14. Party Club

Jeno había llegado en su auto a la casa de Yeji. Cuando apagó el motor sacó su teléfono y escribió un mensaje para que ella supiera que él la estaba esperando. Unos segundos más tarde, escuchó la puerta de una casa cerrarse. Se giró hacia la ventana para denotar a la castaña caminar hacia el auto. Jeno quitó el bloqueo de las puertas y Yeji se subió al auto.

— Ya estoy lista. —sonrió hacia él mientras se abrochaba el cinturón de seguridad.

— Ya veo. — Jeno sonrió, pero entonces su expresión cambió cuando vio a Yeji arrugar su nariz y mirar hacia todos lados con el ceño fruncido, oliendo algo. — ¿Pasa algo?

— Me huele a un perfume. — respondió distraída, su vista paró en el regazo de Jeno y la subió para mirar sus ojos castaños. — Y creo que eres tú.

— Huele bien ¿Verdad? — le sonrió divertido mientras ella soltaba una risa por debajo.

— No tanto como el mío. — alzó la cabeza con arrogancia, los ojos de Jeno se abrieron más con sorpresa pero al final se rió ante la broma.

— ¿Y luego yo soy el engreído, no? — arqueó una ceja, Yeji se encogió de hombros sonriendo con descaro fingido. Jeno encendió el motor y el auto se fue yendo de la casa hacia el Club.

Al llegar, lo primero que hizo Jeno fue bajarse primero y rodear el porche del auto para abrir la puerta del copiloto. Yeji sacó sus piernas al aire y lo que le sorprendió a continuación fue ver que el castaño extendió su mano para ayudarla a salir del vehículo.

— Qué caballerosidad. — Yeji se rió con ironía mientras tomaba su mano y salía del auto. Jeno sonrió negando con los ojos rodando.

— Admite que te gusta la idea. — le fulminó con la mirada antes de cerrar la puerta detrás de ella.

— Como digas, Lee. — Yeji ladeó la cabeza mientras se reía y empezaba a caminar junto a él. Al salir del estacionamiento Jeno logró ubicar desde lejos a sus amigos formados en la fila para entrar al club.

— No te separes de mí. — le ordenó, ella sin rechistar asintió siguiéndolo.

En su camino, Jeno no pudo evitar mirarla.

Usaba una falda negra de piel, una blusa negra con cuello rosa y una típica frase de rock impresa en el pecho. Sus piernas y sus brazos estaban cubiertos por mallas de red, y su cabello estaba liso, con los mechones detrás de sus orejas. Había que admitirlo, se veía bastante bien.

— ¿Me estás mirando? — ella frunció el ceño con una sonrisa divertida, Jeno despertó de su trance girando la cabeza hacia el frente, poniendose ergido.

— N-no.

— Está bien si me miras, solo no te pases de listo. — su amenaza acabó sonando divertida para él que no pudo evitar reír.

— La verdad... te ves muy bien. — confesó sincero pero con tímidez mirando al suelo. Se le hacía extraño ya que él no solía ponerse tímido, mucho menos con las chicas. Pero pareciera que con Yeji era diferente, y eso no le gustaba.

— Tú también te ves muy bien. — ella admitió con un tono dulce, lo que lo hizo enrojecer sus mejillas.

"Basta, Jeno, comportate como lo que eres" — escuchó la voz interna sonando en su cabeza. No era la primera vez que alguien lo halagaba, pero él no se mostraba de esa manera como ahora.

Ambos ya estaban en la fila, y mientras esperaban Yeji sintió una clase de malestar en su estómago. No sabía si eran nervios o un mal presentimiento, pero lo que sea que fuera, no era bueno.

— ¿Te pasa algo? — Jeno murmuró en su oreja, haciendo su piel se erizarse por su cálido aliento. Pero ella no le respondió. — ¿Estás nerviosa?

— Mucho. — ella asintió mirando al suelo. Pronto sintió su mano entrelazarse con la de Jeno, y se giró a verlo.

— No tienes de que preocuparte, solo no te separes de mí. ¿Está bien? — ella lo miró por un segundo pero terminó asintiendo ante el suave tono de su voz que la ayudó a tranquilizarse.

Al pasar por la puerta, el interior del edificio era complementado por luces de varios colores iluminando las obscuras paredes, la música salía de las enormes bocinas que estaban en cada rincón del lugar, y las personas bailaban sin control alguno. Esta era la clase de fiestas que Jeno difrutaba venir. Él y Yeji se adentraron buscando un lugar donde pudieran sentarse. En eso, Jeno miró el brazo de Haechan balanceandose en el aire, como señal de que fueran con ellos.

Al llegar Jeno notó que su amigo estaba con Ryujin sentados y hablando en un sillón largo rojo de piel, mientras que Mark conversaba en el otro sillón con dos chicas rubias, una de cada lado.

— Hasta que llegan. — Haechan replicó con enfado figido, pero entonces su vista fue a dar en las manos entrelazadas de ambos castaños.

Jeno al darse cuenta de las miradas extrañas que le daba su amigo, miró hacia abajo, Yeji hizo lo mismo y cuando ambos se miraron desconcertados soltaron sus manos, mirando al suelo con una sonrisa incómoda.

Haechan y Ryujin hicieron un espacio para que ellos pudieran sentarse, Jeno dejó pasar a Yeji primero y después él.

— ¿Te gusta? — preguntó expectante.

— Eso creo. Aunque yo no estaría coqueteando tan bajo como lo hacen esas dos putas con tu amigo. — Yeji soltó con disgusto apuntando con el pulgar hacia donde estaba Mark. El pobre estaba recibiendo caricias sobre su cabello, hombros y brazos, mientras él se encogía en su lugar con una mirada de incómodidad en su rostro. Como arrepintiéndose. Jeno rió al verlo y negó para sí mismo.

— No les prestes atención, tú solo diviértete conmigo. — guiñó un ojo juguetonamente haciendo a Yeji negar la cabeza mientras reía. — ¿Quieres bailar? — Yeji se giró pasmada hacia él. Abrió la boca para decir algo, pero de inmediato la cerró. Al final terminó asintiendo, aunque no del todo convencida.

Cuando estaban caminando hacia la pista de baile, Yeji tembló, pero ya era demasiado tarde para arrepentirse. Pasó la mirada a su alrededor. Los hombres la miraban y las chicas murmuraban entre ellas, aunque no entendía porque lo hacían si era imposible hablar con el fuerte sonido de la música. Dejó de prestarles atención cuando sintió la mano de Jeno rodear su cintura, no le dio tiempo de acercarla cuando ella se apartó rápidamente, dejando confundido al castaño.

— ¿Yeji? — inclinó su rostro llamandola, acercandose con cautela, solo para que ella lo mirara un poco con cierto temor.

— Nunca he bailado y menos con un chico. — se encogió de hombros formando una mueca. Jeno sonrió comprensivo y al mismo tiempo, sintió ternura porque era Yeji quien se lo decía.

Dejando de lado aquel extraño sentimiento, tomó sus manos haciendo que ella lo mirara. Jeno le sonrió mostrándole confiaza plena, mientras ella reprimía una sonrisa sin saber lo que estaba apunto de pasar. En eso la canción cambió como se dio cuenta. Era Don't stop the music de Rihanna. Yeji no sabía que hacer y miró a su alrededor como bailaban las otras chicas. Se arrepintió al ver como ellas posaban su cuerpo en diferentes ángulos con los de sus parejas. Jeno se rió un poco al ver su desagradable reacción, y se acercó más.

— Tienes que balancear tu cuerpo de esta forma, así. — él le explicó y al principio Yeji no entendió, después de ver como Jeno se movía, empezó a imitarlo. Algunas veces el castaño se reía por sus movimientos torpes, pero era evidente que no sabía hacerlo, y no la culpaba, no a todos les agrada la idea de ir a bailar en el antro, y eso estaba bien.

Después de varios intentos, Yeji por fin se estaba moviendo perfectamente, incluso Jeno se sentía sorprendido de que agarrara el ritmo en tan poco tiempo. Sus movimientos aunque por mucho que fueran pequeños, eran suaves y sincronizados, lo que dejaban a la vista del castaño. Su sonrisa creció en una línea curveada viendo como la castaña sonreía de la misma forma mientras se movía. Estuvieron bailando así por unos minutos, hasta que ambos se cansaron y salieron de la pista. Jeno la llevó hacia la barra de bebidas, necesitaba un trago para refrescar su garganta y tanto como él supo que Yeji lo necesitaba.

— ¿Quieres beber algo?

— ¿Se supone que solo hay alcohol, no? — ella contestó con predicción viendo a Jeno encogiendose de hombros, sonriendo inocente. — Yo no bebo, Jeno.

— Eso ya lo sé. — la ignoró como si eso no hubiera dicho aquello. Un chico de cabello rojizo y delantal negro se acercó a ellos.

— ¿Qué hay, Jeno? — el chico le apuntó con el mentón en forma de saludo. Al darse cuenta de que allí estaba Yeji, sonrió y miró de nuevo al castaño. — ¿Quién es la nueva?

— Ella es Yeji. Yeji, él es Taeyong. — la chica reprimió una pero amable sonrisa hacia el pelirojo.

— ¿Qué te puedo ofrecer, Yeji? — Taeyong apuntó con su cabeza hacia el estante de licores detrás de él, mientras apoyaba sus brazos en la barra, con una sonrisa algo coqueta.

— ¿Puedes darme algo sin alcohol? — ella preguntó sonando inocente para ambos chicos. Taeyong miró a Jeno y lo vio encogerse de hombros escondiendo aus labios, evitando una carcajada.

— Puedo darte lo que quieras, cariño. — sonrió más insinuante. — Pero siento decirte que todo lo que tengo es alcohol. — Yeji resopló de lado con decepción por escuchar aquello. — Aunque, puedo servirte una Piña colada. — sus ojos se iluminaron hacia Taeyong y no dudó en asentir.

— Yo solo quiero una cerveza. — pidió Jeno y Taeyong se fue en busca de su pedido.

— Tu amigo es un poco extraño. — Yeji se volteó con una mueca de desagrado en su rostro. Jeno dejó salir una risa por debajo.

— Taeyong es así con todas.

El pelinegro había regresado con sus bebidas y ambos le agradecieron antes de darse la vuelta. Yeji metió el popote en su boca y por muy alta que esruviese la música, Jeno escuchó un sonido provinente de ella soltando el popote.

— Sabe muy bien. — admitió con sinceridad, bebiendo otro sorbo.

— Me alegra que te guste. — por una parte Jeno se sintió feliz porque ella lo disfrutara, y por otra, aunque sonara muy egoísta, porque ella provara el alcohol. Sin embargo, a Yeji parecía gustarle demasiado.

— Pensé que no bebías.

— Está bien si es de fruta. — ella sonrió convincente.

— ¿Estás segura de que eso es piña real? — sonrió divertido al ver que ella estaba apunto de beber del popote. Yeji miró el vaso transparente con suspicacia y luego a Jeno. — Estoy bromeando.

Una fuerte carcajada salió de sus labios pero Yeji lo calló de un puñetazo en el brazo.

— No es divertido. — frunció sus cejas seguido de un puchero.

— Vaya, no pensé que estarían aquí. — una voz femenina se escuchó detrás de Jeno. Él se dio la vuelta lentamente para ver a una chica de pelo negro, lacio y flequillo, sosteniendo un vaso rojo, con una sonrisa sin emoción en sus labios.

Tanto él como Yeji tenían una mirada de desdén en sus rostros. Pero sobre todo Jeno.

— Yo me voy. — la castaña se alejó de ellos con severidad en su rostro. Dejando a Jeno solo con la pelinegra.

— ¿Ahora sales con Yeji?

— ¿Acaso eso te importa? — espetó sin expresión en su rostro, con voz severa. La pelinegra tenía una cara de susto fingido.

— Tranquilo, Jeno no era para que te pusieras así. — formó un pequeño puchero que hizo al castaño rodar los ojos.

— ¿Qué quieres, Giselle?

— ¿Sabes que todo el mundo habla de ustedes en la Universidad? — la miró de reojo por un segundo, pero después se encogió de hombros con indiferencia.

Aunque en cierta parte, le alegraba saber que la gente estuviera hablando de él.

— No tenía idea. — respondió ocultando su interés mirando a todas partes, menos a la pelinegra.

— Escuché por allí que tú y Yeji son algo. — frunció su ceño volteando a ella con suspicacia, porque conociendola bien, sabía que Giselle era una persona muy cizañosa. — ¿O acaso es mentira?

— ¿Qué quieres saber?

— Quiero saber si vas a utilizar a Yeji de la misma forma que utilizaste a Karina.

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