22.

— Alicia tenía el número de Paula en su celular, se hablaban cada tanto pero no estaba lista para contarle que tenía una hija, menos que tenía una hija que era fruto de su amor con Andrés. —

— Sin embargo en cuatro años más, paso de ser la dulce inspectora fanática de las piruletas de cereza con forma de corazón a "La torturadora", a veces llegaba a el trabajo con las uñas mal pintadas y de distintos colores. No era culpa de la manicurista. Era su hija la cual amaba hacer eso.
Alicia podía ser soberbia, fría, detestable con todo el mundo, pero era excelente en su trabajo y para Aitana era la mejor persona del mundo, para la menor su madre era la más bonita, divertida, inteligente, amorosa. Era una gran madre.
Raquel no estaba para controlar que coma bien, pero ahora era su hija la que le preguntaba la razón por la cual nunca tenía hambre o mismo se le hacía raro verla comer algún plato completo. Era inteligente.
La razón por la cual Alicia estaba así no era por ella tener complejo con su cuerpo, era porque estaba triste, no superó a Andrés cuando se separaron, menos con su muerte. —

Mami. — Aitana la llamó cuando ya estuvo acostada en la cama, la pelirroja mayor la arropó y acarició suavemente su pelo con una sonrisa, el cabello pelirrojo que a diferencia de Alicia en su adolescencia, a Aitana le gustaba más corto, pero tenía pecas, ojazos azules, cabello rojizo, su sonrisa... pero mierda que su personalidad era una réplica de Andrés, al igual que sus lunares. —

Dime cariño, ¿Qué historia quieres hoy? Tenemos El Principito, yo en el país de las maravillas, algunas de estas de Gaturro... — Empezó a leer los títulos de la pequeña biblioteca pero su hija la frenó. —

No, hoy quiero una distinta, de alguien.

¿De alguien? — Cuestionó Alicia extrañada. —

— Aitana tomó el retrato de su mesa de luz y se lo entregó. Vio como a su madre le cambio la cara al sostenerlo, nunca la veía llorar, fueron muy pocas veces, pero parecía estar al borde en ese momento.
La pequeña de casi diez años se sentó, y apuntó las dos personas de la foto. — ¿Quienes son? Creo que la pelirroja eres tú, ¿Pero quién es el? — Lo señaló a él solo ahora. —

— Alicia tomó aire, desvió la mirada, acarició el retrato y luego la miro a ella. — ¿Estás cansada?

No, cuéntame. — Realmente no lo estaba, había comido una buena dosis de azúcar esa noche. —

La pelirroja si era yo, en esta foto teníamos dieciséis, el ya los diecisiete seguro. — Ambas miraban la foto atentas, no hacía falta ni que describa tanto, simplemente eran ella y Andrés abrazándose realmente con cariño. — El fue mi primer novio.

¿Tuviste novio? — Preguntó sorprendida, Aitana nunca vio a su madre con nadie y tampoco le nombró a alguien nunca. —

Si, si tuve, el fue mi único novio real, yo daba la vida por el. Se llamaba Andrés, Andrés de Fonollosa. Era mi mejor amigo desde que tengo memoria, crecí con el, no hay recuerdo de mi infancia en el que no esté su presencia...a mi me burlaban por ser pelirroja, me decían muchas cosas feas.

¿Por qué? Si mis amigas siempre dicen que tienes el pelo muy lindo y yo también. — Alicia sonrió ante esa inocencia, la menor a diferencia de ella en su año, se llevaba bien con todos y jamás le burlaron su pelo, solo unas dos o tres pero Aitana se defendía ella misma con palabras, esa confianza para hacerlo la heredó de Andrés. —

Eran malas conmigo y Andrés decía que era porque estaban celosas. Un día, se tiró brillantina anaranjada en su cabello y me dijo "¿Ves? Ahora yo también soy pelirrojo", fue muy tierno.
Crecí con el, yendo a ver sus partidos en los cuales me dedicaba los goles, el yendo a ver mis presentaciones de ballet, me compraba tulipanes blancos y me cuidaba, me cuidaba y me amaba mucho mucho. — Tuvo que hacer una pausa para no llorar en ese momento. —
Me mudé con el, y con tú tío y tú abuela.

¿Qué? — Con cada palabra se sorprendía más. — ¿Tengo tío?¿Tengo abuela?¿No somos solo nosotras dos?

Tu abuela fue mi verdadera madre, la que me calmaba el llanto cuando toda mi familia biológica estaba — en juicio, los desterré y yo salí limpia luego de la denuncia por maltrato, porqué Javier se había ido de las manos y si seguía podía seguir golpeándome a mi o a Margarita si es que a ella no le pegó antes. — Estaban ocupados. — Ni si quiera podía decirles "mamá y papá"
Tu tío se llama Sergio, el era como mi hermano menor, jugábamos mucho al ajedrez, a ti eso no te gusta, te aburre, lo sacaste de tu padre. — Volvió a tratar de no llorar, pero ahora a la que se le humedecían los ojos era a su hija. —

Nunca hablas de papá. — Alicia le acarició la cara sutilmente. — Nunca hablas de tú vida de antes.

Sergio sería un muy buen tío contigo, ¿Y tu abuela? Joder, ella sería la que nos pondría el límite de dulce a ambas los fines de semana. Te amaría, mucho mucho, entre todos me regalaron esto. — Sacó de entre su pijama la cadena dorada con la cruz. — De pequeña te encantaba, jugabas todo el tiempo, tenía miedo de que la rompas, pero simplemente lo tomabas entre tus dedos. Hacías lo mismo con mi cabello, me tirabas...también me tocabas mucho la cara.

Es que tienes muy largo el pelo. — Le dijo riendo entre ese lagrimeo, la mayor tenía el pelo casi por la cintura, Aitana tenía un pelirrojo un poco más claro, su madre más oscuro, ¿Eso se debía a los años o algo así? Ya que antes era más claro. —

Lo sé, pero siempre me gustó más así. Bueno, ¿No vamos a hablar de mi cabello verdad? — La menor se rió y negó, entonces siguió hablando. — Estuve con tu padre hasta los dieciocho, me fui a la academia a estudiar, rompimos por eso, no nos habíamos dejado de amar pero decidimos separarnos, estaba muy mal, pero tenía a Raquel...y a Comisario, era mi gatito, mi compañero de vida.
Estuve años sin ver a tu padre, no nos comunicábamos si quiera, cinco años sin verlo. — Incluso casi se folla a Raquel para olvidar la tristeza. — Pero cuando me recibí de inspectora me trajo esto.
— Alicia se levantó, fue rápidamente a su habitación, tomó el peluche escondido del gato y volvió, enseñándoselo. — Es como comisario pero en peluche.

¿Qué pasó con la tita Raquel? No la veo hace mucho, ¿Y con mi prima Paula? — Preguntó mientras acariciaba el peluche con una sonrisa y al inhalarlo fue raro, no era olor a viejo, era un perfume que sentía que conocía y al acercarse un poco más a su madre y oler la camisa que tenía puesta. Se dio cuenta que era el mismo olor. — ¿Es el perfume de...?

Si, de papá. — No hizo falta que lo pida, Aitana le devolvió su preciado peluche y Alicia siguió hablando sin contestar sobre Raquel ni de Paula. —
Cuando me dio el peluche me desestabilizó, nuevamente tuve que tomar más años, seis años, en total once, ya empecé a encontrarme a veces con hombres, no se si realmente quería eso, pero era solo para superarlo.
Fue imposible.
Y ese mismo año, me encontré con él, otra vez, en un bar. Al principio no me dijo su verdadera identidad, pero luego llegamos al hotel...y te creamos a ti.

¿Cómo me crearon? — Nuevamente la inocencia estaba presente en ella y Alicia solamente sonrió. —

...Nueve meses después ya te tenía durmiendo en mis brazos. — Dijo ignorando su pregunta. —
Me separé de tu padre al día siguiente de verme con el, estabas planeada desde que teníamos dieciséis.

¿Y porqué te dejó?¿Se arrepintió?¿No me quería? — La verdad es que Aitana si pensaba que el no la quería y que por eso nunca estuvo. —

No pequitas, nada de eso, incluso esa misma mañana me dio a entender que quería tenerte. — Recordaba exactamente las palabras; "¿Y si te hago un bebé?" — El no sabía que yo estaba embarazada...yo me enteré tres semanas después de que lo estaba.
Pero el me...el estaba con otra chica y yo no sabía.

— La menor se relajó al saber que si la quería, pero a la vez no entendía como ella estaba embarazada y no lo sabía. — ¿El te engañó?

No, a mi no. En realidad yo fui la persona con la que engañaron esa noche. — Recordaba la expresión de Andrés con claridad, sus ojos que no dejaban de botar lágrimas y tratando de calmarla. El con eso realmente no mentía, sabía que no la había engañado.
Se hubiera dado cuenta antes de que le estaba mintiendo acerca de su vida si le prestaba atención a su pie pero la emoción la cegó. —
Me dijo que nos íbamos a volver a ver, ese día que nos despedimos, dijo que volvería. Pero ya no va a volver.
— Tomó aire pero esta vez la lagrima si se le cayó, la limpio enseguida y sostuvo la mano de su hija. —
Tu padre realmente quería conocerte, el quería tenerte en sus brazos, complotar contigo, enseñarte a andar en bicicleta. Te empezó a amar desde la sola idea de que existas.
El tal vez hubiera vuelto hace cuatro años, pero... — No quería decirle ahora, pero era el momento. — él falleció pequitas. Aunque el nunca te conoció yo elegí tenerte, porque el era, es y será siempre el amor de mi vida, eres producto del amor más puro que tuve. Y no me arrepiento de eso. Necesito que esto que te dije no salga de aquí,¿Entiendes? Pero no te olvides, él realmente te amaba.

— Ambas se abrazaron luego de hacer "Pinky Promise" de que la información no saldría de esas cuatro paredes, bueno, Aitana se abalanzó sobre ella, como si ahora Alicia fuera la niña pequeña que necesitaba ser cuidada, le acarició suavemente el cabello y la espalda a su pequeña mientras la contraria hacía lo mismo. Ambas lloraban pero las lágrimas de la mayor caían en millones. —

— Cuando se separaron se limpiaron las lagrimas y su hija la sorprendió con sus palabras, era igual de inteligente que ella a sus casi diez años. — ¿Por eso no comes bien, no? ¿Por eso nunca me cuentas de ningún otro hombre? ¿Lo amas y lo extrañas todavía, no es así?

— Alicia asintió suavemente a sus preguntas y trataba de no volver a llorar. —

Ahora el no está, y yo solamente te tengo a ti mami, y no te quiero perder a ti también. No lo conocí a el, pero si a ti, y realmente no quiero que me faltes tú también. — Aitana la abrazó nuevamente, llenándose las fosas nasales con el olor de vainilla y coco de su pequeña. Se sentía una mierda, porque cuatro años atrás estaba en el hospital luego de empastillarse.
Casi abandona a su pequeña criatura de en ese momento seis años y no quería que la menor sufra lo mismo que ella sufrió con Andrés, esa pequeña merecía seguir teniendo a su madre. ¿Pero eso sería mayor a su sed de venganza contra la banda?

— Esa noche durmieron juntas, bueno, Aitana se le abrazó como un koala, se durmió enseguida, Alicia no lograba conciliar el sueño, no luego de esa conversación. Su teléfono empezó a vibrar en la mesa de luz luego de varias horas, era Prieto, la mayor contestó rápidamente y una sonrisa cínica se hizo presente en su rostro al escuchar las palabras "Encontramos a Aníbal, a Río, de la banda de los Dalí, ¿Te encargas Sierra?" Una vez que ella confirmó que lo haría, le llegó en pocos minutos un vuelo para el día siguiente.
Tendría que explicarle a Aitana después. —

Hermanito. — Andrés acababa de llegar de Argentina, se lloró la vida esos años, se hartó de las mujeres de una noche, ya ni si quiera trataba de que sean iguales a Alicia. Hablaba un tiempo y luego se esfumaba. La extrañaba, extrañaba a su pelirroja, con locura. —

Andrés. — Sergio lo había llamado un día antes, se abrazaron, el hombre le empezó a contar de su vida en Argentina, infaltable que nombre a Alicia en el 98% de la conversación. Cuando el mayor ingresó a la casa se topó con Raquel, la mujer soltó la taza de entre sus manos y al hombre no le tardó ni diez segundos en saber que Sergio estaba con ella. —

¿No estabas muerto?

¿No eras inspectora?

— Raquel se puso pálida, Alicia casi se muere y el estaba vivo, casi se muere al enterarse de su supuesta muerte. La amistad de ambas se fue a la basura por ello. —

¿Alicia sabe?

Necesitaba dar el último golpe, este será más fuerte. Luego voy a buscarla. Si todo sale bien ella estará a cargo.

¿Ella realmente no sabe que estás vivo?

Nadie que no sea la banda lo sabe.

— Sergio iba intercalando la vista entre ambos al verlos así, Raquel se levantó de su lugar desconcertada, se fue de ahí, a la playa, se quitó solamente las chancletas y se fue metiendo lentamente al agua. —

¿Qué le pasa? — Preguntó Andrés al verla hacer eso. —

Alicia supongo. — Había algo que Raquel no les estaba diciendo. O tal vez mucho shock al ver a su cuñado vivo. —

¿Tokio? — Dijo al ver a la mujer de pelo corto entrar como si nada, en la banda si sabían que el estaba vivo, se veía a la mujer inquieta, de un lado a otro. Fue entonces cuando él volvió a ver a Sergio. —
¿Algo realmente malo está pasando, no es así?

— Ambos asintieron y se lo escuchó suspirar con cansancio, en ese momento se dijo a si mismo "Hubiera sido mejor estar ahora con ella en su cama a que estar por dar un segundo golpe" ya que el dinero que tenía no se le iba a terminar hasta dentro de quince vidas al menos. —

Aníbal. — Alicia se sentó frente a el. — Pueden retirarse.

Inspectora Sierra...puede ser peligroso... — Advirtieron. —

Ya lleva volado dos semanas, desde que está aquí, no duerme, a veces come, no me puede hacer nada. Váyanse. — La pelirroja enseñó su pistola, deseando que se vayan, eso hicieron ya que ella no dejaba de mirar a Aníbal como si lo fuera a atacar y eso fue exactamente lo que hizo una vez que ellos estuvieron fuera. Lo tomó del cabello y le estampó la cara contra la mesa, una y otra vez hasta que la nariz le sangró. — Eres una maldita rata de alcantarilla, quién mierda es el profesor, dime dónde esta y todo esto se acaba. Te juro Aníbal que los voy a encontrar uno por uno y los voy a matar.
Todavía no decido si voy a matar a Tokio en tu cara o si te voy a matar en su cara.

— Alicia hablaba con odio, repudio, enojo, Río, con las pocas neuronas que podía conectar empezaba a dudar que este haciendo esto sólo porque es su "trabajo", empezaba a pensar que era como una venganza. No sabía de qué. —
Realmente no sé nada, no sé quién es el profesor. — Tenía los ojos llorosos y rojizos por la droga, golpes, la nariz sangrando, el estaba en la mierda, pero en cierto punto ella se veía un poco demacrada, pero mentalmente tal vez. —

Esto se puede acabar muy rápido, tienes dos opciones, me das información del profesor y hago tu muerte menos dolorosa o te sigo torturando hasta que hables y luego te pudres, realmente voy a hacer que todos se pudran en una cárcel, que se mueran ahí. — Mantenía su expresión seria, tomó la máscara de siempre y esperó a que el mismo se la ponga. —

— El joven estaba algo aturdido, tardó unos segundos en decir algo, en poder enfocar su vista, miró la mascara y luego la miró a ella. Lo que dijo le salió solo, no lo pensó. — Esto ya es personal.

Van a terminar todos muertos. — Ella misma fue quién le puso el objeto, siempre le daba la misma dosis pero esta vez no se detuvo hasta que lo vio desmayarse para luego despertarlo con agua hirviendo a presión. —

— Únicamente pensaba en Andrés, que esas ratas lo dejaron morir y ella iba a acabar con todos, iba a terminar con su propio bando y a la vez contra la banda de rojo. —

— Claramente debería ir a terapia, pero su terapia actual era torturar al chaval para luego llamar a su hija y escucharla contarle lo divino que estuvo su día, mientras que ella estaba lejos torturando a un joven. —






No más niñita tierna 😂 (Es llanto)

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