17. I'm sorry

Yeji no contestó. Sin embargo, salió de su casa cerrando la puerta detrás de ella. En cuanto la vio bajar por los escalones, Jeno se fue detrás de ella. Frunció el ceño cuando la vio dirigirse a su auto.

— No iremos en el. — Yeji se giró sorprendida, pero no preguntó ya que Jeno le hizo una seña con la mano para que fuera a él.

Comenzaron a caminar hasta llegar a un parque, el cual no había mucha gente pero eso no fue incoveniente especialmente para el castaño. Se detuvieron cerca de un árbol y Yeji se sentó sobre el césped, cruzando las piernas. Jeno se sentó a su lado pero sin estar muy cerca de ella, abrazando sus piernas.

De pronto el ambiente se volvió incómodo. Mientras Yeji jugaba arrancando el césped, Jeno debatía con su cabeza, pensando en que decirle sin que nada la incómodara.

Después de pensarlo mucho, se movió un poco para reincorporarse en su lugar.

— ¿Por qué no fuíste a la escuela? — la voz le salió ronca, su garganta estaba seca después de callar por mucho tiempo. Se giró a verla. Estaba cabizbaja y su cabello le tapaba la cara.

— Me sentía un poco mal.

— ¿Enserio? — preguntó con duda, ella asintió. — ¿Segura que no me estás mintiendo? — ella no respondió pero negó la cabeza como afirmación. Jeno no estaba convencido de que esa fuera la razón, si estuviera enferma se lo hubiera dicho y ya. Pero su actitud tenía mucho que decir.— ¿Yeji que te ocurre?

— Nada.

— ¿Entonces por qué estás tan callada conmigo? ¿Te hice algo? — soltó un tono ofendido fingido, y aunque sabía que eso estaba mal, solo quería ganar su atención para que le respondiera.

Yeji por fin se volteó a verlo, aunque fuera un poco, y negó regresando la mirada al suelo. Jeno se pasó la mano por el cabello hacia atrás, su silencio lo estaba desesperando, no quería explotar en ese momento, pero si seguían de esa manera no dudaría que pasara.

— No tengo nada, Jeno.

— Yo creo que sí. Vengo a tu casa para ver como estás, y tú me dices que nada, pero yo sé bien que no es así. — le respondió en tono acusador. Ella se giró a verlo por un momento, pero no dijo nada. — ¿Es por lo del sábado, por eso no fuíste? — su tono se suavizó un poco, y su preocupación fue más notoria en sus ojos que hasta ella misma le dejó de mirar. — Yeji... dime que te pasa, quiero saberlo.

— No es tanto eso.

— ¿Y entonces? ¿Por qué no me dices nada?

— No es algo por lo que debas de preocuparte. — con eso bastó para que su rostro se endureciera y soltara un suspiro pesado.

— ¿Sabes qué? Tienes razón. No debería estar preocupado por ti. — Yeji se estremeció al escuchar el oscuro tono de su voz. — Tal vez no debí haber preguntado por tu ausencia en la Universidad sabiendo que tú, no quieres decirme nada. Tal vez no debí venir a tu casa para saber como estabas y tal vez no debería estar sentado en este preciso momento contigo. — para entonces, Jeno ya estaba hecho una furia. Su pecho subía y bajaba mientras no le quitaba la mirada de la mala muerte a Yeji. No quería enojarse con ella, porque, en realidad, fue él quien decidió buscarla, y no ella a él. Pero su actitud le hacía pensar que no confiaba lo suficiente en él como para contarle sus problemas. Y por una parte no la culpaba, pero por la otra quería que ella le tuviera confianza.

Pasó un momento y poco a poco se tranquilizó, pero cuando se giró a verla, su estado de ánimo se fue para abajo. Yeji lloraba en silencio, aunque su cabello le tapaba una cierta parte de su cara, Jeno se pudo dar cuenta de las lágrimas que bajaban por sus mejillas. Tragó el nudo de su garganta y para entonces no sabía que hacer. Probablemente ella estallaría y le gritaría de la misma manera, lo cual estaba temiendo de que pasara.

— Perdóname, no quise gritarte. — soltó desesperado con aflicción, trató de poner una mano sobre su hombro pero ella se movió al contacto de su roce rechazándolo.

— Eres muy impulsivo. — Yeji escupidó con odio mientras se secaba las lágrimas con la manga de su sueter. Jeno se mordió el labio mirando al suelo, porque sabía que era verdad.

— Lo sé. Pero Yeji... — quitó el cabello de su cara para ponerlo detrás de su oreja. — Lo único que quiero es saber que te ocurre. Y si no me dices, quizás no pueda ayudarte aunque sea en lo más mínimo. — sus palabras la alentaron a girarse a verlo. Con la boca entreabierta de estupefacción.

— ¿De verdad? — preguntó dudosa y temerosa a la vez. Él asintió.

— Sino fuera así no estaría aquí implorandote, ¿O sí? —bromeó un poco y ella soltó una pequeña risa por debajo. Pero esta misma desapareció al instante después de un suspiro salir de su boca. — Cuando tú estés lista. — él le dijo con suavidad en sus palabras, y solo así Yeji volvió a soltar un suspiro antes de hablar.

— Tengo muchos problemas, Jeno.

— ¿Uno de ellos es por lo del sábado? — preguntó ingenuamente, pero se arrepintió en el momento que ella se giró con severidad en su rostro.

— ¿Por qué tu insistencia con eso? — sus palabras resonaron con molestia, que lo hicieron tragar saliva.

— Solo quiero asegurarme de que estés bien. — soltó directo, y la severidad en su voz hizo que Yeji lo mirara estupefacta. Como si realmente estuviera demostrando su preocupación por ella.

— Gracias. — murmuró por debajo, con una pequeña sonrisa. — Aun así, hay otras cosas que no está bien. — soltó con amargura y la curioaidad de Jeno despertó en el momento.

— ¿Uno de ellos es tu padre?

— ¿Cómo adivinaste? — preguntó retóricamente rodando los ojos, con un tono de íronia. Esta vez Jeno no le encontró la gracia, por lo tanto no se rió.

— ¿Sigue molestando? — Yeji negó.

— No, ya no. — él frunció su ceño un poco confundido. — Ahora es un problema mucho mayor. — ella suspiró posando la cabeza sobre sus rodillas, mientras abrazaba sus piernas.

— ¿Qué quieres decir? — Yeji se tomó unos segundos para pensar lo que estaba apunto de decir. Jeno por su lado sentía una sensación extraña, como señal de que lo que fuera a decir, no era nada bueno.

— Mi hermano me llamó ayer en la madrugada. Cuando le atendí sentí todo muy tenso y él parecía estar muy desesperado por hablarme. Resulta que mi padre se metió a los negocios sucios, tú sabes... drogas, armas, secue...

— Sí sí, entiendo. — Jeno la paró, pero no por hacerle creer que él sabía a lo que se refería, sino porque solo el hecho de oír todo eso, le causaba repugnancia. — ¿Cuándo ocurrió eso?

— Dijo que hace unos días un "amigo" de él le ofreció trabajo, y como mi padre no nos puede quitar la casa... bueno, de alguna manera creo que se las arreglará para conseguir dinero fácil. — de pronto el ambiente se volvió tenso, en ese momento Jeno sentía comprensión por ella, pero sobre todo sentía lástima. Porque el solo hecho de imaginarse lo que su padre estaría haciendo, le hacía ver que Yeji no era culpable de las malas decisiones de ese hombre, y era cuando ahora se daba cuenta que ella merecía algo mejor.

Se acercó un poco a ella y le tocó el hombro, como muestra de apoyo, aunque fuera extraño para él ser de esa manera, especialmente con ella, empezaba convencerse de que se sentía bien hacerlo.

— Él no les hará nada, porque ustedes no le pertenecen más. — soltó descuidadamente, aunque su intención en ese momento era brindarle ánimo.

— Jeno... mi padre es capaz de todo, y de muchas otras cosas. Conociéndolo bien sé que nada lo detendrá, ni siquiera su propia sangre se lo impedirá. — la voz se le quebró y sus ojos se aguadaron mientras retenía un puchero. Jeno negó la cabeza y rodeó su brazo por encima de sus hombros.

— No llores. — limpió con su pulgar las primeras lágrimas que bajaban por sus mejillas. Ella se recogió un mechón de su cabello poniendolo detrás de su oreja. — No creo que sea tan capaz.

— Es que no lo conoces. — dijo retóricamente.

— ¿Cómo estás tan segura?

— Porque lo sé, Jeno. ¿Sabes que me dijo mi hermano? — él negó sin tener la mínima idea. — Que mi padre le pidió que se uniera con él, y que si no lo hacía perdería la Universidad. — Jeno miró a Yeji perplejo, sin pronunciar una sola palabra, estaba pasmado.

— ¿Qué? — ella asintió a su incrédulidad. — No me digas que tu hermano aceptara esa sucia propuesta.

— Agh, claro que no, Jeno. Mi hermano no está de acuerdo, es capaz de hacer muchas cosas, pero de meterse a ese mundo jamás. Lo conozco bien, es mi hermano. — soltó abatida y Jeno no sabía a que reaccionar.

— Está entre la espada y pared.

— Está muy desesperado, no sabe que hacer. No quiere dejar la Universidad, pero tampoco quiere hacer algo malo. Él no es así. — para él, Yeji sonaba que adoraba a su hermano, a pesar del favoritismo que su padre le tenía, a pesar de que cuando ella no recibió nada y en cambio, nunca lo odió por eso, podría decir que apesar de todo ella lo amaba. Y eso, la hacía aun más admirable para él.

— ¿Y qué piensan hacer?

— El sábado por la noche vendrá para hablar con nosotras. — ella informó y solo así la inquietud se fue por un momento.

— Todo estará bien, Yeji.

— Gracias, Jeno. — ella sonrió, sus ojos comenzaron a brillar generando una sonrisa en él también. — Sabes, por muy tonto que suene, nunca había tenido a un amigo.

— ¿Y yo qué soy? — Jeno soltó un tono molesto fingido, haciendo que la castaña se riera fuertemente.

— Entonces creo que ya cuento con alguien a mi lado. — Jeno sonrió más y la acercó en un pequeño abrazo que duró poco, pero para él era más que suficiente.

De pronto se separó de ella.

— ¿Qué te pasa? — Yeji le preguntó viendo que él estaba entre sereno y serio, pero cuando volteó a verla, su cara transmitía algo inefable que nunca había visto en él.

— Lamento haberte llamado friki todo este tiempo. — se disculpó sinceramente. Yeji estaba incrédula pero al final le mostró una pequeña sonrisa.

— Pues, yo lamento haberte dicho que eres un cretino y todo lo demás — él soltó una risa contagiando a Yeji.

Jeno se puso de pie y extendió las manos para ayudarla a levantarse.

— ¿Quieres ir a Starbucks? — preguntó una vez que ella estaba de pie.

— Está bien. — asintió y Jeno pasó un brazo por sus hombros caminando por el parque hasta la tienda.

(...)

— ¡Rina, estás aquí! — Giselle se adentró al pequeño restaurante junto a Han, caminando hacia la pelirrojiza quien estaba bebiendo un batido.

— Hola. — Karina alzó la mirada hacia ellos, y luego se sentaron frente a ella. Frunció un poco su ceño al ver que ambos tenían una mirada de complicidad en sus rostros.

— ¿Qué pasa con ustedes?

— ¿Quieres oír un chisme? — preguntó Han con una gran sonrisa. El interés despertó en ella, pero al poco tiempo se mostró indiferente ya que no estaba para saber más chismes, sobre todo si eran de la Universidad.

— No me interesa.

— ¿Segura? ¿Ni siquiera un poco? — Han alentó con voz maliciosa, pero Karina negó de nuevo.

— Ya les dije que no me interesa. — replicó y volvió a beber su batido.

— ¿Ni siquera Jeno? — preguntó Giselle. Karina miró perpleja a su amiga y dejó el batido aun lado.

— Está bien. Cuénten.

— El sábado por la noche Han y yo fuímos al Club vera.

— ¿Estaba Jeno? — ellos asintieron a la par.

— No solo estaba él. Adivina quien más. — alentó Han.

— Probablemente el anticuado de Mark y el idiota de Haechan. — rodó los ojos con desdén.

— Aparte de ellos.

— ¿Quién más podría estar con Jeno?

— Yeji. — Giselle soltó y los ojos de Karina se abrieron demasiado.

— ¿Hwang Yeji? — la Japonesa asintió. — No puede ser verdad, Jeno nunca se fijaría en una chica como ella. — soltó con altivez, cruzandose de brazos.

— ¿Por qué no? Yo lo noté muy de cerca cuando hablé con Jeno.

— Yeji no es de las chicas que se fijan en chicos como Jeno. — hizo una pausa, poniendo un dedo sobre su barbilla. — A no ser... que él la esté utilizando.

— Yo lo dudo, Rina. — confesó Han con sinceridad. — A simple vista se ve que se llevan bien.

— No me hagas mucho caso, pero tengo mucho tiempo que los he visto juntos. — confesó Giselle y Karina frunció el ceño.

— ¿Me estás diciendo la verdad?

— Absolutamente, incluso creo que desde la "caída" de Jeno en la Universidad, muchos se han interesado por saber que hay entre ellos.

— Esto no me gusta nada. — Karina negó lentamente la cabeza.

— ¿Todavía te interesa Jeno? — preguntó Han con una ceja arqueada.

— Un poco, pero si lo que me dicen es verdad, entonces debo hacer algo. Tengo que cobrarle a Jeno todas las que me hizo. — su tono maliante causó cierto miedo en los dos chicos, que se miraron entre ellos.

— ¿Y que piensas hacer? — preguntó Giselle con cautela.

— Por ahora descubrir si realmente hay algo entre ellos. Y si es así, juro que me iré contra la friki. — sonrió descaradamente, y sus amigos intentaron imitaron su reacción. — Vamos a ver cuanto te importa esa chica, Lee Jeno.

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