01
Una vez que el vehículo se detuvo cerca de la acera de la escuela bajó de este colgándose la mochila por ambos hombros, sacudió su uniforme color negro y acomodó un poco su corto cabello negro. Cerró la puerta del copiloto y agitó su mano sin muchas ganas hacia su hermano en forma de adiós.
Iba caminando con pereza hacia su aula, cuando siente que alguien ya está caminando a su lado.
— Buenos días, Kim —Ningning saludó con una gran sonrisa, pero Minjeong simplemente gruñó rodando los ojos.
— ¿Qué tienen de buenos? —soltó con desdén sin mirarle. La sonrisa de Ningning se desvaneció, ella entendió que Minjeong no la quería cerca y con tristeza se fue alejando.
Una de las cosas que menos le importaban a Minjeong era el estado emocional de los demás, así quisieran ayudarla ella siempre rechazaba a todos. Podría sonar un poco antipático, pero ella prefería mil veces estar sola que mal acompañada.
Cuando llegó al aula dejó su mochila sobre su mesa, de ella sacó una libreta y un lápiz para comenzar a dibujar.
Pasaron algunos minutos hasta que la campana sonó dando inicio a las clases. Y mientras anotaba lo más importante una bola de papel cayó sobre su escritorio. Frunció el ceño e hizo una cara de asco, con su otra mano la tiró levemente al suelo y volvió a escribir en su libreta.
A la hora del almuerzo salió del aula con la mochila en su espalda e irse a su sitio favorito para comer. Las escaleras que llevaban hacia la azotea eran poco recorridas a esas horas, además de que estas estaban lejos del patio y la cafetería, así que nadie podría molestarla y ella disfrutaría comiendo al lado de su soledad y tranquilidad.
La mayoría de los recesos era casi lo mismo. Siempre se la pasaba dibujando, ese se había vuelto su hobbie favorito, ya que la escuela estaba repleta de chicos populares y ella no formaba parte de esos grupos de fans. ¿Patético?, Patético era creer que alguien merecía el honor y la gloria solo por ser "perfecto", un estereotipo que mucha gente estaría dispuesto a seguir a cualquier precio. Minjeong no soportaba esa clase de cosas y era por eso que se alejaba para no ser una más como ellos.
Encerrarse en su mundo tal vez estaría del todo mal, pero por seguridad prefería quedarse así, sin nadie que pudiera hacerle daño. Prefería estudiar, ocuparse de ella y tratar de vivir feliz lo mejor que se pudiese.
La campana sonó dando indicación de volver al aula de clases, ella era de las primeritas en sentarse antes que todos y sólo por eso llegó a ser nombrada como la rarita/amargada de su clase. Salió de su escondite y regresó al salón para tomar clase de arte, la única y favorita de sus asignaturas.
Dentro de esta, la maestra pidió que dibujaran algo que desearían tener en su vida y fue así como muchos empezaron a trabajar sobre sus cuadernos de dibujo. A Minjeong le gustaba esa clase porque era como una de sus mayores distracciones y la alejaba del mundo. Una vez que terminó el tiempo la maestra pidió que expusieran sus trabajos. Cuando llegó el turno de Minjeong se levantó caminando hasta el pizarrón con las miradas de todos posando sobre ella. Hablar en público era una de las cosas que más detestaba, la ponía nerviosa y por lo mismo hacía que su voz se encogiese y se trabase la lengua.
— Cuando quieras empezar, Kim—asintió hacia la maestra y sostuvo el cuaderno con fuerza haciendo que parte de su cuerpo se tapara.
— Yo... yo he dibujado un cachorrito husky siberiano. Me gustan mucho porque... pues, se parecen a los lobos, nunca he tenido uno pero me encantaría tener uno algún día— la garganta la sentía reseca y el aire se le iba de los pulmones. Expulsó de este mismo mirando hacia el suelo. Notaba como muchos prestaban más atención al celular, otros fingiendo dormir y algunos solo escuchaban. No era novedad.
— Los huskys son de Alaska, las personas los usan para llevar cosas de carga sobre trineo durante el invierno ¿Cierto? —la maestra preguntó curiosa a lo que Minjeong asintió varias veces— Muchas gracias Kim, por favor démosle un aplauso — pocos alumnos imitaron su acción y otros solo sonaron una vez las palmas como si tuviese mucha lógica aquello de dar una aplauso. Minjeong lo sabía, pero preferiría no tomarle mucha importancia y en silencio regresó a su lugar.
(...)
Aquel dibujo no podía apartarlo de sus ojos, era precioso aunque ella se considerara un asco en el arte. Pasaba un dedo sobre la trompa del animalito junto a una ligera pero atontada sonrisa dibujada en sus labios. A veces se imaginaba a ella con un cachorrito de meses acurrucando, si lo tuviese consigo podría abrazarlo y jugar con el todo el tiempo, incluso estaría dispuesta a darle todo su amor y cuidado. Salió de su burbuja cuando se dio cuenta que ya faltaba poco para la próxima clase. Se levantó del suelo apenas volvió a admirar aquella "obra de arte". Su vista no iba fija en el pasillo cuando un empujón en el brazo le hizo caer el cuaderno. Se giró a su derecha mirando a Yuna, ella le estaba sonriendo, pero sabía que esa sonrisa no hacia referencia mas que a la mismisíma burla.
— Lo siento Minjeong, fue sin querer —sus labios formaron un puchero, pero entre dientes pudo escucharle una risita burlona. Miró a su dibujo y a penas se agachó para tomarlo cuando un chorrito de café ya lo estaba empapando.
— ¡Oh no! —alzó la vista para ver como Ryujin se tapaba la boca, inocente— Lo siento —también hizo un leve puchero y pronto se fue junto a Yuna. Ambas soltaron risas mientras se alejaban de ella.
Minjeong permaneció estática en donde estaba. Recogió el cuaderno mirando como una gran mancha obscura borró una parte del rostro de su perro. Unas cuantas lágrimas comenzaron a caer de sus ojos. Caminó a un cesto de basura arrojando el objeto bruscamente. Se abrazó así misma mientras las lágrimas seguían saliendo, los sollozos hacian algo de eco en el pasillo de los casilleros y se tapó la boca para que no se le escucharan. Recargó su espalda a la pared cabizbaja, tratando de limpiarse el rostro con la manga de su chamarra.
— ¿Por qué lo has tirado? —miró por el rabillo de su ojo a Ningning sosteniendo su cuaderno. Escuchándola preguntar algo con cierta obviedad le pareció estúpido de su parte, es decir ¿Acaso tenía remedio volver a ocupar un cuaderno manchado de café? ¿Y por qué ella lo tomaría aún arruinado?
— Porque se me dió la gana ¿A ti qué te importa? —Ningning bajó la cabeza, apenada por sus palabras anteriores.
— Aún así no debiste —susurró suavemente, extendiendo el cuaderno. Minjeong le miró con desdén.
— ¿De qué me servirá? Ya está húmedo — se lo arrebató, sin importarle si le lastimó los dedos con el resorte de metal. Caminó hacia otro cesto de basura mientras hacía añicos el papel y después tirarlo. Se fue camino al baño y encerrarse en uno de los cubículos. No le importaba que el piso estuviese frío, solo quería sentarse y abrazar sus piernas para olvidar todo. Pero unos minutos después escuchó pasos que terminaron justo donde estaba.
— Minjeong ¿No irás a clase? — rodó los ojos al escucharla, hasta la pregunta se le hacia estúpida. Claro que iría, para ver como todos se reían de ella mientras seguía con las lágrimas marcadas en su rostro. Pero por supuesto.
— Déjame sola, Ningning.
— ¿Estás segura? —nuevamente insistió — Puedo decirle a la maestra que te sientes mal y... — la puerta se abrió de golpe causando que Ningning diera un salto hacia atrás. No por la forma en como Minjeong abrió la puerta, sino por la expresión molesta e irritada que llevaba en su rostro, esta respiró y caminó a los lavamanos.
— Minjeong, si no quieres hablarme lo entiendo...
— Ningning — se volteó con las manos a la altura de sus costillas — Hazme un favor y déjame sola ¿Quieres? —le suplicó, Ningning sólo miraba al suelo con las manos entrelazadas, pero terminó asintiendo y se alejó. Minjeong abrió una de las llaves del grifo y empezó a mojar su cara repetidas veces. Cuando cerró la llave se miró al espejo aún con la cara empapada, algunas lágrimas se mezclaban con las gotitas que había en su rostro, retiró estas mismas con sus manos aun húmedas y tomó varias hojas de papel higiénico del cajón que estaba en la pared para poder secarse el rostro. Pensaba en ir a clase, pero ir y que la explicación fuera que no había llegado por estar llorando en el baño no era la mejor decisión, era estúpida.
Pasó exactamente toda la hora en el baño hasta la siguiente, y en cuanto escuchó la campana se cubrió la cabeza con la capucha de su chamarra sin antes mirarse al espejo y sonreír débilmente. Caminaba cabizbaja, no sabía a quién veía ni con quién chocaba, pero era lo de menos, o eso creyó hasta que alguien chocó con ella y la hizo tambalear de lado, tenía una probabilidad de que la intención fuera más de a propósito que ni accidental. Miró un momento hacia atrás y regresó la mirada justamente chocando con algo duro y alto que la hizo caer de culo al suelo. Su capucha se deslizó mostrando su corto cabello y sus ojos vieron lo primero; unos zapatos, que en si eran unas Vans negras.
— ¡Oye idiota, fíjate por dónde...! — dejó de reclamar cuando alzó la vista. Podía jurar haberse quedado muda en cuanto su corazón se detuvo, quedó boquiabierta y sus ojos miraban a la persona con la que había chocado.
Una de tantas que nunca había visto.
¡Hola! este es mi primer capítulo, espero que les haya gustado y muchísimas gracias por leer ❤️
La portada quedó guarra, pero bueno en fin. :)
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