— Alicia esa noche no pudo dormir hasta las seis de la mañana, tenía el celular en modo avión, ella misma se destruyó esa noche, abrazando al peluche que el le regaló, mirando la foto que les tomó a ambos sin que se diera cuenta, también fotografías viejas de sus anteriores teléfonos. Fueron las únicas que ella se tomó el tiempo de pasar de celular. Entre esas fotos encontró un video que ella no recordaba que tenía. Reproducirlo fue una de las peores decisiones del día. —
Hola princesa, no sé cuando vas a ver esto ya que te la pasas sacando fotos a todo, entonces es probable que esto se pierda en tu galería.
— La hizo reír entre lagrimas pero siguió escuchando a Andrés. —
Solamente paso para mostrarte esto, ya se que te estás bañando pero luego te lo voy a enseñar. Espero que no te enojes cuando veas que te robé el móvil y la ropa.
— Mentira, nunca le mostró el video.
En la filmación se observó a Andrés bajando las escaleras, primero le enseñó a Sergio bien vestido, con traje y luego se empezó a escuchar la voz de Paula. —
¿Qué haces? — Preguntó la mujer mientras acomodaba la bolsa de regalo, era pequeña, pero contenía un collar de oro, una cruz. —
Un videito para Alicia, ¿Algo para decirle?
Que estoy muy orgullosa de ella, y que la amo mucho.
Joder, la amas más que a Sergio y a mi.
¡Ey! — Se ofendió la mujer pero luego se escuchó el grito que ella pegó "¡ANDRÉS DE FONOLLOSA, DEVUELVEME MI ROPA A NO SER QUE QUIERAS QUE SALGA DESNUDA!" y fue entonces cuando miro a su familia. La confianza qué había en la casa, la vibra, fueron sus mejores años. —
Lo siento pero nadie va a ver eso. ¡VOY!¡ABRE EL PAQUETE SOBRE LA CAMA!
— El video finalizó con el riendo y tirando un beso a la cámara mientras susurraba que la amaba. —
— Recordaba a la perfección esa noche, fue cuando terminó la secundaria, ella pensaba que tendría una noche común, pero no fue así, cuando abrió el paquete del que Andrés hablaba en ese video, se reveló un precioso vestido blanco junto a unos tacones del mismo color, llevaba puesto ese collar de la cruz, no pudo evitar buscarlo entre su ropa y lloró más al tenerlo entre sus dedos, esa noche fue una maravilla, compartieron una cena deliciosa, comieron helado con el cual se les congeló el cerebro de lo rápido que lo comieron por hacer competencia y con Andrés coronaron la noche follando en silencio para no despertar a nadie. —
— Fue realmente una de sus mejores noches. —
— Raquel estaba en extremo preocupada ya que llamó a Alicia diez veces, le mando treinta mensajes y la pelirroja no contestó ni uno. Ni le llegaban. Ya deberían ir a trabajar, bueno, a cerrar el caso ya que definitivamente los ladrones se habían escapado. —
— La chica tomó un taxi hasta el departamento, bueno, trataba de recordar bien dónde era pero dio con la ubicación correcta.
Al llegar subió hasta el piso catorce, tocó la puerta pero no recibió respuesta. — ¿Alicia? Soy yo, Raquel. — Volvió a tocar pero no recibió respuesta. Bajó el picaporte y se sorprendió al encontrar que no tenía seguro puesto. — Joder. — Pasó casi que de inmediato, sin darle mucha atención al dudar hasta que cerró la puerta y volvió a ver. — ¿Qué mierda? — Preguntó, estaba lleno de tulipanes blancos, repleto, estaba segura que en el lugar habían más de quince ramos, corrió a la cama de Alicia al verla con la misma ropa que hace dos días y la cara llena de lágrimas. — Alicia, Alicia — Repetía Raquel desesperada mientras la movía pero con suavidad. —
— La pelirroja luego de unos largos segundos abrió los ojos despacio y el azul de estos estaba oscuro, el brillo apagado y los tenía rojos de tanto llorar. — ¿Qué haces aquí?
Joder, menos mal que estás viva. — Se agachó quedando a su altura ya que la veía muy cómoda con la cabeza en la almohada y abrazando a su peluche. — ¿Estás bien? ¿Ya me vas a decir qué te pasa?
Preguntas idiotas a esta hora no por favor, que son las siete de la mañana.
Alicia...
¿Qué?
Son las once de la mañana...anda, ¿Qué te pasa? Soy tu mejor amiga, me puedes contar.
— Alicia volteó, dándole la espalda unos segundos, hasta qué movió la mano a el gran espacio frente a ella, Raquel no tardó en sentarse a su lado, apartando los tulipanes, extendió las piernas y Alicia recostó la cabeza sobre estas, era algo que hacía únicamente cuando estaba realmente mal y Raquel lo pasó dos veces con ella, ese momento y cuando falleció Comisario. —
Me reencontré con Andrés. — Hubo un gran silencio, Raquel empezó a acariciarle el cabello mientras esperaba que ella siga hablando ya que al final se le rompió la voz al pronunciar el nombre y así fue. — Follamos, me re acomodo el útero de eso estoy segura y me destrozó el cuello. — Ella misma se apartó el pelo en esa parte, dejando ver la mordida morada. —
Joder Alicia, ¿De casualidad no te llevó el desayuno a la cama después? — Hubo un silencio y un sollozo. — Perdón. Sigue contando.
Yo pensaba que cuando me reencuentre con él no nos íbamos a volver a separar, que íbamos a volver a estar juntos. No cumplió la puta pinky promise. — Raquel no entendío eso, pero hace años Alicia recordaba como Andrés no le iba a ocultar nada de ningún otro ser humano femenino, aunque se lo había prometido hace más de veinte años, todos mienten. — Pero se fue. Se despidió y se fue.
¿Qué? — Raquel lo primero que pensó es que era realmente raro que se vaya cuando los ladrones también, pero la pelirroja le salvó el culo. —
Está casado.
¿QUÉ? Joder, ven. — Alicia era lo suficientemente liviana para que Raquel la tome en sus brazos, cuando lo hizo la abrazó cálidamente, tratando de decir que todo iba a estar bien, pero lo único que ella hacía era llorar, respirar mal y temblar levemente. Luego de unos minutos ambas salieron de la cama, Alicia se metió a bañar, paró de llorar con lagrimas, pero sentía como si su corazón se hubiera agujereado. Se vistió con ropa distinta a la de esos días, se maquilló la mordida y salió, estaba mal y se notaba. — ¿Ya comiste algo?
No, y no quiero. — Raquel le extendió una piruleta de cereza con forma de corazón, Alicia la miró un poco mal, pero tomó el dulce y observó todo el lugar llenó de tulipanes. — Quiero volver a Madrid. Ojalá que Marie nos llame para decirnos que ya no nos necesita.
¿Quieres que tiremos a la basura los tulipanes?
No. Quiero mandarinas.
¿Mandarinas? — Ella asintió. — Mandarinas serán, venga, comemos en el camino.
— Alicia tomó sus cosas, esta vez si cerró con llave y ambas se fueron caminando a la comisaría, consiguieron las mandarinas, tenían un olor fuerte y la que las terminó comiendo fue Raquel, mientras que la pelirroja hundía sus penas en la golosina...jamás mordía las paletas, pero esa tarde se escuchó el crujir del caramelo que afortunadamente no le partió un diente. —
— Marie las despidió, diciendo que prefería que se queden unos días más en el lugar, pero que en realidad lo más probable era que los ladrones se hayan ido.
Alicia estaba batallando con si misma en decir algo o no decir nada sobre Andrés, pero no tenía su paradero, y tampoco era capaz de traicionarlo aunque el si a ella. —
— Se quedó cuatro días más, a la mañana del quinto ya estaban volviendo con Raquel a casa, casi no tocaban el tema, no porque Raquel no quisiera, si no que Alicia no se abría tanto con eso, pero cuando lo hacía la dejaba que se suelte, aunque apenas hablaba. —
¿Estás bien? — Preguntó Sergio al otro lado de la línea. —
No, pero espero que Alicia lo vaya a estar. — Hablaba mientras observaba el techo del cuarto, ya se había encargado de todo, tenía los millones, seguía libre, pero nada de eso valía la pena si ella no estaba a su lado. —
Lo siento, mencione a Tatiana y realmente no debí.
Hermanito, no fue tu culpa, yo debía de contarle y no lo hice. Tenía miedo de lastimarla y termine hiriéndola cien veces peor. — Hubo un largo silencio. — No se si podré recuperarla.
El atraco es en cinco años, aún te queda tiempo.
No Sergio, yo no voy a volver a por ella sin haber dejado el mundo del robo, no le voy a hacer eso. Vamos a hacer el atraco, todo va a salir bien y luego voy a volver por ella... Dile a Tatiana que firme el divorcio o que yo mismo haré el papeleo solo.
— Sergio hizo gesto de victoria a pesar de que el no lo viera y contestó a los segundos. — Cuenta con ello...Andrés.
¿Qué pasa?
Tienes que recuperarla, mamá ya me está quemando el cerebro de tanto escucharla decir que quiere que Alicia y tú le den nietos, solo estuvieron dos días y ya nombró el tema unas siete veces. — Ambos se rieron de eso. — Joder que la quiere más a ella que a nosotros dos juntos.
Tiene bien ganado el puesto. — Hablaron un poco más de ella. Mientras Alicia llegaba a casa, tratando de comer algo que no le de asco, acompañado de las ganas de llorar, Andrés y Sergio colgaron la llamada luego de hablar exclusivamente de la pelirroja.
Mierda, como extrañaban pasarse los tres juntos todo el tiempo como cuando eran niños. —
— Alicia decidió que su cena sería helado de fresa, mientras comía contestaba algunos mensajes. Entre ellos, los dos pesados de siempre. —
Hernán
Hola
No
¿No qué?
No me hables
— Y lo bloqueó. —
Diego
¿Dónde estás?
Responde Alicia, no te veo desde hace una semana.
Y no me vas a ver, adiós.
— Otro bloqueo. —
— Alicia bloqueó a ambos hombres, por suerte no trabajaban con ella, ni se interesaban tanto en su vida, Hernán era cocinero y Diego era dueño de una cadena de cafeterías o algo así; ninguno sabía de la existencia del otro.
Joder, ella amaba esos cafés y no pagar lo que comía por la generosidad de Hernán, pero en ese momento no quería ninguna relación de nada con ningún ser humano, menos un hombre. —
— Siguió comiendo del helado, avisó a su jefa su llegada, la cual le dijo que retome al día siguiente y luego simplemente se la pasó viendo Disney hasta que se quedó dormida, ahora directamente le lloraba el alma y las lágrimas físicas no hacían falta. —
— Luego de unas tres semanas Alicia se encontraba a punto de salir del baño, se terminaba de maquillar las ojeras cuando una de sus compañeras le habló con algo de timidez. —
Disculpa, ¿Tienes alguna toalla o un tampón? Los míos se terminaron y necesito algo de eso.
Creo que tengo. — Buscó en su bolso y encontró dos, le dio ambas por las dudas pero al extender la mano se quedó pensando unos segundos. — ¿Qué fecha es hoy?
Gracias, y hoy es nueve. — La chica sonrió tranquila al ver las toallas, las tomó y se metió en uno de los baños, pero Alicia se quedó pensando unos segundos, se apoyó contra el lavamanos, tomó su celular y se fijo en su aplicación, esa que marcaba el ciclo menstrual. —
— Miró unos segundos en silencio la pantalla, tendría que haberle bajado hace una semana y algunos días. — Ja, no. — Se rió un poco, pensando que tal vez le bajaría esa misma semana, guardó sus cosas algo rápido y salió del lugar a la misma rapidez.
Para su mala suerte en el camino se empezó a encontrar a parejas, frenó en seco su caminar al recordar que durante todos esos días lo único que hizo fue llorar, comer y luego vomitar porque su estómago empezaba a rechazar aromas o comidas; pero no se quedó estática por eso, si no que recordó que luego de follar con Andrés no se tomó la píldora del día después y el hombre se había venido dentro, incluso ella se lo pidió. —
— Iba a ir directamente a su casa, pero pasó por la farmacia, compró la mejor prueba de embarazo del lugar, fue a su hogar lo más rápido que podía, chocaba con la gente que caminaba lento, era la primera en cruzar los semáforos e incluso ignoraba si alguien le hablaba; eso último no era con mala intención, solamente estaba muy hundida en sus pensamientos, mordió sus uñas hasta que llegó al edificio, subió a su piso, trataba de colocar la llave con torpeza hasta que lo logró, al entrar cerró directamente poniendo el pasador y corrió al baño. —
Alicia Sierra, calma. — Se dijo a ella misma, entró al espacio, cerró la puerta, se sentó en el inodoro, orinó dónde debía y luego solamente se limpió, dejó la prueba dada vuelta en la mesada, se lavó las manos y tomó su celular para cronometrar el tiempo. —
¿Cuánto era esta mierda?
— Leyó la caja con un poco de más calma ya que antes le dio una lectura rápida, puso el cronómetro y se metió a WhatsApp por una videollamada con Raquel. —
¿Estás bien? Estás pálida. — Dijo sin decirle ni "hola." —
Sí, creo que tengo un poco de fiebre, pero estoy bien.
¿Estuviste vomitando?
Un poco, ¿Cómo te diste cuenta?
Fiebre, pálida y atiendes desde el baño. — Raquel observaba atentamente el espacio. —
Ya, ¿Por qué llamabas?
Quería saber si estabas mejor luego de lo de...París.
...Bien, estoy bien.
— Hubo un silencio levemente tenso ya que Alicia intercalaba la mirada con la prueba y la cámara, Raquel achicaba los ojos pero cuando iba a interrogarla se escuchó la voz de Paula. —
¿Estás hablando con la tita Alicia?
Hola Paulita. — Dijo Alicia para desviar la atención que estaba puesta en ella y la menor se apoderó del celular de su amiga. — ¿Cómo estás?
Bien, ¿Cuando puedo ir a verte? Extraño que me peines aunque no me dejes peinarte.
Es cierto, no dejas a nadie peinarte, ¿Por qué?
— La verdad es que solamente Andrés y Paula la peinaron en su momento, o jugaban con su pelo.
Evento canónico fue Andrés en su vida. —
Puedes venir a casa cuando quieras, pero ahora no porque estoy enferma y no te quiero contagiar, pero te puedo llevar a almorzar o algo algún día, ¿Les va?
Si, ven a buscarme al cole algún día.
Vale, te lo prometo.
— La pelirroja y la pequeña se quedaron hablando bastante tiempo con Raquel controlando, Alicia evitaba preguntas de su pasado porque no estaba en momento de pensar tanto e incluso llegaba a perder el hilo de la conversación. —
Me encantaría seguir hablando, pero debo ir a dormir.
Adiós Tita, que descanses, te quiero. — Lanzó un beso al celular y la pelirroja respondió haciendo la misma acción antes de que Raquel tome nuevamente el celular. —
En serio, estoy cansada.
Claro y yo soy buena en química.
Joder, no lo sabía, me alegro, yo tenía el mejor promedio. — Le sonrió burlona y antes de que Raquel le vuelva a tratar de sacar información colgó el celular.
Pensó que faltaba mucho para que el temporizador sonara pero ya se hizo la hora, lo apagó y dejó a un lado el celular. —
— Miró largos segundos esa prueba, la levantó tal cual estaba y luego la volteó, miraba en silencio, lágrimas en silencio, al principio cayeron despacio, luego a borbotones. Poco a poco se fue sentando en el suelo contra una de las paredes, se las limpió luego de unos minutos y lo único que quería ahora era a Andrés, Andrés quien la hubiera abrazado y le hubiera dicho que todo estaba bien mientras le mimaba el cabello o besaba su frente.
Se sentía un poco sola.
Pero realmente ya no lo estaba, no luego de ver aquella prueba en positivo.
Ahora eran dos.
Estaba acojonada, sea cual sea la decisión, era importante. Siempre quiso ser madre, pero solo con Andrés, un bebé de Andrés, no de otra persona. Pero ahora tenía al bebé y no a Andrés.
Hombre que para colmo se había convertido en un ladrón, pero seguía siendo el amor de su vida por más que lo quiera negar.
Ahora si debería ir a terapia, pero cambiando un poco el detalle de que era un ladrón.
Pasó toda la madrugada encerrada en el baño, pensando, no podía deshacerse de un bebé de Andrés, realmente no podía, tampoco quería, era una idea a la que se había aferrado hace años.
Era un puto ladrón, pero ella lo amaba tanto y ahora el fruto de ese amor había estado formándose en su vientre con el paso de los días. —
— Lo pensó mucho, semanas.
Raquel se enteró casi dos meses después, Alicia le terminó confesando que Andrés era el padre y que definitivamente iba a seguir con el embarazo, cada vez veía menos a su amiga, ya sea por trabajo o porque la rubia le negaba la visita, no sabía la razón pero al menos se escribían.
La habitación de huéspedes fue reemplazada, dónde había una cama simple ahora había una preciosa cuna, el cambiador de pañales, peluches, libros para niños, una maceta con tulipanes blancos y en la puerta había un adorno especial que ponía "Aitana."
Alicia dudó en poner la fotografía sobre el mueble de ropa, finalmente decidió establecer el retrato, una foto de Alicia con Paula, Sergio y Andrés, era una fotografía preciosa en la que estaba genuinamente feliz.
También una con Raquel, venga, ella también merecía estar. —
— Andrés no sabía nada, el se había divorciado de Tatiana, había sido hundido por la tristeza, no por esa copia barata de su mujer, si no por su mujer, su pelirroja, su Alicia, la buscaba en todo; tulipanes, noches estrelladas, su galería de arte había crecido por los dibujos que hacía de ella. Sin imaginar que la oji-azul, a pesar de extrañarlo igual de fuerte que el, que amarlo como nunca, estaba mucho más feliz, esperando con ansias la llegada de su pequeña hija, quien dejaba de patearla al escucharla cantar, ya tenía la fecha de la cesárea programada, lloraba siempre porque lo extrañaba, aunque también lloraba porqué quería jugar al ajedrez con Sergio o ir de compras finales con Paula.—
— Meses después estaba en sus brazos su preciosa hija, la pequeña tenía el cabello igual de pelirrojo que ella, estaba sana, preciosa, ya le habían hecho todos los estudios y cuidados de recién nacida.
Alicia se moría de ternura, la bebé entraba en su antebrazo de lo pequeña que era.
La mayor la miraba con amor, un amor inexplicable, con sus deditos podía sostener solamente el meñique de su madre y dormía. —
Es preciosa. — Dijo Raquel entrando al lugar con una sonrisa y un ramo de tulipanes blancos para su mejor amiga. —
¿Por qué dejaste de verme seguido? — Preguntó Alicia sin dejar de admirar a su hija, quería congelarse así, en ese momento, pero no podía.
A pesar de estar algo enojada con la rubia por no ir a verla, fue la persona a la que le permitió entrar en la cesárea. —
Ya sabes que Alberto está pesado. — Raquel se acercó a la mesa de al lado de la cama, dejó los tulipanes ahí, junto a una caja las piruletas que tanto le gustaban a Alicia. — ...¿Puedo? — Preguntó con algo de timidez a pesar de haber estado presente en el nacimiento. —
Si, pero quítate la cartera y siéntate. — Le pidió, cuando Raquel lo hizo, antes de pasarla, Alicia besó suavemente la frente de su hija y luego le dio con muchísimo cuidado a la bebé. —
Joder. — Raquel la sostuvo con muchísimo cuidado, era como cuando sostenía a Paula cuando era del mismo tamaño. — Es preciosa Alicia, felicidades.
Aitana Sierra. — La mayor sonrió mientras las observaba muy atentamente. — Aitana de Fonollosa Sierra.— La sonrisa se desvaneció un poco pero continuaba ahí. —
¿Agregaste oficialmente el apellido de Andrés?
No. Por seguridad de ambas no, si se descubriera que mi hija es de el no sé qué pasaría, pero no sería bueno. — Abrió la caja de paletas que Raquel le había traído, desenvolvió una y la empezó a comer antes de seguir hablando. —
A el le hubiera encantado estar aquí, a mi me hubiera encantado que sea él el que me acompañe en la cesárea, pero no fue así y el ni está enterado de que tiene una hija conmigo.
Traté de odiarlo, de sacarlo de mi cabeza, de mi corazón, pero no puedo. Yo crecí con Andrés, fue mi primer todo, mi primer mejor amigo, mi primer novio, mi primer beso. Mi primer todo.
No podía no tener a Aitana, no voy a negar que lo dudé, pero no iba a perder la oportunidad de tener a una hija del amor más puro que tuve con alguien.
Andrés es y será siempre el amor de mi vida, puede llegar muchísima gente, pero creo qué siempre será el.
Yo moriría por el.
Lo odio por eso. Pero a la vez lo amo. Déjalo, yo me entiendo. — Extendió nuevamente los brazos a los pocos minutos y recibió a la pequeña que estaba durmiendo pero a los segundos finalmente abrió los ojos, era una réplica de ella, pero en miniatura, esos ojos, la forma era de Andrés, el cabello rojizo era de ella. Pero observaba algunos de los lunares y tenía el mismo patrón que Andrés. — Hola princesita de mamá, hola. — Habló con voz pequeña y se quedó hablando tanto con ella como con Raquel. —
¿Y qué harías si se reencuentran?
No sé, pero no quiero pensar en eso. No ahora. Tal vez ya me olvidó.
— Y cuan equivocada estaba Alicia al pensar eso, ese hombre se estaba desviviendo, la extrañaba, la amaba, la quería con el. Jamás lloró tanto por una mujer como lo hizo con Alicia...de hecho, Alicia fue la única mujer por la cual Andrés lloró. —
— No volvió a estar románticamente con nadie, tenía algunos encuentros, o trataba, a veces ni si quiera se le paraba, era un desastre.
Pensó seriamente en abandonar el mundo del robo antes del gran atraco, de buscarla. Terminó negándose a la idea, tal vez ella ya lo había olvidado a él. —

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