⪩⪨ : twenty six ( +18 )
Douma abrió sus piernas y apoyó ambas manos en el escritorio, no iba a mentir; estaba nervioso porque no sabía si iba a ser capaz de callar sus gemidos, no quería que nadie lo escuchase como Yoriichi.
Soltó un largo jadeo al sentir a Kokushibo retirando las prendas de ambos con rapidez, quedando totalmente desnudos en menos de un minuto.
El pelinegro se agachó hasta quedar a la altura del trasero del rubio, después sujetó sus glúteos con ambas manos y los separó, relamiendose los labios al ver su entradita rosada expuesta ante él.
──¡Kokushibo~! Date prisa, no podemos tardar mu- ¡Ah~! ──Cubrió su boca con rapidez con una mano al sentir una larga lamida sobre su entradita, maldiciendo internamente al de ojos burdeos por hacer eso sin previo aviso.
──Cómo mi príncipe diga, lo haré lo más rápido que pueda. ──Después de decir eso, dió una fuerte nalgada en su trasero y continuó lamiendo esa zona.
Luego de unos cuantos minutos haciendo eso, introdujo su lengua lo más profundo posible, encontrando su punto sensible en el primer intento.
Douma cerró los ojos y las manos con todas sus fuerzas, estaba sufriendo por intentar callar sus gemidos.
El más alto comenzó a embestir con fuerza y rapidez el punto dulce del menor, follandolo con su húmeda lengua.
El de ojos arcoiris estaba a punto de renunciar a sus pobres intentos por callar sus gemidos, por más que intentaba era imposible silenciarlos por completo.
──¡K-koku~! ¡Quiero que entres ya~!
──Mmh, tienes que chuparla antes.
El mayor se separó y se sentó sobre la silla en la que Douma siempre trabajaba, a decir verdad era muy suave y cómoda, perfecta para tener sexo.
El más bajo se arrodilló rápidamente frente a él y tomó su gran miembro con ambas manos, escupiendo sobre la punta para después introducir más de la mitad en su boca, moviéndose de manera desesperada desde el inicio.
Kokushibo hacia ver tan fácil la tarea de reprimir sus gemidos, él no soltaba ni un solo ruido a pesar de tener a ese precioso rubio chupando su pene con todas sus fuerzas.
Douma continúo con ese ritmo por varios minutos más, le ponía tan caliente el hecho de tener el miembro del pelinegro dentro de su boca, realmente deseaba que se corriese ahí, quería probar su sabor.
Y como si el de ojos burdeos le hubiese leído la mente, jaló sus cabellos con brusquedad para separarlo.
──Quieres que termine en esa preciosa boquita que tienes, ¿verdad? ──Sonrió satisfecho al ver al adorable chico frente a él asintiendo con sus mejillas completamente coloradas por la situación. ──Lo haré al final, es hora de atender tu necesitada entradita.
Volvió a apoyar el delicado cuerpo del rubio sobre el escritorio, justo como estaba inicialmente para después separar sus piernas y, sin avisar, entró de una fuerte estocada, comenzando a embestirlo salvajemente sin siquiera esperar un segundo.
A Douma no le molestaba eso, al contrario, le calentaba tanto ese trato tan rudo que estaba recibiendo por parte del mayor, sentía que podía correrse en solo segundos gracias a eso.
¿Cómo era posible que fuese tan bueno para follarselo si recién había perdido su virginidad?
El rubio soltó una risita entre gemidos al darse cuenta de su pregunta tan tonta.
Arqueó levemente su espalda al sentir todas las embestidas siendo dirigidas hacia su punto dulce, de verdad sentía que en cualquier momento comenzaría a gemir lo más alto que pudiese.
Cuando sintió al mayor jalando sus cabellos hacia atrás con fuerza para morder su cuello y marcarlo, dejó salir varios gemidos suaves, los cuales intentaba callar mordiendo su labio inferior.
Intentó con todas sus fuerzas, pero era inútil, él había nacido para ser ruidoso en todo momento.
La situación empeoró para el de ojos arcoiris al sentir una mano del pelinegro tomando su miembro para comenzar a masturbarlo rápidamente, en ese momento simplemente no pudo más y comenzó a gemir en voz alta.
El de ojos burdeos seguía masturbandolo lo más rápido que podía mientras continuaba embistiendo su punto dulce sin parar, al mismo tiempo también estaba besando, lamiendo y marcando su pálido cuello, dejando bien en claro a quién pertenecía Douma.
Hubo un momento en que el rubio comenzó a gritar por todo el placer que estaba recibiendo, alarmando un poco a Kokushibo, el cual soltó sus cabellos para cubrir su boca con esa mano.
──Ah~ ¿N-no puedes callar un poco tus gemidos? Quiero seguir marcandote~
Ante esa pregunta solo recibió una negación con la cabeza por parte del rubio, el cual ya se encontraba derramando varias lágrimas de placer mientras dejaba que sus gemidos saliesen sin preocuparse pues ahora estos eran callados por la mano del mayor.
Unos pocos minutos más bastaron para que Douma alcanzara el orgasmo, corriéndose sobre la mano de Kokushibo y manchando una pequeña parte del escritorio con su semen.
Ni siquiera le dió tiempo para recuperar la respiración, pues el más alto le había dado la vuelta rápidamente, dejándolo ahora acostado sobre el escritorio boca arriba.
De nuevo se introdujo en su interior para seguir follandolo con rapidez y rudeza, volviendo a masturbarlo lo más rápido que podía.
Colocó su mano libre sobre el cuello del más bajo, apretando este con suavidad.
──¡Mgh~! ¡M-más! ¡Más rápido~! ¡F-follame así, Koku~!
Soltó un bajo gruñido al escucharlo, le ponía tanto que dijese esas cosas pero de seguro ahora todos sabían que se lo estaba follando en la oficina.
Pero, meh, eso no era importante ahora.
Apretó más la mano que se encontraba alrededor del cuello del menor para después besarlo de una manera muy brusca, logrando silenciar un poco sus gemidos.
Dejó de masturbarlo con su otra mano para sujetar una de sus piernas, separándolas más para poder embestirlo más profundo.
Aumentó el ritmo de sus movimientos hasta que en aquella oficina solo se podía apreciar el sonido de sus pieles chocando por cada embestida que daba y los jadeos del rubio acompañados de varios gemidos ahogados por los besos que recibía.
Douma se dedicó a arañar con todas sus fuerzas la espalda del más alto, cosa que solo aumentaba el calor que los dos sentían.
Ambos eran unos completos sadomasoquistas.
Unos minutos más pasaron y el rubio rodeó la cintura del pelinegro con las piernas, no con tanta fuerza para dejar que siguiese embistiendolo.
El más bajo puso los ojos en blanco y se separó de los besos que estaba recibiendo en su boca para echar la cabeza hacia atrás, corriéndose por segunda vez.
Nuevamente sus gemidos se hicieron presentes en toda la oficina gracias a que ya no había nada que los amortiguara.
Kokushibo sacó su miembro de su interior y estuvieron unos segundos así, intentando regular su respiración.
Cuando ya estaban por lograrlo, el mayor introdujo tres dedos en la entradita del rubio sin previo aviso, arrebatándole varios gemidos de placer.
──¡S-sigue~! ¡Ah~! ¡Quiero c-correrme con tus dedos! ¡Mmh~!
Probablemente ahora todos sus amigos sabían que le estaba metiendo los dedos a Douma.
Pero ya tendría tiempo para preocuparse por eso después, ahora tenía que concentrarse en lo que realmente importaba; follarse a ese hermoso rubio.
Continuó embistiendolo con sus dedos, llegando lo más profundo que podía y deleitándose con los gemidos agudos que soltaba el menor, ya ni siquiera se había preocupado por callarlo.
Sin dejar de mover sus dedos, se inclinó sobre su cuerpo para lamer uno de sus pezones, sintiendo al de ojos arcoiris arquear su espalda por la gran corriente de placer que había sentido.
Sin dudarlo, continuó lamiendo aquel lugar mientras escuchaba cómo aumentaban esos preciosos gemidos.
Como le encantaban los gemidos de Douma.
Con su mano libre comenzó a acariciar su otro pezón, mientras que seguía lamiendo y succionando el otro, a la vez que también estaba embistiendo su estrecha entradita con tres de sus dedos.
El rubio no pudo durar mucho antes de correrse por tercera vez, terminando entre los cuerpos de ambos.
Su respiración agitada y sus cabellos desordenados hacían que se viese más caliente de lo normal, por lo cual Kokushibo se sentía cada vez más cerca de su orgasmo.
Sacó los dedos del interior de Douma y dejó un corto beso sobre el pezón que estaba atendiendo anteriormente para después alejarse, sentándose en la silla de trabajo del rubio.
──Ven a chuparmela.
Ordenó con la voz ronca y el más bajo se levantó con cuidado del escritorio, las piernas le temblaban por todo el placer que había recibido pero aún así fue capaz de gatear hasta él, llegando a posicionarse frente a su pene.
Sin dudarlo, sujetó su miembro con una mano mientras que con la otra acariciaba su abdomen, después comenzó a lamer la puntita rápidamente, haciendo que Kokushibo echase la cabeza hacia atrás por el placer que eso le causaba.
Douma después fue dejando cortos besitos sobre su puntita rosada, para finalmente introducirlo todo dentro de su boca, respirando profundamente para poder soportarlo.
El pelinegro sujetó sus cabellos sin previo aviso y comenzó a embestir su boca de manera brusca, pero Douma no se quejó.
A ambos les encantaba hacerlo de esa manera.
El de ojos arcoiris no podía evitar soltar pequeños y cortos gemidos por las embestidas que recibía en su boca, se sentía cada vez más caliente, ya quería saborear la semilla del mayor.
Un par de minutos más fueron suficientes para que Kokushibo al fin pudiese alcanzar el orgasmo, corriéndose dentro de la boca del rubio, el cual recibió todo con gusto.
El pelinegro jadeó al terminar de correrse y sacó su miembro de la boca ajena, observando cómo Douma se tragaba la mayor parte de su semen mientras que varios restos de este escurrían por sus labios, haciéndolo ver jodidamente caliente.
Acarició sus dorados cabellos para después ayudarlo a levantarse y lo sentó sobre sus piernas, besándolo apasionadamente y en el proceso limpió los restos de semen que tenía en su boca.
El menor se recargó sobre el cuerpo del más alto, ambos intentando regular sus respiraciones.
El de ojos arcoiris casi se quedaba dormido pero fue despertado por su querido azabache, el cual le dijo que tenían que arreglarse antes de descansar, pues sería muy inconveniente que alguien los necesitara y ellos estuviesen completamente desnudos como ahora mismo.
El mayor se encargó de vestirlos a ambos y después volvió a la posición en la que estaban; él sentado con Douma acurrucado sobre sus piernas.
Se abrazaron con delicadeza mientras compartían una última sesión de besos antes de finalmente caer rendidos, cerrando sus ojos para tomar una pequeña siesta y recobrar sus fuerzas y energías.
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