesita donde descansaba el aparato. El brillo pálido de la luna que entraba por la ventana iluminaba tenuemente su figura, mientras su mano temblorosa se acercaba al auricular.
Descolgó.
━ ¿Hola? ━ dijo, tratando de que su voz no traicionara el nerviosismo que la consumía.
Al otro lado de la línea, el mismo silencio denso e incómodo de las veces anteriores. Al principio, pensó que se trataba nuevamente de una broma macabra o de alguna especie de equivocación, pero entonces lo escuchó. Era apenas perceptible al principio, un sonido distante, como si proviniera de muy lejos. El leve eco de un llanto. Era un sollozo ahogado, contenido, pero claramente humano. Una mujer.
El corazón de Lalisa comenzó a latir con más fuerza, mientras el frío de la madrugada parecía calar aún más hondo en su piel.
━ ¿Quién eres? ━ insistió, tratando de contener su agitación ━. ¿Qué necesitas? Si estás en peligro, puedo llamar a la policía.
Por un momento, el llanto cesó, y solo quedó el sonido de su respiración entrecortada al otro lado de la línea. Entonces, la voz de la mujer emergió de entre las sombras, quebrada y cargada de desesperación.
━ Ayúdame... por favor... ayúdame...
Las palabras, aunque apenas susurradas, resonaron en el interior de Lalisa con una intensidad que la dejó paralizada. La familiaridad de aquella voz la sacudió de una manera que no supo explicar. Era como si ya la hubiera escuchado antes, pero no podía identificar de dónde. Esa sensación la envolvía con una mezcla de confusión y miedo, como si se encontrara atrapada en un laberinto de recuerdos difusos. Pero antes de que pudiera formular una nueva pregunta o intentar averiguar quién era, la llamada se cortó abruptamente. Solo quedó el silencio, el mismo silencio pesado que parecía haberse instalado en su vida desde su llegada a este vecindario.
Lalisa se quedó quieta, con el auricular aún en la mano, como si esperara que la voz volviera. Pero el teléfono no volvió a sonar, y solo quedó la soledad de su apartamento para acompañarla en esa extraña vigilia. Lentamente, colgó el auricular, pero no pudo volver a la cama. Algo la retenía ahí, de pie, en medio de la oscuridad. La llamada había sido diferente a las anteriores. Esta vez, la voz parecía más real, más cercana. Y el hecho de que la mujer pidiera ayuda de manera tan desesperada hacía que algo en su interior se removiera, una especie de conexión inexplicable que no podía ignorar.
Caminó hacia la ventana y miró hacia la calle, esperando encontrar algo, cualquier cosa que pudiera darle una pista sobre la mujer de las llamadas. Pero todo estaba tranquilo, como siempre. Las luces de las casas estaban apagadas, y no había ningún movimiento en las sombras. Sin embargo, el recuerdo de la voz seguía resonando en su mente. Era como si esa mujer estuviera atrapada, rogando por ser escuchada, por ser salvada de algo que Lalisa aún no comprendía.
No pudo volver a dormir esa noche. Se quedó sentada en el sofá, con las rodillas abrazadas contra el pecho, repasando una y otra vez las pocas palabras que había logrado escuchar. Mientras las horas pasaban lentamente, una pregunta comenzó a instalarse en su mente. ¿Y si las llamadas estaban conectadas de alguna manera con lo que había descubierto sobre su apartamento? La desaparición de la inquilina anterior, ese misterio que aún no había sido resuelto, seguía pesando sobre ella. Y ahora, con estas llamadas nocturnas, no podía evitar pensar que había algo más, algo que no lograba ver del todo.
A medida que el primer rayo de luz de la mañana se colaba por las ventanas, Lalisa tomó una decisión. No podía quedarse de brazos cruzados esperando que las llamadas continuaran atormentándola cada noche. Tenía que hacer algo. Tenía que investigar más sobre las personas que vivían en el vecindario, sobre sus vecinos, y especialmente sobre la mujer de la casa de al lado. Había algo en ella, en su comportamiento distante y en su relación extraña con el hombre que siempre la acompañaba, que no le inspiraba confianza.
Quizá Jisoo podía ayudarla. Después de todo, ella parecía conocer a todo el mundo en el vecindario, y aunque no había dicho mucho sobre la pareja de la casa contigua, tal vez había detalles que se había reservado. Lalisa decidió que la próxima vez que la viera, intentaría sacarle más información.
Por otra parte, pensó en la posibilidad de hablar con Hyuna y Jazmín, la pareja que había conocido junto a Jisoo. Jazmín, con su carácter extrovertido y simpático, parecía ser el tipo de persona que sabría cualquier rumor que pudiera estar circulando por el barrio. Hyuna, aunque más reservada, tal vez también tendría algo que decir. Después de todo, la discreción de Hyuna podría significar que estaba al tanto de más cosas de las que mostraba.
Pero lo que más la inquietaba era la casa de al lado. Esa ventana, la mirada de la mujer, el modo en que desaparecía cada vez que el hombre aparecía a su lado... Todo eso formaba una red de misterios que Lalisa no podía dejar de intentar desentrañar. Y ahora, con la voz de esa mujer resonando en sus oídos, el sentimiento de que algo más grande estaba ocurriendo no hacía más que crecer.
Sin saberlo del todo, Lalisa había empezado a tejer una conexión con la mujer de las llamadas, una conexión que la empujaba a buscar respuestas.
El sol de la mañana apenas asomaba sobre el horizonte, lanzando tímidos rayos de luz que iluminaban con suavidad el pequeño patio de Lalisa. Después de una noche agitada en la que apenas pudo conciliar el sueño, la necesidad de salir al aire libre y despejar su mente se hizo inevitable. El aire fresco y la tranquilidad del vecindario, por muy inquietante que a veces le pareciera, al menos le ofrecían un respiro de la creciente tensión que se apoderaba de ella cada madrugada.
Lalisa salió al patio de su casa, tratando de calmar los nervios que habían quedado latentes después de la última llamada. Era tan extraño. La voz de la mujer, su súplica desesperada, el inconfundible llanto... Todo seguía resonando en su cabeza como un eco persistente. Pero al menos ahora, bajo la luz del sol, ese sentimiento de opresión parecía disiparse, aunque solo fuera por un momento.
Mientras se inclinaba para observar el pequeño jardín que rodeaba su casa, algo llamó su atención. Del otro lado del barandal que separaba su patio del de la casa vecina, estaba la mujer misteriosa. La misma mujer a la que había visto observándola tantas veces desde las ventanas, siempre con esa expresión enigmática, distante, pero ahora visible al completo. Se encontraba regando sus plantas con movimientos lentos y metódicos, como si estuviera perdida en sus pensamientos o tal vez tratando de no ser vista. Aún así, su presencia era difícil de ignorar, y Lalisa, a pesar de la intriga que la embargaba, sintió el impulso de acercarse.
━ ¡Hola! ━ saludó Lalisa, levantando una mano en un gesto amistoso mientras se apoyaba ligeramente en el barandal ━. Qué lindas tus plantas.
Ella levantó la mirada por un breve segundo. Sus ojos eran oscuros, casi insondables, y su expresión seguía siendo inexpresiva, aunque había un brillo inusual en su mirada que le daba un aire de extrañeza. Durante unos instantes, pareció no querer responder, pero finalmente lo hizo, con una voz tan suave y distante que casi no parecía venir de ella.
━ Gracias ━ murmuró, sin dejar de mover la manguera sobre las hojas húmedas ━. Me gusta mantenerlas vivas.
El tono era frío, casi mecánico, pero al mismo tiempo, había algo que capturaba la atención de Lalisa. Ella no parecía del todo indiferente, como si detrás de esa aparente frialdad existiera una sombra de interés por lo que sucedía. Lalisa sonrió, intentando hacer la situación un poco más relajada.
━ No nos hemos presentado formalmente ━ dijo, inclinándose un poco más hacia el barandal ━. Yo soy Lalisa, me mudé hace poco aquí. Tú debes ser mi vecina, ¿no?
Ella detuvo por un momento el riego, pero no la miró directamente. Sus ojos parecían fijos en algún punto entre las plantas y la tierra, como si cualquier cosa fuera más interesante que entablar una conversación directa. Sin embargo, respondió.
━ Jennie ━ dijo simplemente ━. Soy Jennie.
Había algo en la forma en que pronunciaba su propio nombre, como si llevara consigo un peso oculto, una carga que prefería no compartir. Lalisa notó esa vacilación, pero no le dio demasiada importancia. Estaba más interesada en la posibilidad de conocerla mejor, de desentrañar ese halo de misterio que parecía envolverla cada vez que la veía.
━ Encantada de conocerte, Jennie ━ dijo Lalisa, alargando la mano por encima del barandal en un gesto amistoso, esperando que Jennie respondiera de la misma manera ━. Es un vecindario tranquilo, ¿no crees?
Jennie dudó por un segundo, mirando la mano de Lalisa como si no supiera qué hacer con ella. Finalmente, levantó su propia mano para corresponder el gesto, pero fue en ese instante, cuando Lalisa pudo ver más claramente su brazo, que algo la detuvo. Un moretón oscuro cubría parte de la piel pálida de Jennie, justo donde el brazo se doblaba, como una mancha sombría que contrastaba con su delicada figura. Junto a la marca, Lalisa también notó algo más: un tatuaje. Era un diseño que no pudo identificar de inmediato, pero lo que más la sorprendió fue la reacción de Jennie.
Al darse cuenta de que su brazo estaba expuesto, Jennie lo retiró de inmediato, apartando la mirada con rapidez y un gesto de incomodidad evidente. Su rostro, que hasta entonces había permanecido imperturbable, se tensó visiblemente. Retrocedió un paso, como si el simple hecho de haber mostrado esa parte de su piel la hubiera vulnerado más de lo que estaba dispuesta a admitir.
━ Tengo que seguir... regando las plantas ━ dijo en un tono que sonaba a excusa, volviendo a concentrarse en las flores que tenía frente a ella, evitando cualquier otro contacto visual con Lalisa.
Lalisa, sorprendida por la brusquedad de la reacción, asintió lentamente, aunque el gesto de Jennie no pasó desapercibido. ¿Por qué se había puesto tan incómoda? El moretón y el tatuaje, por supuesto, eran signos evidentes de que había algo más en su vida de lo que estaba dispuesta a mostrar. Pero más allá de eso, la tensión que ahora emanaba de ella parecía indicar que había mucho más bajo la superficie.
━ Claro, no quiero molestarte ━ respondió Lalisa, intentando sonar natural aunque su curiosidad seguía viva ━. Solo quería saludar. Nos vemos luego, supongo.
Jennie no respondió, o si lo hizo, su voz se perdió entre el suave murmullo del agua que seguía cayendo sobre las plantas. Lalisa se quedó quieta por un momento, observando cómo la figura de Jennie se inclinaba hacia las flores, casi como si quisiera desaparecer detrás de ellas. Luego, con un último vistazo, regresó lentamente hacia el interior de su casa.
Mientras cruzaba el umbral, algo seguía dando vueltas en su mente. La reacción de Jennie había sido demasiado extraña como para ignorarla, y ese moretón... No podía dejar de pensar en ello. ¿Había algo más detrás de esa frialdad aparente? ¿Estaba en algún tipo de problema? Todo en ella sugería que había algo oculto, algo que Jennie no quería que nadie supiera. Y por alguna razón, Lalisa sentía que esa pequeña interacción solo había comenzado a raspar la superficie de un misterio mucho más profundo.
Intrigada, cerró la puerta detrás de ella, pero su mente continuaba revolviendo las piezas sueltas de lo que acababa de presenciar.
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Ⓒ︎𝖧𝖨𝖲𝖳𝖮𝖱𝖨09
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