⪩⪨ : eighteen
Al llegar a casa, Kokushibo invitó a Douma para que ambos comiesen los cupcakes que el rubio le había regalado.
Aprovechó que Yoriichi nuevamente estaba en casa de Muzan así que no tendría que aguantar las burlas de este por estar compartiendo algo dulce con el de ojos arcoiris, a quien supuestamente odiaba.
──Me gustaría quedarme contigo, pero ya son las once de la noche y sería algo peligroso regresar a mi casa tan tarde. ──Dijo el rubio para luego abrazar fuertemente al pelinegro, quien correspondió tímidamente. ──Te extrañaré tanto, gracias por haber trabajado conmigo.
──Espera, si quieres hoy puedes pasar la noche aquí, no quiero que algo malo te pase. ──Escondió su cabeza en el cuello del más bajo, disfrutando del leve olor que este desprendía.
──¿Tú? ¿Preocupándote por mí? Vaya, eso sí que es nuevo~. ──Obviamente recibió un pequeño golpe en su cabeza gracias a ese comentario pero eso solamente lo hizo sonreír aún más. ──Koku, tengo una pregunta. ──El contrario solo hizo un sonido con la garganta, indicándole que podía seguir. ──No es que sea chismoso o algo así, pero vi el regalo que te di sobre tu mesita de noche, ¿aún no lo has abierto?
──No, ¿realmente tiene algo adentro? Creí que solo era como un adorno. ──Confesó sin más el mayor para después jalar la mano del más bajo, guiandolo hasta su habitación. ──Lo quiero abrir ahora. ──Tomó la pequeña cajita entre sus manos y la abrió, sacando el pequeño peluche que había en el interior.
──Se parece a ti, ¿no crees? ──Preguntó mientras miraba atentamente la reacción de Kokushibo ante el pequeño obsequio, el cual era un peluche de un gatito negro con los ojos de un color burdeo, idénticos a los del Tsugikuni.
──¿De dónde sacaste esto? Parece que hasta lo mandaste a hacer para que se pareciera a mí. ──Soltó una risita muy baja, definitivamente atesoraría ese regalo por el resto de su vida.
──¡No! Te juro que ya lo tenía y en cuanto te vi me di cuenta de que eran igualitos, incluso te lo hubiera regalado aunque no fuese tu cumpleaños... Bueno, igual no lo era pero, ¡tú entiendes!
El más alto solo soltó una risa más audible, le parecía tierna la manera en que Douma intentaba excusarse. ──Ah, sabes, creo que tengo ganas de algo dulce.
──Uy, ¿no odiabas cualquier cosa que tuviese que ver con el dulzor? ──Preguntó fingiendo inocencia mientras se sentaba en la cama.
──Tsk, ¿eres tonto? ──Rodó los ojos antes de mirar fijamente al rubio sobre su cama.
──¡Shh! Pero acabamos de comer cupcakes, ¿de verdad quieres algo más?
──Quiero algo dulce.
──Mhm, bueno, podría hornear algo rápido, ¿tienes ingredientes para hacer galletas?
──¡DOUMA!
──¿¡QUÉ!? ¡NO ME GRITES!
Kokushibo cubrió su rostro con ambas manos por la frustración que sentía en ese momento, ¿de verdad Douma era tan tonto o solo estaba fingiendo?
──Te dije que quiero a-l-g-o d-u-l-c-e.
──Y yo te dije que te lo prepararé, ¿no quieres galletas?
──No me refiero a ese tipo de dulzor.
──¿Entonces? ¿Quieres café con leche?
──¡Quiero algo dulce! ¡Pero no de ese tipo!
──¿QUÉ QUIERES? ¡NO TE ENTIENDO! ──Gritó muy confundido el rubio hasta que sintió unos labios posándose suavemente sobre los suyos.
──Esto es a lo que me refería, tus labios son mi cosa dulce preferida, espero que no se te olvide.
Douma sintió una enorme felicidad llenar su cuerpo, así que no pudo evitar tirar al mayor sobre la cama para subirse en él, llenando todo su rostro de pequeños besitos.
──Jamás olvidaré eso, jamás te olvidaré. ──Unió los labios de ambos en un beso lento y duradero, disfrutando de aquel momento que probablemente no se volvería a repetir... O al menos eso es lo que Douma creía.
El rubio era alguien demasiado sensible, por lo que ya había comenzado a gemir suavemente cuando Kokushibo acarició sus caderas y no pudo evitar que un gemido muy audible se escapara de su boca al sentir la mayor mordiendo uno de sus hombros.
──¡E-espera~! No hagas eso, Koku. ──Se escondió con timidez en el pecho del mayor, tratando de ocultar su notable sonrojo.
Era obvio que Douma estaba enamorado de él, pues siempre había sido un chico muy directo y sin una sola pizca de vergüenza, pero todo cambiaba con Kokushibo, se sentía tan tímido ante su mirada.
──¿Por qué no? Parece que te gusta. ──Volvió a morder suavemente en el mismo lugar, escuchando otro fuerte gemido del rubio.
──¡Detente~! Me gusta como se siente pero no creo poder controlarme~.
──¿Quién dijo que tenías que controlarte?
Y esa fue la última frase que Kokushibo dijo antes de cambiar de posiciones, dejando a Douma acostado en la cama mientras él se encargaba de besar su cuello y acariciar su cintura.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top