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Era el día, finalmente creyó reunir en su mente todos los Conocimientos necesarios para poder escapar finalmente de esa horrible choza y de esa pesadilla en la que su hermanastra logró involucrarlos.

Tenia que concentrarse para que todo saliera "bien".

—Saldrá bien— aseguró la menor dejándole un beso en la mejilla — confio en ti.

A pesar de que tenia miedo por lo que podía pasar y estaba sumamente preocupada por el joven, tenía que demostrar que no lo estaba para que este no tuviera más miedo del que seguramente ya permanecía en su cuerpo.

Agarró su mano asintiendole.

—Gracias peque, y recuerda cuando no esté aquí si Kailei se da cuenta grita, patalea, defiendete— exigió el menor, acariciando la mejilla de la pelirroja con cariño— Aguanta todo lo que pueda hasta que vengan a por ti.

—Lo haré Jack.— sonrió enternecida viendo como el mayor se preocupaba por ella.— Ahora concentrate, necesitas imaginar como es La Madriguera tras todo lo que te conté.—

Jack asintió y dejó un beso en la frente de la pelirroja,  alejándose de ella para que no saliera dañada en la aparición.

Se puso de pie con las pocas fuerzas que le quedaban, y antes de poder concentrarse para realizar la aparición, la voz de Hiraeth lo distrajo.

—Jack— llamó la menor sentada en el suelo viéndolo.

El joven giró la cabeza hacia su dirección, viendo el rostro magullado de la joven, lo que le partió su corazón dolorosamente.

—¿Si, peque?—

—Te quiero— confesó, intentando mostrarle una sonrisa en su rostro

En el tiempo que habían estado encerrado, ambos habían desarrollados sentimientos por el otro. Habían formado una preciosa relación, fundamentada en el cariño y el amor fraternal que se tenían el uno al otro.

Se consideraban hermanos, pues ambos habían ejercido ese papel. Jackson sobreprotegiendo a Hiraeth por todas las cosas, cuidandola y preocupándose por ella como un hermano mayor y Hiraeth preocupándose por el y por su estado de salud, demostrandole cariño y confianza como si fuera su ejemplo a seguir.

Nunca se habían sentido así con ninguna otra persona. Desde el primero momento en el que se vieron, sintieron un extraño sentimiento que ahora lo podían denominar como que el destino los encontró.

Jackson desde que vio a la pequeña tan indefensa, se sintió en el labor de protegerla.

La quería más que a nada.

—Yo también te quiero peque, muchisimo—

●●●

Pasado un tiempo, Hiraeth esperaba impaciente que vinieran a por ella y que todo hubiera salido bien. Lo que más quería es que Jackson no hubiera salido herido.

Tenia demasiadas ganas de finalmente ver a su familia, volverse a reencontrar con ella, pero más ganas tenía aún de ser curada pues sus heridas cada vez dolían más.

Abrieron la puerta de un golpe, sobresaltando a la menor. Miró hacia esta con esperanza de ver a su madre , padre o cualquier miembro de su familia aparecer tras esta, pero a la única persona que vió fué a la Lombrad, con una mirada de frustración y furia en sus ojos.

—¡Tu!— se acercó a la menor en cuanto la vio, apuntandola con la varita—¡Pequeña idiota!

El cuerpo de Hiraeth se tensó al verla y su miedo creció al notar como bajaba la varita hacia su garganta, apretando esta con fuerza dejándola casi sin aire, sin respiración.

—¿Te acuerdas lo que pasó con Jessica?— inquirió con una mirada de odio profundo, apretando con más fuerza en la tráquea de la menor, quien intentaba dar grandes bocanadas de aire aunque no podía.—¡Responde pequeña perra!

El corazón de Hiraeth latía con fuerza, y sentía como se iba a desmayar en cualquier momento por la falta de aire. Asintió como pudo al ver como amenazaba con apretar más el agarre.

En su mente, pedía que su familia llegara lo antes posible.

—Muy bien—siguió sin soltar la varita, ejerciendo aún fuerza y haciendo que alzara el mentón para que la mirara a los ojos. En la mirada de la pelirroja se podía ver el miedo que tenía.— Pues como le digas  a cualquier miembro de tu familia que yo fui la que te secuestré y maté a Jessica— apretaba con fuerza, haciendo que la pelirroja casi no tuviera aire— Tu serás la siguiente, o tu querida madre Elizabeth.., tu padre Fred.., tus abuelas , o ¿tal vez tu hermanito Jackson?

Se tensó al escuchar el nombre de sus familiares, y en su mente solo venían las imágenes de su madre, su padre, sus abuelas y Jackson siendo torturados. Juraría que escuchaba los gritos de ellos, pidiendo que la Lombrad parara, mientras que esto solo animaba a la mujer ha torturarlos con más ánimo y ganas, mientras estruendosa risas brotaban de sus labios y su mirada reflejaba malicia.

Y ella estaba allí, congelada sin poder hacer nada , mientras cada una de sus familiares que estaban siendo torturados fijaban miradas con ella , reflejaban odio y decepción hasta que finalmente cerraban los ojos sin recobrar el  conocimiento.

—¡Responde niñata!— alzó el mentón de Hiraeth para que esta pudiera mirarla a los ojos

—No.., no diré nada...— aseguró la pequeña asustada.

Kailei separó la varita de su cuello, con una maligna sonrisa en su rostro.  Lo único que ahora tenía que ocuparse era irse rápidamente con su novio para no ser sospechosa en el caso, finjir preocupación, y que no sabia nada sobre su hermanastro. Debía actuar como nunca antes lo había hecho.

Hiraeth se tiró al suelo e inhaló aire, tomando grandes bocanadas, compensando todo el tiempo que estuvo sin poder respirar por culpa de la mujer.

Vio como esta salio de la choza y en el momento que lo hizo soltó un sollozo y se llevó la mano al pecho, esperando que su familia no tardara mucho.

Le había dolido tanto la imagen que vivió, pues se sintió tan real, que necesitaba verlos para confirmar que ellos seguían bien. Lagrimas empapaban su vista, nublando su mirada mientras intentaba aguantar despierta hasta que su familia llegara a por ella, sus nervios estaban a flor de piel.

●●●

—¡Es por ahí! ¡Veo una choza!—anunció el auror , tras caminar varios minutos por el bosque.

Elizabeth, al ver la choza salió corriendo en dirección a esta. Intentó abrir la puerta, empujando con su cuerpo a esta pero resultó nulo.

Por las prisas y la emoción de encontrar finalmente a su hija, se le olvidó cojer la varita y salió disparada tras los aurores hacia el bosque que el joven había mencionado donde supuestamente se encontraba su hija.

—¡¿Alguien podría pasarme su varita!?!— preguntó al ver que su cuerpo no ejercía la fuerza suficiente como para abrir la puerta.

Hiraeth quien se encontraba aún tirada en el suelo, sin fuerza ninguna para poder levantarse reconoció la voz de su madre y sin darse cuenta sonrió con algunas lagrimas en su rostro al escuchar su voz.

Fred Weasley, quien iba tras la mujer tuvo que sacar su varita que la tenía guardada en el bolsillo derecho del pantalón para entregarsela. Afortunadamente el habia agarrado su varita, pues sabía que la mujer no lo haría, la había visto correr hacia el bosque con la unica preocupación en su rostro de encontrar a su hija sana y salva.

—Toma.— se la lanzó Fred, ya que aún no llegaba a su paso.

Elizabeth agarró la varita del pelirrojo al vuelo, y se apartó hacia atras para levantar la varita y abrir la puerta de un hechizo.

—¡Elizabeth no!— ordenó Potter, el auror que llevaba el caso, llegando a su altura—¡No puedes hacer eso!, ¡Puede haber alguna pista para el caso!

—¡Al diablo con las pistas y el caso, solo quiero ir por mi hija!¿¡Que mierda no entiendes, Harry?!— habló con firmeza la mujer, mirando al Potter por primera vez en su vida con una fulminante mirada.

—¡Mama, Papa!— se escuchó un grito proveniente de dentro de la choza.

Ambo se miraron rapidamente al reconocer la dulce voz de su hija, aunque esta vez sonaba rota y dolida. Hiraeth reunió todas las fuerzas posibles que tenía para gritar y que sus padres supieran que estaba allí.

—¡Apartate de la puerta, calabacita!— gritó Fred para que su  hija pudiera enterarse, colocándose a un lado de Elizabeth— ¡Te vamos a sacar de ahí!

—¡Alohomora!— conjuró Elizabeth.

La puerta, salió disparada en vez de ser abierta, suponían que algún hechizo debió ser puesto pues salió rota en diminutos pedazos. Elizabeth y Fred corrieron hacia el interior de la choza.

Hiraeth reunió todas las fuerzas que le quedaba para abrir los ojos y ver a sus padres, quienes ambos tenían los ojos nublados por las lagrimas.

—Mi niña..— Elizabeth corrió hacia ella junto a Fred.

—Mama, Papa...— murmuró la menor viendolos con tristeza y alivio..

—Calabacita, te voy a levantar ¿si?, no te haré daño pero si te duele algo al hacerlo dímelo y seré menos brusco— informó el Weasley, acariciando la mejilla de su hija que estaba llena de rasguños y hematomas de color morado.

La menor asintió, y cuando su padre con delicadeza consiguió levantarla poco a poco, se aferró a su cuello y enterró la cabeza en su pecho inhalando el olor  a pólvora que emanaba su padre. Cuando su madre se acercó y cogió su mano reconoció el olor a lavanda que está siempre desprendia.

Estaba segura, estaba en casa. 


¡La encontraron! Finalmente la encontraron!

No saben lo feliz que fui al escribir este capítulo, finalmente se reencuentran

Que os a parecido?

Teneis alguna teoría?

No os olvideis de votar y comentar, los quiero mucho, nos leemos! <3

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