13.

— Ese mes fue un desastre para la pelirroja, no solo tuvo que soportar en la escuela el maltrato de sus compañeras, al que siempre estuvo acostumbrada, si no que también tuvo que soportar los mensajes de familiares maltratándola por una herencia que ni sabían que le dejarían y terminaba de atravesar el duelo de su abuelo. —

— Sus padres casi que no le hablaban, Margarita porque Javier no le hablaba y Javier porque estaba furioso, su propio padre no le dejó nada, ni a el ni a su familia, pero si a su pelirroja, lo cuál lo ofendió bastante. Alicia no solamente soportaba que no le hablen, si no que también la insulten si le hablaban, le apaguen el agua caliente en plena ducha a pesar de que sea invierno, que le revisen las cosas, incluso la obligaban a quedarse muchas más horas en ballet por semana. Afortunadamente tenía un novio maravilla, que actualmente era su cable a tierra, joder como lo amaba. —

Más abierta Sierra. — Le dijo su profesora ayudándola a elevar más su pierna, Alicia se sostuvo con fuerza de la barra metálica y no se detuvo hasta tener el aliento bien pegado contra su pierna. — ¿Te sientes bien? — Preguntó la profesora levemente extrañada. —

De maravilla, ¿Por qué? — Su profesora le soltó suavemente la pierna y Alicia sin necesidad de poner sus manos pudo mantener esa pierna arriba e incluso subirla un poco más. —

Por nada. — La mujer se puso a tratar de hacer que las otras chicas sigan el ejemplo de Sierra, quién en su rostro no se reflejaba nada; y exactamente ese era el problema.
No lloraba, no estaba haciendo mueca de dolor, sus ojos no brillaban por posibles lagrimas, pero tampoco brillaban de esa felicidad como hace más de un mes. —

— Alicia mantuvo esa pierna arriba más que cualquier otro día, hizo lo mismo con la otra, ni si quiera estaba escuchando a sus compañeras insultar, estaba extremadamente concentrada hasta que la profesora les dijo que dejen eso. —

Señoritas, quiero que practiquen el baile "The Dream" — Entonces se miraron con competencia, sabiendo que el papel solamente lo iba a conseguir una de todas ellas a pesar de que Alicia representaba al lugar hace años. La profesora dejó que las jovenes entrenen sus movimientos, hasta que las empezó a citar una por una, por orden alfabético de sus apellidos. —

— Alicia veía a sus compañeras, pero era como si no las estuviera mirando realmente, le venía pasando  lo mismo todos los días, los únicos dos que la estaban soportando así eran su novio y su mejor amigo; bueno, puede ser que con Andrés su estado de ánimo era mejor. —

Tienes dos kilos de más.

Mucho busto.

Tus movimientos no tienen gracia.

— Esos eran los comentarios de su profesora a sus compañeras, Alicia cuando hace años empezó el ballet eran alrededor de treinta compañeras, de su generación solamente quedó ella y otras tres; luego fueron mezcladas con las de otras clases. —

— Finalmente llegó su turno, los movimientos eran impecables al igual que ella, su elasticidad, su cuerpo, ella estaba perfecta pero el problema era que su rostro no le estaba generando sentimiento. —

Te dejo en un "veremos", Sierra.
No me estás transmitiendo nada con tú baile.

— La puso en su lista como una de las opciones, pero ni el rostro de la joven se inmutó, simplemente se fue a sentar al suelo con su móvil, al menos Andrés la pasaría a buscar. —

— Finalmente la clase terminó y antes de que Alicia salga luego de ponerse su ropa, su profesora la frenó en seco, era la ultima que faltaba por salir. — ¿Ahora qué?

Tus bailes antes eran los que más me transmitían, pero tu rostro ya no me transmite nada, la manera en la que bailas es una maravilla, pero si no cambias la cara el papel no va a ser tuyo. — Advirtió, no le agachó la mirada, Alicia no la insultó por decirle eso y la mujer la tomó de los brazos sacudiéndola. — ¡Mierda Alicia, despierta coño! ¡Di algo! ¡Haz algo! ¡Reacciona joder! — Le pidió hasta que finalmente recibió una respuesta. —

No puedo. — Fue lo único que le dijo y se escuchó a Andrés gritando su nombre mientras subía por las escaleras del lugar. —

— La profesora aunque no le correspondía, le dio un fuerte cachetazo, dejando sus dedos marcados en su mejilla y también un golpe de realidad. — No tengo idea de la mierda que te haya pasado en este mes, pero no es excusa para que dejes caer tu postura, ¿O quieres empezar a ser la segunda? Que te dejes caer no hará que se revierta lo que haya pasado, así que activa, coño.

— Finalmente Andrés se detuvo en la puerta, viéndolas a ambas y se acercó rápido a Alicia al verla con la mejilla roja. — ¿Qué te pasó? — Preguntó y tomó la mano de la pelirroja alejándola de la mujer mayor. —

Me caí de cara al piso. Hasta luego Marta. — Se giró a ver a su profesora quien abandonó el lugar y la oji-azul se abalanzó sobre su novio, abrazándolo con fuerza, sin la necesidad de soltarlo. — ¿Nos vamos?

¿Qué? — Se soltaron suavemente luego de unos segundos. — ¿A dónde?

¿Recuerdas que te dije que...mi abuelo me dejó la cabaña en el lago? Vamos para allá, este fin de semana no tienes partido, yo no tengo exámenes, ¿Qué dices? — Y Andrés vio por primera vez su rostro algo iluminado luego de todos estos días sin poder verla así, si bien ella estaba feliz con el, era como una felicidad artificial y ahora veía la real.
La pelirroja realmente necesitaba unos dos días fuera, lejos, sin pensar en las consecuencias de aquello. —

Arma alguna mochila entonces. — Ambos bajaron casi que corriendo las escaleras, encantados con la idea, se tomaron un taxi, al que le pidieron que los lleve rápido. Primero paro en casa de Alicia, luego en casa de Andrés y ambos trataban de agarrar lo más importante. —

— Alicia terminó usando un bolso, en el que guardó el pijama, ropa para el día siguiente, calzado, dinero, chuches, algunas cosas de su rutina de cuidado de la piel y maquillaje.
Mientras que Andrés escondía todos los planes de robo que tenía en su cuarto, las joyas robadas también, el dinero ya no sabía dónde meterlo pero lo puso en cajas de zapato vacías. El terminó guardando casi lo mismo que ella, solo que intercambió los productos del cuidado de la piel junto al maquillaje por su cuaderno de dibujos y tinta china. —

— Como de costumbre, nadie estaba en casa de la pelirroja, le importó una mierda, dejó su habitación con llave, puso una nota arriba de la mesa que decía "Vuelvo el domingo :)", salió de la casa y en segundos ya estaba el taxi en la puerta. —

¡Sube! — Andrés bajó del auto, fue hasta ella, besándola en la puerta, tomó su mano para llevarla dentro del coche, lo cual a la pelirroja le encantó, en el camino no pararon de hablar, fue largo, un viaje de hora y media hasta que al bajar le pagaron al hombre y se quedaron viendo el lugar. — Joder Ali, el lugar es precioso.

Sí, nadie va a molestar. — El ambiente era tranquilo, no había nadie cerca, menos supermercados, solamente eran ellos y se sentía en paz. Caminó hasta la puerta de la cabaña, la cual abrió con las llaves y le mostró todo el lugar con una sonrisa. —

A ver, toca explorar. — Agradeció que el escribano haya hablado con ella, en parte la preparó mentalmente para todo lo que podía pasarle con su familia y no se equivocaba. Empezó a caminar por el lugar, el living y la cocina estaban en espacio compartido, habían dos puertas más, al abrirlas en una se reveló el baño y en la otra la gran cama matrimonial. — Joder, que cómoda se ve. — Apoyo el bolso sobre esta y Andrés hizo lo mismo pero con su mochila. —

Tus padres van a enloquecer, ¿Qué les dijiste? — Le preguntó y se recostó en la cama, tirándola suavemente de la mano, haciendo que ella caiga a su lado riendo. —

Nada, no les dije nada, les deje una nota diciendo que volvía el domingo. — Ambos se rieron, Alicia tomó su celular para revisar si le habían llegado mensajes, pero no había señal en el lugar, entonces no podría contactarse, mejor así. — Espero que no armen toda una busqueda para encontrarme, aunque preferirían encontrarme muerta ahora que tengo herencia...debería hacer un testamento. ¿Y tú?¿Qué le dijiste a tú madre?

Que iba a estar contigo, pero no le dije hasta cuando ni dónde. — Ambos se rieron y se quedaron hablando hasta que la habitación se fue oscureciendo, no se dieron cuenta de que ya se estaba haciendo de noche. — ¿Qué vamos a comer?

No sé, ¿Habrá cereal? — Se levantaron y fueron hasta el living, no sin antes dejar la luz del cuarto encendida, Andrés prendió la chimenea para entrar el calor el lugar, mientras que Alicia revisaba la alacena. — Bingo. — No encontró comida pero si una botella de vino. —

¿Qué fue ese golpe que te diste contra el suelo que te cambió tanto el humor? — Alicia se rió, tenía razón, descorchó la botella, encontró dos copas y se sentó junto a él frente a el fuego. —

Golpe de realidad supongo. — Sirvió la bebida en ambas copas, le extendió una y la chocaron antes de beber, miraban el fuego en silencio, un silencio cómodo hasta que la pelirroja le habló luego de terminar su copa. — Oye, que gracias. — Apartó la vista del fuego para mirarlo. —

¿Gracias? ¿Por qué? — Le cuestionó, dio el último trago a la copa y la observó con interés. —

Porque desde antes que muera mi abuelo me estuviste acompañando y luego de eso, aunque estuve todo el mes mal, sin ganas de nada, cerrada y triste, siempre supiste como hacerme feliz.
Tirándote brillantina, defendiéndome, dedicándome goles, peinándome, nunca me dejaste sola...te amo tanto Andrés. — Alicia hablaba con tanto amor hacía el que era inevitable que no le brillen los ojos al hablar. —

— Era imposible que el no se ponga igual, pero se perdía en aquellos ojos azules y sonreía al verla. — Nunca te dejaría sola, quiero seguir despertando contigo a mi lado, tu pelo por la almohada, tu aroma a ámbar, llegar a casa a veces y encontrarte de sorpresa jugando al ajedrez con Sergio mientras me esperabas. Yo a ti te quiero conmigo siempre caperucita, siempre. Quiero que seas mi esposa. — Le tomó suavemente las mejillas y la besó, al principio era con ternura, hasta que con los minutos el calor iba aumentando y no precisamente por el fuego frente a ellos. —

— Alicia dudó un poco en hacerlo pero terminó separándose suavemente unos segundos para subirse sobre el, puso una pierna a cada lado, se miraron con una pequeña sonrisa traviesa, el beso fue retomado, las manos de Andrés se deslizaron de la espalda de le pelirroja hasta sus nalgas, las cuales acarició y apretó haciendo que rompa unos segundos el beso para soltar un jadeo. —

— Cuando Alicia rompió el beso él decidió correrle con gentileza el cabello del cuello para empezar a depositar suaves besos ahí hasta que logró hacerle un chupón y escucharla gemirle en el oído es ahora su nueva melodía favorita aparte de su risa. —

Alicia... — La llamó en su cuello con la voz ronca, ya que estaba sintiendo como estaba moviéndose contra su entrepierna. — ¿Estás segura? — Preguntó ya que quería asegurarse de que ella quería, no tuvo una respuesta verbal, Alicia se levantó y se quitó suavemente la camiseta mientras lo observaba, arrojándola al suelo, empezando a caminar a la habitación pero en menos de diez segundos ya había sido estampada contra una de las paredes. —

Joder, eres un bruto. — Le dijo riendo, aunque mientras la besaba era ella la que le estaba arrancando toda la parte de arriba, dejando caer la ropa por el suelo, el blazer, la camisa a la que le rompió todos los botones por quitarla del tirón y se ayudó para quitar el pantalón también. —

— La pelirroja pegó un pequeño saltó en el que enredó sus piernas en la cadera de Andrés quién la sostenía con firmeza y a los besos desesperados se la llevó hasta la habitación. Cuando la recostó en la cama Alicia se pudo quitar con tan solo la ayuda de sus pies los zapatos y de un tirón Andrés le arrancó la parte de abajo con sus bragas incluidas, dejando suavemente besos en sus muslos, haciendo que la pelirroja se estremezca. —

Si en algún momento quieres que me detenga dímelo, ¿Vale? No hay problema. — A Alicia le causaba tanta ternura como la estaba tratando en esa primera vez, sabía que no se estaba equivocando al entregarse a él por completo esa noche. —

V-vale. — Tartamudeó un poco y se le empezaron a escapar gemidos al sentir como de los besos pasó a deslizarle suavemente la lengua de arriba a abajo por su entrada y cuando empezó a jugar con su clítoris la pelirroja llevó una de sus manos a el cabello de Andrés, enredándola ahí y empujándolo contra ella con algo de timidez, pero mierda, se sentía muy bien. —

— El joven subió suavemente hasta su pecho en el cual pudo desabrochar su sostén, quitándolo con delicadeza, le dio una lamida a cada uno de sus pezones antes de subir a sus labios, besándola intensamente, con sus manos apretaba sus pechos y  presionaba con su gran erección entre las piernas de la pelirroja, sabía que lo podía sentir. — Alicia... — La llamó para que le de luz verde pero ni hizo falta que termine de pedírselo. —

Quítate esa mierda. — Le ordenó, entre ambos quitaron el bóxer de Andrés, gracias a la humedad de ella y el pre-seminal empezó a amenazar con entrar, resbalando con facilidad en su entrada, jugando un poco, sintiendo las manos de la pelirroja recorrer su espalda cada vez con más intensidad, las uñas empezaban a dejar marca. — Andrés, por favor. — Ya no aguantaba más, respiraba agitada, casi que lloriqueaba por tenerlo, lo quería y lo quería ahora. —

— Esas tres palabras fueron como una orden, deslizó las manos por su cuerpo, como si lo memorizara con tan solo tocarlo, finalmente entrelazo sus manos con las suyas y se enterró cuidadosamente en ella, Alicia dio un grito ahogado aferrando sus piernas a su cadera, apretando con más fuerza sus manos, dejando caer lágrimas, no iba a mentir, le había dolido, ni si quiera se había masturbado en ningún momento de su vida, entonces esto fue nuevo, doloroso pero empezaba a ser placentero. — ¿Estás bien? — Preguntó preocupado por ella pero en respuesta recibió una pequeña sonrisa en su rostro. —

Estoy de maravilla. — Subió la cabeza y lo besó, poco a poco volvió a recostarse en el colchón, Andrés la besaba, bajaba por su cuello, subía de nuevo y al principio se movía con delicadeza dentro de ella para no lastimarla hasta que al pasar de los minutos iba aumentando el movimiento, sin embargo seguía siendo cuidadoso, la habitación estaba llena de gemidos y habían caído algunas lagrimas de Alicia sobre la sabana. Esas sábanas tenían que meterse a lavar de inmediato al día siguiente. —

— En un abrir y cerrar de ojos la pelirroja invirtió los lugares, ahora ella lo estaba dominando a el, se movían al compas, gemía, jadeaba, algunas lágrimas caían, pero eran muy pocas, sentía las manos de su novio en sus nalgas y a ambos les brillaban los ojos cómo nunca. — ¿Lo estoy haciendo bien? — Preguntó la joven para asegurarse, aunque ella la estaba pasando muy bien a pesar de la nueva sensación. —

Increíble. — Andrés sentía que le faltaba poco para correrse, pero primero quería sentirla a ella, entonces subió a su altura, movió una de sus manos a su coño, dándole atención a su clítoris, con su boca le succionaba uno de sus pechos y iba intercambiando mientras la miraba, unos buenos segundos en uno, otros en el otro hasta que sintió el interior de la pelirroja empezar a cerrarse sobre el, lo cual se lo esperaba ya que venía con una serie de gemidos e insultándolo de manera desenfrenada hace escasos minutos. —

¡MIERDA ANDRÉS! — Gritó dejando salir las ultimas lagrimas, las piernas le empezaron a fallar, le cedió el control total de los movimientos que mierda que eran fuertes y le dolían pero fueron lo suficientemente buenos y placenteros para que ella terminé contrayéndose, arañando su espalda, pegando un grito de placer y esa reacción fue suficiente para que Andrés salga rápido de ella, evitando dejarla embarazada, dejando que el líquido espeso y blanco salte a el cuerpo de su novia. Le hubiera encantado tener un condón. —

— Ambos terminaron recostados, uno al lado del otro, jadeando, con la respiración agitada y recuperándose con una sonrisa. Alicia se limpió el abdomen con la sábana y ambos se miraron cómplices. — ¿Te gustó?, ¿Estás bien? — Preguntó Andrés y limpió el rastro de pocas lagrimas secas de su rostro. —

Me gustó, estoy bien y lo repetiría. — Le dio un beso con ternura, se metió entre las sabanas y el hizo lo mismo.
Alicia se recostó sobre su pecho y el no dudó en abrazarla, dejando caricias sobre su cuerpo. — Yo a usted lo amo tanto monsieur de Fonollosa.

Yo más princesa Sierra, se va a casar conmigo. — Le dejó un beso en la cabeza y se quedó dormido mientras la mimaba, fue una noche espectacular.
No habían solo follado, ni tenido sexo, habían hecho el amor como nunca y Alicia jamás se iba a arrepentir de hacer eso con el, de entregarse así, o eso quería creer. —


La veo y la mato. — Dijo Javier releyendo otra vez la nota que le dejó su hija sobre la mesa, para colmo intentaba llamarla y la joven no atendía. —

¿Dónde habrá ido? Amigas no tiene. — Ambos se miraron cuando Margarita dijo eso, como si en ese instante cayeran en cuenta con quién podía estar. —

Andrés. — Hablaron a la vez, el papel se arrugó en la mano del hombre, no podían salir a buscar ahora, un sábado a las dos de la mañana, el hombre terminó de confirmar las sospechas de ese amor de su hija, romance del que su esposa ya sabía, ahora entendía porque cada semana tenía flores nuevas, la ropa con un perfume conocido mezclado con el suyo, el porqué Andrés había estado tan pegado a ella los domingos en los almuerzos, entendía todo.
Había estado tan metido en los asuntos de la droga que nunca lo vio. —

— Ninguno de los dos lo dijo en voz alta pero probablemente esa madrugada su hija ya no tenía la argolla angelical sobre su cabeza y el blanco de pureza había tomado color. Aunque ambos deseaban que la pelirroja no lo haya hecho, y en tal caso, que no quede embarazada. —

— Probablemente el domingo no haya almuerzo entre ambas familias, y con la llegada de la pelirroja muchas cosas cambiarán una vez sea interrogada cual criminal, entre ellas posiblemente quede prohibida la entrada de Andrés a la casa. —

O sería el fin de Alicia, en sentido de finalizar su vida. —

— A ninguno de los dos les preocupaba realmente Alicia, les importaba que no quede embarazada, que no se sepa que no llegó virgen al matrimonio, pero sobre todo, no podían permitir que una de las familias francesas que los ayudaban con la droga se enteren sobre ello, puesto que su hijo estaba bastante interesado en la pelirroja, Enrique la había mostrado reiteradas veces en fotografías y más de una vez dijo lo inteligente que ella era. Solamente debían esperar a que ella sea mayor de edad para hablarle sobre aquel matrimonio. —

Matrimonio que puede o no que se lleve a cabo. —







Alicia, no debiste irte ese fin de semana.

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