O3 ; secrets
secrets
Sentía la duda en la lengua. Estúpido, Steve Harrington, estúpida princesa, es exactamente lo que no quería, eatar frente a la princesa en aquel mismo lugar de hacía unas semanas. Y no precisamente por sentir unas estúpidas ganas de hablar con la princesa, más bien porqué sí tiene ganas irremediable a escuchar su voz o al menos a ver esa sonrisa bobalicona.
Pero como si el destino lo odiase, Billy sabe perfectamente que la silueta delgada a lo lejos es una maldita jugada del destino.
Es como si el destino supiera lo que siente, es como si la princesa supiera exactamente en que lugar aparecer. Y no se traga esa jodida mentira que sabe perfectamente que la princesa Steve dirá. Es una casualidad, por aupuesto que no lo es.
—Pensaría que me estas siguiendo—es lo único que su lengua llega a mostrar, un titubeo lugero siente en su voz al igual que el nerviosismo en sus manos, ligero tan ligero que logra esconderlo en las bolsas de su chaqueta.
—No tendrías tanta suerte.
Y Billy casa se atraganta ante si mismo, sabe que Steve es bonito, siempre lo ha sabido pero no en esa cálida tarde de otoño, el frío aún no llega a Hawkins, el invierno está casi a la vuelta de la esquina, pero no por eso es menos agradable podría decir que es una de las picas cosas que realmente le gustan de Hawkins. Y es que si Steve no se viera, extremadamente lindo frente a sus ojos, respiración agitada y esas mejillas sobre rosadas, jadeante y con la piel perlada, probablemente se habría ido hacía mucho.
Estúpido Harrington.
La brisa es ligera, comienza a anochecer y el agua de aquel río suena como si de una danza se tratase, con armonía, por momentos Billy piensa que es una bella vista pero no comparada con Steve mirando aquel aterdecer. El viento pega en su rostro y cierra los ijos disfrutando de la caricia solemne; los cabellos de Steve vuelan y el revoltijo en su estómago se hace presente.
Es una sensación de calma, se siente bien.
—Ahora entiendo,—dice Steve, mira frente a sus ojos, el puente en el que se encuentran es poco transitado, y si alguien los viera probablemente pensaría que es una charla de amigos compartiendo un secreto. Billy por primera vez lo mira directamente a los ojos, castaños, profundos, profundos—porqué este lugar, porqué ibas a hacerlo en este lugar. Es hermoso, y cálido, extrañas California ¿no? Max también lo hace.
¿Max? Quiere preguntar pero solamente contempla la extrañeza del momento y el titubeo de Steve.
—Max suele decir que se siente comoda en el calor, supongo que tú también... En realidad Max cree que es algo que los une.
Y Billy no responde, en realidad no lo hace, y no tiene palabras para hacerlo, Maxine es una niña tonta. Pero, dentro de él sabe que Max sufre igual o más que él. El padre de Max había muerto en un accidente una noche, su madre estaba destrozada y había conocido a Neil, Susan es una buena mujer con errores como estar con su padre pero aún Billy está consciente que Max era muy pequeña cuando su padre había llegado a la vida de ellas dos, no eran culpables ninguno de los dos, eran niños.
Lo que lleva a Billy a pensar porqué ibas a hacerlo. Steve tiene más que claro que iba a hacer, en que iba a terminar. Steve sabe muchas cosas ¿y si le decía a Nancy? ¿al chico ese Jonathan? No tiene que preocuparse porqué cualquiera de ellos dos sepan de su vida, es una jodida mierda.
—Harrington, escucha si le has dicho a la niña Wheeler o a su amiguito, te juro que...
—Oh, prometo que no diré nada, no lo he dicho, lo prometo, tenlo por seguro y tampoco por este lugar, es algo nuestro.
Steve ni siquiera le mira, sigue observando el sol caer ante la oscuridad de la noche, se ve solemne y con una paz que pocas veces a podido describir, es sincero y es entonces que Billy ha comprendido algo ahora no sólo comparten miradas y sonrisas, también comparten un secreto, y un lugar secreto para ambos.
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