11. Runaway
Jeno caminaba por el pasillo de la Universidad con una sonrisa expuesta sobre su rostro, mirando a su celular.
— ¿Por qué tan contento? — Mark apareció con un brazo rodeando sus hombros, Jeno dejó de prestar atención a su aparato para mirar a su amigo con una dulce pero maliciosa sonrisa.
— Por nada. — dijo y guardó el celular en su bolsillo de la chaqueta. Pronto la campana sonó indicando el inicio de clases.
— ¿No vas a entrar? — Mark preguntó un poco confundido al ver que su amigo no se había movido de su lugar. Jeno negó sutilmente la cabeza.
— No voy a entrar. — dijo con firmeza y una sonrisa sobre su rostro, haciendo más notable la confusión en Mark.
— ¿A dónde irás?
— Por allí, la verdad no tengo ganas de entrar a clases. Así que me iré.
— Mm bueno, está bien. — Mark comprendió aunque su tono sonaba muy severo con él. De todos modos, no era la primera vez que Jeno se escapaba de la Universidad. — ¿Irás solo?
— Ya vete, Mark. — fingió un tono tierno y el rubio negó para sí mismo con diversión.
— No te vayas a perder.
— Eso haré. — Mark terminó por irse hasta desaparecer por el pasillo.
Unos cuantos segundos hicieron falta para que Yeji entrara por la puerta del edificio, y su cara se congeló al ver a Jeno en el pasillo. El chico sonrió y se acercó a ella aunque dejando en claro que Yeji estaba muy confundida por esa situación.
— ¿Qué haces aquí? ¿No deberías entrar a clases? — preguntó cruzando sus brazos con extrañeza. Jeno soltó una risa por debajo y después se volvió hacia ella.
— Eso mismo me pregunto yo. ¿No deberías estar ahora mismo en tu clase? — con un poco de burla logró hacer rodar los de Yeji y evitandole la mirada.
— Se me hizo tarde. Pero ahora mismo voy a entrar. — pasó por su lado pero la mano de Jeno sujetó su muñeca haciendola girar para que volviera a verlo.
— Espera.
— Jeno, debo entrar a clases.
— ¿Recuerdas de lo que te dije ayer? — Yeji se quedó callada un momento mientras sus irís se movían por ambos lados. Ella reaccionó después de hacer memoria.
— ¿Sobre la sorpresa? — Jeno asintió. — Puedes dármela después, ya tengo que entrar.
— No creo que te dejen entrar a clase 15 minutos tarde. ¿O sí? — Yeji hizo una mueca y miró hacia otro lado mientras reflexionaba.
— No, tienes razón. ¿Pero a que vienes con esa sorpresa? — se cruzó de brazos.
— Tranquila, princesa, deja que te explique ¿sí? — puso una cara tierna mientras Yeji suspiró hacia arriba con impaciencia. — Para empezar no te la puedo dar físicamente, y segundo, estoy seguro de que te va a gustar.
— ¿Qué es? — Jeno se acercó poco a poco a su rostro, lo suficiente para que ella pudiera escuchar su respiración e inalar accidentalmente su aroma, sus mejillas se calentaron y su garganta tragó duro.
— Nos vamos a escapar. — susurró, Yeji retrocedió rápidamente. — ¿Qué dices?
— ¡Qué estás loco! No lo haré. — Jeno estalló a carcajadas. Se detuvo cuando vio la severidad en la castaña.
— Agh. Vamos, no pasará nada. Además nadie se dará cuenta.
— ¿Estás seguro de lo que dices, Jeno? — arqueó una ceja con incrédula. — Apenas te conozco y ya quieres que vaya contigo a no se donde. Olvídalo.
— Anda, solo será hoy. — Jeno tiró de su mano mientras le hacia un puchero, el cual, Yeji evadió porque sabía que la convencería. Pero ella seguía insegura.
— No lo sé.
— Te prometo que nada te pasará mientras estés conmigo. — ella alzó la mirada pero aun no convencida. — Anda dí que si. Confía en mí ¿sí? — una dulce sonrisa se dibujó en sus labios mientras seguía balanceando su mano con la de ella. Yeji respiró hondo y dejó escapar un suspiro hacia abajo.
— Está bien, pero será la última vez. — le advirtió con su dedo y Jeno solo asintió como un niño pequeño.
Sin soltar su mano salieron de la Universidad, mirando a ambos lados por si había algún maestro o intendente por allí. Al asegurarse, ambos salieron casi corriendo hasta llegar al auto de Jeno, y subiendose en él, salieron completamente del territorio de la Universidad.
(...)
— ¿A dónde vamos? — preguntó Yeji mientras caminaba al lado de Jeno en medio de la calle. El castaño se giró a verla y sonrió antes de volver a mirar hacia el frente.
— Ya lo verás.
En menos de lo que Yeji creyó, se detuvieron frente a una cafetería de Starbucks. Yeji frunció el ceño al mirar el lugar y después miró a Jeno, todavía confundida.
— ¿Te gustan los Starbucks?
— Jamás los he probabo. — Yeji se encogió dejando a Jeno estupefacto.
— ¿Nunca has probado uno? — ella negó. — Bueno, estás de suerte. Vamos. — Jeno caminó primero y Yeji fue detrás de él. Al entrar el olor a café invadió las fosas nasales de Yeji tanto que hasta Jeno se dio cuenta de su sonrisa, y eso lo hizo sonreír también.
— ¿Qué hacemos primero?
— Primero que todo, hay que formarnos. — ella asintió y lo siguió hasta el mostrador donde un jóven los atendió.
Al ver la pizarra llena de opciones, Yeji quedó anonada y su expresión hizo que Jeno estuviera a punto de soltar una carcajada sino fuera porque más gente los estaban viendo extraño. Jeno se limitó a mantener la cordura y miró a la castaña.
— ¿Quieres una recomendación?
— No estaría mal. — ella encogió sus hombros con asintimiento.
— El de Vainilla y Caramelo son mis favoritos, pero te recomiendo más el de Caramelo, sabe más dulce.
— Entonces elijo el de Caramelo.
(...)
— Esto sabe muy bien. — Yeji dijo después beber de su café frío, una expresión de alegría se dibujó sobre su rostro mientras lo bebía. Jeno rió por eso mientras se bebía el suyo.
— Me alegra que te guste. — sonrió y en cuanto Yeji volteó a verlo ella también sonrió nerviosa. Quizá el hecho por como actuaba por primera vez bebiendo un café caro hacía que su esencia se transformara a la de una niña prqueña. Por alguna razón Jeno lo creía así.
— Y entonces ¿cuál era la sorpresa?
— Esta. — Yeji frunció las cejas volteando hacia él.
— ¿El café era la sorpresa? — Jeno negó mientras reía para sí mismo.
— El café era parte de ello, pero la verdad es que quería que vinieras conmigo. — Jeno le dio un sorbo a su café para ocultar su sonrisa.
— ¿Por qué? — Jeno hizo una mueca como de fingir pensar en algo.
— Solo porque sí.
— Dame una razón.
— No existe razón, Yeji.
— ¿Así que solo querías hacerlo y ya? — Jeno asintió. — No entiendo nada.
— Ya que estamos aquí, ¿te parece si hacemos algo? — propuso Jeno.
— ¿Cómo qué?
— Elige lo que tú quieras.
— ¿Qué te parece si regresamos a la Universidad? — ella bromeo pero Jeno no lo tomó a buena manera. Su rostro estaba severo.
— Yeji. — alargó su nombre en un tono regañador mientras la castaña se echaba a reír. — No es gracioso.
— Ya lo sé. — la chica sonrió con burla mientras que Jeno rodaba los ojos y negaba para él. — ¿Entonces, qué hacemos?
— Lo que quieras, pero si vuelves a mencionar la maldita escuela te dejo sin piernas. —Yeji se volteó con una sonrisa vacilante y burlona cruzando los brazos.
— Y según tú ¿cómo vas a hacer eso? —lo exáminándolo de arriba para abajo con sorna.
— ¿Crees qué no hablo enserio? — Jeno se acercó peligrosamente y cuando estaba cerca de ella Yeji no dudó en echarse a correr mientras él la perseguía por todo el parque.
(...)
— No tenía idea de que te gustara correr. — Yeji se volteó hacia Jeno mientras que él apoyaba las manos sobre las rodillas tratando de controlar su respiración.
— Juro que me vengaré de ti algún día. — Jeno le apuntó con su dedo y luego se llevó la mano a la boca para taparse mientras empezaba a toser. Yeji se echó a reír y se sentó sobre el suelo de concreto, frente al río del parque. Pronto Jeno hizo lo mismo.
— Y... ¿ahora que hacemos? — preguntó Yeji.
— Descansar, supongo. — soltó con obviedad mientras perdía el aliento al hablar, Yeji asintió y se acomodó mejor en su lugar.
— Esto es bueno.
— ¿De qué hablas? — Jeno se volteó con confusión.
— Estar un raro aquí sin preocuparte por nada, sin pensar en nada. — Yeji admitió en un tono sereno y débil, lo cual notó el chico.
— Pensé que querías volver a la Universidad.
— Sí, pero... creo que ya no quiero volver. — Jeno abrió los ojos con confusión volteando a ella.
— ¿Entonces no te molesta haber venido? — Yeji negó la cabeza mirando hacia él.
— ¿Por qué lo preguntas?
— No lo sé. Tal vez tu madre se entere y te regañe por haberte escapado. — Yeji puso una cara seria luego de que Jeno dejara de hablar.
— Te recuerdo que tú fuíste él que me convenció de venir. — le apuntó con su dedo. — Así que la culpa la tienes tú. — escuchó a Jeno reír y luego ella negó la cabeza con diversión.
— Tienes razón.
— Pero la verdad es que mi madre no suele molestarse conmigo fácilmente. Aun así, no quiero decepcionarla.
— ¿Decepcionarla?
— Ella me está apoyando a seguir en la Universidad, así que no quiero defraudarla. Es mi madre.
— Eso está bien. — Jeno sintió un poco de aflicción dentro de él. Tal vez porque a él también le hubiera gustado que su padre lo apoyara de la misma forma. — ¿Y tú padre? — miró a Yeji. Esta yacía con la mirada en los pies mientras abrazaba sus piernas y apoyaba la cabeza en sus brazos.
— Supongo que a él no le interesa lo que haga o deje de hacer. De todos modos no soy la hija que él esperaba.
— ¿Por qué lo dices? — ella negó rápidamente.
— Por nada, olvídalo.
— Si quieres desahogarte solo hazlo, no tengo problema con eso. — Yeji lo miró enternecida por un momento.
— ¿Enserio quieres escucharme?
— La verdad... — Jeno batallaba para encontrar una respuesta, ya que ni él mismo sabía porque lo había dicho. — Pienso que te haría bien para que ya no estés así, y de hecho me molesta ver a la gente cuando está triste. — Yeji soltó una pequeña risa por debajo.
— Está bien. — aclaró su garganta antes de volver a hablar. — Para empezar creo que no merezco estar en la Universidad.
— ¿Y eso por qué?
— Mi padre nunca estuvo de acuerdo en que yo siguiera estudiando. Creé que el hecho de estudiar diseño de modas y tener mi propia línea de ropa es algo estúpido...
— Espera. — la interrumpió. — ¿Dijiste diseño de modas? ¿No que estabas estudiando para ser maquillista? — Yeji negó lentamente, sin mirarlo.
— No.
— ¿Por qué me mentiste? — por alguna razón Jeno se sintió molesto por eso.
— Tenía miedo de que me juzgaras si te lo decía.
— Pero ya te había dicho que no me burlaría de ti. — replicó todavía enfadado.
— Lo sé, y enserio lo siento. Pero cuando todo el mundo me pregunta acerca de lo que quiero siempre terminan juzgándome. Es por eso que siempre estoy alejada de la gente, siempre te critican sin que tú les des una razón.
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