⪩⪨ : thirteen
El día jueves llegó, Kokushibo se encontraba exhausto pues los días anteriores había cubierto el puesto de una de las chicas faltantes, tal y como había acordado.
Eran exactamente las ocho de la noche, usualmente a esa hora aún habían muchos clientes en la cafetería pero ese día habían muy pocos debido a que afuera se desató una gran tormenta.
──Uhm, miren el lado bueno, al menos no tendremos tanto trabajo. ──Dijo Douma con una gran sonrisa en su rostro, suspirando tranquilamente al poder descansar después de tanto papeleo.
──Tendremos poco trabajo pero si el clima continúa así tendré que regresar a casa nadando. ──Rechistó Sekido, uno de los trabajadores del turno de la noche, viendo la cantidad inmensa de agua que llovía fuera del establecimiento.
──Meh, simplemente podemos llamar a tu novio Genya, él puede llevarnos a casa en su auto. ──Propuso Urogi, uno de los amigos más cercanos del de ojos rojizos.
──QUE NO ES MI NOVIO. ──Gritó asustando a los pocos clientes que se encontraban ahí y causando unas pequeñas risitas a su jefe al verlos “jugando” así.
Douma entró a la cocina para jugar con las pinturas comestibles, realmente parecía un niño pequeño haciendo varios dibujos sin sentido sobre el papel para hornear pero no tenía nada más que hacer, ya había terminado con el trabajo de ese día.
Cuando dieron las nueve en punto ya no quedaba ningún cliente en el local, es por esto que Douma les dió la libertad a sus empleados para que fuesen a su casa aunque todavía no finalizara su turno, el cual terminaba a las diez de la noche.
Poco a poco todos se fueron como pudieron, pues parecía que la tormenta no pararía en toda la noche.
──¿Mhm? ¿No irás a tu casa? ──Preguntó el rubio al ver a Kokushibo sentado tranquilamente en una mesa de aquel lugar, mientras que él ya había terminado de acomodar y limpiar todo lo demás para dejarlo preparado para el día siguiente.
──¿Eres tan tonto para creer que me quedaré aquí toda la noche? ──Miró con una ceja levantada a Douma para después dirigir su mirada hacia la puerta de la cafetería, mirando un auto en el exterior. ──Llamé a Yoriichi para que venga por mí, no pienso mojarme, nos vemos. ──Se levantó de ahí y se estiró un poco, pero unos cuantos segundos después entró Yoriichi al establecimiento con una manta en sus manos.
──¡Douma! ¡Qué gusto verte de nuevo! ──Exclamó mostrándole la lengua al mencionado, ya se le había hecho costumbre hacer eso cada vez que lo veía. ──Ven, hermanito, no quiero que te enfermes. ──Se acercó a él y colocó la manta sobre sus hombros para cubrirlo del frío y después tomó su mano, listo para irse de ahí.
A Douma le fastidió un poco esa escena, pero solo un poquito... Tan poquito que un tic apareció en su ojo derecho y recordó por qué había creado una competencia imaginaria con el menor de los gemelos.
──Nos vemos mañana de nuevo, Koku~. ──Se despidió moviendo su mano de un lado a otro mientras que el mayor de los hermanos imitó su gesto, pero antes de salir de ahí Yoriichi volvió a hablar.
──¿Y tú? ¿Te vas a quedar aquí?
──Síp, seguramente. No hay manera de que regrese a mi casa sin morir ahogado y todos mis amigos están ocupados, lo más probable es que estén aprovechando el día lluvioso y estén con sus parejas haciendo... ──Hizo unas señales muy sugestivas con sus manos, dando a entender a la perfección esas palabras tan pervertidas.
Kokushibo no pudo evitar que su rostro se coloree de un leve carmesí al entender a lo que se refería, así que fingió estornudar para cubrirse la cara con la manta.
──¿Y tú qué? También deberías aprovechar entonces, yo lo haré con mi precioso novio. ──Respondió Yoriichi sin una sola pizca de vergüenza. ──Cierra todo y prepárate, yo te llevaré a casa.
Fue lo último que dijo para después jalar a su gemelo de la mano hasta llevarlo al auto, en dónde esperaron unos minutos por Douma.
──Él es mi novio, Muzan. Amor, él es el tonto jefe de mi hermanito, Douma. ──Dió una rápida presentación, el rubio sentía una extraña sensación de haber conocido al pelinegro que se encontraba sentado en el lugar del copiloto pero no logró recordar con éxito, así que solo saludó alegremente agitando su mano.
Kibutsuji asintió en forma de saludo y volvió a dirigir su mirada al frente, no se sentía incómodo para nada, simplemente le daba igual la presencia del de ojos arcoiris pues ya había superado los sentimientos que tenía por él hace varios años.
Yoriichi hizo una pequeña pausa antes de comenzar a manejar, se estiró para arrebatarle la manta a Kokushibo y después extendió esta sobre su gemelo y su jefe, cubriéndolos a ambos para evitar un posible resfriado.
──Si se la quitan los dejo tirados en medio de la lluvia, quedan avisados. ──Advirtió el menor de los hermanos y empezó el recorrido hasta su casa.
Kokushibo simplemente quería morir en ese momento, así que lo único que pudo hacer para disimular fue fingir que estaba dormido.
Y por otro lado, Douma tenía el corazón latiendo a mil por minuto, tenía unas enormes ganas de alejarse para dejar de lado todos esos sentimientos confusos que invadieron su cuerpo pero le gustaba torturarse a sí mismo, por lo que permaneció acurrucado junto a su empleado durante todo el camino a casa.
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