🌹࿐「 𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝖮6 」
«𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝗇𝗎́𝗆𝖾𝗋𝗈 𝗌𝖾𝗂𝗌»... [𝖮6]
❝𝗖𝗲𝗹𝗼𝘀 𝗽𝗲𝗹𝗶𝗴𝗿𝗼𝘀𝗼𝘀❞
El aire fresco de la mañana llenaba el jardín del palacio, donde los rayos del sol se filtraban entre las ramas de los árboles, creando patrones de luz y sombra sobre los senderos de piedra. Jimin caminaba despacio, sus manos entrelazadas frente a él, su mente enredada en pensamientos que no conseguía ordenar. Cada rincón del palacio parecía susurrarle un recordatorio de su compromiso, de sus deberes, de un destino que cada día le resultaba más ajeno.
Los jardines eran su único refugio, un lugar donde las altas murallas del palacio no parecían tan opresivas y donde, al menos por un momento, podía fingir que su vida no estaba completamente definida por expectativas ajenas. Sin embargo, incluso allí sentía el peso de su posición. Cada flor, cada seto perfectamente cuidado le recordaba que todo estaba diseñado para ser perfecto, intachable, igual que él debía ser.
Cuando llegó a un rincón apartado, se detuvo junto a un banco de mármol y se dejó caer sobre él con un suspiro. Cerró los ojos, tratando de alejar el zumbido constante de sus preocupaciones, pero no tardó en escuchar unos pasos acercándose. Su cuerpo se tensó automáticamente, temiendo que fuera alguien del servicio enviado por Min para recordarle alguna tarea. Sin embargo, al abrir los ojos, encontró la figura familiar de Jeon Jungkook.
El caballero llevaba su uniforme habitual, pero había algo en su porte que siempre parecía romper con la formalidad impuesta. Quizás era la forma en que sus ojos oscuros miraban directamente, sin servilismo, o la tranquilidad que emanaba incluso en su postura más rígida.
━ ¿Le molesto? ━ preguntó Jeon con una inclinación de cabeza, manteniendo la distancia apropiada.
Jimin negó con la cabeza, indicando con un gesto que podía acercarse.
━ No, Jeon. En realidad, estoy... agradecido de no estar solo.
Jeon avanzó unos pasos, pero se mantuvo de pie, con las manos detrás de la espalda. Su mirada evaluaba cuidadosamente a Jimin, como si pudiera ver el cansancio en sus ojos y la tensión en sus hombros.
━ Parece preocupado.
Jimin soltó una risa breve y amarga, mirando hacia las flores que bordeaban el camino frente a ellos.
━ Preocupado es quedarse corto. Me siento... atrapado.
Jeon frunció el ceño ligeramente, pero no interrumpió. Esperó, dándole espacio para que continuara.
━ Cada día que pasa ━ siguió Jimin, con la voz baja y temblorosa ━, siento que encajo menos en este lugar. Todo lo que hago parece estar mal. No soy lo suficientemente fuerte para Min, no soy lo suficientemente obediente para su padre, y definitivamente no soy la imagen perfecta que ellos quieren.
Se detuvo un momento, respirando profundamente, antes de soltar una confesión que había estado cargando en silencio.
━ No sé si puedo hacer esto.
Jeon se movió entonces, rompiendo su postura rígida para arrodillarse frente a Jimin. El movimiento fue inesperado, pero no había nada de servil en él, solo un gesto de cercanía.
━ Señorito ━ dijo con suavidad ━, entiendo cómo se siente.
Jimin lo miró, sorprendido por la sinceridad en su voz.
━ ¿Tú? Pero tú...
━ Soy solo un sirviente, lo sé ━ interrumpió Jeon, con una pequeña sonrisa que no alcanzaba a sus ojos ━. Pero incluso en mi posición, uno puede sentirse fuera de lugar.
Jimin frunció el ceño, intentando comprender.
━ ¿Cómo?
Jeon dejó escapar un suspiro, mirando hacia las flores por un momento antes de volver su atención a Jimin.
━ La vida aquí, en el palacio, está llena de reglas, de expectativas. Incluso como sirviente, uno siente que no pertenece del todo. Siempre hay alguien dispuesto a señalar tus errores, a recordarte tu lugar. Y cuando intentas ser más, aspirar a algo diferente, el peso de esas expectativas puede aplastarte.
Jimin se quedó en silencio, procesando sus palabras. Había algo reconfortante en saber que, de alguna manera, no estaba completamente solo en su lucha.
━ ¿Y cómo lo haces? ━ preguntó finalmente ━. ¿Cómo soportas todo eso?
Jeon se enderezó ligeramente, como si buscara las palabras correctas.
━ Encuentro pequeñas cosas que me dan fuerza. Un momento de silencio en los jardines, la satisfacción de un trabajo bien hecho, incluso una conversación como esta. No siempre es suficiente, pero es lo que me mantiene en pie.
El silencio volvió a instalarse entre ellos, pero no era incómodo. Jimin se permitió mirarlo directamente, notando detalles que antes no había percibido: la firmeza en su mandíbula, la suavidad inesperada en su mirada.
━ Gracias, Jeon ━ murmuró después de un rato ━. Por escucharme. Por entenderme.
━ Siempre ━ respondió él, inclinando ligeramente la cabeza en un gesto respetuoso.
Jeon se puso de pie, devolviendo la distancia entre ellos, pero Jimin sintió que algo había cambiado. La conversación, aunque breve, había plantado una semilla de confianza, una conexión que no podía ignorar. Mientras veía a Jeon regresar a sus deberes, Jimin no pudo evitar preguntarse si había encontrado en él algo más que un confidente, algo que aún no se atrevía a nombrar.
Las flores seguían balanceándose suavemente con la brisa, como si el mundo no hubiera cambiado en lo absoluto. Pero para Jimin, algo sí lo había hecho.
El sonido metálico de la piedra deslizándose con precisión sobre el filo de la espada resonaba en la sala. Min, con los ojos fijos en la hoja, afilaba cada curva con la misma atención meticulosa que dedicaba a cualquier tradición de su linaje. Las espadas, de acero antiguo y grabados intrincados, no eran solo armas; eran un símbolo de poder, de autoridad, de un legado que él estaba obligado a proteger. La luz de la tarde entraba por las ventanas altas, reflejándose en el metal brillante y acentuando las sombras que bailaban en las paredes de piedra.
Min respiraba profundamente, disfrutando del ritmo constante de su trabajo, cuando los pasos apresurados de un sirviente rompieron la tranquilidad. Sin levantar la vista, continuó deslizando la piedra contra el filo.
━ ¿Qué necesitas? ━ preguntó, su tono seco e impaciente.
El sirviente, un joven de rostro pálido y nervioso, hizo una reverencia antes de responder:
━ Mi señor, pensé que debía informarle... Su Alteza Jimin está en los jardines con el caballero Jungkook.
La mano de Min se detuvo de inmediato, y el eco del silencio llenó la habitación. Lentamente, levantó la vista hacia el sirviente, sus ojos oscuros cargados de una ira contenida. La piedra cayó sobre la mesa con un golpe sordo, y Min se puso de pie, llevando consigo la espada aún sin terminar.
━ ¿Y qué están haciendo allí? ━ preguntó, su voz baja, pero cada palabra impregnada de amenaza.
El sirviente vaciló, consciente de que cualquier respuesta podría ser peligrosa.
━ No lo sé, mi señor. Solo los vi... conversando.
Min dio un paso hacia él, levantando la espada con un gesto casi casual, pero la intención detrás de sus movimientos era inconfundible.
━ ¿Y creíste que era buena idea venir aquí y molestarme con ese detalle insignificante?
━ Mi señor, pensé que tal vez... tal vez debería intervenir.
El rostro de Min se endureció, y en un abrir y cerrar de ojos, levantó la espada, apuntando directamente al cuello del sirviente. La hoja, aunque no estaba completamente afilada, era lo suficientemente intimidante como para que el joven se quedara inmóvil, su respiración entrecortada.
━ ¿Intervenir? ━ repitió Min, su voz goteando sarcasmo ━. ¿Y quién eres tú para decidir lo que se debe o no se debe hacer con mi futuro esposo?
El sirviente levantó las manos, temblando.
━ Mi señor, yo solo pensé...
━ No pienses. No estás aquí para eso.
Con un movimiento rápido, Min bajó la espada, apuntando al suelo, pero no antes de abofetear al sirviente con el dorso de su mano libre. El golpe resonó en la habitación, y el joven cayó de rodillas, sujetándose la mejilla.
━ Eres un simple sirviente ━ continuó Min, con la voz fría como el acero ━. Recuerda tu lugar.
El sirviente asintió rápidamente, sin atreverse a levantar la vista.
━ Lárgate ━ ordenó Min finalmente, girándose hacia la ventana mientras el sirviente se retiraba con torpeza, aún sosteniéndose el rostro.
Min se quedó allí, observando el paisaje más allá de los jardines del palacio. Su mirada se detuvo en una escena que lo llenó de una rabia aún mayor: Jimin, de pie junto a Jungkook, inclinando ligeramente la cabeza mientras parecía despedirse del caballero. Aunque estaban demasiado lejos para que pudiera escuchar lo que decían, la proximidad entre ambos era suficiente para encender una chispa peligrosa en su interior.
El puño de Min se cerró alrededor de la empuñadura de la espada, sus nudillos tornándose blancos por la fuerza. Cada fibra de su ser deseaba bajar al jardín, interrumpir aquella conversación y recordarles a ambos sus lugares. Sin embargo, se obligó a quedarse inmóvil. Su orgullo, herido por el desaire de Jimin y la intromisión de Jungkook, no le permitiría actuar impulsivamente frente a los demás.
━ Cobardes... ━ murmuró para sí mismo, casi inaudiblemente.
La despedida entre Jimin y Jungkook no fue más que un breve intercambio de palabras, seguido por una inclinación de cabeza por parte del caballero antes de que este se retirara hacia otra parte del jardín. Min observó cómo Jimin se quedaba solo por un momento, su figura pequeña y aparentemente vulnerable contrastando con la vastedad del paisaje que lo rodeaba.
Aunque sabía que su furia era irracional, no podía evitar sentirla. Jimin era suyo, al menos en lo que dictaban las tradiciones y el compromiso que los unía. Cualquier muestra de cercanía con otra persona, especialmente con alguien tan insignificante como un caballero, era una afrenta directa a su autoridad. Pero lo que más le enfurecía era la posibilidad de que Jimin pudiera preferir la compañía de otro antes que la suya.
Llevó una mano a su mejilla, aún enrojecida por el golpe de su padre el día anterior. La humillación que había sentido entonces se mezclaba ahora con la ira y el resentimiento. Su madre nunca habría permitido semejante desobediencia, le había dicho su padre. Pero Min no era su madre, y aunque deseaba demostrar el mismo control férreo que ella había tenido, no podía evitar que las emociones lo dominaran en momentos como este.
Se apartó de la ventana con un movimiento brusco, dejando la espada sobre la mesa. No importaba cuánto intentara controlarse; su mente seguía regresando a la imagen de Jimin, inclinando la cabeza hacia Jungkook, como si aquel gesto de respeto y confianza no estuviera reservado exclusivamente para él.
En silencio, Min juró que no permitiría que esa conexión creciera. Haría lo necesario para recordarles a ambos cuál era su lugar. Pero por ahora, se limitaría a observar y esperar, su ira contenida, pero latente, como un fuego bajo cenizas.
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Ⓒ︎𝖧𝖨𝖲𝖳𝖮𝖱𝖨09
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