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El callejón no le transmitía buena vibra y menos a altas horas de la noche, seguramente su esposa estuviera durmiendo en esos momentos. Soltó una malcición cuándo le dió una patada a un cubo de basura. Sin importarle ya mucho que no hubiera gente sacó su varita de su bolsillo trasero y cojuró Lumos, la chispa de luz salió inmediatamente de su varita y siguió caminando hasta el lugar dónde le citó la rubia.
Se empezaba a impacientar al no ver por ningún lado a la rubia, comenzaba a pensar en la idea de irse.
-¿Vienes solo?- preguntó una voz que reconoció al instante a sus espaldas.
-Completamente
Respondió Fred y Susan se apareció frente a él, realmente se veía mal. Fred se apiadó de ella, su marido la había estado engañando todos estos años fingiendo amor y ahora estaba destrozada y completamente sola, solo le quedaba su hija.
-Fred, debemos hablar.- hizo que la mirara a los ojos.- estoy completamente segura de que ellos dos se han estado acostando a nuestras espaldas. Tal vez pienses que te digo esto porque estoy totalmente desesperada pero no es así, no quiero que te pase lo mismo que a mi, no quiero que creas que Danae es la mujer amorosa que siempre observamos, no quiero que te siga engañando.
Fred desvió la mirada pensativo y no podía evitar llegar a creerse algo de las palabras de la rubia.
-Danae era tu mejor amiga, no debes pensar así de ella.- murmuró tratando de auto convencerse.
-Fred, nunca conocemos a las personas del todo.- agarró sus manos haciéndo que la mirara.- Y por mucho que creas conocer a tu mujer yo te puedo asegurar que Danae no es así, te esta haciendo daño Fred porfavor creéme.
Este suspiró sin poder evitar derramar alguna que otra lágrima, no quería ni siquiera imaginar a su esposa en los brazos de otro hombre. Ella se veía tan afectada por lo que pasó, que ni siquiera Fred podría creer que ella se atrevería a engañarle.
-¿Tienes pruebas Susan?- preguntó mirándo a la mujer rubia.
Esta negó, cubriéndose los brazos con un abrigo, pues comenzaba a refrescar.
-No, pero estoy completamente segura de que es así. Puedes tomarme cómo una desesperada que quiere arruinar a Danae simplemente por que mi ex marido me dejó por estar enamorado de ella, pero yo no soy así. No me gustaría destrozarla, pero estoy convencida de que ella te está haciéndo eso a ti y no quiero que la pases mal.
Fred negó bajando la mirada, tratándo de quitar de su mente todos los malos pensamientos que le vinieron a su mente sobre su mujer, ella no era así.
-Danae no es así, ella me ama y no es capaz.
Repetía una y otra vez, tratándo de que entrara en su cabeza.
-Esta bien Fred, sigue pensando en eso, no digas que no te advertí.-soltó un suspiro algo apenada y acarició el brazo del hombre.- Solo estate alerta, porfavor. Y ten cuidado cuándo vuelvas a casa, es demasiado tarde
Fred volvió a su casa, de nuevo siendo atormentado por los pensamientos de Danae engañándolo. Pero eso no podía ser posible, ella lo amaba.
Danae no sería capaz de engañarlo.
¿O tal vez si?
Meses más tarde
No fueron los mejores meses de la vida de ninguno de los cuatro amigos. Cedric se encontraba realmente mal, él y Danae no quedaban tanto cómo antes y para colmo Susan no le permitía ver a su hija. Susan estaba en un punto de su vida dónde no quería ver ni saber nada de nadie y castigó al Diggory dónde más le dolía, sin permitirle ver a su hija.
Danae no frecuentaba tan seguido a Cedric, pues se sentía mal por Fred pero tarde o temprano volvía a hacerlo. Fred no sabía que sentir, se había convertido en alguien que se negaba a expresar sus sentimientos. La idea de que Danae lo engañaba siempre estaba en su mente torturandolo.
Ese día la azabache se dirigía a la casa del Diggory, quien ahora vivía en una propiedad no muy lejos que fue heredada de su padre, Amos Diggory. Se sentía más confiada pues su marido sabía a dónde se dirigía, pues Cedric la había citado para hablar mediante una carta. A Fred pareció no molestarle que fuese, aunque por dentro la idea cada vez se le hacía más y más espantosa.
Llamó a la puerta la cuál fue abierta al segundo, parecía que el hombre había estado esperando tras esta su llegada. Danae se sorprendió por el estado en el que se encontraba el Diggory, se veía realmente mal, tenía ojeras en su rostro cómo si hubiera pasado días sin pegar ojo.
-¿Ced? Oh merlín, no te ves bien- acarició su mejilla preocupada.
-No importa eso ahora, necesito tu ayuda Danae.- pidió colocando la palma se su mano sobre la suya bajandola y entrelazando sus dedos.
Danae suspiró al verlo, quería que el se abriera con ella y le dijera sus preocupaciones. No le gustaba que la pasara mal solo.
El hombre la dirigió a dentro de su casa, se encontraba serio y misterioso. Danae no sabía que estaba pasando en su cabeza.
Se sentó en el sofá y ella frente a el. Cedric, colocó sus hombros en sus rodillas, y pasó una mano por su pelo completamente frustrado ante la situación. Danae lo miraba con curiosidad, pero no fue hasta que este posó su mirada en ella que comenzó a hablar
-Sé que puede parecer ua locura lo que te voy a pedir, pero tu eres la única con la que podía abrirse Susan.- soltó un suspiro- Necesito que hables con ella, sé que esta mal. Necesito que hables con ella que la hagas entrar en razón, necesito ver a mi hija.
Pidió mordiendo su mejilla interior, reteniendo sus lágrimas.
Danae al verlo así se colocó a su lado y entrelazó de nuevo sus dedos, Cedric elevó su mirada chocando con sus orbes causando que se relajara.
-¿Estas seguro de que será buena idea? Seguramente ahora mismo me odie.
-Es probable, pero a mi me echará a patadas, contigo tal vez quiera razonar.
Murmuró, no sabía cuál seria la reacción de su anterior mujer pero necesitaba ver a su hija, el motivo de su hija.
Sabía que lo que él había hecho estaba mal, la engañó toda una vida y se acostó con su mejor amiga pero el la amaba. A pesar de todo le parecía una crueldad que le arrebatará a su hija de sus brazos, aún más sabiendo cuanto la necesitaba para seguir adelante.
-Mirame- Cedric con los ojos humedecidos obedeció, disfrutando el contacto de la palma de la mano de Danae contra su mejilla- Te prometo que Claire se quedará a tu lado, te lo prometo.
●●●
La imagen que le dio su amiga la sorprendió demasiado, en bata, sin importarle nada mientras un cigarrillo estaba en sus labios. La miraba con odio, cómo si fueran completas desconocidos.
Pero eso era Danae para Susan, una desconocida. No quedaba nada de su mejor amiga. Ahora solo era la mujer que se acostaba con su marido a sus espaldas.
-Bueno, perdón si me molesta que venga la amante de mi marido- rodó los ojos expulsando el humo, sabiendo cuanto odiaba este.
Danae hizo una mueca de asco, separándose para mantener las distancias.
-Ya veo que no quieres solucionar esto- musitó Danae mirando al suelo para después mirarla-Estas siendo jodidamente egoísta Susan, somos amigas.
-¿Egoista yo?- soltó una risa irónica.- Lo dice quien no puede conformarse con un hombre y necesita a dos. No somos amigas Danae, tu y yo ya no somos nada .
Masculló entre dientes, mirando mal a la mujer que una vez llamó mejor amiga, hermana, a la mujer que le confiaba su vida. Ahora ni siquiera podía verla.
-Bien, ya lo voy entendiendo- rodó los ojos molesta y frustrada ante su actitud.- Pero al menos, deja a Cedric ver a su hija.
-Increíble
Rió Susan, sin creer las palabras que le decía su amiga. Llevó el cigarrillo a sus labios para darle una calada, tratando de relajarse.
Danae frunció el ceño y se cruzó de brazos sin entender su actitud.
-Vienes aquí tratando se que volvamos a ser amigas. Pero parece que no viniste por voluntad propia, el idiota de mi ex marido, es decir tu amante no puede aguantar sin su preciosa hija- sonrío falsa tirando el cigarro al suelo, para pisarlo con su pie y apagarlo.- Dile que se puede ir a la mierda, que se vaya olvidando de su dulce hija porque no la volverá a ver.
Danae ni siquiera podía creer que con la mujer que se encontraba hablando era Susan. Ya no habia rastro de amabilidad u lealtad, era fría y dura.
Susan se había propuesto desde la noche en la que Cedric la dejó que no se dejaría pisotear por nadie más, no dejaría que la gente tuviera la satisfacción de verla herida.
Susan ansiaba con una venganza.
-También es su hija, no puedes hacerle eso Susan- masculló Danae entre dientes.
-Si tanto quiere una hija dásela tu, siempre tienes las piernas bien abiertas frente a él. Deja que te embarace-se burló de ella- Que patética eres Danae, eres su juguetito momentáneo te soltará en cualquier momento cuando se canse y encuentre a alguien mejor.
La sangre de Danae hervía en sus venas, la manera tan despectiva en la que su amiga se había referido a ella la exaltó y horrorizó por completo.
-No soy el puto juguete de nadie Susan, al menos a mi si me aman- siseó apretando con tanta fuerza sus puños que sus nudillos estaban blancos.- No cómo a ti, tu marido ni siquiera te prestaba atención. ¿Sabes por qué? Porque me amaba y deseaba. No sabes lo bien que me folla cada noche.
Susan se recargó en el marco de la puerta sin dejar de sonreír, no le afectaban las palabras de la Wood. Cruzó sus brazos. Ella estaba muy equivocada si creía que la dejaría ser plenamente feliz tras lo hecho.
-¿Lo sabe tu querido Fred?- se burló haciendo que Danae cayera en cuenta de sus palabras, arrepintiendose al segundo de lo dicho.
-No te atrevas a mencionarlo. ¿Que coño harás? ¿Ir a contárselo?- cuestionó molesta- Haz lo que te de la real gana, por mucho que le digas todo lo que quieras a Fred, Cedric me seguirá amando y deseando.
-Que inocente eres, claro que no soy tan inmadura cómo para ir de chismosa a decirle- miró sus uñas cómo si nada le importase, causando que Danae acumulara más ira- Me lo follaré, haré que gima mi nombre, le daré las mejores noches de su vida. Brincaré sobre él, me abriré de piernas para que este dentro mía, se la chupare y le daré el mejor sexo de su vida.
Susan sonrió satisfecha al ver la reacción de Danae, quien se quedó totalmente paralizada negando.
-No, no, él no haría eso.
-¿Segura que no?- sonrió burlona relamiendo sus labios-¿A que jode Danae? Pues bienvenida a mi puta vida. Estas muy equivocada si crees que te dejaré vivir feliz.
Danae no podía ni siquiera seguir escuchandola, la imagen de Fred, su marido junto a la rubia en su cama la horrorizaba. No podía verlo en los brazos de alguien más, lo amaba demasiado como para dejarlo ir. Él no sería capaz de engañarla no, él no.
-Fred no es capaz de hacer todas esas mierdas que dices Susan. Ríndete de una puta vez y déjame en paz. No es mi culpa que Cedric no te amé ni te deseé, no es mi culpa.
-Pero es tu culpa habertelo follado a mis espaldas, es tu culpa haber engañado a tu mejor amiga- siseó- Y yo ahora haré lo mismo con tu marido
UFF DE VERDAD COMO AMO ESTO.
¿CREEN QUE SUSAN CUMPLIRÁ CON LO DICHO? ¿FRED SERIA CAPAZ?
¿ALGO QUE DECIR?
Antes de nada desearos una feliz navidad que es ya pronto, cuidaros muchos y respetar las medidas. Os amo!
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