【 05 】

La mañana del jueves Louis caminó las quince cuadras de su casa a la escuela, convencido de que si se ocupaba en algo tan extenuante como caminar en medio de una nevada, se desharía de la molesta voz en su cabeza que decía:


«Llevas un fantasma encima tuyo»

—Oh, yo no diría encima. No todavía al menos— apuntó una voz ronca con dejo divertido.
La misma voz que le había estado carcomiendo la consciencia desde el día anterior.

—Es temprano en la mañana, si eso no te quita valor para joder, con gusto te lo quito yo: deja de joder— murmuró Louis, ajustándose la bufanda.








Había otra voz que el ojiazul intentaba ahogar, y esta pertenecía a la pobre onza de sentido común que le quedaba. Dado que no había dejado de atormentar a su mente desde que había despertado y encontrado a Harry flotando en el aire, piernas cruzadas como un indio y con la cara en sus puños cerrados.

—Boo-enos días, mortal— había replicado el desgraciado, sonriendo amplio.

Louis le había lanzado una almohada y se había vuelto a dormir.








A pesar de que a ojos ajenos el andar del ojiazul era solitario, las huellas en la nieve demostraban lo contrario.

Mientras del lado de Louis se dibujaban las pisadas de sus botas de combate, del lado del insistente fantasma se hundía un solo surco continuo y profundo, como si fuese arrastrando algo.



—Tu sí que vas a hacerme apreciar el silencio, ¿eh?— habló nuevamente el ojiazul, castañeando los dientes de frío.

Harry jadea ofendido. —¿Insinúas que soy molesto?

—Oh, lo siento. ¿Pareció una insinuación? Lo lamento. Intentaré de nuevo: lo afirmo.

Harry le rodó los ojos, poco impresionado. —Los vivos son tan amargos. Uno creería que están llenos de vida.

—Y uno pensaría que los muertos se mueren y no acosan a los que tenemos pulso pero... aquí estamos.

—No eres el primero, querido. No te des tanta importancia. Ahora calla, que te aproximas a la escuela y pensarán que eres un descolocado.






Louis selló sus labios juntos y continuó caminando, ávido por alcanzar su casillero y hablar con alguien de existencia normal.
Mantuvo el andar rápido y cabizbajo de siempre, por lo que pasó desapercibido por el resto de los alumnos, que al igual que él, se apresuraban a huirle a la nieve.

Pero cierto chico fantasma no pudo evitar plantarse en el medio de la entrada, importándole bien poco quedar en el camino de cientos de alumnos.

Los pobres chicos terminaban temblando más de lo normal después de, sin saberlo, atravesar el cuerpo alto y fornido de Harry, que mantenía los verdes ojos en un punto focal específico.

—¿Eres tú? — exhaló, perdiéndose en la foto promocional del gran cartel que colgaba delante de él.

Louis se volvió a verlo, apenas dándose cuenta de que se había quedado muy atrás.


Asiente, pero eso es todo. Luego reanuda su camino y Harry tiene que seguirlo para no perderse.
Gracioso, uno creería que después de pasar 30 años en el mismo lugar, Harry sabría en donde estaba todo.

Bueno, recluirse estrictamente en el teatro estudiantil y no en el resto de la escuela le había resultado de maravillas, ¿eh?







—Yo simplemente quiero saber— Louis se vuelve a verlo, y Harry teme que alguien lo vea hablando solo. Pero Louis sabe, que a las siete de la mañana, la única neurona en el cerebro de sus compañeros está demasiado aturdida como para notarlo.
—¿Por qué me elegiste?— continua.

Harry se lo piensa un momento.
—Digamos que nadie había dicho mi nombre en mucho tiempo. Se me acababan las opciones.

Louis estudia la mirada que da al suelo, los hombros ligeramente alzados, los labios apenas alzados.
—Pero yo no dije tu nombre.

Harry suspira. —No puedes saberlo, ¿bien? No todavía, al menos.

—¿El misterio de mierda viene con ser un fantasma, o es un aditamento por mero gusto?


Harry comienza a reír por el humor pocas pulgas del aparentemente serio ojiazul, pero para abruptamente, a la vez en que su nariz inhala y exhala rápidamente.

—¿Qué haces?— Louis tuerce el gesto en una mezcla de asco y extrañeza.

Harry se vuelve a verlo como si le hubiera lanzado un puñado de sal. —¿Tienes contacto con otra entidad?

—¿Qué ray-

—Puedo sentir una presencia... un aura oscura acercándose.





Antes de que Louis tenga tiempo de decirle algo, Liam aparece en su campo de visión, cargando dos cafés.

—Buenos días, Li— replica el ojiazul, con un tono que Harry nunca le había escuchado.

—La vida es una miseria— murmura el castaño, comenzando a girar la perilla de su candado.

Harry observa al recién llegado con repentino interés. Louis le alza una ceja.

—Hmm...— murmura el muerto. Al ver la pregunta sin formular en la expresión de Louis, dice: —Ya entiendo.

Louis le da una mirada a Liam, que suelta maldiciones por lo bajo mientras toma los libros correspondientes a su clase.

Suelta una risa baja. —¿Liam es el aura oscura?

Harry abre la boca, pero la voz que sale no es suya.


—Creí que eso había quedado asentado desde que nos conocimos— dice Liam, cerrando de golpe la puerta de su locker.

El ojiazul parpadea, medio avergonzado de haberse olvidado de ser discreto.

—Supongo que lo olvidé. Ver ese semblante tan alegre en las mañanas me hace eso.

Liam le da una mirada poco impresionada, pero no lo cuestiona. Ya es ganancia.

—Y aquí estoy yo, trayéndole café a tu trasero remilgoso— dice, tendiéndole de mala gana el vaso de cartón. Louis sonríe y toma gustoso la fuente de calor entre sus manos.

—¿Es un capuchino? — dice, sonriendo con timidez.

—¿De qué otra forma consigo que aceptes beber el mejor invento de la humanidad?

—Liam Payne: estudiante de día, adicto a la cafeína el resto del tiempo.

—Come mierda— ladra el de ojos marrones, bebiendo su expresso sin quejarse por el liquido quemando en su garganta.

—Mierda tu café sin chiste— replica Louis, soplando sobre la espuma ya casi disuelta.





Harry observa todo cruzado de brazos, riendo ligeramente.

—Edúcate, taradito. A mí me gusta mi café como me gustan mis hombres: negros.

—Entonces es mi día de suerte— replica Zayn, apoyando un codo sobre los casilleros detrás de Liam. Se esfuerza en adoptar esa pose seductora.

El castaño rueda los ojos sin dignarse a darse la vuelta. —La suerte es para los mediocres.

—Que pesado— murmura Harry. Se confunde bastante cuando Zayn suspira enamorado, inclinándose más cerca del chico en cuestión.

—Algún día caerás por este hombre de color, Payne. Algún día.

—Dios quiera y no en este siglo.

—Esperaré los siglos que sean, eso tenlo por seguro. Ahora, les dejo. Tengan buen día— Zayn chasquea la lengua seguido de un guiño. Se despega de la superficie de metal con una sonrisa tan amplia como el sol en el cielo y se reúne con un chico rubio, que apenas le ve, pregunta:

—¿Cómo te fue hoy?

—Está cediendo a mis encantos, Ni. Te lo digo.





Sus voces se desvanecen por el pasillo ahora casi desierto, y Harry vuelve su atención al par de chicos.

—¿Necesitas que cuide de Felicité hoy?

—No, lo tengo cubierto. Pero gracias, Li.





Liam asiente y comienza a caminar hacia Louis, pronto deshaciéndose de la ligera distancia entre sus casilleros.

—¿Escuchaste lo de Susy? — susurra.

Louis siente un escalofrío. Si tan sólo su amigo supiera que el causante de eso estaba literalmente en medio de ellos.

Asiente con la cabeza, y Liam niega.

—Seguro que se le apareció ese fantasma cabezota.

El ojiazul falla en contener una risa, mientras Harry ve ligeramente ofendido a Liam.

—Si, supongo que si es ese fantasma cabezota.

Liam le entrecierra los ojos. —¿Qué te hiciste?


Louis deja de reír de una. —¿Qué?

Harry de repente no se ve tan calmo.

—No lo había notado al principio, pero luces...— Liam ladea la cabeza, —... distinto.

—¿Cómo distinto? — los ojos del mayor viajan sin reparo hasta el espíritu, que le devuelve una mirada preocupada.

—No sé... como, con menos fe en la humanidad. Me gusta— Liam sonríe.

Harry piensa que es más perturbador que cautivante, aunque la sonrisa del chico es muy bonita.

Hay un aire de lobo vestido de oveja que no le gusta del todo.





—Tu puesto de parca no se verá amenazado, relájate. Sólo estoy cansado. Y hoy me toca trabajar hasta tarde.

Liam bufa. —Que lindo. Otro día de mierda.




















👻

















—Empieza a hablar.

Louis los había escabullido en un salón abandonado en el ala más alejada de la preparatoria. Harry observaba los posters añejos y anticuados que indicaban los distintos tejidos en el cuerpo, asi como su composición. Eso, sumado a los frascos de seres flotando en formol, le hizo saber que era una vieja aula de biología.

—Necesito que me ayudes a recordar mi pasado. Se que estoy aquí por el asunto de alguien en mi vida. No es porque yo tenga cosas sin resolver. Entonces... necesito investigarme, pero como podrás ver, no soy palpable y eso hace un poco difícil la situación.


El menor se cruza de brazos. Sus ojos azules parecen brillar como el neón gracias a la mínima iluminación del lugar.

—Entonces ¿qué? ¿Juego a ser Nancy Drew y me encamino en una misión como las de CSI?

Harry niega. —No es tan dramático. Estoy seguro que una visita a la biblioteca y búsqueda en la red bastará.

—Lo llamamos Internet ahora, abuelo. Te lo presento— dice Louis, desplegando Google en la pantalla de su teléfono.

Harry ladea la cabeza. —¿Qué es Google?

—Jesús— murmura Louis. —Bueno, no nos desviemos del tema. Entonces, ¿sólo tengo que investigar y decirte lo que encontré?

—Si, eso me ayudará a recordar— afirma sonriendo. —O eso espero— su rostro cae un poco.

—Esperemos que así sea, porque no tengo precisamente todo el tiempo del mundo. Tengo trabajos que atender y niñas que cuidar.

Harry le frunce el ceño. —Pídele a tu madre que-








La voz de Louis suena de golpe, repentina. Interrumpe a Harry. —¿Hay alguna cosa que deba saber? ¿Cómo extra?

El fantasma se sacude el desconcierto rápidamente. —No. No hay trucos. En cuanto lo resuelva, me largo.

Louis asiente.





—Tienes exactamente tres días para terminar esto. A menos que quieras decir mi nombre, para añadirte tiempo.

—¿Tres? Ayer dijiste que eran cuatro noches- ¡Hey! ¿Por qué estás aquí si se supone sólo te manifiestas de noche?

Harry se dio unos golpecitos en la sien. —Cómo dije, tres días. He gastado la mayoría de la energía de hoy en aparecerme por la mañana.

—¿En qué te afecta gastar tu energía? ¿De dónde la obtienes?

—Entre más esfuerzo ponga, más rápido se deteriora mi memoria. Por ejemplo, está mañana estoy seguro de haber pensado en mencionarte mi antiguo domicilio, pero ahora, no puedo recordarlo.

—Y eso será un problema dado que han pasado treinta años y nos hemos modernizado, mierda— suspira Louis.

—Si, será un lío. Pero uno rápido, si nos apresuramos.

—Dime de donde obtienes energía.


Harry rie. —¿Recuerdas Monsters Inc.?

Al ver que el ojiazul asiente, procede.
—No estaban tan errados, al final. El terror y el miedo humanos liberan energía, al igual que cualquier emoción humana. Sin embargo, al ser una de las más intensas, esta me da más de donde aprovechar.


—En Monsters Inc. descubren que la risa es mejor que el miedo, ¿sabes?

Harry se pone las manos en las caderas.
—¿Qué crees que trato de obtener con mis chistes de fantasmas? ¿Qué me rueden los ojos?





Louis le da una mirada.
—Honestamente, sí. Son medio patéticos.

—Estar muerto no te convierte en un genio de la comedia. Y si los hago de cosas específicas, no entenderías. Son distintas épocas.


El menor botó el labio inferior al tiempo en que se encogía de hombros. —Te concedo eso.





Hay un silencio muy pequeño antes de que los labios llenos de Harry formen una 'o' y se vuelva hacía Louis.

—Lo olvidaba. Ya que no podemos estar juntos durante el día, necesitamos una forma de estar en contacto. Así me entero al mismo tiempo que tu de lo que pasa.


Sin dar tiempo a explicaciones, el chico muerto flotó hasta estar frente a frente con el menor, quien se encogió ligeramente por la cercanía.


—Cierra tus ojos y extiende las palmas— pide.

Louis le alza una ceja poco convencida, pero obedece de todos modos.





Hay una ligera brisa de aire helado, y el cerebro del ojiazul relaciona los eventos.

Así que esa corriente de aire en el ensayo que le acarició la cara... era Harry.


Pronto siente un cuerpo extraño reposando en sus previamente vacías manos. Abre los ojos, encontrándose con una pequeña caja de satín del color de la sangre.



Un instinto le dice que la abra y eso hace. Dentro, se topa con delicado dije en forma de rosa.



El acabado es de oro rosa puro, y cuando la toma entre sus dedos, admira la cadena de la cual prende. El nivel de detalle deja ver el alto valor que debe poseer. En ves de eslabones, la cadena se arma de finas ramas esculpidas perfectamente en el oro, por lo que la pieza de joyería hace alusión a un elongado y delgado tallo lleno de hojas dando vuelta a su cuello.

Y rematando, sostenía a la preciosa rosa de forma horizontal.

Póntelo— susurró Harry, apareciendo delante de él.

Louis niega, aun estupefacto por la belleza del collar.


—El collar es mío. Al ser un fantasma, puedo apegarme a objetos inanimados. No seré capaz de hablarte, pero sí de escuchar y ver todo. Ahora, por favor, úsalo.

Louis niega. —No puedo.

Harry rueda los ojos. —Bueno, de una vez me gasto lo que queda de energía.





La caja desaparece y en su lugar, el collar se sostiene en el aire, revelando ser en realidad, una gargantilla. La pieza flota hasta Louis en un suave y rápido movimiento, abrochándose detrás de su cuello, seguro.

El ojiverde observa deleitado lo bien que luce sobre Louis.





Una de las manos del ojiazul vuela hasta su cuello, palpando el frio oro sobre su cálida piel.

—Harry— exhala, falto de aliento. —Harry, qué...

—Carajo— dice, cuando se da cuenta de lo que ha hecho.


Harry luce deleitado. Louis observa que empieza a desaparecer muy lentamente delante de sus ojos, no de golpe, como acostumbra.

—Adoro la forma en que suena mi nombre en tus labios, cariño— molesta.


—¡No te atrevas a desaparecer, maldito! Me has hecho decir tu nombre otra vez.

—He agotado toda mi energía en ponértelo— explica. Louis puede apreciar los posters en las paredes a través de él.


—Disfruta todo lo que quieras el recuerdo porque es la última vez que lo diré.

—Ya veremos— dice Harry, con una sonrisita satisfecha en la cara.





Louis prácticamente no puede verlo ya, por lo que comienza a avanzar hasta la salida.











Sólo cuando alcanza la puerta, un susurro suena al lado de su oreja.

—Gracias a esto, mi último día en la tierra es en Halloween.











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conteo de palabras: 2398

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