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Sus hijos finalmente accedieron a dormirse, odiaba que se parecieran tanto a él y su hermano gemelo porque ahora entendía a su madre. Amaba a sus hijos pequeños más que nada, pero tuvieron un cambio drástico; Fred y Danae estaban acostrumbados a Axel quién era mucho más relajaddo y obediente en la medida que lo podía ser un niño a su edad. Cuándo los gemelos crecieron y aparentaron ser tal y cómo su padre y tío llegaron a causar el continuo nerviosismo y a su vez el estrés de sus padres.

A pesar de eso, estaba orgulloso de decir que tenía una gran relación con sus progenitores. Eran parecidos a él lo que le daba varias ventajas cómo poder enseñarles bromas, contárles anécdotas de cuándo él era adolescente y sobre todo un punto a favor que tenían los pequeños es que su padre si creía en ellos y los apoyaría fuese lo que fuese. Ese apoyo que necesitó él en su adolescencia de su madre.

Pero una de sus desventajas ya dichas era la inquietud de los menores, por lo que varias veces Fred tuvo que alzarles la voz para que se calmasen. No le gustaba para nada educar de esa forma a sus hijos, pues así fue él educado y no quería que sus hijos crecieran en el mismo entorno familiar. Pero a veces llegaba demasiado cansado del trabajo, o veía él estrés y frustramiento en los ojos de su mujer y le era inevitable a pesar de que después al ver las caras de sus hijos se arrepentía y le pedía perdón consecutivas veces.

Con todos esos pensamientos en su mente, el estrés y cansancio del trabajo abrió la ventana del salón. Tomó asiento en él pequeño alféizar con el que esta constaba. Tenía una perfecta vista de las calles transitadas, algunos de sus vecinos salían a tirar la ventana o simplemente a pasear cosa que no entendía, pues era una hora demasiada peligrosa. Sin importarle más llevó su mano al bolsillo trasero de su pantalón, pues aún no se cambiaba tras llegar de Sortilegios por lo que portaba el uniforme de su tienda. Palmeó este y tanteó hasta encontrar la pequeña caja dónde guardaba sus cigarros.

Fred no era un hombre adicto al tabaco, pero si era cierto que había veces que necesitaba uno, al menos para relajarse y sentir cómo la frustración era expulsada de su cuerpo. Así es cómo comienzan todos los adictos fumadores- le recordaba su esposa cada vez que lo observaba cigarrillo en mano, pero él seguía ignorando las constantes réplicas de su mujer.

Con maestría colocó el cigarro en sus labios para sacar su varita y con un pequeño toque encenderlo, atrapó este en sus dedos al inhalar para expulsar el tóxico humo que se había colado en sus pulmones. Al momento cómo el peso que cargaba su cuerpo tras el trabajo se iba relajando. Se levantó cansado de estar sentado y apoyó los codos en el umbral de la ventana.

Por el rabillo del ojo pudo observar cómo su mujer se acercaba a su lado, se le notaba nerviosa, atrapaba su labio inferior con sus dientes y vacilaba en acercarse o no. Fred estaba seguro que le diría algo sobre el tabaco. Danae finalmente optó por acercarse a su marido, colocándose a un lado suyo extrañando al hombre pues esta no soportaba el olor de este humo.

Pero lo cierto era que desde aquella mágica noche con el Diggory el olor se le hacía más tolerable. Un escalofrío la recorrió desde su espina dorsal al recordarlo.

-¿Qué tal el trabajo?

Optó por preguntar, sin saber muy bien cómo dar inicio a la conversación. Fred ignoró su extrañeza, prestándole atención a la azabache.

-Cómo siempre, nuevas mercancías y estoy demasiado cansado.- admitió dándole una calada al cigarro, expulsando segundos después el humo hacia la calle.-¿Qué tal con Diggory?.

No pudo evitar que su voz sonara un poco recelosa. A pesar de confiar en su mujer y ya finalmente saber la verdad del asunto no podía evitar tenerle algo de rencor al hombre que una vez consideró su amigo. Fred y Cedric nunca tuvieron una relación de amistad hasta que sus mujeres los presentaron y ahí se dieron cuenta que tenían bastante en común y lo que no lo complementaba el otro. Por eso la traición que le produjo le dolió tanto, había confiado plenamente en él, su mujer pasaba interminables tardes en su casa "preparando lecciones" y si no fuera poco estaba siempre junto a ella en Hogwarts.

Una mueca de asco se instauró en su expresión facial al llegar a imaginar los pensamientos del Diggory todas esas veces que su mujer estaba a solas con él. Su ira creció, su mandíbula apretada se alineó y sus facciones se apretaron.

Danae se tensó al ver cómo los rasgos de su marido cambiaron en cuestión de segundos, percatándose de que nada bueno estaría pasando por la mente del pelirrojo.

-Por favor, no hables así, cómo si hubiera ido a otra cosa.-pidió perdiendo su mirada en un punto fijo de la calle.-Me pidió que hablara con Susan, ella no le deja ver a Claire. Y por lo visto mi presencia tampoco fue de mucho agrado.

-Perdón, no fue mi intención.-se corrigió rápidamente al ver la mueca de su esposa.-Debería dejar ver a su hija, él quiera o no tiene derecho.- relamió sus labios para darle de nuevo una calada al cigarro que se encontraba entre sus dedos.-No creo que haya sido la mejor opción, son problemas de ambos y debiste mantenerte al margen. Si me pongo en su lugar, pues en parte entiendo que te tenga algo de rencor.

Danae giró el perfil viendo el de su marido, que relucía tan relajado ante las palabras que había pronunciado desatando la furia en ella. Tenía ganas de quitarle el cigarro de las manos y que la entendiera de una vez. Indignada chasqueó la lengua molesta, cruzándose de brazos de espaldas a la ventana para verlo.

-Te repito que Cedric me lo pidió. ¡Y yo no hice nada cómo para que Susan me odiase!- exclamó molesta en un tono de voz prudente para no despertar a sus progenitores.

Fred rio irónico, la situación comenzaba a serle pesada al tener que recordar cómo su amigo besó a su mujer. ¿Se encontraba molesto? Sí, claro que si, pero más molesto aún se encontraba al ver cómo esto le resultaba a su mujer algo exagerado.

¿Qué pasaría si hubiera sido al contrario, un cambio de papeles? Danae le hubiera gritado y echado cosas en cara de toda su vida hasta quedarse sin voz. Pero ese no era le caso, ¿ acaso él no podía molestarse? ¿Tenía que aguantarlo todo cómo si su matrimonio no se estuviera yendo a la mierda poco a poco?.

Porque para ser honestos, él era el único que estaba poniendo de su parte para que su matrimonio no cayera por la borda.

A veces odiaba amar tanto a Danae.

-Claro, Cedric te lo pidió.-rodó los ojos cansado y molesto-¿Y si Cedric te pide cualquier cosa tu lo haces, cierto? Sin importar nada, ni que fuera bueno o malo. Perdona pero entiendo que Susan esté molesta es lo más normal del mundo, así cómo yo estoy molesto con Diggory.

Fred tras pronunciar sus palabras dio una calada al cigarrillo, tratando de controlar toda su furia y encontrar un desahogo en el tabaco. Necesitaba guardar la compostura, pero se le estaba haciendo verdaderamente difícil.

-¿¡Fred, tu te estas escuchando por merlín?! ¿¡Que coño te está pasando?!- no quería ni siquiera pensar que estaba sucediendo en la mente del hombre con quien contrajo matrimonio.-- ¡Si tan solo supieras la de barbaridades que me dijo Susan estoy segura que no pensarías lo mismo! ¿¡Ahora estás de su parte o qué?

Danae frustrada le arrebató el cigarrillo de sus manos, necesitaba que se tomara las cosas enserio por una vez en su vida. Lo apagó el la ventana, dejándo un rastro de cenizas que más tarde se arrepentiría, pero no le importaba en esos instantes. Lanzó a las afueras el cigarrillo.

Fred tensó la mandíbula y apretó tanto el agarre en el borde de la ventana que sus nudillos se tornaron a un color blanco. Ahora mismo su esposa no estaba siendo para nada razonable. Su matrimonio se caracterizaba por Danae ser la cabeza y Fred las acciones; la mujer solía pensar y milimetrar todo antes de hablar. Solía ser pacífica y calmada. Mientras que al contrario que ella, el Weasley realizaba las cosas sin pensar teniendo que atentar más tarde con las consecuencias. En esos momentos deseaba que la pacífica Danae volviera, pues si ambos se convertían en la forma explosiva que tenía el hombre de ser, desde luego acabaría mal.

-Claro que me escucho Danae, no me pasa nada.- siseó sin mirarla entre dientes, deshaogándo su frustración y molestia en el umbral de la ventana.- Susan es mi amiga y la entiendo, debe de estar muy dolida, su marido la ha estado engañando toda su vida amando a sin más ni menos a su mejor amiga. Y no, claro que no sé que te ha dicho Susan porque preferiste atacar antes de dar argumentos.

El hombre necesitaba relajarse o explotaría, en esos momentos Danae no sabía quién era el hombre de su lado, no había rostro del Fred amoroso u cariñoso, simplemente estaba el Fred explosivo que afortunadamente había visto muy pocas veces. El Weasley volvió a poseer entre manos la caja de cigarrillos, frustrado tratando de coger uno y dejar que su cuerpo liberara tensiones. No quería explotar contra su mujer.

Pero la paciencia de Danae se esfumó al ver cómo este parecía no estarla tomándola enserio. Se había acabado aquello de mantenerse calmada y pacífica, por una vez en su vida quería gritarle a Fred en cara todos sus malditos errores en su relación, quería gritarle por no darle su lugar y preferir creer en Susan antes de ella. Le arrebató la cajetilla de las manos y abrió para partir cómo pudo los cigarrillos en partes desiguales. Los lanzó por la ventana, rezando porque nadie pasara por ahí en esos momentos.

-¿¡Que cojones Danae?!

-¡Tómame enserio de una puta vez Fred, soy tu esposa! ¡Deja los cigarros, ahora lo importante es esto, joder!

Habían tenido peleas, cómo todo matrimonio, pero jamás había llegado al punto dónde ambos miembros se encontraban gritándoles al otro a la cara. Fred jamás había visto a Danae tan furiosa, ya que ella siempre prefería optar por arreglar las cosas con palabras.

-¡Te tomo enserio Danae, siempre te escucho pero eso no significa que sí o sí tenga que tener tu misma opinión y visión de las cosas!-se giró hacia ella explicando, alzando levemente la voz.- ¡Dime qué es lo que te dijo Susan! ¡Cuéntamelo de una vez porque desde primer momento puedo ver que te está matando por dentro!

En estos puntos de la discusión, Danae vaciló sobre contárselo o no. Pero supo que lo correcto era hacerlo para que abriera los ojos y se diera cuenta de que Susan no era la persona que él solía creer.

-Que se acostaría contigo así cómo yo lo hice con Cedric.- titubeó sus palabras, atrapando su labio inferior con los dientes porque este temblaba. Las lágrimas amenazaban con llegar, y su expresión facial cambió a una de tristeza y arrepentimiento bruscamente.

El rostro de Fred a su igual cambió, maldiciéndose por dentro por haberle subido la voz a su mujer y por haber echado en cara cosas que no venían a cuento. Cómo solía pasarle varias veces se auto- culpaba después de los dichos pues, no pensaba antes de hablar y mucho menos en las peleas dónde la ira lo consumía.

Apenado y sintiéndose mal por eso se acercó a su esposa, hizo que levantara la cabeza al alzarle el mismo el mentón con sus dedos, encontrándose con los lagrimosos ojos de Danae y su cuerpo que temblaba levemente. Fred se sintió la peor persona del mundo al ver que él estado de su mujer era debido a su culpa.

-Amor, sabes que yo jamás haría eso al igual que tú no te acostaste con Cedric,-con su pulgar retiró algunas de las lágrimas que descendían por el valle de sus mejillas.-Perdóname, no pensé lo que dije y no quise alzarte la voz.

Pidió acercándose a ella. Danae colocó las manos en su pecho y levantando la mirada tras abrir sus llorosos ojos asintió lentamente.

-Perdón por comportarme así contigo, perdí mis estribos.

Fred unió sus labios en un lento beso, dónde llegaron a saborear las lágrimas del contrario pues estas no dejaban de césar ante tal arrepentimiento que ambos cuerpos sentían. En ese beso querían demostrarse que a pesar de todo, había una pizca en sus corazones que les daban indicios de que él amor entre ellos seguía vivo, aunque fuera muy poco.

Mientras, en el piso de arriba él pequeño de ocho años, George no pudo evitar escuchar los gritos de sus padres. Tenía más ligero el sueño que su hermano Oliver quién dormitaba perfectamente, por lo que le fue inevitable sobresaltarse ante la elevación del tono de voz de sus progenitores. Corrió en busca de su hermano mayor, su consuelo. Fue allí dónde Axel logró calmarlo, acariciando su pelo o pidiéndole que no escuchara las voces de los mayores. Aunque al pelinegro también le extrañaba porque nunca había escuchado a sus padres discutir de esa manera, pero en esos momentos debía mantenerse fuerte y ejercer de hermano mayor. George al ser caracterizado cómo el gemelo que más sentimientos demostraba, este tipo de cosas siempre llegaban a afectarle más que a su gemelo.

Esa noche, George Weasley- Wood rezó y suplicó a merlín que sus adorados padres no se separasen cómo los de su gran amiga, Claire Diggory.


¡Hola! ¿Qué les pareció el capítulo?.

Sinceramente, cómo autora creo que todos cometieron errores tarde o temprano, ninguno es un santo sin lugar a dudas. Pero cómo dice, el karma llega y Danae y Cedric lo buscaron. Pero repito, ninguno de los cuatro personajes principales hizo cosas buenas.

Dicho esto, me atrevo a preguntar. ¿Cuál es vuestro personaje favorito y cuál el mas odiado?.

También me da mucha pena los niños, ellos no merecen nada de lo que ocurre a su alrededor.

Os recuerdo que la cuenta de Fred y Axel de instagram está libre ya que la borraron. Si alguien gusta llevarla puede contactarme al privado de mis redes sociales.

¡Lxs quiero! ¡Nos leemos!

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