23. I though that you like me
Jeno estaba nervioso. Pero al ver a Yeji mirándolo fijamente sin decir una sola palabra, lo hizo ponerse aun más.
¿Y si ella no se sentía de la misma manera que a él?
Pronto notó como los ojos de la castaña se formaban rojos y cristalinos, como si quisiera llorar.
¿Qué pasaba con ella? ¿Acaso había sido malo lo que él le dijo?
— Yeji... — murmuró su nombre buscando entre sus ojos algún movimiento, pero nada. La castaña miró hacía abajo y dos lágrimas cayeron juntas como de picado. Juntándose en su barbilla.
— ¿...Enserio te gusto? — ella levantó la vista con la boca entreabierta y los ojos llorosos. Jeno tragó duro porque no sabía que otra cosa hacer en ese momento, así que solo asintió.
— Mucho. Más de lo que imaginas. — miró a su mano todavía sosteniendo la suya, y la otra levantó su mentón para que lo mirara. — Me gusta tu mirada, el sonido de tu voz, me gusta cuando sonríes y tus ojos se encogen, me gusta cuando te carcajeas como una niña, me gusta lo sensible y dulce que eres, me gusta cuando te pones tierna conmigo, me gusta cuando me escuchas y me das calma. Me gusta cuando estamos solo tú y yo.
Jeno miró cabizbajo para ocultar sus mejillas sonrojas. Tal vez no era la manera más rómantica en la que podía darse a explicar lo que sentía por ella, pero todo lo que había dicho era más que claro que había salido del fondo de su corazón.
Y nunca imaginó que su corazón volviera llenarse de amor después de mucho tiempo.
Todo lo que sentía hacía Yeji era sincero, de lo más puro que él ni siquiera había imaginado existir.
La única cuestión era... ¿Ella también estaba enamorada de él?
— No puedo creer lo que has dicho. — su voz resonó en todo el lugar, aun cuando era un espacio al aire libre, pero para Jeno el único era el único sonido que escuchaba.
— ¿No me crees?
— No es eso. Sólo... me sorprende. — ella desvió la mirada al suelo.
— ¿Te sorprende que diga que me gustas? — su tono era tranquilo pero al mismo tiempo juguetón, y eso la hizo reír un poco.
— Sí... quiero decir, jamás creí que alguien como yo pudiera gustarte.
— Pues aunque no lo creas es así. Y no me importa lo que digas, solo quiero que lo sepas. — ella soltó una risa y se reincorporó en su lugar.
— Entonces... creo que también tienes que saber algo. — el castaño frunció au ceño con curiosidad.
— ¿Cómo qué?
— ¿Te sentirías feliz si te digo que existe alguien a quién le gustas mucho? — murmuró en un tono dulce pero a la vez divertido, y Jeno le siguió el juego.
— ¿La conozco? — ella de encogió xe hombros.
— Estoy segura que sí.
— Déjame adivinar. Tiene el cabello castaño, usa siempre botas, le gusta el chocolate, su color favorito es el negro y tiene una sonrisa preciosa.
— Eres terrible. — Yeji empezó a reír de forma incrédula.
— También me faltó decir que es una amante de la moda gótica y su nombre empieza por Y. — para entonces la chica dejó de reír y giró su cabeza perpleja lentamente hacía él.
— ¿Qué?
— ¿Por qué no admites que eres tú la que gusta de mí también? — de pronto la escuchó tragar saliva, mientras sus ojos no se apartaban de él. La veía demasiado inocente y adorable. Algo que no ha visto en otras chicas. — Si te beso de nuevo... ¿me dirás que sí?
— ¿Y si no? — miró a sus labios.
— No me importa. Sólo quiero besarte. — antes de que puediera dejarla decir algo, la tomó del mentón suavemente y plantó un dulce beso en sus labios.
Yeji sentía que la respiración se le iba, y ocupaba de ella para vivir, pero los labios de Jeno en los suyos la hacían vivir como en el cielo.
De pronto él también se tuvo que separar de ella por la falta de aire.
— Eres atrevido.
— Pero sé que eso te gusta de mí. — una arrogante y juguetona voz salió de sus labios. Yeji negó sutilmente la cabeza pero al final una sonrisa terminó apareciendo en su rostro.
— Me gustas mucho. — Jeno giró su cabeza hacía ella. — Y sería un mentira decirte que no, porque simplemente siento que no puedo ocultarte nada.
Por un momento, el castaño captó las últimas palabras con remordimiento. Aunque no estaba ocultando sus sentimientos por ella, lo demás seguía oculto, y eso lo hacía sentirse horrible. Pero no podía pensar en aquello ahora, cuando frente a él tenía a una persona que hacía temblar su corazón de una forma tan dulce y encantadora.
Jeno ahuecó su rostro y lo trajo hacia el suyo para besarla de nuevo. Era un beso tierno, y sus labios se movían en síntonia mientras abrazaba sus brazos abrazaban el pequeño cuerpo de la castaña.
Prontó Yeji se separó de él.
— ¿Qué pasa?
— ¿Qué hora es? — preguntó ella un poco alarmada, Jeno sacó su celular y le mostró la pantalla marcando la 1:00 de la mañana. Era algo tarde.
— ¿Quieres que te lleve a tu casa?
— Ojalá pudiera ir a ella, pero mi madre debe estar durmiendo y ha estado muy cansada últimamente. — una mueca se formó sobre sus labios.
— Yo tengo una idea.
(...)
— ¿Estás segura de que tu madre no se enfadará? — Yeji le anunció cuando salió del cuarto de baño, con una pijama puesta de Seulgi que Jeno tomó de la habitación de sus padres.
— No te preocupes, nadie notará nada. — Jeno se levantó de la cama para ir a ella.
— ¿Estás seguro? — Yeji aun estaba dudando, pero no por Jeno, sino por el que dirán sus padres cuando regresen.
— Ellos no regresarán hasta mañana al medio día. De todos modos tendré que llevarte pronto a tu casa y aquí nada pasó. — Jeno no quería decir aquello de esa forma, pero suficiente tenía con su padre para que este le interrogará acerca de como dejó entrar a una chica que jamás había visto. Y lo menos que quería era que la castaña se sintiera incómoda.
— Está bien.
— Iré a cambiarme. Puedes acomodarte en mi cama si quieres. — le señaló con el pulgar detrás de él.
— Olvídalo, no dormiré en tu cama. Yo puedo dormir en el sofá.
— No quiero que lo hagas. ¿O qué? ¿Tienes miedo de que duerma contigo?. — una sonrisa burlona se formó en sus labios y las mejillas se Yeji se tornaron de rojo. — Acomódate.
Dicho eso, Jeno entró al baño y se cambió rápido. Como estaba acostumbrado a dormir sin camiseta pensaba quedarse, pero tenía a Yeji consigo, y no quería que se incómodara. Al menos haría una excepción.
Cuando salió del baño, rodó los ojos al ver a la chica acostada sobre su sillón. Yeji era una chica desobediente.
— Creí haberte dicho que durmieras en mi cama.
— Estoy bien así, no te preocupes. — Yeji se envolvió aun más con las mantas, que por cierto, parecían ser muy delgadas para llevar durante toda la noche. Ya que comenzaba a hacer algo de frío.
— ¿Eso quieres? Bien. No quería tener que hacer esto, pero tú me obligas. — Yeji se sentó y descobijó las mantas hasta su cintura, frunciendo el ceño. Lo próximo que sucedió fue que Jeno le quitó las mantas y Yeji pegó un grito cuando el castalo la cargó entre sus brazos y la acostaba en su cama.
— Eso no fue terrible.
— No, pero puedo hacerlo todo el tiempo si quieres. — Jeno rodó la cama hasta llegar al otro lado y juntarse a su lado, envolviéndose con las cobijas y luego a Yeji.
Ambos terminaron por acostarse y Jeno apagó la luz que estaba en su mesa de noche. Pronto todo estaba obscuro, y el único sonido que se escuchaba por tida la habitación eran sus respiraciones. Jeno sabía que no tendría otro momento como este junto a Yeji, y lo único que quería era aprovecharlo. Por lo que se arrastró entre el colchón y rodeó su cintura con un brazo y su cara la dejó reposar sobre su cabeza y cuello. Sólo así, encontró calor.
Oyó una pequeña risa dormilona de su parte y ella se aferró más a su cuerpo, pero se dio la vuelta y así ambos quedaron cara a cara. A pesar de que todo estaba obscuro, Jeno podía ver perfectamente su rostro durmiendo, y eso hizo que sonriera con amor. Dejó un dulce beso en su frente y la abrazó por la espalda.
(...)
— Así que... ¿Yeji estuvo aquí anoche? — Seulgi preguntó en tono vacilante lo que hizo helar al castaño que dejara de comer su cereal para voltear lentamente a ella.
— ¿Por qué?
— No está mi pijama roja de tirantes en la habitación, y eso me hace pensar que se la prestaste puesto que se te olvidó cerrar el cajón. — arqueó una ceja fingiendo severidad. Sabía que ya no había manera de mentirle por lo que asintió. — ¡Lo sabía!
— Qué no se entere mi padre. — le suplicó con ojos alarmantes.
— No te preocupes, no le voy a decir nada. — Seulgi le sonrió como señal de que iba a mantener su promesa.
— ¿Qué es lo que no me quieren decir? — su padre apareció por la puerta del comedor, con las manos una sobre la otra y un periodico en medio. Jeno rodó los ojos, porque su padre tenía esa manía de esconderse para escuchar todo lo que los demás decían.
— Buenos días, Eunseok. — Seulgi reprimió una sonrisa ante la severidad de su marido.
— Respóndeme. ¿A quién has traído mientras nosotros no estábamos?
— No sería la primera vez que traigo a alguien. — le recordó. Pero muy en el fondo se sentía mal porque ya había traido a cientos de chicas y eso hacía a Yeji formar parte del resto. Aunque entre ellos no hubo nada.
— ¿Siquiera la conozco?
— Nunca estás para conocer a alguien que no sea de mi parte en esta casa. — sus palabras salieron como veneno, pero no se lamentó por lo dicho.
— ¡Jeno! — Seulgi lo regañó pero el castaño ni siquiera se límitó a mirarla.
— Dejálo, cariño. Está bien, solo espero no haya pasado nada entre los dos. No quiero que me salgas con un bebé, Jeno. ¿Entendiste? — Jeno bufó rodando los ojos hacia el techo.
Su padre nunca estaba en casa y ahora se hacía el preocupado por él. Le parecía patético.
— Jeno...
— Sí, papá. Ya entendí. — entredientes respondió y padre salió por la misma puerta.
— No debiste...
— ¿Qué? Cómo si acaso le impotara lo que hago. — encogió sus hombros con una mueca de amargura.
— Bueno, ya. ¿Irás a recoger tu título hoy, verdad?
— Sí. Y de paso veré si Yeji quiere salir un rato. — una sonrisa se le dibujó en el rostro mientras se levantaba.
— Todavía que has dormido con ella y aun quieres verla. ¿Qué te ha pasado, Jeno? Das miedo. — una carcajada pequeña en forma de broma salió de sus labios.
— Se llama amor. Supongo...
— Lo que sea, estoy muy feliz por ti. — posó una mano sobre su hombro sonriéndole. Jeno no sabía que tan grande era su sonrisa en ese momento. Pero sabía que era el más feliz de todos.
— Tengo que irme. — abrazó a su madrastra antes de salir.
— Saludas a Yeji de mi parte.
(...)
— No te servirá de nada de ese título. — Haechan le reprochó al castaño con el cuadro Universitario en una mano.
— Después de todo seguiré con el modelaje. Si no consigo el trabajo, entonces voy a hacer mi propia empresa de modelaje.
— Sólo te falta que tengas quien te proveé.
— De eso no te preocupes. Estoy seguro de que Jaemin me regresará todo lo que me pertenece. Espero que lo haga. — un ápice de molestia se formó en su semblante, cruzando los brazos.
— ¿Y si no?
— ¿Qué? — giró su cabeza frunciendo el ceño.
— ¿Y si Jaemin no cumple con su parte del trato y te deja humillado delante de todo el mundo y de tu padre? ¿Qué harás?
— Jaemin tiene que cumplir su parte de la apuesta. Si yo enamoraba a Yeji para antes de la graduación él tenía que borrar esa estúpida conversación que publicó de ambos.
— Aun no entiendo cual era el punto de tu humillación. Sólo estaban hablando de ti y de lo mucho que te gusta presumir, y de un de repente sacó a Karina. No le veo el sentido.
— Quizás porque esa se lo dijo. Pero para lo que me importa, yo siempre le he demostrado que soy mejor que él y se lo he vuelto a demostrar. Así que gano yo.
— ¿Y Yeji?
— ¿Ella qué?
— ¿Qué pasará si se entera de esto?
— No tiene porque enterarse de esto. Eso es lo menos que quiero. Además, a nadie le importa lo que yo haga o deje de hacer con ella. Si la dejo o si me quedo. ¿A quién diablos le importa?
— Todo el mundo los han visto juntos.
— La gente puede pensar lo que quiera. A mí no me importa. — Jeno actuaba molesto porque le harta lo muy entrometidas que podían ser a veces las personas.
— ¿Así que eso es lo que piensas de mí? — una voz resonó en la espalda de Jeno y una ola de escalofríos recorrieron todo su cuerpo.
Se dio la vuelta para ver Yeji con una mirada que no sabía como clasificar. Pero sabía que todo lo que escuchó le habría lastimado tanto que ni él mismo sabía que hacer en ese momento.
— Yeji... yo...
— ¿Entonces todo había sido un plan, no? — no estaba equivocada, pero Jeno desearía que ella no lo entendiera de esa manera. No ahora que se había dado cuenta de que la amaba de verdad.
Pronto los ojos de la chica se cristalizaron hasta ver una capa de agua suficiente cubriendo estos. Y Jeno sentía que se le rompía el alma solo de verla así.
— Yeji... — intentó acercarse y tomarle su mano, pero ella lo rechazó con repudio. Y eso, solo lo hizo sentirse peor.
— Y yo que pensé que te gustaba.
No me hago responsable de lloriqueos. Aun así, espero hayan disfrutado del cap.
Nos vemos pronto. 🥺🩵
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