──Koku, lo siento, perdóname~ ──Dijo el rubio lavándose el rostro a lado del pelinegro, quien estaba lavándose la boca con agua.

──No me llames Koku, te dije que odio cualquier cosa que tenga que ver con la dulzura y eso es como un apodo cariñoso. ──Continuó lavándose hasta que el sabor dulce del café con azúcar finalmente desapareció, se secó el agua restante que quedó sobre su boca y sus manos, para después mirar a Douma por el reflejo del espejo. ──Si vuelves a darme aunque sea un poco de azúcar, renunciaré sin pagarte nada.

──Oye~ Deberías ser al menos un poco más sensible con tu jefe. ──Habló con su típico tono burlón, después de unos segundos terminó de lavarse y secarse el rostro, mirando a los ojos el reflejo de Kokushibo. ──No creí que realmente fueras tan intolerante a lo dulce, solo puse un poco en tu café y aún así te diste cuenta.

──Ni siquiera cuando era niño me gustaban los dulces, es obvio que no los soporto. ──Dejó de ver el reflejo de Douma para ahora verlo directamente, en un movimiento rápido tomó el mentón del contrario para hacer que levante su cabeza y se acercó lo suficiente a su rostro hasta hacer que sus respiraciones choquen. ──Por cierto, tal vez no supe cómo responder en el momento por la sorpresa, pero tus labios son jodidamente dulces, no vuelvas a besarme. ──Soltó de manera brusca al rubio y salió del baño para volver a la oficina, siguiendo con su lectura.

El menor no supo cómo reaccionar ante las acciones de Kokushibo. Gracias a que Douma parecía una persona muy dulce y agradable, nadie se esperaba que fuera un completo masoquista, por lo que aquel trato que recibió del Tsugikuni lo dejó totalmente fascinado.

Ese pelinegro cada vez le llamaba más la atención a pesar de haberlo conocido hace literalmente un día, comenzaba a interesarle no solo por la "competencia" que tenía con Yoriichi, sino que empezó a interesarle de una manera romántica; esto no sería una sorpresa para nadie, pues no era un secreto que Douma es una persona muy enamoradiza, además de que tampoco era secreto que tiene una preferencia sexual hacia los hombres.

Pero todo esto no era algo bueno...

Douma se enamoraba rápido, pero también perdía el interés en un abrir y cerrar de ojos, razón por la cual no ha tenido ni una sola pareja con la que haya durado más de un mes.

Al ser alguien masoquista, disfrutaba del rechazo de la persona que le llamaba la atención, pero, seamos sinceros; Douma era alguien casi perfecto. Era poseedor de un hermoso y único color de ojos, la belleza de su rostro y cuerpo era incomparable, sus rubios cabellos dejaban maravillados a todos y para finalizar, era dueño de una cafetería por lo cual tenía mucha fama y lujos, qué más se podría pedir. Es gracias a esto que nadie lo había rechazado antes, todas sus ex-parejas cayeron rendidas a sus pies a la velocidad de la luz.

Pero tal vez eso podría cambiar con Kokushibo.

Solo tal vez... Ya que, para empezar, ni siquiera sabía si iba a ser capaz de conquistarlo, eso sí que sería un gran reto.

Después de un par de minutos, sacudió la cabeza para dejar de divagar en sus pensamientos y regresó a su oficina, encontrándose con el pelinegro leyendo en silencio.

──¿Ya has encontrado un postre que llame tu atención? Mañana podremos hacerlo, ahora tengo que ir a atender a los clientes porque estamos a punto de abrir el local. ──Se acercó sonriente al mencionado, quien ni siquiera separó la vista del libro pero era obvio que lo había escuchado. ──El libro es pequeño, así que puedes acabar de leerlo rápido, en cuanto acabes puedes irte a tu casa y mañana pondremos en práctica lo que aprendiste. ──Se acercó un poco más y dejó un tierno beso en su mejilla para después salir corriendo pues sabía lo que le esperaba.

──TE DIJE QUE NO ME VOLVIERAS A BESAR, ESTÚPIDO. ──Kokushibo se levantó rápidamente de su lugar y lanzó el libro hacia Douma, pero este fue más rápido y cerró la puerta antes de recibir el impacto.

──¡Nos vemos, Koku~! ──Soltó una risita antes de ir a poner un letrero para indicar que el lugar al fin había abierto.