Epílogo

—¡No extraviarse!— exigió Elizabeth  que iba agarrada de la mano de Remus, mientras caminaban por las estrechas calles del mundo muggle.

Se encontraban intentando esquivar y no chocar con los muggles que recorrían Londres.

—¿Es una indirecta?— se burló Hiraeth  aferandose a la mano de su padre.

—Tal vez.

Se dirigían hacia la tienda de helados donde comenzó todo, donde Hiraeth se perdió y encontró a George,dónde iban Elizabeth e Hiraeth todos los viernes por helado, antes de que la familia se reuniera.

Finalmente, llegaron a la pequeña tienda de barrio donde tantos helados habían comprado.

Fueron hacia el pasillo de este, donde pudieron ver a tres niños indecisos sobre el helado que tomar.

—¡Chocolate, chocolate sin lugar a dudas!— tomó la pequeña este helado—¿Cúal tomareis ustedes?

Los dos jóvenes se miraron, sin saber muy bien que cojer. Remus, alzó el brazo y al igual que su melliza tomó un helado de chocolate.

—Le hace honor al nombre—bromeó Elizabeth, viendo a su hijo menor para pasar a ver a el mayor—¿Cuál tomarás tu, cielo?

—Creo que el de vainilla— murmuró Jackson, tomando este entre sus manos.

Cuando finalmente, todos los integrantes de la familia Lupin-Weasley tomaron el helado que gustaron, se dirigieron hacia la caja para pagar.

—¡Pero que ven mis ojos!— exclamó la cajera sorprendida—¡Elizabeth, por dios!

Sin poder controlarlo, se acercó para abrazar a la mujer que venia acompañada de su familia. Estaba acostumbrada a verla cada viernes, hasta que un día desapareció por completo y no supo nada de ella.

—¡Cuanto tiempo!— sonrió esta, en el abrazo conmovida.

La mujer asintio separandose para admirar a la Lupin.

—Pero mirate, sigues hermosa— miró hacia atrás, viendo al resto de la familia — y veo que esta vez vienes más acompañada que nunca .

Elizabeth volteó su cabeza, para ver a todos sus hijos y al hombre que amaba. Parecía mentira que finalmente, pudiera decir que tenía una vida calmada y pacifica.

—Le presento a mi hijo mayor, Jackson— el joven le dedicó una amplia sonrisa a la mujer mayor—Remus— señaló con la cabeza, y este la alzó viendo como tenía toda la boca llena de chocolate , aún así saludó con la mano— Hiraeth, a la que ya la conoces.

La única mujer de los hermanos, le sonrió a la cajera con una amplia sonrisa recordando cómo siempre estaba detrás de la caja cobrando.

—Encantada de volver a verla— dijo la menor

Esta asintió enternecida hacia la pequeña,  mirando a la familia con adoración.

—Y este— se acercó hacia Fred, tomando su mano cariñosamente mientras este dejaba un cariñoso beso en su cien— es Fred,  el padre de mis hijos y prometido.

—Encantado

No podía creer lo que veían sus ojos, la joven Elizabeth quien siempre venía con su hija sola, sin ningún hombre ahora se presentaba en su tienda con dos hijos más y si no fuera poco un hombre con el que en un futuro se casaría.

—Enhorabuena Elizabeth, tienes una hermosa familia.

●●●

Los menores de la familia, se balanceaba en unos columpios del parque, mientras su hermano mayor los impulsaba.

Las risas de los mellizos se escuchaban desde el banco en el que la pareja estaba sentados, mientras miraban con dulzura a sus hijos.

Elizabeth, apoyando su cabeza en el hombro de Fred notó como este dejó un beso en su cabeza, por lo que sonrió inconscientemente.

—¿Parece mentira verdad?— murmuró la Lupin

—¿El que, cielo?— inquirió trazando patrones sin sentido en la palma de su mano, sin quitarle ojo a sus hijos por miedo a que les pasara algo .

—Hace aproximadamente un año, yo salía con Oliver tu con Jessica, no sabías nada de Hiraeth y yo me encontré aquí a tu hermano— rió relatando los acontecimientos.

Una leve risa brotó de los labios del hombre, asintiendo ante las palabras de su prometida.

—Parece irreal si, todo lo que ha pasado en un simple año— besó de nuevo su cabello, inspirando el olor a lavanda que lo volvía loco— Y ahora finalmente, todos los que nos hirieron pagarán lo que deben.— pausó entrelazando sus dedos, observando el anillo plateado en el dedo anular de la mujer, besandolo inconscientenente— Estamos prometidos, con una hermosa familia, tres maravillosos hijos y una vida juntos por delante.

Esta se inclinó para besar su mejilla, nunca se cansaría de demostrarle al hombre que tenía a su lado todo el amor que profesaba hacia el.

Eran tan distintos como iguales, tan imperfectos como perfectos, tan romántico como amorosos, tan efímeros como eternos.

—Y tengo más claro que nunca que jamas me separaré de usted mi querido señor Darcy. Que quiero una vida plena a tu lado, quiero ver crecer a nuestros hijos, ver cómo nuestra relación sigue floreciendo con el tiempo, ver cómo seguimos superando obstaculos juntos — agarro sus mejillas, atrayendo sus labios en un corto beso — Te amo Fred Weasley,  eres el hombre que quiero a mi lado por el resto de mi vida. Mi corazón ni siquiera es tan grande como para guardar todo el amor que siento hacia ti, nunca me había sentido igual jamás.

Este, sonrió feliz ante las palabras de su prometida. Afortunadamente, sus recuerdos finalmente volvieron gracias a que las pociones del sanador Diggory lograron ser eficaces.

Recordaba cada segundo de su vida a su lado, su primer contacto, su primera caricia, su primera cita, su primer beso, su primera vez.

Y sabía con certeza que Elizabeth Lupin lo volvía loco, que era el amor de su vida, destinados a estar juntos en cualquier vida, el destino siempre los acababa juntando sin importar el camino que tomaran.

Ni siquiera se molestaron en pesar que hubiera ocurrido si ese día, Elizabeth no hubiera ido a la tienda o Hiraeth no se hubiera extraviado y no encontró a George, pues sabían que de una forma u otra estaban destinados a encontrarse de nuevo.

Pues su amor, superaba todos los obstáculos que la injusta vida les ponía por delante, y los cinco años separados solo fue un desafío para ver cuán fuerte era su amor.

—Te amo tanto, Lizzie

●●●

Llegaron al cementerio donde reposaban los cuerpos de los valientes que habían sido caídos y derrotados por la segunda y primera guerra magica.

Antes de entrar, Elizabeth ya sentía sus ojos escocer y notó la mano de su prometido en su hombro, dedicándole una tierna sonrisa junto a un asentimiento, para que se armara de fuerzas.

Haciéndole una señas a sus hijos tomaron rumbo, hacia la tumba de su padre. Hacia mucho tiempo que no venía a visitarle, pues su corazón se estremecía nada más con estar en el lugar y sus ojos picaban por las lagrimas que desprendían.

Habia escuchado miles de veces que una perdida no se supera, simplemente se aprende a vivir con ello, pero bien Elizabeth sabía que jamás podría aprender a vivir con ese vacío en su cuerpo.

—Es aquí, niños— llegó hacia la tumba, donde reposaba sin vida el cuerpo de su padre

REMUS JHON LUPIN

10 de marzo 1960

2 de mayo 1998

Soltó un suspiro guardandose  las lágrimas que su cuerpo retenía. Se acuclillo en esta,acariciando la fría losa de piedra que lo cubría.

—Hola papá...— se sentó observando la tumba, sintiendo como sus ojos eran cristalizados— Siento no poder haber venido antes, pero estaba algo atareada. Quisiera presentarte a los nuevos integrantes de la familia—hizo unas señas para que sus tres hijos se acercaran

Estos se miraron entre ellos, y tomando sus manos se dirigieron hacia su madre, sentandose a sus lados.

—Jackson Nicholas, el mayor de todos— sonrió besando la mejilla de su hijo mayor.— Remus Orión, como tu y el tío Sirius me animasteis a adoptarlo— besó la cabeza del menor — Y a la lobita ya la conoces.

—Me hubiera encantado haberte podido conocer abuelo, no sabes la emoción que me causa escuchar todas tus historias, incluso creo que ya me las se todas de memoria— rió leve Jackson haciendo que todos se le contagiaran,quitandose algunas lagrimas que habían sido soltadas

—Estoy muy feliz de poder llevar tu nombre, el nombre de un hombre tan leal, fuerte y valiente. Intentaré hacerle honor— aseguró Remus, dejando a los pies de la tumba una tableta de chocolate— Cuando escuchaba tus historias, mamá siempre me decía que adorabas el chocolate, por lo que pensé que sería una buena idea traerte una tableta de este.

Elizabeth miró conmovida a su hijo menor, sonriendo entre el mar de lágrimas

—Al principio me asuste cuando descubrí que era una licantropa, pero en parte no me desagrada, pues me siento mucho más cercana a ti abuelo.— afirmó la menor sonriendo en la tumba de este.

—Tus nietos están tan orgullosos de ti, papá — sonrio enternecida, secandose las lágrimas y haciéndole una seña a Fred quien se puso a su lado agarrando su mano— Estoy prometida a Fred papá,  no sabes lo que me hubiera gustado que tu y el tío Sirius me llevarais al altar como tantas veces lo planeasteis en mi adolescencia.

Fred recordó como los dos amigos se batian en una lucha por ver quién llevaría a Elizabeth al altar cuando se casara, lucha que al final terminó por decidir esta que la llevarían ambos, cada uno de un brazo.

—Me hubiera encantado poder pedir la mano de su hija, y que me amenazaras de muerte como tantas veces lo hiciste en la adolescencia— recordó con añoro—Pero aquí, frente a toda la familia te prometo que la cuidaré y la amaré el resto de mis días, que la haré todo lo feliz posible y que nunca, nunca más me separaré de ella ni de mis hijos.

Todos lo miraron con dulzura y cariño, haciendo que sus hijos se aferraran a su pecho y Elizabeth besara su mejilla enternecida.

Tras confesarle y hablar con el Lupin, la familia se levantó de la tumba y antes de irse, Elizabeth y Fred hicieron que con su varita aparecieran un par de ramos de  flores, para adornar la tumba del Lupin.

—Te quiero muchisimo, papá.

Junto a la mano de su prometido, salieron del cementerio con sus hijos detrás. La familia que lograron formar.

Era cierto, que el destino le puso muchos obstáculos en el camino  y les seguirá poniendo pero ambos estaban seguro de que su amor era lo bastante fuerte como para poder derrotarlos juntos.

—Te amo tanto, señorita Bennet— besó el anillo que reposaba en el dedo anular de la mujer sin separar sus ojos avellanas de las perlas chocolatadas de la mujer.

—Te amo más, señor Darcy

Y una vez más confirmaron, que los amores efímeros son los amores eternos son los más breves

●●●

Ilusos, ilusos eran si creían que se iban a deshacer tan fácilmente de ella.

Seguia encarcelada en el ministerio, gracias al manipulable auror que interfería para que su juicio se alargara. Era tan patético ver lo que la gente hacía por simplemente un oral, que a Kailei le daban ganas de reír.

Miraba la mugrosa pared que tenía enfrente, pensando en cada una de las personas que pagarían su dolor.

La primera de ellas, Elizabeth Lupin. Por haberse robado el corazón de su amado George Weasley,  haber jugado con el y no valorarlo para después simplemente empezar en una relación con su gemelo. Repugnante, le parecía.

Lograría herir a toda la familia,  todos los que en su relación se interpusieron o simplemente los que la hicieron sufrir .

Pensaba en su amado las veinticuatro horas del día, soñaba con el y en como ambos lograrían iniciar una vida juntos, alejados de Elizabeth Lupin y la familia Weasley.

No le importó matar a sangre fría a Jessica Banes, quien la hirió tanto en su adolescencia como no le importaría herir a todos los que se entrometieran en su camino

Porque George Weasley y ella estaban destinados a estar juntos, y conseguiría que el destino se cumpliera pasara lo que pasase.

Sacandola de sus pensamientos el joven auror se hizo notar, dando con su varita a los barrotes de su celda, haciendo que la mujer dirigiera su mirada a este.

—¿Lo conseguiste?— inquirió sin ni siquiera tomarse el tiempo para moverse de su sitio

—El juicio se ha aplazado — informó el joven auror, orgulloso de poder satisfacer a la bonita mujer que se encontraba dentro de la celda.

—Perfecto, puedes irte— ordenó en un tono seco la Lombrad, viendo con odio al hombre.

Este al ver su mirada y escuchar su tono, lo tomo como una señal para obedecer y asi lo hizo, yéndose dejando a la Lombrad sola, con sus pensamientos.

Miró hacia el techo de la celda, con una maligna y psicópata en su rostro.

—No debieron subestimarme, si creían que jamás volvería a hacerles daño en su vida estaban muy equivocados.— pausó sonriendo malignamente— Querida Elizabeth Lupin, disfruta mientras puedas, pues tu destino será el mismo que el de la pobre Banes, pero me encargaré de que sufras lentalmente, haciéndote daño donde más te duele. Y Georgie, nadie se interpondrá de nuevo entre nosotros mi amor.

Hizo una pausa, imaginando su vuelta y como heriria a cada familiar que amara la Lupin o en cada persona que se le acercara a su amado.

—Nos veremos de vuelta, Elizabeth. Esto no ha hecho nada mas que comenzar

OMG ESTO TERMINO :(

Los veo en Ramé, próximamente si gustan para seguir con la historia..

Las amo <3

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