🌹࿐「 𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝖮2 」

«𝖢𝖺𝗉𝗂𝗍𝗎𝗅𝗈 𝗇𝗎́𝗆𝖾𝗋𝗈 dos»... [𝖮2]

❝𝗝𝗮𝗿𝗱𝗶𝗻 𝗱𝗲 𝗱𝗲𝘀𝗶𝗹𝘂𝘀𝗶𝗼́𝗻❞

Desde el primer día, Jimin había sido testigo de la naturaleza inflexible de Min Yoongi. Aquel hombre, su futuro esposo y el príncipe heredero del reino Min, era en todos los sentidos una figura imponente y, a la vez, distante.

En presencia de Yoongi, cada paso de Jimin se tornaba más pesado, cada palabra suya era medida con cautela, consciente de que un solo error podría desencadenar la ira o el desprecio de su prometido. Era claro que Yoongi no compartía ningún tipo de aprecio por él; lo veía como alguien que estaba allí para cumplir con un propósito, uno tan frío y calculado como el mismo reino que gobernaba.

Al principio, Jimin intentó cumplir con sus deberes sin cuestionarse demasiado. Como doncel, había sido educado desde pequeño para aceptar su destino sin protesta, para adaptarse y servir a quienes la vida, o más bien su condición, le impusiera. Su educación había sido rigurosa en todos los aspectos; sabía que, como futuro consorte, su papel era subordinarse, ser un soporte fiel y obediente para el príncipe. Sin embargo, no podía evitar que el carácter gélido de Yoongi lo afectara profundamente, dejando cicatrices invisibles que, día tras día, se acumulaban en su corazón.

Cada encuentro entre ellos se convertía en un recordatorio de la soledad que envolvía su vida en el palacio.

Las conversaciones, si acaso podían llamarse así, eran siempre unidireccionales, una serie de órdenes o comentarios que Yoongi lanzaba sin mostrar la más mínima intención de entablar un diálogo genuino. Cuando Jimin intentaba acercarse con una sonrisa, con la esperanza de generar algún tipo de conexión, lo único que recibía a cambio era una mirada fría, desprovista de cualquier atisbo de humanidad.

━ Mi señor, he organizado los documentos como me pidió ━ se atrevió a decir un día, intentando agradarle en lo que fuera posible.

Yoongi apenas lo miró antes de asentir con un gesto casi imperceptible.

━ Espero que no haya errores. No tengo tiempo para revisar lo que otros deberían hacer bien a la primera ━ respondió sin siquiera detenerse a comprobar el trabajo de Jimin, su tono cortante y despectivo.

La indiferencia de Yoongi era palpable, y el esfuerzo de Jimin por cumplir con sus deberes nunca parecía ser suficiente. A veces, Jimin llegaba a cuestionarse si alguna vez lograría satisfacer a aquel hombre, si habría algo que pudiera hacer para ganarse su respeto, o al menos, su reconocimiento. Pero incluso en sus pensamientos más optimistas, la realidad se imponía: no era más que una pieza en el vasto esquema del reino, un peón destinado a cumplir una función específica sin esperar nada a cambio.

Con el tiempo, la situación comenzó a afectarlo más de lo que había anticipado. Había noches en las que, encerrado en su habitación, se sentía como un prisionero, atrapado en un mundo de expectativas inalcanzables. El palacio, con sus majestuosos salones y sus interminables corredores, se transformaba en una prisión dorada de la que no podía escapar. A veces, se sorprendía a sí mismo deseando regresar a la vida simple que tenía antes de ser enviado al reino Min, incluso si eso significaba renunciar a cualquier posibilidad de poder o prestigio.

En una de esas noches, mientras estaba sentado junto a la ventana, recordando la figura anónima del caballero que había visto días atrás, escuchó pasos que se acercaban. La puerta se abrió, y Yoongi entró en la habitación, su expresión severa como de costumbre.

━ He oído que últimamente has estado distraído ━ comentó Yoongi, sus ojos oscuros fijos en Jimin ━. No me gustaría pensar que mis instrucciones no son lo suficientemente claras.

Jimin se irguió, tratando de no mostrar la incomodidad que sentía bajo aquella mirada helada.

━ Mis disculpas, mi señor. Intento hacer todo lo que está a mi alcance para cumplir con sus deseos.

Yoongi se cruzó de brazos y lo miró en silencio durante unos segundos, como evaluando cada palabra.

━ Espero que así sea. No me interesan las excusas ni los lamentos. Aquí, todos tienen un rol, y es tu responsabilidad desempeñarlo correctamente ━ sentenció con una voz que no admitía réplica.

Jimin asintió, aunque el peso de aquellas palabras parecía hundirlo aún más en la desolación que sentía. Cada vez le resultaba más evidente que Yoongi lo veía como algo desechable, un recurso destinado únicamente a cumplir una función sin esperar el más mínimo reconocimiento o afecto.

Cuando Yoongi salió de la habitación, dejando tras de sí un silencio opresivo, Jimin se permitió respirar profundamente, como si hasta ese momento hubiese contenido el aliento. Sentía que cada interacción con Yoongi era una batalla silenciosa, una lucha por mantener su dignidad en medio de un ambiente que parecía diseñado para despojarlo de cualquier vestigio de humanidad.

Había momentos en los que se preguntaba si alguna vez lograría adaptarse a la vida en el palacio, si podría soportar la frialdad de aquel hombre que, por más que intentaba ver de otra manera, se mostraba impenetrable y distante.

A pesar de todo, Jimin seguía intentando cumplir con sus deberes. Se presentaba en las reuniones, acompañaba a Yoongi en sus paseos por los jardines del palacio, y asistía a las ceremonias en silencio, como si fuera un fantasma que apenas existía en el margen de la vida de su prometido. Pero, con cada día que pasaba, se hacía más difícil ignorar la dureza con la que era tratado. Yoongi parecía dispuesto a recordarle constantemente que él no era más que un accesorio en el palacio, alguien que estaba allí por una obligación y que podía ser reemplazado en cualquier momento si así lo deseaba.

Finalmente, una tarde, mientras Jimin observaba desde lejos a Yoongi discutiendo asuntos del reino con su padre, comprendió que no había nada que pudiera hacer para cambiar la situación. Estaba atrapado en un ciclo interminable de sumisión y deberes, un ciclo que no le ofrecía más que soledad y tristeza. A partir de ese momento, decidió que, aunque no pudiera escapar físicamente de aquel lugar, su corazón se protegería, se mantendría lo más lejos posible de aquella frialdad que amenazaba con destruirlo desde dentro.

Quizás, en el fondo, siempre supo que su destino estaba marcado por la rigidez de su condición y que Yoongi no era más que el rostro de una realidad cruel de la que no podía huir.

El sol caía suavemente sobre los jardines del palacio, tiñendo cada rincón con destellos dorados que se filtraban entre las hojas y las flores cuidadosamente ordenadas. Jimin, sumido en sus pensamientos, caminaba casi de manera automática, siguiendo los senderos de piedra que se entrelazaban como un laberinto elegante pero, para él, cada vez más confuso.

Había decidido dar aquel paseo como un intento de aliviar el peso de su corazón, con la esperanza de que el aire fresco y el aroma de las flores le devolvieran algo de paz. Sin embargo, pronto se dio cuenta de que había perdido el rumbo entre las avenidas bordeadas de árboles, como si aquel lugar se burlara de su intento de encontrar algún respiro en su vida en el palacio.

Jimin giró una vez más, intentando recordar el camino de regreso, cuando un crujido en el suelo, suave y apenas perceptible, le advirtió de la presencia de alguien. Al levantar la mirada, sus ojos se encontraron con los de un hombre alto y fuerte, vestido con la armadura modesta pero digna de un caballero del reino. Su semblante era sereno, sus ojos profundos y oscuros le transmitían una extraña calma, una calidez que contrastaba con la frialdad constante de aquel lugar.

━ ¿Se encuentra bien, señor? ━ preguntó el caballero con una voz grave pero amable, inclinándose levemente en un gesto de respeto.

Jimin, sorprendido por la atención inesperada, sintió cómo se encendía un leve rubor en sus mejillas. Estaba tan acostumbrado a moverse en silencio, a obedecer sin cuestionamientos, que por un momento se encontró enmudecido, incapaz de articular respuesta alguna. Bajó la vista, acostumbrado a aquella postura sumisa, y asintió en silencio, aunque la confusión en su mirada traicionaba su intento de mostrar compostura.

━ ¿Se ha perdido? ━ insistió el caballero con un tono más suave, percibiendo la indecisión de Jimin.

━ Yo... sí, un poco ━ murmuró finalmente, sin atreverse a levantar la mirada.

El caballero sonrió levemente, con una expresión tan genuina que, por un instante, Jimin se sintió extrañamente reconfortado. Había algo en él, en su presencia segura y en la calidez de su mirada, que lograba atenuar el peso que sentía en su pecho desde que había llegado a aquel lugar.

━ Permítame ayudarle. Los jardines pueden ser un laberinto para quienes no están acostumbrados a ellos ━ dijo el caballero mientras hacía un gesto invitándolo a seguirle.

Jimin comenzó a caminar detrás de él, manteniendo la distancia adecuada, sin cruzar palabra. Su mente, condicionada por años de obediencia y sumisión, le impedía relajarse completamente, a pesar de la cercanía de aquel hombre que parecía tan dispuesto a asistirle sin pedir nada a cambio. Observaba sus pasos cuidadosamente, asegurándose de no cometer error alguno, de no parecer más torpe de lo que ya se sentía al haberse perdido en un lugar tan simple como los jardines.

De pronto, un pequeño tropiezo en el camino lo sorprendió, y perdió el equilibrio. Sintió cómo su cuerpo se inclinaba hacia adelante, y por un instante temió la caída. Sin embargo, antes de que sus rodillas tocaran el suelo, el caballero extendió su brazo con rapidez, sujetándolo con firmeza y evitando así el golpe.

━ ¡Oh! Muchas gracias ━ dijo Jimin, recuperando el aliento y enderezándose con cuidado, aunque aún sentía el calor de la mano de aquel hombre en su brazo.

━ No hay de qué preocuparse, señor. Aunque, si me permite decirlo, debería tener más cuidado. Una caída podría provocarle una herida dolorosa ━ respondió el caballero, sin soltarlo hasta que estuvo seguro de que Jimin había recuperado completamente su equilibrio.

Jimin bajó la vista, aún un tanto avergonzado por su torpeza, y murmuró con timidez:

━ Sí, tiene razón... La verdad es que no me gustaría que... bueno, que mi piel quedara marcada. No sería... adecuado.

El caballero lo miró en silencio durante unos segundos, como si intentara descifrar la razón detrás de aquel comentario. Luego, con una sonrisa gentil y una mirada que irradiaba comprensión, respondió:

━ La apariencia es importante, sí, pero no tanto como la salud. Si alguna vez llegara a caer y lastimarse, recuerde que lo más importante sería sanar sus heridas, no el aspecto de las cicatrices. Las cicatrices... bueno, nos recuerdan que hemos vivido, que hemos resistido.

Jimin levantó la vista, sorprendido por la sinceridad de aquellas palabras. Había algo en la voz de aquel hombre, algo en su forma de expresarse, que lo hacía sentir diferente, como si, por primera vez en mucho tiempo, alguien realmente le hablara a él y no solo a una figura subordinada. No sabía cómo responder; aquella clase de pensamientos no le eran familiares, pues había aprendido a priorizar la obediencia y la apariencia sobre cualquier otro aspecto de su vida. Pero las palabras del caballero lo hicieron cuestionarse, aunque fuera por un breve instante.

━ Gracias... ━ murmuró, sin saber si se refería a la ayuda en el momento o a aquella breve lección, una que parecía insignificante pero que, de algún modo, lograba reconfortarlo más de lo que se atrevía a admitir ━. Creo que... intentaré recordarlo.

El caballero asintió, con una ligera inclinación de cabeza, y por primera vez Jimin se permitió observarlo detenidamente. No solo era un hombre de apariencia fuerte y noble; había algo en él que irradiaba serenidad y amabilidad, una energía cálida que contrastaba de manera abrumadora con la frialdad de todo lo que había conocido en el palacio. Aquella interacción breve, apenas unos minutos, había tenido un impacto en él que no podía comprender completamente.

━ Mi nombre es Jeon Jungkook, por cierto ━ dijo el caballero, rompiendo el silencio con una sonrisa tranquila ━. Si alguna vez necesita ayuda para recorrer estos jardines o cualquier otro rincón del palacio, no dude en buscarme.

Jimin parpadeó, sorprendido. No estaba acostumbrado a que alguien le ofreciera asistencia sin algún interés oculto. Aquella amabilidad desinteresada lo tomó desprevenido y, por un momento, sintió una extraña mezcla de agradecimiento y confusión.

━ Gracias... caballero Jungkook ━ repitió en voz baja, intentando disimular el nerviosismo que comenzaba a sentir ━. Seré cuidadoso en adelante.

Jungkook asintió una vez más antes de alejarse, sus pasos resonando suavemente en el sendero de piedra. Jimin se quedó allí, observando cómo se perdía entre los árboles, su figura desapareciendo lentamente en el paisaje. Aquella breve conversación, casi insignificante en apariencia, había dejado en él una impresión duradera. A pesar de la rigidez de su vida en el palacio, aquella interacción cálida y sincera parecía abrir una pequeña ventana hacia algo diferente, algo que no lograba comprender del todo.

Cuando retomó el camino de regreso, Jimin no podía evitar que su mente volviera una y otra vez a aquel encuentro, a las palabras de Jungkook, a la suavidad en su tono de voz. Había algo en aquel hombre que, sin entender del todo, lo hacía sentirse más ligero, como si, por primera vez en mucho tiempo, hubiera encontrado una chispa de esperanza en medio de la oscuridad que lo rodeaba.

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Ⓒ︎𝖧𝖨𝖲𝖳𝖮𝖱𝖨09

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