⪩⪨ : seven
Kokushibo terminó de leer aquel libro en una hora y media, había sido algo rápido así que volvió a leer las recetas que más le llamaron la atención.
Una hora después al fin había terminado con su lectura, dejó el libro cerrado sobre el escritorio de aquella oficina y salió de ahí, buscando al rubio con la mirada.
Aunque tal vez esa no fue una buena idea, pues al salir de la oficina sintió el aroma tan empalagoso que estaba en todo el lugar, así que solo pudo cubrirse la nariz con una mano y abandonó la cafetería, definitivamente no podía permanecer mucho tiempo ahí dentro.
Ya cuando estuvo afuera, tomó una gran bocanada de aire para deshacerse de las náuseas que comenzaron a hacerse presentes en él. Realmente sería un infierno trabajar en ese lugar.
──¿Pensabas irte sin despedirte? ──Douma había salido detrás de él en cuánto lo vio, a decir verdad se sentía un poco preocupado por verlo en ese estado. ──¿Te sientes bien? ¿Tan mal te ponen las cosas dulces?
──Definitivamente no puedo trabajar aquí, no puedo ni soportar el aroma. ──Hizo el amago de irse, pero una de las manos del rubio sobre la suya no lo permitió.
──¡Oye! Recuerda que tienes que hacerlo por culpa de tu hermano, tienes que trabajar al menos un mes aquí y no aceptaré un "no" como respuesta. ──El de ojos arcoiris no quería perder a aquel pelinegro, comenzó a interesarse bastante en él y no quería que renuncie, cabe destacar que Douma era alguien conocido por su perseverancia y tenacidad. ──Mañana nos veremos aquí a la misma hora, ¿de acuerdo?
El Tsugikuni no tenía muchas opciones, así que solo le quedó maldecir a Yoriichi en sus pensamientos y asentir con la cabeza. ──¿Ya me regresas mi mano? ──Preguntó mientras movía esta, intentando alejarla de la mano de Douma.
El menor solo hizo unos ruiditos de felicidad y emoción al ver la respuesta del contrario. ──¡Sabía que no me fallarías! ──Acercó la mano de Kokushibo hasta su boca y dejó un suave beso en el dorso de esta. ──Entonces nos vemos mañana, Koku~
El rubio corrió hacia adentro de la cafetería pues sabía que si no lo hacía recibiría un gran golpe de parte del pelinegro por no hacer caso a las advertencias que este ya le había dado anteriormente.
Kokushibo solo suspiró con cansancio, solo tenía que aguantar un mes y ya... ¿verdad?
Salió de sus pensamientos y empezó su caminata a casa, una vez ya ahí, entró, encontrándose con una escena poco agradable ante sus ojos pero a la cual ya estaba acostumbrado.
──Hermanito, ¿qué tal te fue? ──Preguntó al escucharlo llegar, ni siquiera le dirigió la mirada pues estaba muy ocupado besando a su novio en el sofá de la casa.
──Del culo, hola Muzan. ──Fueron las únicas palabras que pronunció antes de ir a encerrarse en su habitación.
Se tiró en su cama mientras disfrutaba de la suavidad de esta, hasta que finalmente se quedó dormido.
Al día siguiente, se alistó con tiempo pues sabía que su hermano no estaría y por ende no podría llevarlo en el auto, era obvio que ese día Yoriichi se iría a casa de su novio de ojos rojos.
Una vez ya listo, inicio su recorrido hacia su nuevo lugar de trabajo, llegando a las ocho en punto, pero había algo raro, el local aún tenía el letrero de "cerrado" y no habían clientes esperando afuera.
A pesar de eso, entró al lugar y parecía ser que solo el rubio estaba ahí.
──¡Buenos días, querido Koku~!
──Buenos días y deja de llamarme así, tonto, ¿dónde están todos?
──Oh, noté que el olor te incomodaba mucho así que les pedí que lleguen en dos horas, ese será tiempo suficiente para que terminemos de cocinar algo, ¿verdad? ──Confesó sonriente y Kokushibo solo lo miró algo sorprendido.
Sentía un mal presentimiento ante todo esto, un muy mal presentimiento...
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