20

Minjeong se encontraba sentada en una banquilla del patio de la escuela con la mirada puesta sobre su cuaderno mientras dibujaba en este. Al poco tiempo sintió que alguien estaba parado a su lado.

— Hola. — alzó la vista para ver a Haechan y como se sentaba a su lado
— Pensé que ibas a tomarte la semana.

— ¿Por qué haría eso? — volteó hacia él frunciendo el ceño.

— Pensé que eso te haría sentir mejor. 

— Aw que lindo, te preocupas por mí. — fingió un tono meloso al decir, Haechan frunció el ceño provocando que Minjeong soltara una risita. — No, de echo ya me siento mejor.

— Si tú lo dices. Aunque debo decir que lo que Yuna hizo contigo fue muy bajo.

— ¿Por qué? — de nuevo volteó — Pensé que tú hacías eso para molestar a las personas o algo así.

— Yo no haría eso, al menos no con una mujer.

— ¿Enserio?

— Sí, eso es asqueroso.

— Si tú lo dices. — respondió entre asombraba y confundida a la vez. — ¿Por qué traes el cabello mojado? — preguntó extrañada, viendo como sus mechones goteaban.

— ¿No es obvio?

— ¿Qué?

— No me digas que no sabes. — ella negó sin entender. — Juego béisbol Minjeong.

— ¿En la escuela?

— Es increíble que no lo sepas.

— ¿Cómo voy a saberlo si ni siquiera me lo dices?

— No hay ninguna necesidad, siempre ha habido un equipo de béisbol en la escuela. No puedo creer que no te hayas dado cuenta.

— Y supongo que tú eres el capitán del equipo ¿no?

— Pues claro. — contestó orgulloso con una mano en el pecho.

— A decir verdad nunca supe como es que te volviste popular.

— ¿Enserio no sabes? — preguntó sin creer en sus palabras, ella volvió a negar. — Sigo sin entender como es que no te enteras de nada. Todo el mundo sabe quien soy, bueno a excepción de ti. Pero si quieres saberlo solo pídelo y ya.

— ¿Enserio?

— No.

— ¡Haechan! — molesta le dió un golpe en el brazo mientras él no paraba de reírse como un loco. — Ya enserio, dímelo.

— Está bien. — cesó su risa — Mira, mi padre es un empresario y dueño de una compañía muy importante. Cuando supo que esta escuela estaba por caer en quiebra lo que hizo fue hacer donaciones a ella, lo que también hizo que yo viniera a estudiar aquí. Con el tiempo la gente se fue dando cuenta de quien era yo y poco después me fuí dando a conocer y más tarde me volví popular.

— Vaya, tu padre si sabía lo que hacia entonces. — contestó con algo de ironía.

— Si bueno, según él nos quedaba más cerca de casa y de su trabajo así que, si, pienso que estuvo bien.

— Eso es algo lindo.

— ¿Qué cosa?

— El que haya pensado en los dos.

— Si supongo — desvió la mirada y luego se fijó en el cuaderno que Minjeong tenía. — ¿Qué tanto dibujas?

— Nada.

— ¿Cómo nada? A ver. — se inclinó un poco para ver lo que estaba impreso en la enorme hoja de papel. — Por lo visto te gusta dibujar mucho.

— Sí, algo asi.

— ¿Te gustan los Huskys?

— Me encantan mucho. — sonrió ampliamente mientras pasaba un dedo sobre la carita del perro recién dibujado. — A veces sueño con tener uno.

— ¿Ah sí? ¿Y por qué no lo consigues?

— Porque son muy difíciles de encontrar aquí. — contestó en un tono medio meláncolico. — Además, ya perdí la esperanza.

— ¿Enserio? — ella asintió con algo de tristeza. — Bueno sea lo que sea, a decir verdad no dibujas nada mal.

— ¿Enserio lo crees? — él asintió — La verdad es que no me considero buena en esto del arte del dibujo, siento que soy un asco.

— Si fueras un asco no seguirías dibujando.

— ¿Lo dices enserio? — lo miró algo sorprendida, él volvió a asentir llevándose una pequeña sonrisa de Minjeong y él le respondió de la misma forma.

— Por cierto, quería decirte algo.

— ¿Qué?

— Le dije a Yeji lo que estamos haciendo.

— ¿Qué tú, qué? — preguntó alarmada, con los ojos al borde del pánico. — ¿Por qué hiciste eso?

— Bueno, ya que tú y ella son amigas deberías contarsélo ¿no?

— Haechan...

— Sé que dije que no le dirías nada, pero viéndolo bien Yeji parece ser de confianza, así que no te enojes.

— ¿Y sólo por eso lo hiciste?

— No, creo que no deberías ocultarle nada ya que es tu única amiga.

— Mira que considerado. — respondió ironicamente.

— Bueno, yo me voy — se levantó quedando frente a ella — Tengo que ir a entrenar de nuevo.

— Suerte entonces.

— Ah por cierto — volteó antes de irse.— Tengo una propuesta para ti.

— ¿Una propuesta? — levantó la mirada frunciendo el ceño — ¿De qué?

— Te lo diré más tarde. Adiós.

(...)

— ¡Hola Unnie! — Minjeong dejó de revisar el interior de su casillero para voltear a ver a Yeji parada a su lado.

— Hola Yeji. — dice alegre.

— ¿Cómo vas con lo de la farsa?

— ¡Yeji! — gruñó entre dientes volteando alarmada hacia ella y volteando ambos lados con un dedo en medio de sus labios. La castaña entendió y se tapó la boca con una mano. — No lo digas tan alto.

— Perdón, es que Haechan me lo contó todo y me sorprendí.

— Si, a mí también ya me lo dijo.

— Pero no tienes de que preocuparte Unnie, prometo que no diré nada a nadie.

— Te lo agradezco Yeji. — Minjeong cerró su casillero para que ambas empezaran a caminar. — Oye y... ¿Cómo van tú y Jeno?

— ¿D-de qué hablas?

— Ya sabes, tú y él... se han vuelto muy cercanos ¿no?

— No, nada de eso, si apenas nos conocemos. — Yeji evadió la mirada para ocultar un leve sonrojo formarse en sus mejillas. — Aunque debo decir que es muy lindo.

— Si tú lo dices. — ambas rieron por ese comentario y justo en ese momento Haechan apareció frente a ellas.

— ¿Te molesta si te la robo? — le preguntó a Yeji, ella miró a Minjeong y luego asintió sin antes despedirse de su amiga.

— ¿A qué vienes?

— Primero que nada, yo también te extrañé.

— Se que lo dices muy alto para que todos lo sepan. — bajó la voz al decir. — Pero ya es suficiente conque nos vean juntos o tomados de la mano.

— Como sea, vengo a decirte lo de la propuesta. — colgó un brazo por sus hombros y ambos empezaron a caminar hasta quedar lejos del pasillo lleno de estudiantes.

— Estás muy misterioso, ya dímelo de una vez. — Minjeong descolgó su brazo para luego quedar frente a él, cruzada de brazos.

— De acuerdo. Quiero que me ayudes a hacerle una broma a Yuna.

— ¿Esa es tu propuesta? No gracias, yo paso.

— ¿Por qué no? Admite que sería divertido luego de todas las que nos ha hecho.

— No lo sé Haechan.

— Ay ¿Por qué no? ¿Tienes miedo de que te diga algo? ¿Es eso?

— Pues... tal vez.

— No tienes nada de que preocuparte, yo voy a estar allí contigo, nada te pasará.

— Pero...

— Minjeong es algo entre tú y yo, si te incluye me incluye. Ya dejate de miedos y por primera vez en tu vida toma valor suficiente para enfrentarte a Yuna. — Minjeong se lo estaba pensando mucho. Por un lado no sabía si confiar en Haechan, pero por otro no estaría nada mal darle a la pelinegra una probadita de su propia cucharada.

Entonces una sonrisa leve se le forma en los labios y después miró a Haechan.

— Está bien, lo haré.

(...)

— Ya deja eso, y apurate.

— Ya voy, tú tranquila. Sé lo que hago. — dijo al bajarse de la silla después de poner una cubeta roja sobre la puerta media abierta.

— Ocúltate.

Ambos se escondieron por detrás del escritorio del profesor esperando a que Yuna pasara en el momento justo.

— Espera a que llegue, ya quiero ver su cara.

— Pero... ¿Y si sale mal? — preguntó Minjeong, en un tono preocupante y con una mano en su pecho.

— Cállate, alguien viene.

Unos pasos se escucharon aproximarse al salón donde estaban, y se dejó ver a Yuna entrar por la puerta y la cubeta derramando sobre de ella toda la mezcla de que Haechan echó en ella. El salón estaba casi en blanco como si fuese una niebla, pero lo que más quedó blanco fue el cabello y la ropa de la chica estaba toda polvienta. 

(...)

Un verdadero castigo se les dió luego de que la directora recibió a Yuna en su oficina.

— Sabes, al final de cuentas el castigo resultó ser para ambos. — dijo Haechan, con la escoba en la mano mientras barria el sucio pero polviento azulejo.

— ¿Y qué se supone que te diga, Guao? — dijo Minjeong íronicamente, mientras limpiaba con un trapo húmedo una mesa de vidrio.

— No sé, pero si estar castigados limpiando esta sucia y horrenda bodega significa que siempre estaremos nosotros dos... bueno, al menos no tengo porque aburrirme tanto.

— ¿Porqué estoy yo?

— Sí, porque así tendré a quien criticar.

— Payaso odioso.

— Tú eres una drámatica.

— ¿Qué has dicho? — le golpeó con el trapo sucio el brazo mientras él dejaba la escoba y tomaba un plumero que se encontraba allí para atacarla a cosquillas en la cara y cuello. — Ya, deja eso. — pidió entre risas mientras se retorcía.

— Tú empezaste. — dijo luego de dejar el plumero y tomar de nuevo la escoba.

— Hay que terminar aquí. — propuso y el chico asintió para terminar de barrer mientras ella limpiaba el resto.

Se vienen muchas cosas 🤭

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