28.

— Ese día se fue a la mierda todo, absolutamente todo, a Andrés el plan se le iba de las manos, literalmente. Nairobi muerta, Tokio muerta, no podían haber más muertes. Ya no. Pero el tampoco iba a devolver el oro, lo mejor que pudo haber hecho Sergio fue fingir que les habían robado el oro; eso no estaba en el plan, pero fue exactamente esa mentira la que llegó a salvarles el culo. —

— Alicia estuvo a los tiros contra todos, le hubiera gustado mucho más disfrutar de la ducha que se tomó esa mañana, su carrera se había ido a la mierda ahora, definitivamente, su único motivo por el cual quería salir era Aitana, seguir recibiendo sus dibujos, seguir abrazándola, seguir tratando de ser la mejor madre para la niña de pecas. —

— La mujer esa misma tardé entendió que Berlín mataría por ella luego de ver como no solo le apuntó con un arma a todos los que querían entregarla para que la dejen como colador a ella por traidora, tenía alrededor de seis armas apuntándole mientras ella estaba también siendo escudada por Lisboa. Y realmente mató por ella cuando luego de lanzarla a la fuerza por el montacargas obligándola a bajar le pegó un tiro en la cabeza a uno de los soldados que los rodeaban. Luego bajó el, Denver a la par y Tokio se sacrificó. —

— No era alguien muy importante para el, pero a la vez le permitió descansar la cabeza sobre su hombro cuando estaban sentados en un silencio cómodo, no se le escapó la lágrima pero si un suspiro de cansancio. Tendrían que haber matado a Gandia cuando hubo oportunidad, Andrés trataba de no culpar a Martín, su mejor amigo, quién de cierta forma lo liberó, pero ambos supieron que la amistad se había roto cuando Palermo también se puso del lado de "dejar a Alicia como colador", podía meterse con quien sea pero no con su mujer. Que ya no era su mujer, pero a la vez si lo era. —

— Cuando se encontraron todos reunidos en esa jodida ronda fue un espanto, al final estaban París, Berlín y finalmente Lisboa. Había una leve esperanza en que no morirían, o eso quería creer la oji-azul. No podía morir aún, el plan era entrar a matar a toda la banda, no entrar a disparar con ellos ya que su amado estaba vivo. —

— Cuando Sergio observó a Alicia, cuando sus miradas se encontraron, el ya en si quería llorar, había pena en su rostro, horrenda, no podía dejarla morir a ella, ni a Andrés, mucho menos a Raquel.
La primera fue su mejor amiga, su hermana mayor, la que hacía karaokes con Andrés o sola haciéndolo reír, ayudándolo en las tareas, jugando al ajedrez. Se lo debía, debía cuidarla como ella hizo con el durante diecisiete años de vida. —

— Y así fue, a las horas salió por todos los noticieros la supuesta muerte de todos y cada uno de ellos, claramente Alicia iba en el mismo carro que Andrés, fue maravilloso salir de esa bolsa, sentarse, el hombre la miraba con una leve sonrisa a pesar de estar lleno de mugre, mientras que ella mantenía esa puta expresión seria qué había tenido con el desde que se volvieron a encontrar, ni una puta sonrisa se le había escapado a la cabrona. — Estamos vivos. — Comentó, sonriéndole. —

¿Y qué pretendes?¿Un beso por haber ganado?

¿Realmente quieres que te conteste? — La mujer revoleó los ojos, cuando en su juventud tenía partidos ella a pesar de el estar asqueroso luego del partido lo abrazaba, le daba besos y claramente luego tomaban una ducha. Al menos ahora le hablaba. —

— Alicia se bajó del metal donde estaba sentada, encontrando un paquete con ropa, ropa que era para ella e incluso tenía una cinta puesta que decía "París" y eso estaba listo con tiempo. — Ya sabias que iba a venir. — Dijo mientras le enseñaba la bolsa con la ropa y el ya se estaba desvistiendo para ponerse su traje. —

Tal vez me compartiste tu habilidad de presentimiento por telepatía. — Le dio la espalda mientras ella se vestía pero giró para tomar la corbata, no iba a verla pero estaban cuestionablemente cerca, no podía no verla a ella, primero le sonrió, luego analizó su cuerpo que solamente tenía puesto la blusa blanca encima. Estaba con una sonrisa hasta que su mirada se frenó en la cicatriz de la cesárea la cual apenas se veía y la pelirroja bajó la prenda más de lo que debía para taparse. — ¿Qué es eso?

Nada. — Se estaba poniendo la falda bajo su mirada, la prenda subió hasta que Andrés la frenó luego de acercarse en un movimiento rápido. En silencio ella observaba como sus dedos le levantaron levemente la blusa, la cicatriz casi no se veía, pero para aquel hombre que tenía memorizado su cuerpo claro que notaba ese detalle. —

— Ahora el silencio ya no era "cómodo", era tenso, ambos terminaron de vestirse sin mirarse, estaban parados, cada uno contra una pared y fue Andrés quién hablo, haciendo la pregunta más estúpida, pero habló primero. — ¿Tuviste un bebé?

— Era inútil negar. — Si, uno solo.

¿Con quién?

No importa. — Se alzó de hombros desviando la mirada pero pudo escuchar sus pasos acercándose, hasta que lo tuvo tan cerca que para verlo tenía que subir un poco el mentón, había crecido pero no lo suficiente para ser más alta que el. —

No me esperaste. — Le reprochó mientras la observaba. —

Claro que no, ¿O tu me esperaste para casarte? — Alzó las cejas, ambos ofendidos, ella por no ser la primer esposa y él porque ella había tenido un bebé...sin embargo ella si tuvo un bebé de el. —

¿Con quién lo tuviste Alicia? — Esa era una de las pocas veces en las que no le decía por un apodo. Le dolió. —

Té repito, ¿Qué te importa? No estás en el mínimo derecho de pedirme o reclamarme nada. — Lo empujó y se volvió a sentar en el metal, por lo que tenía entendido iban a ir a un avión o algo que los vaya a sacar de España. Apenas llegue ella se iría a buscar a su hija y vería que mierda hacía con su vida ahora. —

Alicia Sierra, esto es mucho más importante que alguna esposa, dime algo de eso. — Dijo refiriéndose a la criatura. — Lo que sea.

No.

El viaje es largo.

Que sea largo y silencioso entonces.

— Ahora si ya había más tensión que antes, cada uno en una pared distinta, Alicia observaba por la ventana mientras que Andrés limpió disimuladamente la lagrima que cayó por su mejilla, una no, tres al menos. —

— A la hora llegaron, eran los únicos que faltaban y para su sorpresa al bajar, su hija y la abuela ya estaban ahí. Nadie sabía quiénes eran, solo Sergio sabía quién era su madre y Raquel estaba encantada de reencontrarse con su ahijada. —

¡MAMI! — Gritó Aitana, al verla bajar y corrió hasta la mayor la cual no demoró nada en abrazarla con fuerza mientras la mujer dejaba que su hija se aferrara a ella, la pelirroja mayor la abrazó con fuerza, Aitana nunca se le despegaba y Alicia había tenido miedo de no poder volver a casa. Ya basta de venganzas. Y de caretas de Dalí. — ¿Por qué lloras? ¿El te hizo algo? — Y señaló a Andrés sin pudor quien miraba la escena con el corazón a mil y los ojos llenos de lágrimas, sabia que si se trataba de limpiar iba a llorar. —

¿Cuantas veces te dije que a la gente no se la apunta con el dedo? Es de mala educación. ¿Qué haces aquí? — Preguntó Alicia separándose suavemente mientras deslizaba los dedos por el pelo bien peinado de la menor, por los hombros pero lindo. —

La abuela dijo que tenía que esperarte aquí, dijo algo de unas vacaciones en otro país o algo así. — Se alzó de hombros restándole importancia a sus palabras. — Yo quiero ir a Italia, me parece guay. — Dijo con una sonrisa emocionada. — ¿Podemos ir con la Tía Raquel? Pero si quieres ir a París no hay problema, se que te gusta.

— Andrés se fue caminando hasta su madre, a la cual abrazó con fuerza. No la veía hace rato, exactamente desde que se habían vuelto a aislar para el plan. — ¿De quién es hija? — Preguntó a su madre quién no fue sincera con su respuesta. —

No lo sé, pero es un encanto. Como la madre. — La abrazó con más fuerza. Tal vez no era la misma cantidad de dolor que le había hecho sentir a Alicia tantos años pero por primera vez luego de tanto tiempo sintió ese alto nivel de dolor.
Se tuvo que subir a la avioneta para permitirse llorar. —

¿Mamá, tu vienes ahora con nosotros? — Preguntó el hombre de gafas pero la mayor negó suavemente. —

No, primero tengo que solucionar unos asuntos, pero supongo que estaré en Tailandia en unas dos semanas, tu tienes que seguir con el legado mientras tanto. — Sergio arqueó la ceja sin entender. — Alicia y Andrés. No te pido que hagas que se enamoren, mucho menos que les plantees directamente el tema. Pero cada vez que tengas que darles un empujón, hazlo. — Ambos sonrieron mientras observaban a Alicia con la menor la cual aparentemente le estaba contando con una sonrisa todo lo que podían hacer de vacaciones. Para la banda era irreal verla así, más para Río, ese lado dulce como sus paletas, en ese papel de madre en el cual era maravillosa lo cual el jamás podría ver del todo.
Esa mujer la cual antes había estado pegando tiros contra su propio bando para no morir, la cual torturo a Río; era la misma que ahora se reía con su hija, que acomodaba bien su ropa de buen gusto como la suya, quien le llenaba de besos los cachetes. En ese papel parecía incapaz de matar una mosca. —

Aitana, ve a recoger tus cosas que no falta mucho para irnos corazón. — Dijo amorosamente, finalmente miró a Sergio a lo lejos, se acercó a el, se miraron en silencio unos segundos y lo abrazó con fuerza. — Gafitas. En que lío te metiste eh.

Ali. — La abrazó con fuerza, los corazones les latían a mil y cuando se separaron Alicia lo examinó con atención, el mismo pequeño con quien antes compartía golosinas, el mismo adolescente con quien jugaba al ajedrez, ahora claramente había crecido y aunque nunca lo admitiría frente a el; fue jodidamente inteligente. —

Joder, que alto estás, ¿Y esa barba? No te queda mal, más te vale cuidar de Raquel. — Dijo con una sonrisa. — Y ahora dejas de meterte en robos de una vez.

¿Yo?¿En robos?  Pero si yo soy un simple jugador de ajedrez. — Dijo con sarcasmo el cual hizo que ella niegue suavemente con la cabeza con desaprobación. —

...Se llama Aitana, mi hija, tú madre te habrá dicho. — Comentó con una leve sonrisa. — Entonces felicidades padrino. Y tío, claro.

Siempre quise creer que yo iba a ser uno de los primeros que se enterase que estabas embarazada, pero es lindo saber que soy el tío de la peque. — La volvió a abrazar con una sonrisa, aunque no fueran de la misma madre, era como su hermana mayor, lo más cercano que tenía a eso; y fue la pequeña la que los separó. —

¿Y usted quién es? ¿Qué quiere con mi mami? ¿Mmm? — Lo interrogó ya que lo más cerca que vio a su madre de un hombre fue únicamente cuando saludaba con beso en la mejilla. —

Ey, ey, tranquila pequeña guardaespaldas. Es tu tío Sergio. — Dijo y se hizo a un lado para que se presenten. El hombre de gafas se puso a hablarle bajo su mirada interrogativa y tuvieron una pequeña charla sobre Monster High y una tal Draculaura, Sergio no entendía tanto pero lo intentaba. Ahora sabría cosas sobre una escuela de monstruos y aparentemente una hija de Dracula. —

— Alicia se acercó a Paula, la abrazó con una leve sonrisa, quería llorar, gritar, comer algo que no sea una puta paleta azucarada y borrar a Andrés de su corazón. — ¿Qué vas a hacer con Andrés? — Le preguntó la castaña luego de hablar unos pocos minutos. —

No sé. — Suspiró y lo buscó con la mirada, con esperanza de verlo con la banda pero solo recibió miradas de odio de parte de estos; ella tampoco los miró con mucho amor que digamos. —

Está en la avioneta. — Contestó sabiendo que lo buscaba y apuntó el vehículo con la cabeza. —

¿Tú también te sumas a las "vacaciones"? — Preguntó Alicia con leve ilusión pero la mayor negó con una linda sonrisa para darle la sorpresa luego. — Yo no me voy a olvidar de ti, apenas sea seguro venir lo voy a hacer, te lo debo. — Se sonrieron, aunque su ex suegra le haya ocultado la existencia de Andrés simplemente lo dejó pasar porque realmente la mayor no tenia la culpa y luego se subió a la avioneta para encontrarse con el hombre quien estaba llorando. — Andrés.

No. — Negó y la observó, tenía todos los ojos rojos por las lágrimas, a ella en este momento no le caía bien, bueno, estaba bastante rencorosa, y amarlo le estaba doliendo, como nunca pero eso no hacía que sus sentimientos se apaguen, ¿Eso tenía sentido? ¿Valía la pena seguir así? —

No te voy a pedir perdón por haber tenido una hija. Realmente no me arrepiento, es lo mejor que me pasó. — Se acercó a el, sentándose a su lado, cruzó las piernas y se tiró para atrás. Realmente no le gustaba verlo así pero ella no iba a disculparse, no cuando el hizo que la pasara peor. —

¿Cómo se llama? — Ahora ambos se habían tirado para atrás en la pared del transporte, no se estaban mirando, no hacía falta hacerlo, solamente analizaban la situación. —

...Aitana. — Hubo un corto silencio hasta que Andrés empezó a reírse, la pelirroja lo miraba con confusión. — ¿De qué mierda te ríes? Nos encantaba ese nombre. — Dijo con algo de molestia. —

Le pusiste el nombre que elegiste conmigo a la hija de otro. — Realmente en ese momento el se reía para no llorar, aunque si caían algunas lágrimas. La pequeña era una réplica de Alicia pero con el mismo carácter que Andrés tenía a esa edad — ¿Cuantos años tiene?

Va a cumplir diez en octubre. — No pensó mucho la respuesta, era la real y pensó que el no sacaría cálculo pero si lo hizo, era Andrés y el hombre siempre sacaba cuentas de todo cuando se trataba de ella. —

— Volteó a verla en escasos segundos, al sacar cuenta pero la mujer ni lo miro — ¿Es mía? — Hubo silencio otra vez, la movió un poco para que lo vea pero ella sólo estaba callada, tenía leve culpa en ese momento por haberle quitado la posibilidad de hacerse cargo, pero no por el, si no por su hija, porque sabía que Andrés hubiera sido maravilloso con ella. — Me dan las fechas. Alicia dime algo. — La mujer finalmente lo miró. —

¿Qué más da? Le dije que su padre estaba muerto. — Se alzó un poco de hombros, la pelirroja podía mentir con muchas cosas, pero esta no era una de ellas. — Si, es tuya. No te iba a buscar, fuiste la ultima persona en ese momento con quien tuve sexo y una de las primeras en dejar que se venga dentro. Además tiene tu actitud en muchas cosas.

— Alicia recordaba exactamente todas las dudas en ese momento, el miedo, pensó que Andrés la insultaría, le gritaría, o alguna mierda así, pero fue un pensamiento erróneo, sin embargo lo único que hizo el hombre fue dejar de verla solamente para mirar a otro lado así evitando llorar nuevamente. — Lo siento. — Era lo único que le podía decir. —

¿Qué? — Preguntó con confusión la pelirroja, se levantó y se agachó un poco delante de el, quería que la mirara, que la mirara y se lo diga. En su vida solo había llorado por amor a tres hombres; Comisario, Andrés y Enrique. —

No puedo hacer otra cosa, no puedo volver atrás. Lo siento. — Dijo y esta vez si la miró para hablar. —
Tal vez pasemos unos días en Filipinas, dos o tres hasta que sepamos dónde ir, no toda la banda, pero Raquel, Sergio...ya sabes, el pequeño clan dentro de la banda... ¿Podemos hablar todo con más tranquilidad ahí, y no en una puta avioneta? — Trataba de hablar con normalidad, pero no lo lograba y para colmo Aitana subió para buscarlo. Era idéntica a su amada pero con fracciones de el. —

¿Usted es Andrés? Dice mi tío Sergio que vaya con los demás, para despedirse. — Ambos la miraban en silencio, con amor, ese cabello rojizo oscuro corto, muchísimas pecas, ojos azules, en sus brazos una Monster High y en la otra una pequeña maleta. — ¿Qué? — Preguntó pero ellos seguían en ese transe. Veían sus gestos, la elección de palabras. — Ah, lo siento, no me presenté. — Se acercó, poniéndose al lado de su madre y extendió su mano. — Aitana Sierra.

Andrés de Fonollosa. — La mano le temblaba un poco por los nervios del momento pero le dio ese pequeño apretón en el que se quedaron algunos segundos y ella lo miró con extrañeza, sintiendo que lo conocía, aunque ese nombre si lo sabía. —
Debo ir. — Miró a Alicia una última vez, luego a Aitana y se fue con la banda en la cual hicieron una ronda mientras que las pelirrojas se acomodaban en los asientos. —

Qué raro, no sabía que dos personas podían tener el mismo nombre.

¿A qué te refieres? — Le preguntó mientras se ponían el cinturón. —

Que se llama igual que papá y papá está muerto. — Al decir eso y mirar a su madre se dió cuenta de que ya no tenía cara de que eso sea cierto. — ¿Está muerto, no? Me habías dicho eso.

Cuando lleguemos a Filipinas te explico bien. — En ese momento la menor no logró entender a su madre, no era tonta, tenía en claro de que el podía ser su padre pero no iba a adelantarse a nada. Sin embargo las dos se dedicaron a morderse las uñas de los leves nervios de la situación. —

— Pocos minutos después todos estaban arriba, era de esperar que Andrés se siente a su lado, pero no fue así, se sentó en frente, al lado Sergio y al lado de ella Raquel. Toda la banda estaba alegre, claro, habían salido vivos y con muchísimos millones, incluso Alicia había ganado una parte del dinero, la que le correspondía a otra persona. Sin embargo se respiraba tensión en la parte dónde estaban ellos cuatro, afortunadamente Aitana dormía pero el esfuerzo sobrehumano que Andrés estaba haciendo en ese momento para no exigirle nada a Alicia ahora era inexplicable. —

— Luego de muchas horas todos estuvieron fuera del transporte, cada uno en un destino distinto, menos el pequeño clan que fue a parar directamente a Filipinas. Martín fue uno de los primeros en irse y definitivamente uno de los que más deseaba hacerlo. No quería seguir observando a Miss Perfecta con ahora una pequeña Miss perfecta y que posiblemente vuelva a estar con el primer hombre del que se enamoró realmente. Aitana caminaba junto con su tío y madrina, mientras que los ex tortolos caminaban algunos metros atrás. — Tenemos que hablar.

Lo sé. — Alicia caminaba cruzada de brazos, tenía algo de calor ahora por el lugar, la ropa no la favorecía pero no molestaba, todo fue silencioso, solamente se dedicaban a escuchar a su hija quien les contaba a los dos de adelante sobre lo bien que la pasó con su abuela y todo lo que le contó de sus padres de jovenes. Escuchaban con una sonrisa nostálgica en el rostro, era extremadamente agradable pero doloroso a la vez para ambos. —

— No tardaron tanto y también se reencontraron con Paula, la cual primero abrazó a Aitana y luego a Alicia. — Te extrañé mucho tía Ali. — Comentó la pequeña mientras la abrazaba con calidez. —

Yo también Paulita, tienes que contarme todo. — Al decirlo también la miró a Raquel, ya que no había habido oportunidad para que ellas hablen pero sabía que primero debía de hablar con él.
Estuvieron todos juntos unos veinte minutos, se respiraba la tensión fea qué había entonces finalmente Andrés llevó a Alicia a hablar por la playa, se quitaron los zapatos y empezaron con la caminata. — Entonces...

Entonces, recapitulemos. Me fui aquella noche, no nos volvimos a hablar. Yo seguí con mis atracos, millones, pocas mujeres, fingí mi muerte, planee todo el segundo atraco y luego nos volvimos a ver. En eso se resumieron mis años, sin nombrar el divorcio con Tatiana apenas volví y que no deje embarazada a ninguna mujer con la que estuve, fueron cinco esposas y dos mujeres luego de Tatiana para seguir cubriendo tu hueco.

Es bueno saberlo. — Alicia caminaba un poco alejada de el, menos de un metro pero tampoco iba pegada como usualmente iba en su juventud. — Había olvidado la píldora del día siguiente, no lo recordé hasta después de semanas, estaba en el baño y una mujer me pidió toallas, fue cuando me di cuenta de que me había retrasado, entonces llegué a casa, hice una prueba y ahora tengo a una pequeña encantadora que adora dibujar, eso lo sacó de ti. — Comentó mientras pensaba en todo lo que le debía decir, porque era realmente mucho y no quería decírselo mal. —

Tenemos una pequeña encantadora. — La corrigió pero ella negó suavemente con la cabeza. —

No, tú tienes tus trajes y yo tengo una pequeña encantadora. — Si antes caminaban lento ahora iban más despacio todavía. — Andrés tu no estuviste, en ningún momento, no estuviste cuando me hice la prueba, no estuviste en la cesárea, ni para calmar el llanto cuando le salían los dientes de leche, cuando dio los primeros pasos, cuando dijo "mamá" por primera vez. No la conoces. Yo tengo una hija, tú no.

No puedes negármela Alicia, no cuando tú decidiste tenerla, si yo hubiera sabido que estabas embarazada todo hubiera sido distinto. Yo no me pude hacer cargo porque hoy me enteré de su existencia. Ambos lo deseábamos muchísimo, me hubiera encantado estar en todo lo que me perdí, pero no puedo volver para atrás a esa noche y decirle a ese Andrés "No seas idiota, rompe ese móvil y quédate con ella porque es realmente lo que quieres" pero no puedo.

No es solo eso Andrés, yo casi me muero por ti. — Dijo riendo para no llorar la verdad, el frenó en seco, ella también pero estaba tentada de la risa bajo su rostro serio. Ambos dejaron de caminar luego de ir a sentarse en la sombra, pero por suerte el sol estaba bajando. — El día en el que salió en las noticias que estabas muerto me metí unas pastillas con alcohol. Si no hubiera sido por Raquel yo ahora estaría muerta. — De a poco dejo de reír, notando como se le humedecieron los ojos. — Recuerdo que le revolee un florero... juré que iba a matar a toda la banda por dejarte morir, Río casi muere.
— Vio como se le cayó la lágrima pero ninguno de los dos la limpió. —
Los primeros años sin enterarme de lo que pasó había estado bien con Aiti, luego lo único que me hacía bien era ella, dejaba que el trabajo me consuma al igual que la tristeza. No quería nada con nadie, no quería que me toquen, ni me abracen ni me besen en las mejillas. Nada. Ni un buen plato de comida, yo solo pasaba tiempo con la chiqui y luego un cigarro antes de dormir. Ya no hacía falta llorar con lágrimas, el alma se me estaba desangrando.
Se me desgarró.
Y Río casi muere porque fue el mínimo descargo que quería hacer contra esa banda por dejarte morir ahí dentro. Claro, antes de enterarme de que estabas vivo.

— Andrés no podía creer lo que estaba oyendo, la mujer de su vida casi se muere por su perdida, no perdió su vida pero si se perdió a si misma en el trayecto, tenía que traerla nuevamente. Siguió escuchándola, ahora tal vez sentía un poco el dolor que ella sintió cuando le dijo que se casó cinco veces. —

Entonces pase de ser la inspectora adicta a los chuches a "La torturadora", Andrés yo realmente no me arrepiento de tener a Aitana, te pido perdón por haber ocultado su existencia, ¿Pero que más podía hacer? Tú no ibas a dejar tu mundo del robo por mi. — Sí, si lo hubiera hecho. Y yo no iba a desperdiciar la oportunidad de tener a la hija con quien siempre quise. Si Aitana no existiría posiblemente yo ahora ya estaría muerta.
No sabes lo bonito que era sus pequeños deditos jugando con mi collar o el brazalete. — En ese momento se lo enseñó, el elástico negro, estirado, las piezas descoloridas, pero estaba ahí. — Bañar y vestir a su colección de muñecas, esas las de Monster High o que en el día de la madre siempre se meta en mi cama con una sonrisa a abrazarme con un dibujo mientras me dice que soy la mejor. Aitana me salvó cómo tu me salvaste en su momento, pero con ella fue más fuerte ya que tuvo que salvarme de tu perdida.
Yo tiré a la basura mi trabajo por entrar a matar a todos por ti, renuncié mi lealtad a la policía desde el momento en el que dije que no sabía nada sobre tu robo en París. Expuse a todos los medios. Disparé a gente para salvarte el culo a ti y a toda tu banda.
Me empezaste a lastimar desde el momento en el que me enteré que el ladrón al que buscaba eras tú.

Y lo siento por eso. Alicia yo lo último que buscaba era dañarte, al contrario, me fui para no hacerlo. Yo te amo, realmente te amo. Lo último que me imaginaba era que ibas a morir por la noticia, si que te iba a hacer mal, pero no que casi mueras y que dejes de comer bien otra vez por eso. Me hubiera encantado hacer contigo las compras para Aitana, preparar la habitación, prepararnos nosotros, turnarnos para dormirla, hacer guerras para ver si decía primero "mamá" o "papá", grabar a ambas, me hubiera encantado. Realmente Alicia a mi me hubiera encantado vivir todo eso contigo porque fue algo que siempre estuvo planeado y me duele que lo hayas hecho sola, pero a la vez lo entiendo. Entonces lo siento, y también lamento haberme casado cinco veces cuando siempre te dije que serías la primera, lamento haber elegido el robo antes que a ti cuando eras lo más valioso que yo tenía.
En verdad lo siento y te lo recuerdo por si lo olvidaste; a ninguna de las mujeres con las que estuve las amé al nivel en el que te amo a ti, ninguna, ninguna tuvo mi apellido y todas se conformaron con el dinero, pero mierda que nosotros éramos felices planeando nuestra vida mientras estábamos tapados con la sábana luego de haber hecho el amor. Alicia a mi me encantaría casarme contigo, sigues siendo la mujer de mi vida y eso nunca va a cambiar, pero no creo que quieras casarte conmigo ya. 

Andrés tú le quitaste lo especial al matrimonio casándote cinco veces con otras cinco mujeres. — Sin embargo esa respuesta podía llegar a cambiar.

Yo me habré casado cinco veces con cinco mujeres que no amaba para no sentirme solo, pero tú no te casaste nunca y yo nunca me casé con la persona que realmente amo.

— Hubo un silencio pero ella negó. — No nos vamos a casar ahora de Fonollosa... Pero te quiero en la vida de mi hija, que no estes conmigo no significa que no puedas estar con ella. Tu paternidad puede empezar ahora, tendremos que explicarle un poco la situación pero algo de fe en que lo harás bien tengo. No te creas que la vas a tener toda la semana, ni un día completo tan rápido. Pero puedes empezar a intentar — Finalmente sonrió muy levemente por pensar en que seguramente su hija se alegraría mientras que él tenía una sonrisa preciosa, con sus ojos llenos de ilusión y aunque quería besarla simplemente la abrazó, pero ninguno de los dos se separó, se quedaron así bastante tiempo de hecho.
Alicia seguía siendo su lugar seguro.
Sin embargo, tenían que continuar hablando el tema. —

¿No seremos como antes, verdad? — Preguntó mientras seguía mimándola, ella fue su novia y mejor amiga al mismo tiempo, fue impecable. Sabía que si la había enamorado antes, podía hacerlo otra vez, el sabía que por más que le haya dolido que ella haya tenido una hija sola, podía hacerle otra. Pero no ahora, realmente no estaba pensando en follarla en ese momento, solamente se estaba centrando en lo cómodo que se sentía ese abrazo, tal dulce y que quieran o no, daba alguna que otra posibilidad de amor otra vez. —

Ya no seremos como antes, cambiamos, pero tenemos tiempo y de sobra para conocernos — Ninguno de los dos tenía realmente una sonrisa ya que no se dijeron cosas lindas pero al menos aceptaron la realidad y estaban dispuestos a continuar así... pero ahora tendrían que ver como le dirían a Aitana que su padre había vuelto de entre los muertos. —

CONTINUARA




Con estilo y elegancia, les comunico que la parte uno del fanfic ha finalizado, espero que lo hayan disfrutado. No se cuando se publicara la segunda parte, pero se los voy a hacer saber.
Definitivamente, este NO es el final, pero nos acabamos de bajar de la primer montaña rusa del parque de diversiones. Tomen un descanso y prepárense para una segunda vuelta.

Vic. 🤍

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