⪩⪨ : nine
Después de veinte años, al fin había cambiado el odio que Kokushibo tenía hacia cualquier cosa que contuviese dulzor, y esto había sido gracias a un peculiar rubio juguetón.
El pelinegro había empezado a trabajar ayudando en la cocina, pues descubrió que tenía un gran talento para cocinar postres exquisitos además de que sus emplatados eran maravillosos ante la vista de cualquiera.
Pero, ¿cómo había hecho a un lado su odio por las cosas dulces? Douma era alguien poseedor de una personalidad así y Kokushibo tenía que soportarlo todos los días, esto hizo que se familiarizara con este tipo de personas, aún le parecían irritantes, pero ya no tanto como antes.
También fue obligado a probar los postres que él cocinaba porque, según Douma; "no puedes vender algo que ni siquiera has probado" y esto era completamente cierto, por lo que se vio orillado a degustar sus postres.
Incluso Yoriichi quedó sorprendido ante el cambio tan notorio de su gemelo. El mayor siempre había sido alguien gruñón las veinticuatro horas del día, pero ahora era más sensible e incluso sonreía más, esto obviamente alegró al menor de los hermanos... Pero también le hizo preguntarse qué tipo de brujo era Douma que fue capaz de cambiar a Kokushibo.
Yoriichi no dejaba de sorprenderse, no podía creer que su hermano le preparara el desayuno sin quejarse por el empalagoso olor. Tampoco podía creer que Kokushibo comiera hotcakes con miel delante de él, Douma definitivamente era un brujo.
Actualmente el mayor de los gemelos se encontraba en aquella cafetería, sentado en una mesa mientras esperaba a Douma, pues el rubio le dijo que hiciera eso.
Unos minutos después, el de ojos arcoiris apareció con un plato lleno de galletitas con formas de muñequitos y lo dejó sobre la mesa, también dejó unas cuantas pinturas especiales para decorar las galletas y finalmente se sentó frente al de ojos burdeos.
──Hay que hacer una apuesta; yo intentaré hacer una galleta que se parezca a ti y tú harás una que se parezca a mí, el que gane puede pedir lo que quiera... Y con "pedir lo que quiera" me refiero a absolutamente cualquier cosa, ¿aceptas? ¿o miedito? ──Preguntó Douma mirando retador al chico sentado frente a él, quien pareció pensar muy bien la situación antes de responder.
──No soy un miedoso como tú, acepto. ──Sonrió con aires de competitividad, últimamente era muy común ver al pelinegro sonreír.
Ambos comenzaron a decorar sus respectivas galletas y el Tsugikuni se dió cuenta del problema en el que se había metido, pues él, al ser un principiante, no tenía ni la menor idea de cuál era la mejor técnica para que su galleta quedase impecable, mientras que Douma llevaba la delantera, pues siendo el dueño de esa cafetería era obvio que sabría hacer a la perfección un diseño sobre una galleta.
El de cabellos rubios fue el primero en terminar, había hecho una réplica exacta y muy adorable de Kokushibo en su galletita.
Cinco minutos después, el de cabellos negros le dejó ver al contrario la galleta, la cual solo estaba pintada totalmente de amarillo y con dos banderas gays como ojos, además de una boquita feliz.
Douma no pudo evitar reír, razón por la cual todos los presentes en aquel lugar voltearon a verlo pues el rubio era de todo menos silencioso.
──NO PUEDO CREERLO, ERES TODO UN ARTISTA. ──Dijo entre jadeos pues comenzaba a quedarse sin aire debido a sus ruidosas carcajadas.
──Cállate, mi galleta se parece muchísimo a ti. ──Se rió suavemente mientras veía su creación, era un completo desastre y Douma comenzó a contagiarle su risa.
Después de unos pocos minutos el de ojos arcoiris al fin pudo dejar de reír, se limpió las lágrimas que se habían juntado en sus ojos a causa de la risa y carraspeó para poder hablar bien.
──Intercambiemos las galletas. ──Ni siquiera esperó a recibir una respuesta del contrario e hizo lo mencionado para después levantarse y dirigirse a su oficina, haciéndole una señal a Kokushibo para que lo siguiera. ──Es obvio que he ganado, ¿no? Mmh, déjame pensar qué quiero. ──Ya una vez en su oficina, hizo una cara pensativa mientras comía lentamente la galleta que decoró el mayor.
──Eres un tramposo, sabías que ibas a ganar tú. ──Le enseñó la lengua antes de imitar su acción, mordiendo la galleta que Douma le entregó.
──NAAAH, no hice trampa, tú solito aceptaste el reto. ──Terminó su galleta y se limpió las manos, sin aviso alguno se levantó de su lugar y se sentó rápidamente sobre las piernas de Kokushibo. ──Ya sé qué quiero, un beso tuyo. ──Sonrió inocentemente mientras abrazaba el cuello del más alto, acercando demasiado sus cuerpos.
──¿QUÉ?
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