【 08 】
Día uno.
Aquella mañana, la nieve había sido reemplazada por lluvia.
La masa blanca a medio derretir aún llenaba cada calle y rincón de la ciudad, poco a poco desapareciendo gracias al flujo de agua que no paraba de caer del cielo estrechamente nublado.
La falta de sol y el opaco color gris de los cuerpos gaseosos dejaban caer un brillo distinto sobre Doncaster, resaltando los colores de todo aquello que fuese alcanzado por sus rayos de luz.
Los ojos de Louis parecían brillar con la intensidad de una joya preciosa sobre su piel bronceada a medida que se abría paso por las mojadas calles. Realmente detestaba los días nublados, incluso más que las tormentas. Eran parte de sus recuerdos más detestados de cuando era un niño. Demasiadas noches frías ahogando sollozos en su almohada le hacían eso a uno.
Tratando con todas sus fuerzas de caminar a toda velocidad sin tropezar, el castaño alejó todo indicio de malos pensamientos. No podía distraerse con cosas tontas como el pasado. Su prioridades eran claras: ayudar a Harry y deshacerse de su fantasmal compañía.
No era como que lo odiase. Realmente le caía bien. Incluso más de lo que ya lo hacía, si usaba la noche anterior como una referencia.
Se atrapó a si mismo suspirando suavemente. Dios, ¿qué le pasaba? Era un espíritu solamente. Sonrío, mordiéndose el labio. ¿Realmente eso importaba? A estas alturas, no lo creía. Cosas más siniestras había visto. Empezando por Liam.
Pero, ¿a quién podía engañar? Sabía que Harry le había visto desnudo antes de que tomase su baño. A veces parecía que la presencia del fantasma se hacía más pesada cuando Louis actuaba osadamente. Como si no esperase algo parecido de él, y verlo fuese una sorpresa tan grande que la emoción misma lo delataba. A Louis le gustaba sentirlo.
Era como una mezcla entre frío y calor que hacía al aire alrededor de él más pesado, causándole escalofríos, alentándole a ser aún más desinhibido.
Tal vez era su aburrida vida suburbana, compacta, predecible y responsable, lo que hacía tan atractivos a esos pequeños momentos con el chico fantasma. Lo que sea que fuera, Louis estaba dispuesto a ir por más, llegar al límite. ¿Qué es lo que pasaría? ¿Hasta dónde podría llegar? Y Harry, ¿Qué sería capaz de hacer?
Louis dejó salir una respiración que no sabía estaba sosteniendo cuando la entrada a la biblioteca entró en su perímetro de visión.
Podía sentir sus mejillas escociendo con rubor. Pero aquel decadente tren de pensamiento de hace un momento, estaba perdido. Gracias a Dios.
👻
La biblioteca contaba con todo un piso dedicado al registro de la historia de su comunidad, y se hacía un gran trabajo por mantenerla ordenada y actualizada, a pesar de no ser utilizado con frecuencia. Los únicos clientes habituales de aquellos manuscritos amarillentos solían ser profesores y alumnos completando la tesis.
Hileras de mesas se abrían paso a los lados y el centro del espacio, dejando lo demás para los altísimos y apretados libreros de roble oscuro que albergaban interminables sucesos a lo largo de los años. El menor pasaba los dedos distraídamente, por las figuras talladas a mano sobre las sobresalientes del mueble mientras ojeaba un manuscrito de 1850 a 1905.
La luz de los ventanales alzándose por encima de su cabeza caía sobre el como un reflector personal. Así, parecía brillar con su suéter aguamarina y sus jeans azules. Sus gastadas vans caminaban lentamente, sin prisa ni pendiente de golpear a otra persona mientras se adentraba en el pueblo que conocía, en sus épocas más antiguas.
Al parecer, Doncaster había sido fundado accidentalmente. Después de asentarse en el país, los granjeros y ciudadanos que no eran parte de la realeza habían invertido todo lo que tenían en cosechar sus propios alimentos. A pesar de los esfuerzos por sobrevivir por sus propios medios, las fuertes nevadas y largos inviernos acabaron con toda fuente de alimento.
Bueno, casi toda. Un pequeño espacio a las afueras de la ciudad había sobrevivido las bajas temperaturas. La gente había decidido enviar a aquellos de escasos recursos a vivir allí, evitando que más personas perecieran de hambre, o de las muchas enfermedades que atacaban a los pueblos más establecidos.
Louis veía aquello con curiosidad. Viéndolo desde el punto de vista de un tercero, la fundación del pueblo y su historia después de ello parecían formar una cadena de eventos desafortunados. Porque cada vez que la vida les sonreía y lograban hacer un avance, algo llegaba y derrumbaba cualquier progreso, sumiéndolo en perdición.
Un ejemplo era la fundación oficial de la ciudad. A pesar de haber sido construida y trabajada por años por manos de plebeyos, terminó siendo dispuesta por gente de dinero.
—¿Qué está mal? — dijo Harry, apareciendo entre estanterías.
Louis ni siquiera se molestó en levantar la vista del manuscrito en sus manos.
—¿Cómo sabes que hay algo mal?
—Tus emociones tienen olor. Además, has tenido el ceño fruncido desde que cambiaste de página hace cinco minutos.
Para esto, el ojiazul alzó la vista. Debería preocuparle lo detalladamente observado que estaba siendo por el fantasma. Pero, nuevamente, no era como que Harry tuviese otra cosa que hacer. Su única prioridad era Louis, y si lo veías desde esa perspectiva, no era tan raro.
Negó. —Es sólo que... creo que es injusto. El pueblo fue fundado por gente pobre y se mantuvo de pie gracias a años de trabajo. Y aquí dice que un inversionista escocés llegó a comprar las tierras y despojó a la gente de todo por lo que había trabajado.
—¿De verdad?
—Si, mira. S. Harrington llegó aquí a finales de los 1800, y por alguna extraña razón, obtuvo los papeles del pueblo. Desterró a toda la gente que no tuviese relación indirecta con la corona. Se dice que era... muy malo.
Harry frunce el ceño ante el tono del ojiazul. Parecía falto de aire.
Flotó hasta estar detrás de él, leyendo por encima lo que el ojiazul tenía entre sus manos.
—Louis aquí dice que fue el principal sospechoso de un asesinato en masa. Nunca lo capturaron.
—Si...
—Era un abusador de lo peor. Mira, aquí dice que muchos hombres y mujeres fueron vio-
—Se leer, ¿sabes? — Louis lo interrumpe. —No quisiera discutir todo eso a media mañana.
Harry le alza una ceja. —Creí que nada inmutaba a Louis Tomlinson.
El menor tiene una expresión indescifrable en el rostro. —No inmutarse no significa que disfrute pensar en el sufrimiento de toda esa gente y no poder hacer una mierda.
El fantasma asiente. —Supongo que he visto cosas peores.
Louis ni siquiera se molesta en preguntar.
—¿Qué haces leyendo tan atrás, de todas maneras? Mi familia comenzó por mi abuela, y si yo tenía dieciocho en 1988, quiere decir que mi abuela debió ser una niña por ahí de 1942. Lo importante debe estar allí— Harry se cruzó de brazos y alzó la barbilla.
El ojiazul sonrió con misterio. El mayor podía ver la travesura detrás de estos. Pero no sabía que pensar de ello.
—He encontrado los nombres de tus abuelos, pero para saber el de tu madre y tu dirección en aquel entonces, necesito visitar la biblioteca municipal y no la de la escuela. Además de ir al ayuntamiento para hojear los planos de ese siglo y los actuales, y así poder mapear donde queda todo ahora.
Harry asiente. —Vaya, sí que eres eficiente, humano.
—Lo sé— Louis sonríe con suficiencia. —Simplemente leía por curiosidad.
—¿Y encontraste algo que saciara tu curiosidad?
El manuscrito ha quedado olvidado. Harry está delante de él, y ambos se miran con tensión indefinida entre los dos. Louis puede sentir esa pesadez en el aire. Sus miradas bailan el clásico baile del desafío coqueto.
Alza la barbilla, altivo.
—Te sorprenderías.
Harry sonríe ladino. —La curiosidad mató al gato, ¿sabías?
—Supongo que el gato no era muy astuto, ¿no crees? — Harry siente como si las palabras del ojiazul le dieran golpecitos en el pecho, haciéndole retroceder.
Ambos se ven sin decir nada por varios segundos.
No saben de donde ha surgido esta urgencia de retarse entre sí. Podría atribuirse al pequeño espectáculo de Louis la noche anterior.
Después de todo, la carne es débil. Y aunque Harry no está más en este mundo, fue en algún momento un simple mortal.
El teléfono celular de Louis suena un par de veces dentro de su raída mochila.
—Es Liam— afirma, sin despegar los ojos de los de Harry y sin dignarse a contestar.
—¿No vas a contestar? — Harry no piensa ceder tan fácil. Podrá estar muerto, ¿pero que tiene la muerte de divertido sin un poco de desafío?
Se miran, buscando puntos débiles en los ojos del otro.
Está muy reñido. El celular de Louis sigue sonando, sin saber que seguirá siendo ignorado.
Pero entonces, Louis sonríe y Harry está jodido. Aparta la vista por mero reflejo, mientras se sonroja levemente.
—No sabía que los fantasmas se sonrojaban— se burla, comenzando a caminar en reversa hacia las escaleras.
—No sabía que los humanos eran tan molestos— gruñe Harry, encorvado sobre sí mismo para no encarar al mortal.
Hay una risa breve y melodiosa en el aire. —Nos vemos, Harry.
Y Louis se queda en su lugar hasta que el fantasma vuelve la cabeza y su apariencia adquiere un color más saturado. Apenas esto ocurre, él sonríe enigmáticamente y desaparece de allí.
Harry desearía poder encerrarse en el collar otra vez. Pero tiene cosas que hacer.
Pistas que seguir.
No crean que ha olvidado ese olor putrefacto que parece envolver cada rincón del bachillerato.
👻
Louis no había dicho nada aún, pero así como podía saber si Harry le observaba, era capaz de sentir cuando Harry estaba—o en este caso no estaba— dentro del collar que le había obsequiado.
Era extraño siquiera pensarlo. Pero era real.
Cuando quiera que el de cabello rizado se encontraba contenido en la rosa del collar, Louis sentía una opresión similar a la de un par de dedos empujando la cabeza de su esternón. La presión era acompañada por un frío glacial, que al colindar con el calor de su sangre caliente, se volvía del tipo de frío que quema. Como el sabor de la menta fuerte.
Y mientras Harry vagaba por donde sea que vagaran los fantasmas, su collar se volvía tan liviano como una pluma.
Louis siempre notaba las cosas que no se supone que debería. Era una habilidad que había adquirido cuando era niño, por razones no muy buenas.
Si, sabía que Harry no debía elegirlo a él para ayudarlo. También sabía, que el viejo espíritu se traía algo entre manos. Lo que no sabía, era la magnitud de ello. Cuán retorcido, complicado y sediento era el plan del fantasma. Pero lo sabría. Y cuando lo hiciera... su temple sería puesto a prueba. Una vez más.
Pero, volviendo a la versión que conocía, la más inofensiva y capaz de hacerle sentir con algo de control sobre la situación: Harry y la noche anterior.
Louis se rodó los ojos a si mismo mientras continuaba con el hilo de fantasías calenturientas que había llegado a su mente aquella mañana. Sabía que, principalmente, se daba cuenta de aquella extraña tensión porque podía sentir físicamente la angustia adolescente que emanaba de Harry cuando quiera que alguna parte de su piel se veía expuesta al mundo.
Aunado a eso, el inusual placer del viejo espíritu por la conducta descuidada de Louis, se volvía una mezcla un tanto peligrosa. Pero a Louis nunca le dio miedo un desafío.
Pero siendo realmente objetivo...Era raro siquiera pensar en Harry pensando así de él. No era desagradable, pero si extraño. Es decir, tenía más de veinte años muerto, sin poder descansar. ¿No sería perjudicial para su situación el distraerse con tontos líos hormonales? Lo que hacía a Louis pensar, ¿Harry siempre ha sido así? Él mencionó muchas veces que nadie había podido ayudar del todo, ¿realmente nunca encontró a alguien capaz de darle lo que necesitaba, o simplemente había sucumbido a la tentación de la carne y olvidado lo que importaba?
Louis sacudió la cabeza, chocando levemente contra una hilera de casilleros. Había demasiadas preguntas y muy poco tiempo. Leer tantas tragedias tan temprano en el día le había revuelto la cabeza.
Tratando de deshacerse de todo ese lío de dudas y fantasmas, el ojiazul concentró la vista en un punto indefinido al frente y caminó inexpresivo, dejando que le envolvieran los sonidos de puertas de metal, zapatillas chirriantes sobre pisos resbaladizos y ansiedad adolescente.
—¡Hey, Tommo!
Louis volvió la cabeza hacía su izquierda, donde Niall se aproximaba cargando una enorme caja de cartón que le cubría entero. La única manera de saber que se trataba de él, era la rubia maraña de cabello protuberando detrás de esta y los gastados Converse verdes que la transportaban a pasos decididos.
—Niall. ¿Qué llevas allí?
—Oh, ya sabes. Vestuario para la maldita obra— vocifera el otro, girándose un poco para poder ver bien a Louis, quién le alza la barbilla con una sonrisa.
El rubio está rojo del esfuerzo.
—¿Necesitas ayuda? ¿Dónde está Zayn?
Niall parece recuperarse visiblemente ante la mención del morocho. —Oh—dice, con suficiencia. —Está rezagado.
Louis los conoce lo suficiente para saber por qué el irlandés parece tan sonriente de repente.
—¿Qué ha planeado esta vez?
—Le consiguió a Liam una membresía pagada en Starbucks.
La boca de Louis se abre. —No es cierto...
—Sip. Por todo el año— añade el rubio, visiblemente orgulloso. Louis sospecha que tuvo algo que ver en todo esto.
El ojiazul suspira. —A veces me gustaría que Zayn me pretendiese a mí, y no a Liam.
—Lamentablemente para ti, me gustan los hombres difíciles— Zayn entra airoso por las puertas de cristal. Luce tan confiado que casi no notas el cabello empapado pegándose a su frente y las manchas de delineador corrido sobre su rostro. —Pero si no fueses tan amable, probablemente estaría tras de ti como tu sombra, baby.
Louis jala aire para contestar, pero entonces Satán cafeinado entra a la preparatoria, al mismo tiempo en que un enorme rayo parte el cielo con un estruendoso trueno.
—Detrás de ti como la peste, será. Mírate, coqueteándole a otro. Todo lo que hacen los hombres es mentir— declara Liam, solemne. Ve a Zayn de arriba abajo como si este fuese tierra en sus botas Gucci.
Zayn parece extrañamente deleitado, aunque para Louis ya no tiene nada de extraño. Liam avanza hasta su casillero sin darles mucha atención, no perdiendo oportunidad de alzar la nariz con desprecio cuando pasa cerca del moreno. Las rodillas de Zayn se doblan con un suspiro soñador. Louis quiere inscribirlo a terapia.
—¡Oi! Suficiente satisfacción a tus fetiches de humillación para un día, ¡ayúdame con esta caja de mierda! —respinga Niall. Zayn corre a ayudarle, casi chocando con Louis que le esquiva certeramente.
Los ve irse entre maldiciones y exclamaciones emocionadas antes de acercarse a su mejor amigo, que se para viendo algo fijamente frente a su casillero abierto.
Una vez que lo alcanza, lo mira: es una bonita tarjeta de Starbucks con temática de Halloween. Louis puede ver algunas ilustraciones de zombies y calaveras.
—¿Qué estás-
Liam no despega los ojos de la tarjeta cuando dice: —¿Crees que nuestra devoción por el café es auténtica, o sólo es una romantización de nuestra impetuosa necesidad de drogarnos para cumplir efectivamente nuestra labor de explotación en esta sociedad capitalista?
Louis parpadea.
Ahora, cualquier otra persona en cualquier otra mañana no podría digerir tanto raciocinio a las ocho de la mañana. Pero estaba acostumbrado a Liam y sus cuestionamientos existenciales a cualquier hora. Y había tenido un despertar temprano, por lo que sus tres neuronas estaban listas para cuestionar su propia existencia.
—Creo que estamos tan asentados a la idea de ser productivos que hemos adquirido gusto por nuestra opresión, y el café es un bien adquirido, no una necesidad.
Liam asiente. Como si esa fuese la respuesta que estaba esperando. Louis sabe que no lo es. Liam realmente nunca espera que sus cuestionamientos sean respondidos. Su sabiduría es hablada hacia el universo, pero Louis siempre contesta, más por entretenimiento propio que por ser un buen amigo. Pero eso también.
Liam lanza la tarjeta dentro del casillero sin fijarse muy bien dónde. —A que no adivinas lo que encontré ayer en el trabajo.
—Depende de cual trabajo estés hablando.
—¡Un tatuaje de tiro al blanco en el ano!
—Oh, ese trabajo.
El trabajo de barista queda descartado como prospecto para Louis.
—¿Quién se tatúa el ano?
—Alguien que requiere precisión en los tiros.
La comisura de los labios de Liam se eleva un centímetro. Louis no se daría cuenta de que su chiste le hizo gracia si no lo estuviese mirando a la cara.
Hay algunos minutos de silencio en los que ambos toman lo que sea que necesitan del casillero antes de cerrar las puertas.
—No puedo creer que hayas aceptado el regalo de Zayn— dice Louis, volviéndose.
—No tuve mucha elección. Simplemente la estampó en mi frente y salió corriendo.
Louis ríe. Liam ladea la cabeza, analizándolo.
—¿Qué hacías tan temprano en la escuela?
—¿Huh?
—Conozco tu pequeña rutina cómo las pecas que tengo en el culo. El autobús de la escuela se averió hoy en la mañana y todos llegarán tarde a la primera clase. Tu deberías estar allí todavía.
Louis alza una ceja, pero Liam ni se inmuta. Bebe de su enorme termo de café lánguidamente.
—Hacía algo de investigación en la biblioteca.
—¿Haces tarea? ¿En el 2019? Can't relate— Liam le rueda los ojos. A veces Louis teme que se quede así para siempre. Lo hace tan seguido que ya no le sorprendería.
Con el conocimiento de que no tiene la primera de sus clases—que consiste en dos horas seguidas de Trigonometría— Louis decide acompañar a Liam hasta su salón de clases. Le vendría bien abandonar el olor compactado de los pasillos. Encima tienen que subir dos pisos de escaleras, por lo que consigue un poco de actividad física.
—Saboreo la muerte— Liam se sostiene del barandal de las escaleras como si su vida estuviese en la línea. —Deseo sentir sus hermosas manos alzándome lejos de este hoyo de perdición y sufrimiento llamado vida. ¿Dios, me escuchas? Soy yo de nuevo, Liam Payne.
Louis ríe abiertamente. Liam continua su rutina usual de quejas matutinas. Es su sistema desde que tenían once años. Es de cierta forma, confortante. Sumergirse en la monotonía de siempre. Lo hace olvidarse de todo lo que tiene que hacer en el día, y lo que tiene que lograr en la semana.
Pero no se olvida del todo.
Cuando Liam se desliza—aun quejándose— hasta su salón de clases, Louis le toma del hombro antes de que pueda entrar.
—¿Qué? ¿Me vas a convencer de pintearme la clase? ¿Cómo te atreves, Louis Tomlinson, a sugerir que me pierda mi importante y necesaria dosis de educación cuando ya subí dos pisos de escaleras? Pudiste decirme abajo. Pero está bien. Es mi deber como tu amigo-
Louis lo ama. Ama a su mejor amigo, y su costumbre de decir cosas como esa con la cara plana y la voz más monótona que la mierda. Siempre lo hace reír. Pero hoy tiene límite de tiempo. —¡Liam!
Por suerte, parece que el castaño aún no absorbe bien la cafeína. —¿Qué, wey?
Podría mentir. Pero sabe que con Liam, es mejor decir la verdad.
—¿Podrías prestarme tu auto? Necesito ir a la biblioteca de la ciudad y tengo dos horas para matar.
Sin siquiera parpadear, Liam extrae sus llaves del bolsillo de su chaqueta y las deja caer en la mano extendida de Louis. El ojiazul murmura un rápido gracias y se gira, pero Liam lo gira de vuelta de una sola.
—A cambio de que me prestes tu collar— dice, señalando el dije de rosa, ligero contra el pecho de Louis. —Se verá bomba con mi outfit de hoy.
El más bajo sabe que si se niega, Liam no le quitará las llaves. Pero no escuchará el fin de ello. Liam vive por el drama, por si no se notaba. Louis no podría vivir la semana sin escuchar todo un monólogo al día acerca de buenos amigos demasiados nobles para su propio bien que son abusados por sus feos y mal vestidos amigos malagradecidos.
Y, realmente quiere resolver todo esto tan rápido como pueda. Sin ofender a Harry, pero él sigue muy vivo y con muchas responsabilidades de la vida mortal sobre su cabeza. Perder tiempo es inaceptable.
Además, Harry dijo que estaría ocupado, ¿no es así? ¿Qué son dos horas?
—Bien— dice Louis, guardando las llaves y comenzando a desabrochar el collar.
Apenas lo levanta fuera de su cuerpo, un extraño tirón le cruza el pecho. Se ha sentido como retirar algo que llevase mucho tiempo incrustado dentro de sí mismo.
¿Harry mencionó algo parecido cuando se lo dio?
Liam tomando el collar de sus dedos lo trae de vuelta a la realidad.
—¿Tienes un sugar daddy del que no tengo conocimiento? Esto es caro— observa el castaño, mientras se lo pone. Louis da un respingo horrorizado pero Liam le ignora. —Como sea, vete ya si quieres tener tiempo de encontrar algo útil.
—Vuelvo en dos horas.
—Regresa con taquitos o no vuelvas.
👻
La lluvia parecía incrementar en intensidad, a medida que el día avanzaba.
Las pesadas gotas golpeaban con tanta fuerza los viejos cristales de la biblioteca, que Louis temía que estallasen en mil pedazos de un momento a otro.
La antiquísima estructura del edificio histórico guardaba el olor de madera húmeda y papel añejo dentro de ella, congestionando el aire. Louis no era muy fanático de la lluvia, como ya había dicho, y el olor a humedad que esta traía consigo no era la excepción.
El dolor de cabeza era inminente, y ya no sabía si atribuírselo a la nauseabunda combinación de olores o a la horrenda escritura cursiva en la que habían sido plasmados los sucesos históricos de la ciudad. En serio, ¿no podían escribir con letra de molde? ¿Qué necesidad había de escribir todo cómo vampiro del siglo doce? Odiaba todo.
La historia de su pueblo no se ponía mejor. Lo poco que había podido leer esta mañana parecía una oscura introducción al verdadero horror. Sed de poder que conllevaba a violencia, venganza y perdición. Nada fue justo durante el forjamiento de lo que hoy era Doncaster.
S. Harrington parecía ser la piedra en el zapato de la comarca entera. Arrasando con todo aquello que llamase su avariciosa atención, acabando con todo el que se interpusiera en su camino, tomando sin dar nada a cambio.
Uno creería que la pesadilla terminaría con su muerte—ahogado en el lago en una noche de borrachera, bien merecido—pero parecía que la existencia de dicho personaje sólo era la marca de inicio para una dinastía de injusticias y corrupción.
Los descendientes de Harrington parecían cargar no solo su apellido, sino sus costumbres también. Desde fraude hasta homicidio. El rastro en papel de sus horrendas acciones estaba allí, delante de sus ojos.
—Esto es asqueroso— murmuró Louis en voz alta.
—¿Oh? — una voz suave suena detrás de él, sorprendiéndole. —¿Los pergaminos se han deteriorado otra vez? Le he dicho a Nina mil veces que necesitan restauración.
Louis se vuelve, descubriendo a una anciana de aspecto pulcro. Sus manos se encuentran cruzadas sobre su pecho, blusa de seda adornando diestramente su figura estable. Su cabello cano cae sobre su rostro gracias a algunos mechones sueltos del apretado moño detrás de su cabeza. No la había escuchado acercarse.
Debió estar demasiado inmerso en todo ese pasado de perdición.
—Oh, ¡no, no! Están bastante bien— Louis levanta las amarillentas hojas en sus manos para demostrar su punto. —Es sólo que... bueno. Nunca antes había leído la historia de la ciudad. Es muy...no lo sé. Demasiado para digerir.
La mujer deja salir una pesada exhalación, asintiendo levemente. —Ya veo. Es todo un desastre. Pero hey, nos dio la ciudad que tenemos—.
A pesar de utilizar un tono animoso, la sonrisa en su rostro le dice a Louis que no hay nada más que sarcasmo en sus palabras.
—Es cierto. Supongo que valió la pena.
La mujer rompe a reír abiertamente. —He visto que llevas un buen rato aquí sentado, ¿eres estudiante de tesis? Tenemos cubículos individuales, así no te distrae el ruido de la lluvia.
El ojiazul niega. —No, sólo estoy... haciendo algo de investigación para la escuela. Pero realmente estoy harto de leer tantas palabras formales escritas en cursiva. Paso media hora tratando de descifrar lo que dice y el resto de ella pensando en el significado.
Otra risa. —Bueno, yo puedo recapitularte lo poco que sé. Si gustas, claro está.
Louis revisó la hora en su teléfono. Faltaba media hora para que iniciara su siguiente clase.
—Tengo tiempo.
👻
''Realmente no sé mucho sobre todo lo que causaron los Styles por ese entonces. Sólo se sabe que fue horrible.'' había dicho Donah, cuando Louis se preparaba para irse.
La atención de Louis había saltado, atraída. Styles. ¿Dónde había escuchado ese apellido antes?
"¿Styles? ¿La S. al inicio de todos sus nombres es un apellido?'' había replicado.
''Si, anteriormente se citaba a la gente primeramente por los apellidos. Harrington Styles fue quién fundó la ciudad bajo sus crímenes y continuó expandiendo su veneno por muchos años más. Hasta que su linaje desapareció.''
Louis había terminado saltándose las clases hasta la hora del almuerzo. Y sólo había caído en cuenta de cuánto tiempo había pasado gracias a Liam, que había conducido a su teléfono a un estado de conmoción debido a tantos mensajes. La cosa había vibrado sin parar por un minuto entero.
Luego de que Donah—la amable bibliotecaria que había acudido a su rescate—le ayudase a resumir la historia del pueblo, Louis le había pedido los planos de la ciudad. Se había perdido entre trazos de calles y los registros civiles del pueblo que dictaban cada cambio hecho sobre estas. Así fue como perdió noción del tiempo.
Bueno, eso y su nuevo descubrimiento: el significado de la S al inicio del nombre de aquel oscuro personaje en la historia de su ciudad.
A medida que regresaba a la escuela en el auto de Liam, Louis cayó en cuenta del verdadero impacto que aquella familia había tenido en la historia de su pequeña ciudad. Miles de calles nombradas tras el famoso apellido, establecimientos con nombres que parecían tan crípticos cuando era niño, cobrando sentido diez años después.
Era un enorme descubrimiento, un instinto primitivo se lo decía. Y aunque no había podido recordar la razón por la que dicho apellido sonaba tan familiar, no pensaba desistir en seguir investigando.
Lo primero que Louis pudo ver fueron las luces de la ambulancia entremezcladas con el rojo y azul de las patrullas.
Lo segundo, a la mitad de la escuela corriendo fuera del edificio. La otra mitad, aglomerada en los campos de soccer.
Había paramédicos, policías y profesores a todo lo largo y ancho del lugar. Los estudiantes compartían la misma aflicción colectiva en los rostros. Bullicio y lloriqueos invadían el aire. El sonido de las sirenas de la ambulancia y el camión de bomberos aparcado del otro lado de la escuela hacen imposible poder distinguir lo que dicen.
El ojiazul hizo su mejor esfuerzo por aparcar el auto de Liam en un lugar alejado de los vehículos de ayuda antes de emprender su camino. Lo más lógico para él, aunque no lo más convencional, fue entrar a la escuela. Sin embargo, uno de los policías tenía una mano en su hombro mucho antes de que pudiera siquiera abrir las puertas de cristal.
—¿Qué crees que haces? Vuelve con los demás, ¿acaso no-
—Disculpe, no estaba en la escuela. ¿Podría decirme que está ocurriendo?
La genuina confusión en la expresión de Louis hace que la del oficial se relaje visiblemente. Incluso deja caer la mano que aprieta su hombro.
—Ha habido un accidente dentro de la preparatoria. Hay un muerto y un herido.
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